Ronald Dworkin
"La igualdad liberal, que difiere de la justicia como equidad en varios respectos,
puede empezar a describirse de diferentes maneras. Creo que la exposición más
eficaz comienza por la descripción que esa concepción del liberalismo da de la
justa distribución de la propiedad, esto es, del control de los recursos. La igualdad
liberal sostiene que sólo se consigue una distribución ideal cuando los recursos
que controlan las diferentes personas son iguales en los costes de oportunidad
de esos recursos, es decir, en el valor que tendrían en manos de otras personas.
El test de la envidia utilizado por los economistas sería, pues, un test para
la igualdad ideal: la igualdad es perfecta cuando ningún miembro de la comunidad
envidia el conjunto total de recursos que está bajo el control de cualquier otro
miembro. La envidia, tal como figura en ese test, no es un concepto psicológico,
sino económico. Alguien envidia el conjunto de recursos de otra persona en el
caso de preferir que ese conjunto de recursos fuera el suyo propio, de modo que
cambiaría gustoso el suyo por aquél. Este test de la envidia puede ser pasado
con éxito, evidentemente, de modo que nos permita decir que hay igualdad de recursos,
aun si la felicidad o el bienestar conseguidos por la gente mediante la igualación
de los recursos por ellos controlados resultaran desiguales, si sus metas, ambivalioso
es una de ellas. Reconocer la justicia como un parámetro de la ética limita, sin
embargo, la bondad de la vida que algunos pueden vivir en cualesquiera circunstancias
económicas dadas. Supongo que yo podría tener una vida mejor si las circunstancias
cambiaran de tal forma que una distribución justa me asignara más recursos. Reconocer
a la justicia como un parámetro implica negar, o al menos cuestionar, que yo podría
tener ahora mismo una vida mejor gracias a una distribución injusta de los recursos."
- Dworkin, Ronald: Ética privada e igualitarismo político.
Paidós & ICE de la UAB, Barcelona 1993. P. 137-138.