Marco ideológico. Liberales y socialistas.
Tanto el liberalismo como el comunismo fueron ámbitos ideológicos y políticos en dónde tuvo cabida el sufragismo, lo cual no significa que no existieran discrepancias o disensiones dentro de los mismos. Sin embargo, las mujeres acabaron siendo aceptadas en las organizaciones de liberales y socialistas, llegando a tener posiciones relevantes en las mismas.
En el caso del movimiento liberal, si bien no para todos, para algunos liberales el sufragismo era la evolución natural de la igualdad de derechos entre los individuos que esta ideología promulgaba. Las feministas surgieron y desarrollaron dentro de estos movimientos, sobretodo en Inglaterra dónde era muy potente. Las mujeres desarrollaron su actividad política en estas organizaciones ayudando a sus colegas en la consecución de los derechos civiles, el abolicionismo, la filantropía, etc.
La vinculación positiva entre el movimiento liberal y el feminismo es visible en Inglaterra, pero también en otros países tales como Alemania, Francia y Rusia, dónde el feminismo y los logros de las mujeres fueron de la mano de los periodos de revolución liberal y declinaron cuando se restauraron los regímenes conservadores.
El socialismo tuvo a significadas feministas, Lousie Michel, Clara Zetkin, las cuales insistían en que únicamente el movimiento proletario y no el burgués (en referencia al liberalismo) podían mejorar las condiciones de vida de las mujeres. Sin embargo, en los primeros momentos del movimiento, y sobretodo porque los ideólogos Marx y Engels no se posicionaron claramente al respecto, los círculos socialistas, predominantemente masculinos, no eran receptivos al asunto, principalmente por los prejuicios de los varones que los integraban.
A pesar de ello, y sobretodo tras el libro de August Bebel "La mujer y el socialismo" publicado en 1879 se facilito en gran medida la participación de las mujeres en el movimiento socialista a partir de ese momento.
Otro aspecto a tener en cuenta es el hecho de que las mujeres de estos partidos se veían muchas veces en la necesidad de conciliar la lealtad al partido con la utilización de su actividad política y los mecanismos de los mismos en provecho de sus reivindicaciones feministas; a veces incluso se veían obligadas a renunciar a las mismas