Alasdair MacIntyre
"Cuando Aristóteles alabó la justicia como primera virtud de la vida política,
quiso sugerir que la comunidad que careciera de acuerdo práctico acerca del concepto
de justicia debía carecer también de base necesaria para la comunidad política.
La carencia de tal base debe por tanto amenazar a nuestra sociedad. Pues el resultado
de la historia, algunos de cuyos aspectos he apuntado en el capítulo precedente,
no ha sido sólo la incapacidad de acuerdo acerca de un catálogo de las virtudes,
ni sólo la incapacidad más fundamental de acuerdo acerca de la importancia relativa
de los conceptos de virtud dentro de un esquema moral donde también tienen un
puesto clave las nociones de derecho y utilidad. Ha sido sobre todo la incapacidad
de estar de acuerdo acerca del contenido y carácter de las virtudes concretas.
Puesto que la virtud se entiende por lo general como la disposición o sentimiento
que producirá en nosotros la obediencia a ciertas reglas, el acuerdo sobre cuáles
sean las reglas pertinentes será siempre una condición previa del acuerdo sobre
la naturaleza y contenido de una virtud concreta. Pero, como ya he subrayado en,
la primera parte de este libro, el previo acuerdo acerca de las reglas es algo
que nuestra cultura individualista no puede asegurar. En parte alguna esto se
manifiesta más y tampoco en parte alguna tiene consecuencias más amenazadoras
que en el caso de la justicia. La vida cotidiana está invadida por disputas básicas
que no pueden ser racionalmente resueltas."
- MacIntyre, Alasdair:
Tras la virtud, Ed.Crítica, Barcelona, 1987. P. 300.