FRAGMENTO DEL DISCURSO DE S. M. HASSAN II.

20 de agosto de 1992 (con ocasión del trigésimo noveno aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo)

No se puede, con ocasión de este trigésimo noveno aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo, evocar el pueblo marroquí sin rendir homenaje a la mujer marroquí: la esposa, la madre, la hija. Yo sé todo lo que ella ha soportado, las responsabilidades que ella asumió en la revolución y su contribución al triunfo. A ella Me dirijo para decirle: He oído y escuchado tus quejas en relación a la Mudawana o a la aplicación de ésta. Que sepas, Mi querida hija, mujer marroquí, que la Mudawana es un asunto de Mi incumbencia. Es a Mí a quien corresponde la responsabilidad de la Mudawana o de su no aplicación. Dirígete a mí. Guárdate de mezclar, durante la campaña de¡ referéndum y de las campañas electorales que la seguirán, lo que corresponde al ámbito de tu religión y lo que pertenece a lo temporal y lo político...

Mujer marroquí, dirígete a Mí, escribe al Gabinete Real. Asociaciones femeninas, dirigid vuestras observaciones, vuestras críticas, quejas, y todo lo que os parezca que perjudica a la mujer y a su futuro, al Rey de Marruecos, que en tanto que Comendador de los Creyentes, tiene competencia para aplicar e interpretar el último versículo revelado al Profeta, la Bendición de Dios caiga sobre él: Hoy he hecho vuestra religión perfecta. He concluido Mi Gracia sobre vosotros" Conozco las constantes de la religión tanto como sé dónde puede intervenir el esfuerzo de interpretación (Ichtihad).


29 de septiembre de 1992 (Su Majestad el Rey Hassan II presidió el 29 de septiembre de 1992, en el Palacio Real de Sjirat, una reunión con las representantes de los movimientos, organizaciones y asociaciones de mujeres marroquíes. En esta reunión, el Soberano pronunció el siguiente discurso)

Alabado sea Dios, que la oración y la bendición caigan sobre el Profeta, su Familia y sus Compañeros. Señoras:

Me siento enormemente feliz de este encuentro, y esto se debe a varias razones. Primero, porque hasta ahora, mis reuniones de trabajo siempre han tenido lugar en presencia únicamente de hombres, o con una aplastante mayoría de hombres. Es, pues, la primera reunión que tengo con vosotras.

Este sentimiento de alegría responde también a Mi convicción de que la mujer marroquí disfruta hoy, en mucha mayor medida que en el pasado, de la posibilidad de participar en la construcción de la sociedad marroquí y, en consecuencia, el cuerpo se mantiene sano e invulnerable a las corrientes y a las agresiones inmorales a las cuales está expuesta nuestra juventud y la de¡ mundo entero, por culpa de los medios de masas y también a causa de ciertas publicaciones que no respetan ni la moral ni la identidad propia de cada sociedad.

La mujer marroquí, de la que me consta su apego a su autenticidad y a su religión, debe demostrar a las mujeres musulmanas primero, y a las del inundo entero después, que el Islam no está en absoluto en contradicción ni con el liberalismo ni con el progreso. El Islam, como sabéis, descansa sobre tres pilares: el Libro Santo, la Conducta del Profeta y la Comunidad

¿Qué significa la Comunidad? Es primeramente el consenso fundado en la Ichtihad, ya que, a falta de la Ichtihad, no habrá consenso.

Cuando tuve conocimiento de las quejas y sufrimientos de las mujeres marroquíes, madre o no, pero reconozco que, en realidad, no hemos aplicado la regla fundamental en materia de legislación, tal y como es estipulada por el Islam, a saber, que lo lícito constituye la regla y lo ¡lícito, la excepción. Todo lo que no está prohibido está permitido. Es inconcebible que en la práctica, vayamos contra los preceptos de¡ Islam, de los Hadices y de la Conducta cotidiana del Profeta, que ha dicho: "las mujeres son iguales a los hombres ante las leyes". En el Santo Corán está dicho: "Ellas son una vestidura para vosotros, y vosotros sois, para ellas, una vestidura"

¿Cómo puede, pues, ser construida sobre bases sólidas la sociedad musulmana cuando "la vestidura" de la otra parte está desgarrada? ¿Cómo se le puede pedir a las mujeres que asuman sus deberes si no disfrutan de sus derechos?

En realidad, si Yo os hago reproches, es porque vosotras habéis tardado en plantear vuestras quejas, bien por medio de la prensa o de los discursos. Este retraso nos ha hecho perder tiempo. De cualquier modo, más vale tarde que nunca, y cada cosa a su tiempo. En realidad, vuestros problemas son de naturaleza familiar. Son numerosos. Vosotras no os quejáis de vuestros derechos políticos ni de los problemas que afectan a la libertad en la vida cotidiana, sino más bien de problemas relacionados con la vida familiar, que Me es sagrada.

Desde Mi calidad de padre de todos, padre de Mi gran familia, debo velar porque el hogar de todo marroquí se parezca al hocrar de una de Mis propias hijas, por el afecto y la cohesión que allí reinan.

Hay, ciertamente, obstáculos que impiden a la mujer marroquí disfrutar de la tranquilidad y de la libertad del ejercicio de sus derechos. La ausencia de tranquilidad encuentra su razón de ser en el divorcio y en el repudio, así conio en la desaparición del esposo que no vuelve. Esta falta de tranquilidad se encuentra también en lo que respecta al cobro de la pensión después del divorcio, además de, y este es el caso más extendido, en el problema de la custodia de los hijos.

Hay, por otra parte, violación de los derechos de la mujer cuando ésta no dispone de la libertad de movimientos o de la posibilidad de tener su pasaporte sin el permiso de su esposo, incluso si ella se comporta decentemente, y es conocida y estimada por todos. Y esto es un simple ejemplo que Yo considero como contrario a nuestra religión, que es el fundamento de nuestra Constitución, la cual garantiza la libertad de circulación a todos los ciudadanos y ciudadanas.

Os preguntaréis por la razón de la presencia del ministro de Asuntos Exteriores y de la de los otros ministros aquí presentes. El Ministerio de Asuntos Exteriores está presente porque los problemas conyugales no se plantean únicaniente para nosotros en Marruecos, sino también en el seno de nuestra comunidad en el extranjero, donde la mujer sufre con más intensidad los problemas que padece ésta en Marruecos. Esto repercute sobre nuestros ninos, que ven obstaculizada, no desde el punto de vista jurídico, sino práctico, su vuelta periódica a su país, para reconciliarse con su patrimonio, su medio y su autenticidad.

El problema de la pensión y el de la poligamia no declarada, así como el divorcio, son otros de tantos factores que provocan el sufrimiento tanto de la mujer marroqui que reside en el extranjero, como para la que lo hace en el país. Esta es la razón por la que el Ministro de Asuntos Exteriores se encuentra entre nosotros.

No hay necesidad de enumerar los informes que Nos habéis dirigido, sea cual sea vuestra filiación y vuestras responsabilidades. Estos informes están en Nuestras manos. Si una de vosotras o algún grupo desea añadir algo nuevo, seréis bienvenidas al Gabinete Real.

Ahora vamos a deciros cómo vamos a intentar resolver Nosotros esta cuestión de manera práctica. Vuestras quejas están aquí y nosotros no podemos ni prohibir lo que Dios ha permitido, ni convertir en lícito lo que Dios proscribe. En ciertas cuestiones, como la poligamia, el Corán pone condiciones. La mujer, asimismo, tiene algo que decir en el momento de la conclusión del acta de matrimonio. Lo que queda es la aplicación que es de la incumbencia del juez local. Ahora bien, este juez local no siempre está perfectamente al día de ciertos textos y legislaciones. No siempre tiene la capacidad de interpretar los textos y de decir lo que está entre sus derechos y lo que no. A menudo le falta información sobre los recursos del hombre y de la mujer para poder fijar el volumen de la pensión que debe recibir la mujer en caso de divorcio, Conozco el caso de una mujer, empleada mía, a la que maltrataba el marido. Éste le exigió, para concederle el divorcio, que firmara un document por el cual ella renunciaba a la pensión que le correspondía. Esto puede admitirse en otras sociedades islámicas, pero en nuestro bendito país, que siempre ha estado firnienlente ligado a su religión, al Libro Santo y a la Sunna, es imposible que una mujer sea sancionada porque es musulmana.

Yo quiero que la mujer marroquí, y esto no puede hacerse en una o dos semanas, sino al menos en un año, ya que se trata de la aplicación de los textos, pueda vivir en la tranquilidad y que pueda inanifestarlo, tanto dentro del país como en el extranjero y que la legislaciones a su favor se tornen como modelo y ejemplo a seguir.

Es por ello por lo que reuniré a un grupo de ulemas a los que pediré que Me preparen tina propuesta y que Me hagan sugerencias sobre los puntos que recogen vuestros informes. Ciertas proposiciones os serán expuestas, y si las dos partes llegan a ponerse de acuerdo, Nosotros procederenlos entonces a las enmiendas necesarias de los artículos de la Mudawana con el fin de llegar a una mejor situación. Si no hay acuerdo, ¡lo os volveréis a reunir, porque yo no quiero que se diga que el hombre se ha levantado contra la mujer y que un conflicto ha estallado en el seno de la sociedad marroquí por el hecho de que una desavenencia opone al hombre y a la mujer. Esta situación ha de ser evitada, ya que la connioci0n afectará a nuestros niños.

Si no llegáis a un acuerdo, Yo asumiré entonces Mis responsabilidades en cuanto Comendador de los Creyentes y padre de familia pero sobre todo en cuanto Comendador de los Creyentes que respeta la religión y la Sunna.

Emprenderemos, pues, nuestra acción rogando al Altísimo que procure que podamos (Nos) responder a vuestras expectativas, ya que, ciertaniente, vosotras siempre habéis estado a la altura de la confianza que en vosotras hemos (Nos) depositado.

Nos, que estuvimos en el exilio en el extranjero, hemos podido seguir mejor la acción de la mujer marroquí; sin la acción de resistencia de la mujer en el seno de la familia, numerosos hombres no hubieran podido manifestar el mismo entusiasmo y espíritu de sacrificio. Apreciamos, pues, en su justa medida, y mejor de lo que vosotros lo pudistéis considerar desde el interior de] Reino, vuestro papel durante Nuestro exilio en Madagascar.

Es Nuestro deber, y no será sino hacer justicia y un signo de consideración, rehabilitar a cada cual en sus derechos. Estad seguros de que el Servidor de este país, que es Musulmán y que lleva a cabo Sus deberes religiosos, y Al que las circunstancias te han llevado a realizar estudios de derecho, encontrará, si es voluntad de Dios, el modo de estar satisfecho de Nuestra vida y respetuoso de Nuestra religión.

Que Dios nos asista.

RAMÍREZ, Ángeles: Migraciones, género e Islam. Mujeres marroquíes en España. Agencia Española de Cooperación Inteernacional, Madrid, 1998.