John Rawls
"Como acabo de decir, uno de los objetivos de la idea de bondad como racionalidad
es el de proporcionar parte del marco conceptual necesario para dar cuenta de
los bienes primarios. Mas, para completar dicho marco, esa idea debe combinarse
con una concepción política de los ciudadanos como libres e iguales. Hecho lo
cual, estudiamos a continuación lo que los ciudadanos necesitan y requieren cuando
se les considera como personas libres e iguales y como miembros normales y plenamente
cooperantes de la sociedad a lo largo de un ciclo vital completo.
Aquí es crucial que la concepción de los ciudadanos como personas se entienda
como una concepción política, no como una concepción perteneciente a una doctrina
comprehensiva. Es esta concepción política de las personas -que incluye la descripción
de sus facultades morales y de sus intereses de orden superior, junto con el marco
conceptual de la bondad como racionalidad y con los hechos básicos de la vida
social y las condiciones del crecimiento y la alimentación humanos- lo que proporciona
el trasfondo necesario para determinar las necesidades y las demandas de los ciudadanos.
Todo lo cual nos permite llegar a componer una lista manejable de bienes primarios.
El papel que desempeña la idea de los bienes primarios es el siguiente.
Un rasgo básico de una sociedad política bien ordenada es que en ella se da un
entendimiento público no sólo en torno de la conveniencia de que los ciudadanos
planteen ciertos tipos de exigencias cuando están en juego asuntos de justicia
política, sino también un entendimiento público acerca del modo en que esas exigencias
han de ser apoyadas. Una concepción política proporciona una base para ese entendimiento
entre los ciudadanos y, por consecuencia, les permite llegar a un acuerdo a la
hora de evaluar las distintas exigencias planteadas y de determinar su peso relativo.
Esa base resulta ser una concepción de las necesidades de los ciudadanos -es decir,
de las necesidades de las personas en cuanto ciudadanos-, lo que le permite sostener
a la justicia como equidad que la satisfacción de las exigencias adecuadamente
relacionadas con esas necesidades ha de ser públicamente aceptada como algo ventajoso,
y por lo mismo considerada, a efectos de justicia política, como un progreso en
la situación y en las circunstancias de los ciudadanos. Una concepción política
efectiva de la justicia incluye, pues, un entendimiento político en torno de lo
que haya que reconocer públicamente como necesidades de los ciudadanos y, por
consecuencia, como ventajoso para todos.
En el liberalismo político
el problema de las comparaciones interpersonales se plantea como sigue: dadas
las encontradas y conflictivas concepciones sobre el bien, ¿cómo es posible llegar
a un entendimiento político del tipo descrito en tomo a lo que haya que considerar
exigencias adecuadas? La dificultad radica en que el estado ya no puede actuar
para maximizar la satisfacción de las preferencias o los deseos racionales de
los ciudadanos (como en el caso del utilitarismo), o para promover la excelencia
humana, o los valores de perfección (como en el perfeccionismo), que ya no puede
actuar para respaldar al catolicismo, o al protestantismo, o a cualquier otra
religión. Ninguna de esas doctrinas sobre el significado, el valor y el propósito
de la vida humana, según vienen definidos por las correspondientes concepciones
religiosas o filosóficas comprehensivas del bien, es afirmada por la generalidad
de los ciudadanos, de manera que el intento de realizar cualquiera de ellas a
través de las instituciones básicas imprime en la sociedad política un carácter
sectario. Para encontrar una idea compartida del bien de los ciudadanos adecuada
a los propósitos políticos, el liberalismo político busca una idea de ventaja
racional en el seno de una concepción política que sea independiente de cualquier
doctrina comprehensiva particular y que, por lo mismo, pueda convertirse en el
foco de un consenso entrecruzado."
- Rawls, Jonh: El liberalismo
político. Editorial Crítica, Barcelona 1996. P. 211-213