Requisitos para la atribución de la nacionalidad
La fuerza o la debilidad del vínculo entre el estado y el ciudadano es la preocupación central en la era del Estado nación. Sus códigos de nacionalidad combinan en general los principios de ius sanguinis y ius solis. Dar relevancia al segundo implica establecer de algún modo un "derecho de entrada" a la comunidad política por el hecho de residir establemente en ese estado o de haber nacido en él. Por el contrario, el uso exclusivo del principio del ius sanguinis, supone que el acceso a la nacionalidad y, por consiguiente, a la ciudadanía, debe circunscribirse básicamente a quienes son considerados como parientes étnicos, miembros de un linaje étnico común. La exclusividad del ius sanguini manifiesta una escasa o nula disposición a aceptar como ciudadanos a los residente no nacionales en términos étnicos, e incluso a sus descendientes.