Richard Rorty
"Ahora bien, si de lo que se trata es de aprender de la pluralidad y la variedad,
lo que resulta más sombrío -del panorama político así definido es la ausencia
de alternativas serias a las creencias que fundamentan la democracia liberal (es
decir, lo sombrío sería la insuficiente pluralidad). En efecto, no parecen existir
fórmulas políticas viables distintas del reformismo para enfrentarse con las crueldades,
injusticias y desigualdades existentes. La utopía socialdemócrata de tolerancia
e igualdad, de reformismo y Estado de bienestar, pese a sus enormes complicaciones
contemporáneas, parece ser, según el pragmatismo rortyano, la única que se sostiene
ante la pérdida generalizada de referencias de la era posmoderna, transmoderna,
metamoderna (o como queramos denominarla).
La estrategia rortyana
ante estas dificultades se condensa en una sola pregunta: «¿Se le ocurre a usted
algo mejor?, discutámoslo». Y hay que confesar que ésta es la pregunta que resulta
relevante en este momento. Pero esa pregunta, también es cierto, refuerza los
principios de experimentación modesta y consecuencialista del reformismo pragmático.
Dicho de otro modo, esa pregunta, siendo como es relevante, parece implicar una
vía política reformista que deja de lado definitivamente esa imagen con la que
la izquierda (la izquierda moderna, pero a ratos también la izquierda posmoderna)
se ha identificado tan fuertemente: la imagen de emancipación de la humanidad
y de que tal emancipación pasa por la superación del capitalismo. La idea de que
la «verdadera justicia» o la «verdadera democracia» (cualquiera que sea el significado
de estas expresiones) sólo puede conseguirse a través de «lo completamente otro»,
un «salto cualitativo», una «praxis emancipadora», la «radical transformación
de lo social y lo político», la «superación del capitalismo», etc.
En los tres primeros artículos de esta selección encontrará el lector abundantes
argumentos para abandonar el prejuicio izquierdista de que hemos que escapar al
régimen establecido para transformarlo radicalmente y de que es necesario abjurar
de los valores de nuestras comunidades concretas liberal-de-mocráticas para internarnos
en la búsqueda de «algo superior». Esta «búsqueda de lo sublime», esta «pasión
de infinito» deben ser reconducidas a la esfera de lo privado, donde uno puede
ser tan transgresor, emancipador, crítico o «juguetón» como desee. En definitiva,
always try to excell, but only on weekends (trata siempre de buscar la excelencia,
pero sólo en los fines de semana»)
En la esfera pública, sin embargo,
las cosas son diferentes. Ahí debería primar una suerte de «religión civil» vertebrada
por el «sentido común» liberal-democrático. De este modo, lo único que razonablemente
podría hacerse en esta esfera es internarse, no en la búsqueda de lo completamente
otro, sino en la experimentación social y política imaginativa y reformista. Una
experimentación no exenta de valentía porque, recordémoslo de nuevo, ya no poseemos
fundamentación racional o seguridad, no tenemos el «confort metafísico», como
lo llamó Niensche, que nos ofrezca el solaz y tranquilidad de estar acertando.
Los argumentos a favor de esas propuestas imaginativo-reformistas siempre serán
del tipo: «Intentémoslo, nada más parece funcionar».
Si realmente
nos hemos desembarazado de la «ansiedad cartesiana» (Bernstein) de la búsqueda
de fundamentos incontrovertibles para nuestras acciones, y si, tras la caída del
Muro, ya no existen alternativas viables al capitalismo equilibrado con políticas
reformistas de bienestar, entonces ante los grandes dilemas políticos de nuestra
época debemos aprender a ser más modestos y banales. Debemos pues, según Rorty
dejar de soñar con «el hombre nuevo» del socialismo -puesto que las virtudes públicas
(la democracia) seguirán siendo parasitarias de los vicios privados (la ética
egoísta del capitalismo)- e iniciar una reflexión guiada por una cierta banalidad
(«la gente debería ser menos egoísta», etc.) que contribuya a hacer disminuir
la injusticia y la crueldad en lo concreto. Así, la idea de emancipación debe
ser abandonada como lo fue la idea de fundamentación. Pero analicemos algunas
de estas cosas en el contexto general de las propuestas rortyanas que aparecen
en esta selección de sus trabajos."
- Rorty, Richar: Pragmatismo
y política. Ediciones Paidós, Barcelona 1998. P. 123-124.