Las Kellys en Baleares: de la esencialidad del turismo a la esencialidad de la cura

La llegada del verano en las Islas Baleares viene acompañada de una llegada masiva de turistas que precisan servicios; una llegada que, el 2024, frota los 4 millones de personas, si contamos solo hasta el mes de mayo.

A estos servicios trabajan muchas personas, entre las cuales destacan las camareras de piso, conocidas como las Kellys, dedicadas al mantenimiento y limpieza de las habitaciones de hotel donde se alojan los y las turistas. El servicio que aportan las Kellys es esencial, una cuestión que quedó patente en el marco de la pandemia de la COVID-19. A pesar de esto, a menudo son olvidadas.

Las Kellys se empezaron a autoorganizar ahora hace casi diez años allá donde el turismo es la principal vía económica. Según el Observatorio del Trabajo de Baleares, casi 35.000 personas fueron contratadas en 2023 para la limpieza de hoteles y otros establecimientos de hotelería, y solo en el que llevamos de 2024 ya se han contratado 9.501, un 4,35% más que el año anterior; de estas, un 84% son mujeres, y un 36,8% son de origen extranjero de fuera de la UE. Justo es decir que el 63,3% tienen contrato indefinido, pero es importante tener presente que en 2021 (antes de la reforma de 2022), esta cifra solo lograba el 13,9%.

Las Kellys se constituyeron como asociación el 2016 para luchar por las mejoras laborales del colectivo. Entre sus reivindicaciones encontramos, inicialmente, la oficialización de su existencia en el ámbito estatal para reconocerse como asociación; pero también cuestiones relacionadas con la seguridad laboral; la salud física y mental; la conciliación; o la mejora salarial. En Baleares, las últimas reivindicaciones apuntan a:

– Visibilizar la carencia de personal presente a este colectivo profesional, debido a las crecientes e inabarcables dificultades que provoca el acceso a la vivienda por parte de la población trabajadora en Baleares.
– Señalar el retraso al establecer las medidas para determinar y disminuir la carga de trabajo y de los beneficios de la elevación de las camas (que muchos hoteles todavía no han incorporado) y que se recogieron al Decreto ley 3/2022.
– Hacer patente que todavía falta mucho reconocimiento de enfermedades laborales (una gran parte de las registradas al sector hotelero corresponden al sector de la limpieza).

Estos aspectos nos llevan a considerar que las mujeres trabajadoras del sector servicios en el  nuestro territorio tienen que hacer frente a jornadas de trabajo durísimas que constantemente afectan sus condiciones de vida, de salud y de descanso. Y esto repercute directamente en cómo pueden cuidarse directamente a ellas mismas y como pueden responder a las necesidades de cura de sus personas estimadas.

Ahora que viene el verano, y que venden los y las turistas que nutren la economía de nuestro territorio, demasiado abocado, como ya se ha mencionado contundentemente, al monocultivo de esta actividad económica, conviene recordar la censura del cómico dedicado a Las Kellys (Mallorca tiene nombre de mujer, Consejo de Mallorca), por parte del PP, alegando que no se pueden defender los derechos de un colectivo (lo de las trabajadoras) en detrimento de los derechos de otro (del hotelero). Desde aquí invitamos a pensar el turismo desde la dimensión de la cura, porque no puede denominarse una actividad como esencial sin cesar atención en quien la sostiene. La cura de las trabajadoras es esencial en términos de bienestar y derechos sociales.

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