Charles Taylor
"Los
hiperbienes son generalmente fuente de conflicto. Los más importantes, los que
disfrutan de una más amplia adhesión en nuestra civilización, se han erigido a
través de la suplantación crítica de lo premoderno por la ciencia moderna a que
aludía al final de la última sección. Quienes abrazan los hiperbienes los entienden
como un paso encaminado hacia una conciencia moral superior.
Quizás
el ejemplo más sobresaliente en la cultura moderna, ese que muchos aceptan como
bien supremo (o quizá llegados a este punto deberíamos decir como principio de
derecho), es la noción de justicia y/o benevolencia universal por la cual todos
los seres humanos deben ser tratados equitativamente con respeto, independientemente
de su raza, clase, sexo, cultura y religión. Pero nosotros, que estamos dentro
de ese marco referencial, somos conscientes de que esto no ha sido siempre reconocido,
que dicha ética universal reemplaza a otras precedentes que en varios aspectos
eran restrictivas y que esto se consiguió a través de numerosas y duras luchas
y etapas onerosamente ganadas. En este sentido, el principio de respeto universal
e igualitario se asemeja al concepto moderno de ciencia, con el cual tiene estrechas
conexiones y afinidades intelectuales. Y, al igual que con la ciencia, el sentido
de que éste fue asumido a través de la suplantación histórica de concepciones
menos adecuadas, va paralelo al servicio que presta como parámetro de la crítica
a las creencias y prácticas contemporáneas.
Así pues, el principio
de respeto igualitario no sólo se define a través de su génesis histórica en los
albores de la modernidad como negación de las concepciones jerárquicas de la sociedad,
sino que continúa al encontrar nuevas aplicaciones como, por ejemplo, sucede actualmente
en la relación entre los sexos, que pone en entredicho ciertas formas de vida
«patriarcales» no puestas en tela de juicio por los primeros protagonistas modernos."
- Charles Taylor: Fuentes del Yo. Paidós, Barcelona 1996.
P. 80-81.