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Cortes de Cádiz. Sr. García Herreros

"... Apoyo la proposición del Sr. Argüelles, pero quisiera que se le hiciese una adición. Si se cree injurioso a la humanidad el comercio de esclavos, ¿lo es menos el que sea esclava una infeliz criatura que nace de madre esclava? Si no es justo lo primero, mucho menos lo es lo segundo. Y así, pido que se declare que no sean esclavos los hijos de esclavos, porque de lo contrario se perpetúa la esclavitud aunque se prohíbe este comercio. Horroriza oír los medios vergonzosos que se emplean para que estos desgraciados procreen. Con este infame objeto se violan todas las leyes del decoro y del pudor... "

Representación de La Habana

"... Después el Sr. Mejía, apoyó el Sr. García Herreros la intempestiva propuesta, dándole una extensión que su autor quiso quitarle para que fuese admitida, pidiendo que, por el mismo principio que se trataba de prohibir la nueva introducción de negros, era justo derogar la ley que declaraba esclavo al hijo de mujer esclava. Horroriza, dijo, oír los medios vergonzosos que se emplean para que estos desgraciados procreen. Con este infame objeto se violan todas las leyes del decoro y el pudor.

El Sr. Argüelles tenía noticias contrarias, pues supone que ahora no procrean aquí los negros como deben procrear y que, quitada la esperanza de que nos viniesen más, los que tenemos actualmente se multiplicarán entre sí con ventaja suya y de sus dueños... Ni el Sr. García Herreros, ni el Sr. Argüelles estaban bien informados..."

"... Entre los muchos males e inconvenientes de la esclavitud, no conocemos nosotros los que para manifestar su horror indica el Sr. García Herreros. La esclava preñada y parida es inútil muchos meses, y en este largo período de inacción, su alimento debe ser mayor y de mejor calidad. Esta privación de trabajo este aumento de costo en la madre, salen del bolsillo del amo. De él salen también los largos, y las más veces estériles gastos del mismo recién nacido, y a estos se unen los riesgos que se corren en las vidas de madre e hijo; y todo forma un desembolso de tanta consideración para el dueño, que el negro que nace en casa ha costado más, cuando puede trabajar, que el que de igual edad se compra en pública feria..."

"...De ahí se infiere que, de parte de los amos, no hay ni puede haber interés en promover los partos de sus esclavas, y que, por consecuencia, son imaginarios los horrores que apuntó el Sr. García Herreros..."

"... no hay una hacienda tampoco que tenga las hembras que corresponden al número de sus varones. Más diremos: que son poquísimas las que tienen hembras; porque ahora poco, era mal recibido entre nuestros moralistas tender dos sexos en mis predios rústicos, sin que precediera el matrimonio, y no era pecaminoso condenar a perpetuo celibato a los que habían nacido y vivido en absoluta poligamia. Lo que debería horrorizar al Sr. García Herreros son las brutales, pero necesarias consecuencias que se seguían y se siguen de tan absurdos escrúpulos... "

"... hasta ahora quince años, venían muchísimas menos hembras que varones; y viniendo tan pocas, que apenas eran las necesarias para el desordenado servicio doméstico de las familias blancas, se vendían por un tercio menos que los varones... de quince años acá han empezado a variar las ideas en esta parte, y el precio de las hembras ha subido, aunque nunca ha igualado al de los varones, porque se han llevado a los nuevos establecimientos; pero ni aun allí ha ido las suficientes, y los antiguos se mantienen sin mujeres. Estos y aquellos están sin los brazos precisos, en la escasez más lastimosa, especialmente los de azúcar... ¿Dirá ahora que la repentina suspensión del permiso de sacar esclavos del país de la esclavitud producirá el bien de que los que ya están aquí sean mejor tratados y se multipliquen más? ¿Pueden ser mejor tratados si se nos quita el arbitrio de dar a nuestras haciendas los brazos indispensables? ¿Puede multiplicar la especie donde las hembras faltan? ¿Sabe V.M. dónde se multiplicarán? Donde se multiplican ahora y se han multiplicado siempre, con el mayor daño nuestro; esto es dentro de las poblaciones..."

- Blanco White

¿No se propagan los negros en la misma proporción que los demás hombres? En mucho mayor número según experiencia indudable. ¿Por qué, pues los negros con que los habaneros han emprendido sus cultivos necesitan reponerse con otros traídos de África? Y aquí es importante que no confundamos las nuevas empresas que su codicia les dicte, con la pérdida de las ya emprendidas, que es en lo que fundan su reclamación. Ahora bien, cuando mil hombres libres (por ejemplo) han desmontado una porción de terreno, jamás se ve que tengan que mandar nuevos colonos para mantener el cultivo; por el contrario, se ve que la población crece de modo que al morir los primeros cultivadores es ya preciso aumentar las suertes con nuevos desmontes...

"... Este mismo interés (se refiere al poco interés de los hacendados en que las esclavas tengan hijos) que tan satisfactoriamente nos explican los hacendados de La Habana, les dicta que no compren hembras. Un varón trabaja tres veces más y no puede causarles desembolsos... Y estos son los que acusan al gobierno de que los arruina cuando trata de cortar de pronto el tráfico horrible de negros¡ - No tienen mujeres bastantes, y los negros no puede propagarse. Pero ¿creerá nadie que si se les permite el tráfico por un cierto número de años, emplearán sus capitales en traer sólo hembras, y que esperarán a reembolsarse de aquí a quince años, cuando empiecen a trabajar sus hijos? Semejante esperanza es ridícula..."

"... Últimamente en 1804 expidió el gobierno español una cédula concediendo libre introducción de negros por doce años, y mandando "que los ingenios y haciendas donde sólo hay negros varones se pongan negras, limitando el permiso de la introducción en tales establecimientos a sola esta clase o sexo, hasta que estén casados todos los que deseen este estado... Pero el que procuró esta Real Orden conocía poco la dificultad de hacer entender a los hacendados las ventajas remotas que les produciría el cumplimiento de sus obligaciones de justicia y conciencia. El cálculo ciego e inhumano de lo que les cuesta el tener hembras, y criar a sus hijos será siempre un obstáculo insuperable a la propagación de los negros esclavos, en tanto que la prohibición absoluta de traer otros nuevos, no los obligue al medio más humano de reponerlos, que la naturaleza, aunque doliente, les ofrece... Nunca, nunca se espere que reglamento alguno pueda remediar unos abusos que están en la misma esencia del mal que quiere modificar. Los dueños y los comerciantes no sacrificarán la menor parte de su interés inmediato, mientras que la inflexible necesidad no los obligue..."

"... Los hacendados no intentan ni intentará fácilmente la propagación de sus esclavos. Quieren brazos para las haciendas, negros y varones, que condenarán a perpetuo celibato, y a los desórdenes que deben seguírsele en hombres nacidos bajo el sol ardiente de África. Estos trabajarán hasta que mueran, y morirán sin sucesión que aumente el número de la población de color a quien temen. Vendrán otros en su lugar de África. En este tiempo las cosas habrán tomado su rumbo; los esclavos y libertos urbanos se habrán cuadruplicado en los cuarenta años siguientes - y la generación futura de blancos verá la suerte que le toca - la presente se habrá hartado de lujo y riqueza, y cuando llegue el día de la venganza, ya estarán fuera de su alcance en este mundo..."

"... El interés de tener una multitud de criados los aglomera en las ciudades, porque si las Haciendas proporcionan mercado a ocho mil, por ejemplo, los cargadores tendrán cuidado en traer dos mil más para la demanda de las poblaciones. Hembras vendrán en la carga, pero serán para satisfacer a la molicie de un sexo, y a la corrupción del otro, en las ciudades. Los hacendados no las compraran para sus negradas, hasta que no vean cerrado el conducto que les proporciona esclavos a menos costa, y con inmediato desembolso..."


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