En esta ocasión contamos con una entrevista a Vicenç Villatoro, original de Terrassa, escritor y periodista, y actual director del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona CCCB. Actualmente el CCCB tiene una programación de exposiciones, actividades y eventos bastante extensos, razón por la que Victor Valle, estudiante del Màster Oficial en Gestió Cultural de la Universitat de Barcelona decidió entrevistar a Vicenç.
A través de esta entrevista Vicenç Villatoro nos cuenta su visión de sistemas culturales menos localizados, en los que, un festival de Terrassa, de Barcelona o de cualquier ciudad o pueblo puede ser el festival de cualquier ciudadano de Catalunya.
¿Qué entiende por gestión cultural?
Es un término que no he utilizado mucho. Para mí está la gestión, que es un término genérico que se aplica a todos los ámbitos, y existe la vocación cultural, la vocación de generar espacios de creación, de difusión de la cultura. Las personas que estamos delante de equipamientos culturales muy a menudo entramos más por nuestra implicación en el mundo de la cultura que por nuestra formación directa en el mundo de la gestión.
Y es que hace apenas cuarenta años del retorno de la democracia en España…
Una de las funciones del servicio público es garantizar o ayudar a garantizar que haya una oferta cultural bastante rica y diversa y que la gente pueda acceder. A favor de las políticas culturales, que eso que hace cuarenta años no estaba, ahora es evidente que el ciudadano tiene la conciencia de que eso le toca con su pacto con el estado del bienestar. El contrapunto más negativo de esto es que, en algunos casos, las instituciones públicas han actuado sobre el mundo de la cultura como si fuera un solar desierto en el que construir un proyecto. Pero en la vida cultural, especialmente en Catalunya, es previa al estado del bienestar y, por tanto, había unos tejidos, unas iniciativas, y creo que no siempre se ha pensado en la complementariedad, y a veces se ha pensado más en la sustitución. La cultura es oferta, es acceso, pero también es participación, es vertebración social.
¿Cómo valora las primeras políticas culturales que se realizaron en España y en Catalunya?
El estado del bienestar facilita unas infraestructuras, la creación es cosa del creador. Hay dos trabajos: que hayan los canales, por lo tanto, se deben hacer bibliotecas, pero también es hacer auditorios, teatros. Pero no sólo piedras, sino también instituciones. Nuestra idea de políticas culturales es tardía y francesa, pero creo que en todos los estados avanzados de Europa, esta idea de que hay una responsabilidad del sector público respecto a la cultura está, y esa sí estuvo presente en el durante la Transición. Valor añadido. Por lo tanto, la existencia de estas personas (gestores culturales) es útil. Pero que sólo pueden acceder a cargos de gestión cultural personas que llevan detrás un máster en gestión cultural, hombre … si llevan el máster tienen unos activos importantes.
Una profesión, la de gestor cultural, de la que se ha dicho en numerosas ocasiones que aún está en proceso de profesionalización. ¿Sigue así o ya ha superado esta fase?
Es cierto que una parte de la acción cultural tiene un punto de diletantismo. Para mí, llevar un ateneo, también es acción cultural y también pide una cierta gestión. Y, probablemente, no todo el tejido social está en condiciones de profesionalizar unas personas para hacer esto. Por lo tanto, creo que siempre habrá un elemento de diletantismo, pero sí me parece útil que el conjunto de las personas que hacen acción cultural vayan entendiendo que esta formación es útil. Tengo la sensación de que también sería útil una formación en comunicación. El hecho cultural es, en buena parte, un hecho de comunicación.
Ha trabajado principalmente en Barcelona, pero sus raíces están en Terrassa. ¿No cree que la capital catalana ejerce demasiado como polo cultural en detrimento de las ciudades del área metropolitana?
Tengo la sensación de que Catalunya, en estos momentos, funciona como un sistema cultural único. Y es que, el Festival de Jazz de Terrassa no es el festival para los de Terrassa que les gusta el jazz, es el festival para los catalanes que les gusta el jazz y, por tanto, cuando hagas el festival te vendrá gente de Figueres, de Barcelona.
Imaginar que una ciudad será un sistema cultural completo en el que sus ciudadanos no tendrán que salir pero tampoco deberá venir nadie de fuera es erróneo. No pienso que tengamos que ir hacia un sistema fragmentado en el que cada ciudad tenga que generar un sistema completo para que sus ciudadanos tengan de todo. Los ciudadanos tienen de todo, en el conjunto del sistema.
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