- El tema se analizó en la Jornada “Deporte para la Convivencia”, organizada por Refugees Welcome el 16 de mayo de 2023, Día Internacional de la Convivencia en Paz.
- Varias entidades expusieron sus experiencias en el uso del deporte como medio para facilitar el bienestar y favorecer el asentamiento de las personas desplazadas forzosamente.
- El evento contó con la participación de ACNUR, la Fundación Barça, el Instituto de Derecho Público, el proyecto ‘COMMUNITY’ de la Universitat de Barcelona, Street Soccer Barcelona y el Club Escola de Futbol Can Mir.
Barcelona, 16 de mayo de 2023.
El día 16 de mayo, Día Internacional de la Convivencia en Paz, se celebró la Jornada “Deporte para la Convivencia” para analizar el uso del deporte como medio para promover la inclusión social de las personas desplazadas forzosamente. La jornada forma parte de la Semana de la Convivencia, evento que promueve la cultura de bienvenida en la sociedad.
En los últimos años ha habido un gran incremento del uso del deporte como herramienta de transformación social. Numerosos actores de diferentes ámbitos de la sociedad lo están utilizando para mejorar la cohesión social y la convivencia de colectivos que, por diferentes circunstancias, se ven obligados a convivir en una misma comunidad.
Desplazamiento forzado, un fenómeno creciente
Este es el caso de los desplazamientos forzados, fenómeno que ha aumentado en los últimos años debido a los conflictos políticos y sociales que proliferan en el mundo. Las personas que se ven obligadas a huir de su comunidad de origen en busca de asilo, llegan repentinamente a una nueva sociedad donde encuentran grandes barreras culturales, idiomáticas y sociales.
«A mediados de 2022 ya eran 103 millones las personas desplazadas forzosamente en todo el mundo, de las cuales el 50% aproximadamente son niños y niñas para los que el deporte es fundamental», explicó en la jornada Edelmira Campos, responsable del Área de Relaciones Externas de ACNUR en España.
Según Edelmira, la estrategia de ACNUR en el uso del deporte se centra en cuatro ejes fundamentales en torno a las personas refugiadas: hacer que se sientan parte de su comunidad de acogida ejerciendo un rol de liderazgo, conseguir que los atletas accedan al deporte de élite como generador de oportunidades profesionales, dar voz a este colectivo en los medios de comunicación para generar apoyos en la sociedad, y crear una red internacional con los diferentes agentes e instituciones del ámbito deportivo.
Deporte para mejorar la calidad de vida
«El deporte ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas vulnerables, especialmente de las menores de edad», afirmó Paco Sanz, corporate manager de la Fundació Barça, entidad que promueve actividades deportivas para menores implementadas por profesionales de la educación que usan un enfoque inclusivo del deporte.
Es decir, realizan actividades deportivas en la que todas las personas puedan participar y sentirse integradas sin excepción, sean refugiadas, con diversidad funcional o con problemas de salud mental, colectivos con los que la fundación trabaja habitualmente en sus proyectos deportivos.
«El deporte no puede solucionar todos los problemas de la sociedad, pero puede darles visibilidad y ayudar a que los procesos de discriminación que afectan a las personas refugiadas cambien de dirección», indicó Raúl Hernández, investigador de la Universitat de Barcelona y organizador de la jornada.
El acceso al deporte para las personas refugiadas, un escollo social
Precisamente, uno de estos problemas es que las personas refugiadas se ven apartadas del deporte al llegar a su comunidad de acogida, porque no pueden acceder a gimnasios ni servicios deportivos en general debido a que en muchos casos no disponen de documento de identidad.
«Tardé año y medio en poder volver a practicar deporte desde que llegué a España», comentó en este sentido Richard Lamah, refugiado y voluntario de Refugees Welcome, entidad organizadora del evento, «y cuando pude volver a practicarlo, tanto yo como otro compañero africano sufrimos discriminaciones en el mundo del fútbol que nos hicieron dejarlo».
«Quería jugar al fútbol, pero no era posible sin pasaporte», se lamentó Yakuba, refugiado procedente de África. «Gracias al proyecto deportivo Street Soccer Barcelona pude volver a jugar, aunque no fuera de manera profesional. De hecho, lo que yo quería era ser árbitro, pero sin papeles era imposible. Al final, gracias a que me ayudaron, pude estudiar para obtener los certificados necesarios y ahora estoy arbitrando partidos de fútbol. Todo gracias a proyectos deportivos como este».
Deporte: ¿un derecho humano?
«¿Es el deporte un derecho fundamental que debería reconocerse a nivel internacional como derecho humano?». Esta es la pregunta que lanzó a los asistentes de la jornada Karlos Castilla, coordinador del Instituto de Derechos Humanos de Cataluña. «Y, en tal caso, ¿quién debe regular este derecho? ¿Debería estar a cargo de entes públicos en lugar de en manos de entidades privadas con intereses particulares?».
Según explicó el profesor Castilla, actualmente no hay una norma a nivel internacional que considere el derecho al deporte como derecho humano. Solo algunos países tienen tal reconocimiento a nivel nacional. El documento más universal que hace este reconocimiento es la Carta Olímpica del Comité Olímpico Internacional, que sirve de referencia a la comunidad internacional a pesar de que carece de peso jurídico.
«La ausencia de derecho hace que las personas refugiadas no puedan participar en ciertas ligas o actividades deportivas por falta de documentación o porque quien regula estos ámbitos son agentes privados como las federaciones, y no el estado», apunta Karlos. «Por tanto, se discrimina a las personas refugiadas y, lo que es más importante, a la infancia refugiada».
Acceso al deporte para las personas refugiadas desde el ámbito universitario
Para que las personas refugiadas tengan acceso al deporte, han surgido numerosas propuestas desde diferentes ámbitos de la sociedad. Uno de ellos es el ámbito universitario. La Universitat de Barcelona (UB) ofrece desde 2015 programas deportivos dirigidos a este colectivo. Actualmente se lleva a cabo el proyecto ‘COMMUNITY’, que hace semanalmente Encuentros Sociodeportivos para personas refugiadas.
«Lo interesante de este proyecto es que mezcla población local y refugiada para favorecer la convivencia entre ambas comunidades, además de contribuir a la mejora de su bienestar», aseguró Cati Jerez, coordinadora del Programa de apoyo a personas refugiadas y procedentes de zonas en conflicto de la UB, que coordina la Fundació Solidaritat UB.
Según Cati Jerez, la UB lleva desarrollando esta metodología desde 1993. Se basa en juegos motores cooperativos en lugar de centrarse en deportes estándar para evitar las rivalidades propias de los deportes competitivos como el fútbol o el básquet. Esto favorece la formación de vínculos positivos entre las personas que participan, y que vuelvan a sentirse humanas y tratadas desde una posición de igualdad.
«Los Encuentros Sociodeportivos se centran en tres puntos: que las personas participantes puedan conocer gente, pasárselo bien y hacer ejercicio», afirmó Laura Tomás, educadora social del proyecto. «Esto consigue de forma progresiva y natural que las personas se abran emocionalmente, mejoren sus destrezas sociales y su capacidad de asumir responsabilidades, habilidades que pueden extrapolar a su vida cotidiana».
Deporte como herramienta de integración y transformación social
Todo apunta a que el fenómeno de la migración forzada ha venido para quedarse. La sociedad debe dar respuesta a las necesidades derivadas de este fenómeno para paliar los problemas sociales que pueden producir los choques interculturales y la exclusión social.
Según indicaron los expertos de la jornada, el deporte tiene un poder unificador y armonizador que puede ayudar a solucionar estos problemas, contribuyendo a disminuir la segregación social, así como el racismo y la discriminación que sufren las personas refugiadas. Y, al mismo tiempo, mejorar la convivencia entre ellas y su comunidad de acogida.
No obstante, para conseguirlo es necesario que la comunidad de acogida se implique en el cambio. El deporte puede ser, en este sentido, un eje estratégico para llegar a las personas dispuestas a ayudar a este colectivo vulnerable.
En conclusión, usándolo de la manera adecuada, el deporte puede ser una herramienta impulsora de cambio y transformación social que tiene la capacidad de cohesionar la sociedad y generar oportunidades a la vez que sana a las personas y les devuelve la esperanza.