Poder
La distribución del poder está estrechamente relacionada con la organización política.
Así, los imperios nacionales, las confederaciones y los Estados nacionales tendrán,
cada uno de ellos, en la distribución del poder, unas peculiaridades inherentes
al concepto de organización política que llevan implícito.
En
los imperios multinacionales, la burocracia descansa en la burocracia central.
Esta centralización implica que todos los grupos carezcan de poder de la misma
forma y, por tanto, sean incapaces de ejercer coacción. Este poder imperial es
de gran ayuda para las minorías, puesto que no permite el control de los grupos
mayoritarios.
La organización
de diferentes Estados de forma confederativa exige algo similar al respeto mutuo,
al menos entre los líderes de los diferentes grupos. Ya que los grupos no sólo
deben coexistir, sino que también deben negociar entre ellos los términos de la
coexistencia. Los negociadores (igual que los diplomáticos de la comunidad internacional)
deben tener en cuenta los intereses de cada uno de ellos. Si no es así, la confederación
fracasa.
En los Estados nacionales,
el poder reside en la nación mayoritaria que, como hemos visto, utiliza al Estado
para sus propios propósitos. Pueden devenir Estados democráticos en los que la
mayoría tolera a las minorías, de la misma manera que un gobierno tolera a la
oposición política. Los grupos minoritarios mantendrán las instituciones que puedan
mantener y que consideren necesarias.