Bienestar y cuidados

Los estudios ubican el modelo de bienestar español en el modelo mediterráneo, reconocido por su universalismo (pensiones, sanidad y educación) pero también por su alto componente de asistencialismo, por una débil red de servicios sociales y por un alto grado de familismo (especialmente en el campo de los servicios sociales). La importancia del papel de la familia, como proveedora de bienestar, especialmente por parte las mujeres –y una escasa asunción de responsabilidades domésticas por parte de los hombres, viene complementada por el trabajo informal de las mujeres migrantes, contratadas en el servicio doméstico y de cuidados en situaciones de desigualdad, explotación o discriminación (Guillén y León, 2011; Krüger y Jiménez 2013; León et al., 2015; Nogueira y Zalakain, 2015; Parella 2003). En este contexto, se ha incorporado en la literatura académica el término de la crisis de cuidados (Benería, 2008;Carrasquer, 2013; Pérez Orozco, 2006 y 2011; Vega, 2009), donde, desde la perspectiva de género, los cuidados se han situado en el centro de los debates y análisis sobre los estados de bienestar, y en cómo se entiende y cómo debe satisfacerse la relación entre el estado, el mercado, el tercer sector, la familia y comunidad.

Centrando la mirada en los procesos de (re)organización del cuidado y del trabajo de cuidados, a partir de la crisis económica y la generalización de los programas de austeridad, las evidencias muestran que se ha asistido a una recomposición de la relación de las instituciones de bienestar – estado, mercado, tercer sector, familia y comunidad- para dar respuesta a las necesidades de reproducción social y, por tanto, a las necesidades de cuidado. Dicha recomposición se ha caracterizado por tres tendencias que actúan de forma interrelacionada: la mercantilización o cuasi comercialización y su subordinación a la reproducción económica; la transnacionalización del trabajo de cuidados; y la transformación del estado de bienestar y las nuevas formas de gobierno (Anderson y Shutes, 2014; Comas, 2015; Herrera, 2012; Himmelweit, 2014; Klenk y Pavolini, 2015; Kofman y Raghuram, 2015; Mahon y Robinson, 2011; Perez Orozco, 2014). Además, estas tendencias de (re)organización del cuidado, han comportado, en los últimos años, un doble movimiento polanyiano: el protagonismo de iniciativas de la sociedad civil, que cuestionan el nuevo contexto de relación entre las instituciones, que surgen como alternativas al sistema de cuidado al margen de las entidades del tercer sector.

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