Entrevista del mes: «Tenemos la asignatura pendiente con el voluntariado social y cultural» Josep Fornés

Entrevista a Josep Fornés, gestor cultural. Por: Andrea Arasa y Agnès Bartolomé. Estudiantes del Màster Universitari en Gestió Cultural de la UB

Gestor cultural desde la antropología aplicada, Josep Fornés estudió magisterio especializado en Ciencias Humanas, Antropología Social y Cultural y Gestión Cultural. Actualmente, en su faceta de museólogo, es director del Museo Etnológico de Barcelona y del Museo de las Culturas del Mundo, después de haber trabajado como técnico de cultura en el Distrito de Gracia y en el Instituto de Cultura de Barcelona.

Josep Fornés tiene un fuerte vínculo con el asociacionismo cultural, sector al que defiende y que le vio nacer como gestor de la cultura.

¿Cómo empezaste en el mundo de la gestión cultural?

Empecé mi actividad profesional haciendo de maestro, primero en una escuela de Pedralbes y después en una bien diferente, en el Carmel. No fue hasta 1985 que empecé a dedicarme a la gestión cultural, con la propuesta para que trabajara en el Distrito de Gracia asumiendo la dirección del Centre Artesà. Poco tiempo después, pasé a ser responsable de Cultura y Centros Cívicos y recuerdo esa época como muy intensa en la creación y dirección de diversidad de proyectos culturales: ciclos de arte contemporáneo, teatro, cine, música tradicional, experimental y jazz, entre otros. Cuatro años más tarde, me incorporé al Servicio de Fiestas del Instituto de Cultura de Barcelona.

Desde el año 2008 dirijo el Museo Etnológico de Barcelona, ​​institución museológica con más de 70 años de historia que posee una importante colección de objetos etnográficos y desde donde queremos que los visitantes interpreten y se planteen cómo cambia sociedad en la que vivimos. Como ya sabéis, hace un par de años, además de reinaugurarse el Etnológico, también se inauguró el Museo de las Culturas del Mundo, del que también asumo la dirección al nacer como rama del Museo Etnológico.

También soy miembro de diferentes consejos y comisiones culturales oficiales en la ciudad de Barcelona y en la Comunidad Autónoma de Cataluña. Finalmente, he comisionado algunas exposiciones, participado y moderado mesas redondas y debates, y he escrito más de un centenar de artículos.

¿Cuáles han sido tus proyectos profesionales más importantes?

A veces hay proyectos que son pequeños y que ya son importantes; también hay otros pequeños que van creciendo y se convierten en importantes.

De conocidos me gustaría destacar el Centre Artesà Tradicionàrius, la casa de la música folk de Barcelona. La propuesta inicial era hacer un café concierto al Artesà con el objetivo de reinventar el centro cívico. Desde la primera edición se completó el aforo y el proyecto fue creciendo hasta tener una programación regular de conciertos, bailes, sesiones de improvisación e intercambio, con talleres trimestrales de aprendizaje musical y el festival que le da nombre, el Festival Tradicionàrius.

Otro proyecto que también hice nacer, durante las fiestas de la Mercè, fue un ciclo de cine en la plaza de San Felipe Neri. Fue cuando me vino a ver un chico francés que me propuso hacer una muestra de cortometrajes al aire libre durante las fiestas. Me comentó que él llevaría el material y haríamos la muestra europea de cortometrajes en la calle. Aquella idea hoy en día es el Festival Mecal, el Festival Internacional de Cortometrajes y Animación de Barcelona, ​​que es uno de los festivales relacionados con el cine más importantes de Europa, y que comenzó en una plazoleta.

Dentro de la Merced, hace unos años también encontré interesante hacer una muestra de cultura de todo el Mediterráneo y así nació la Cabalgata Mediterráneo, un espectáculo donde han formado parte, entre otros, los Caballos de Menorca y la Cofradía Sagrada los Eixaues de Fez.

Algo importante que conseguí hacer con un buen amigo, que hace años que trabajamos en proyectos, fue importar las hogueras mallorquines en Gracia y crear Sa Pobla en Gràcia, la verbena mallorquina. Ahora es impensable pensar Gracia sin las hogueras. Cuando fui el jefe de cultura y centros cívicos de Gracia, sólo había dos fiestas; cuando me fui, la fiesta mayor era Fiesta Patrimonial de Interés Nacional: estaban los Foguerons, ciclos de todo tipo, el Tradicionàrius. Demostración de que la transformación de la vida cultural de un territorio es posible.

Todos estos trabajos y proyectos, no los he hecho solo, lo he hecho con un equipo que hemos trabajado juntos, lo hemos hecho nosotros. Y lo mejor de todo es que muchos proyectos de estos aún continúan. Existe el Festival Tradicionàrius, el Festival Mecal, hay muchas salas de arte contemporáneo, las Fiestas de la Mercè … Estoy contento porque son proyectos impactantes a nivel festivo que he conseguido hacer.

¿Cómo aplicas la gestión cultural como director del Museo Etnológico?

Como una experiencia de antropología aplicada. En todo momento intento hacer equipo ya que creo que es muy importante. Recuerdo que al entrar en el museo, y empezar a implicar en responsabilidad a la gente, lo primero que quise hacer fue unificar el color de las batas. Quería que todo el mundo se sintiera igual y no existiera una jerarquía, que no facilitaba en absoluto la implicación de los compañeros.

Ser director es un cargo, pero la responsabilidad la tenemos todos. Como anécdota os contaré que le encargué, a una compañera que asumía una función muy básica en el museo, la responsabilidad importante e imprescindible sobre la decisión de temas que nadie mejor que ella podía hacer. Valoré su tarea, era ella la maestra en ese aspecto, y eso le supuso empezar a «no poder dormir» al sentir la responsabilidad. Os diré que esta actitud, este sentimiento de creer que lo que haces es importante, conlleva una manera de entender el trabajo que enriquece al equipo.

A menudo, hacer equipo implica renunciar al propio criterio para tener más y mejores ideas entre todos. Es importante repartir el juego, delegar y asumir los errores; en cualquier caso, los errores serán culpa mía como director pero los éxitos siempre serán gracias a todos.

Quisiera explicar también que estoy viviendo el momento más duro de mi carrera profesional. Hace más de 30 años que me dedico a la gestión pública de la cultura y en este momentos me estoy encontrando que se hace muy difícil trabajar en la gestión de la cultura en el Ayuntamiento, debido a que hay una fuerte centralización política.

Estamos viviendo un impasse político en la ciudad de Barcelona. Los que gobiernan en el ámbito de la cultura tienen mucho miedo, centralizan el poder y los que debemos gestionar tenemos serias dificultades para tomar decisiones propias.

¿Cómo se gestiona la presión política en la gestión cultural de un centro?

Se gestiona con mucha mano izquierda y haciendo entender a los políticos lo que uno cree y defiende; en caso de no lograrlo es importante no enemistarse. Los profesionales deben saber cómo abordar situaciones críticas de mala praxis política, de mal gobierno e intromisión en temas que no dominan. Deben saber dar varias soluciones al político para que elija la mejor opción y el gestor lo ejecute. Sin embargo, es importante no renunciar a la profesionalidad y al criterio propio y saber decir no cuando se cree conveniente.

Quisiera recomendaros dos series. La primera, «Hill Street Blues», que evidencia los roles de cada trabajador y del trabajo imprescindible de cada uno de ellos. Es toda una inspiración para aprender a tener mano izquierda según quien manda. La otra es «Yes Minister», donde aparece un ministro que es muy miedoso y un funcionario que siempre le dice que es muy valiente. El papel del funcionario es relevante porque sugestiona al ministro para que piense que se ahoga y, finalmente, cambia de opinión.

¿Cómo ha cambiado la gestión cultural en los últimos 10 años? Y, ¿como crees que cambiará en los próximos 10?

Hubo tiempos gloriosos en la gestión de la cultura, tanto de manera privada como de manera pública. Los años 80 fueron años emergentes de primavera, de experimentación, anárquicos. Los años 90 fueron momentos de consolidación, sobre todo en Barcelona, ​​fueron épocas importantes. Ahora estamos en tiempo de una burocratización aberrante, un enorme papeleo, ridículo y estúpido, podríamos decir miedoso, sobre todo porque las administraciones tienen miedo y los políticos han sido extremadamente cobardes, manteniendo una tecnoestructura omnipresente que hace 30 años que no evoluciona. Los que ya no están, es porque se han jubilado y los que quedan hace más de 25 años que están. Esto es un lastre enorme y terrible. Estamos en manos de mediocres y cobardes, que están mandando a la ciudad de Barcelona, ​​y me temo que en el país, en las Diputaciones y la Generalitat. Esta misma gente da trabajo a una parte de la empresa privada adquieren los mismos hábitos y acaban convirtiéndose como ellos, reproduciendo los mismos esquemas de mediocridad. Los que triunfan son esbirros, que ya hace tiempo que mandan, perfectamente colocados en empresas e industrias culturales, que son puertas giratorias unas con otras. Pinto un futuro aberrante, me hace sufrir mucho.

Tienes la posibilidad de encomendarnos una tarea como futuros gestores culturales …

En estos momentos lo único que me da ánimos y alegrías es el mundo del asociacionismo, el tercer sector, gente que incorpora un grado de voluntariado. Tengo muchas esperanzas y por eso lo estoy intentando ayudar.

Aunque no tengan dinero, me parece el sector más nieto, creativo, puro e innovador y al que le veo una mayor capacidad de transformación.

Por ello, pienso que tenemos la asignatura pendiente con el voluntariado social y cultural. Debemos hacer que este emerja y sea valorado y prestigiado y así pueda dar sus frutos en el siglo XXI. Quiero que me ayudéis en este trabajo.

Pienso que este tercer sector es la única alternativa, ya que el sector privado está podrido y pervertido, con vasos comunicantes con la Administración, que está en manos de mediocres. Hay mucho un grueso de gente que debe retirarse para dar paso a gente joven, como vosotros, que está emergiendo y está haciendo muy buen trabajo, especialmente en este sector asociativo.