Constitución de Bayona de 1808
Preámbulo
En el nombre de Dios Todopoderoso: Don José Napoleón, por la gracia
de Dios Rey de las Españas y de las Indias: Habiendo oído a la Junta nacional,
congregada en Bayona de orden de nuestro muy caro y muy amado hermano Napoleón,
Emperador de los franceses y Rey de Italia, protector de la Confederación
del Rhin, etc. Hemos decretado y decretamos la presente Constitución, para
que se guarde como ley fundamental de nuestros Estados y como base del pacto
que une a nuestros pueblos con Nos, y a Nos con nuestros pueblos.
TÍTULO PRIMERO. De la religión
Artículo 1. La religión Católica, Apostólica y Romana, en España y en todas
las posesiones españolas, será la religión del Rey y de la Nación, y no se
permitirá ninguna otra.
TÍTULO II. De la sucesión de la Corona
Art. 2. La Corona de las Españas y de las Indias será hereditaria en nuestra
descendencia directa, natural y legítima, de varón en varón, por orden de
primogenitura y con exclusión perpetua de las hembras.
En defecto de nuestra descendencia masculina natural y legítima, la Corona
de España y de las Indias volverá a nuestro muy caro y muy amado hermano Napoleón,
Emperador de los franceses y Rey de Italia, y a sus herederos y descendientes
varones, naturales y legítimos o adoptivos. En defecto de la descendencia
masculina, natural o legítima o adoptiva de dicho nuestro muy caro y muy amado
hermano Napoleón pasará la Corona a los descendientes varones, naturales legítimos,
del príncipe Luis-Napoleón, Rey de Holanda.
En defecto de descendencia masculina natural y legítima del príncipe Luis-Napoleón,
a los descendientes varones naturales y legítimos del príncipe Jerónimo-Napoleón,
Rey de Westfalia.
En defecto de éstos, al hijo primogénito, nacido antes de la muerte del último
Rey, de la hija primogénita entre las que tengan hijos varones, y a su descendencia
masculina, natural y legítima, y en caso que el último Rey no hubiese dejado
hija que tenga varón, a aquél que haya sido designado por su testamento, ya
sea entre sus parientes más cercanos, o ya entre aquellos que haya creído
más dignos de gobernar a los españoles.
Esta designación del Rey se presentará a las Cortes para su aprobación.
Art. 3. La Corona de las Españas y de las Indias no podrá reunirse nunca con
otra en una misma persona.
Art. 4. En todos los edictos, leyes y reglamentos, los títulos del Rey de
las Españas, serán: D. N..., por la gracia de Dios y por la Constitución del
Estado, Rey de las Españas y de las Indias.
Art. 5. El Rey, al subir al Trono o al llegar a la mayor edad, prestará juramento
sobre los Evangelios, y en presencia del Senado, del Consejo de Estado, de
las Cortes y del Consejo Real, llamado de Castilla. El ministro Secretario
de Estado extenderá el acta de la prestación del juramento.
Art. 6. La fórmula del juramento del Rey será la siguiente: "Juro sobre
los santos Evangelios respetar y hacer respetar nuestra santa religión, observar
y hacer observar la Constitución, conservar la integridad y la independencia
de España y sus posesiones, respetar y hacer respetar la libertad individual
y la propiedad y gobernar solamente con la mira del interés, de la felicidad
y de la gloria de la nación española.»
Art. 7. Los pueblos de las Españas y de las Indias prestarán juramento al
Rey en esta forma: "Juro fidelidad y obediencia al Rey, a la Constitución
y a las leyes."
TÍTULO III. De la Regencia
Art. 8. El Rey será menor hasta la edad de diez y ocho años cumplidos. Durante
su menor edad habrá un Regente del reino.
Art. 9. El Regente deberá tener, a lo menos, veinticinco años cumplidos.
Art. 10. Será Regente el que hubiere sido designado por el Rey predecesor,
entre los infantes que tengan la edad determinada en el artículo antecedente.
Art. 11. En defecto de esta designación del Rey predecesor, recaerá la Regencia
en el infante más distante del Trono en el orden de herencia, que tenga veinticinco
años cumplidos.
Art. 12. Si a causa de la menor edad del infante más distante del Trono en
el orden de herencia, recayese la Regencia en un pariente más próximo, éste
continuará en el ejercicio de sus funciones, hasta que el Rey llegue a su
mayor edad.
Art. 13. El Regente no será personalmente responsable de los actos de su administración.
Art. 14. Todos los actos de la Regencia saldrán a nombre del Rey menor.
Art. 15. De la renta con que está dotada la Corona, se tomará la cuarta parte
para dotación del Regente.
Art. 16. En el caso de no haber designado Regente el Rey predecesor, y de
no tener veinticinco años cumplidos ninguno de los infantes, se formará un
Consejo de Regencia, compuesto de los siete senadores más antiguos.
Art. 17. Todos los negocios del Estado se decidirán a pluralidad de votos
por el Consejo de Regencia, y el mismo Secretario de Estado llevará registro
de las deliberaciones.
Art. 18. La Regencia no dará derecho alguno sobre la persona del Rey menor.
Art. 19. La guarda del Rey menor se confiará al príncipe designado a este
efecto por el predecesor del Rey menor, y en defecto de esta designación a
su madre.
Art. 20. Un Consejo de tutela, compuesto de cinco senadores nombrados por
el último Rey, tendrá el especial encargo de cuidar de la educación del Rey
menor, y será consultado en todos los negocios de importancia relativos a
su persona y a su casa.
Si el último Rey no hubiera designado los senadores, compondrán este Consejo
los cinco más antiguos.
En caso que hubiera al mismo tiempo Consejo de Regencia, compondrán el Consejo
de tutela los cinco senadores, que se sigan por orden de antigüedad a los
del Consejo de Regencia.
TÍTULO IV. De la dotación de la Corona
Art. 21. El patrimonio de la Corona se compondrá de los palacios de Madrid,
de El Escorial, de San Ildefonso, de Aranjuez, de El Prado y de todos los
demás que hasta ahora han pertenecido a la misma Corona, con los parques,
bosques, cercados y propiedades dependientes de ellos, de cualquier naturaleza
que sean. Las rentas de estos bienes entrarán en el tesoro de la Corona, y
si no llegan a la suma anual de un millón de pesos fuertes, se les agregarán
otros bienes patrimoniales, hasta que su producto o renta total complete esta
suma.
Art. 22. El Tesoro público entregará al de la Corona una suma anual de dos
millones de pesos fuertes, por duodécimas partes o mesadas.
Art. 23. Los infantes de España, luego que lleguen a la edad de doce años,
gozarán por alimentos una renta anual, a saber: el Príncipe heredero, de 200.000
pesos fuertes; cada uno de los infantes, de 100.000 pesos fuertes; cada una
de las infantas, de 50.000 pesos fuertes. El Tesoro público entregará estas
sumas al tesorero de la Corona.
Art. 24. La Reina tendrá de viudedad 400.000 pesos fuertes, que se pagarán
del tesoro de la Corona.
TÍTULO V. De los oficios de la Casa Real
Art. 25. Los jefes de la Casa Real serán seis, a saber: Un capellán mayor.
Un mayordomo mayor. Un camarero mayor. Un caballerizo mayor. Un montero mayor.
Un gran maestro de ceremonias.
Art. 26. Los gentiles-hombres de Cámara, mayordomos de semana, capellanes
de honor, maestros de ceremonias, caballerizos y ballesteros, son de la servidumbre
de la Casa Real.
TÍTULO VI. Del Ministerio
Art. 27. Habrá nueve Ministerios, a saber:
Un Ministerio de Justicia. Otro de Negocios Eclesiásticos. Otro de Negocios
Extranjeros. Otro del Interior. Otro de Hacienda. Otro de Guerra. Otro de
Marina. Otro de Indias. Otro de Policía General.
Art. 28. Un Secretario de Estado, con la calidad de ministro, refrendará todos
los decretos.
Art. 29. El Rey podrá reunir, cuando lo tenga por conveniente, el Ministerio
de Negocios Eclesiásticos al de Justicia y el de Policía General al del Interior.
Art. 30. No habrá otra preferencia entre los ministros que la de la antigüedad
de sus nombramientos.
Art. 31. Los ministros, cada uno en la parte que le toca, serán responsables
de la ejecución de las leyes y de las órdenes del Rey.
TÍTULO VII. Del Senado
Art. 32. El Senado se compondrá:
- De los infantes de España que tengan diez y ocho años cumplidos.
- De veinticuatro individuos, nombrados por el Rey entre los ministros,
los capitanes generales del Ejército y Armada, los embajadores, consejeros
de Estado y los del Consejo Real.
Art. 33. Ninguno podrá ser nombrado senador si no tiene cuarenta años cumplidos.
Art. 34. Las plazas de senador serán de por vida. No se podrá privar a los
senadores del ejercicio de sus funciones, sino en virtud de una sentencia
legal dada por los Tribunales competentes.
Art. 35. Los consejeros de Estado actuales serán individuos del Senado. No
se hará ningún nombramiento hasta que hayan quedado reducidos a menos del
número de veinticuatro, determinado por el artículo 32.
Art. 36. El presidente del Senado será nombrado, por el Rey, y elegido entre
los senadores. Sus funciones durarán un año.
Art. 37. Convocará el Senado, o de orden del Rey, o a petición de las Juntas
de que se hablará después en los artículos 40 y 45, o para los negocios interiores
del cuerpo.
Art. 38. En caso de sublevación a mano armada, o de inquietudes que amenacen
la seguridad del Estado, el Senado, a propuesta del Rey, podrá suspender el
imperio de la Constitución por tiempo y en lugares determinados.
Podrá, asimismo, en casos de urgencia y a propuesta del Rey, tomar las demás
medidas extraordinarias, que exija la conservación de la seguridad pública.
Art. 39. Toca al Senado velar sobre la conservación de la libertad individual
y de la libertad de la imprenta, luego que esta última se establezca por ley,
como se previene después, título XIII, artículo 145.
El Senado ejercerá facultades de modo que se prescribirá en los artículos
siguientes.
Art. 40. Una junta de cinco senadores, nombrados por el mismo Senado, conocerá,
en virtud de parte que le da el ministro de Policía General, de las prisiones
ejecutadas con arreglo al artículo 134 del título XIII, cuando las personas
presas no han sido puestas en libertad, o entregadas a disposición de los
tribunales, dentro de un mes de su prisión.
Esta junta se llamará Junta Senatoria de Libertad Individual.
Art. 41. Todas las personas presas y no puestas en libertad o en juicio dentro
del mes de su prisión, podrán recurrir directamente por sí, sus parientes
o representantes, y por medio de petición, a la Junta Senatoria de Libertad
Individual.
Art. 42. Cuando la Junta Senatoria entienda que el interés del Estado no justifica
la detención prolongada por más de un mes, requerirá al ministro que mandó
la prisión, para que haga poner en libertad a la persona detenida o la entregue
a disposición del Tribunal competente.
Art. 43. Si después de tres requisiciones consecutivas, hechas en el espacio
de un mes, la persona detenida no fuese puesta en libertad, o remitida a los
Tribunales ordinarios, la Junta pedirá que se convoque al Senado, el cual,
si hay méritos para ello, hará la siguiente declaración: "Hay vehementes
presunciones de que N... está detenido arbitrariamente."
El presidente pondrá en manos del Rey la deliberación motivada del Senado.
Art. 44. Esa deliberación será examinada, en virtud de orden del Rey, por
una junta compuesta de los presidentes de sección del Consejo de Estado y
de cinco individuos del Consejo Real.
Art. 45. Una junta de cinco senadores, nombrados por el mismo Senado, tendrá
el encargo de velar sobre la libertad de la imprenta. Los papeles periódicos
no se comprenderán en la disposición de este artículo. Esta junta se llamará
Junta Senatoria de Libertad de la Imprenta.
Art. 46. Los autores, impresores y libreros, que crean tener motivo para quejarse
de que se les haya impedido la impresión o la venta de una obra, podrán recurrir
directamente, y por medio de petición, a la Junta Senatoria de Libertad de
la Imprenta.
Art. 47. Cuando la Junta entienda que la publicación de la obra no perjudica
al Estado, requerirá al ministro que ha dado la orden para que la revoque.
Art. 48. Si después de tres requisiciones consecutivas, hechas en el espacio
de un mes, no la revocase, la Junta pedirá que se convoque el Senado, el cual,
si hay méritos para ello, hará la declaración siguiente: "Hay vehementes
presunciones de que la libertad de la imprenta ha sido quebrantada."
El presidente pondrá en manos del Rey la deliberación motivada del Senado.
Art. 49. Esta deliberación será examinada de orden del Rey, por una junta
compuesta como se previno arriba (art. 44).
Art. 50. Los individuos de estas dos Juntas se renovarán por quintas partes
cada seis meses.
Art. 51. Sólo el Senado, a propuesta del Rey, podrá anular como inconstitucionales
las operaciones de las juntas de elección, para el nombramiento de diputados
de las provincias, o las de los Ayuntamientos para el nombramiento de diputados
de las ciudades.
TÍTULO VIII. Del Consejo de Estado
Art. 52. Habrá un Consejo de Estado presidido por el Rey, que se compondrá
de treinta individuos a lo menos, y de sesenta cuando más, y se dividirá,
en seis secciones, a saber:
Sección de Justicia y de Negocios Eclesiásticos. Sección de lo Interior y
Policía General. Sección de Hacienda. Sección de Guerra. Sección de Marina
y Sección de Indias.
Cada sección tendrá un presidente y cuatro individuos a lo menos.
Art. 53. El Príncipe heredero podrá asistir a las sesiones del Consejo de
Estado luego que llegue a la edad de quince años.
Art. 54. Serán individuos natos del Consejo de Estado, los ministros y el
presidente del Consejo Real; asistirán a sus sesiones cuando lo tengan por
conveniente; no harán parte de ninguna sección, ni entrarán en cuenta para
el número fijado en el artículo antecedente.
Art. 55. Habrá seis diputados de Indias adjuntos a la Sección de Indias, con
voz consultiva, conforme a lo que se establece más adelante, art. 95, título
X.
Art. 56. El Consejo de Estado tendrá consultores, asistentes y abogados del
Consejo.
Art. 57. Los proyectos de leyes civiles y criminales y los reglamentos generales
de administración pública serán examinados y extendidos por el Consejo de
Estado.
Art. 58. Conocerá de las competencias de jurisdicción entre los cuerpos administrativos
y judiciales, de la parte contenciosa, de la administración y de la citación
a juicio de los agentes o empleados de la administración pública.
Art. 59. El Consejo de Estado, en los negocios de su dotación, no tendrá sino
voto consultivo.
Art. 60. Los decretos del Rey Sobre Objetos Correspondientes a la decisión
de las Cortes, tendrán fuerza de ley hasta las primeras que se celebren, siempre
que sean ventilados en el Consejo de Estado.
TÍTULO IX. De las Cortes
Art. 61. Habrá Cortes o Juntas de la Nación, compuestas de 172 individuos,
divididos en tres estamentos, a saber:
El estamento del clero. El de la nobleza. El del pueblo.
El estamento del clero se colocará a la derecha del Trono, el de la nobleza
a la izquierda y en frente el estamento del pueblo.
Art. 62. El estamento del clero se compondrá de 25 arzobispos y obispos.
Art. 63. El estamento de la nobleza se compondrá de 25 nobles, que se titularán
Grandes de Cortes.
Artículo 64. El estamento del pueblo se compondrá:
- De 62 diputados de las provincias de España e Indias.
- De 30 diputados de las ciudades principales de España e islas adyacentes.
- De 15 negociantes o comerciantes.
- De 15 diputados de las Universidades, personas sabias o distinguidas
por su mérito personal en las ciencias o en las artes.
Art. 65. Los arzobispos y obispos, que componen el estamento del Clero, serán
elevados a la clase de individuos de Cortes por una cédula sellada con el
gran sello del Estado, y no podrán ser privados del ejercicio de sus funciones,
sino en virtud de una sentencia dada por los tribunales competentes y en forma
legal.
Art. 66. Los nobles, para ser elevados a la clase de Grandes de Cortes, deberán
disfrutar una renta anual de 20.000 pesos fuertes a lo menos, o haber hecho
largos e importantes servicios en la carrera civil o militar. Serán elevados
a esta clase por una cédula sellada con el gran sello del Estado, y no podrán
ser privados del ejercicio de sus funciones, sino en virtud de una sentencia
dada por los tribunales competentes y en forma legal.
Art. 67. Los diputados de las provincias de Estado e islas adyacentes serán
nombrados por éstas a razón de un diputado por 300.000 habitantes, poco más
o menos. Para este efecto se dividirán las provincias en partidos de elección,
que compongan la población necesaria, para tener derecho a la elección de
un diputado.
Art. 68. La junta que ha de proceder a la elección del diputado de partido
recibirá su organización de una ley hecha en Cortes, y hasta esta época se
compondrá:
- Del decano de los regidores de todo pueblo que tenga a lo menos cien
habitantes, y si en algún partido no hay 20 pueblos, que tengan este vecindario,
se reunirán las poblaciones pequeñas, para dar un elector a razón de cien
habitantes, sacándose éste por suerte, entre los regidores decanos, de
cada uno de los referidos pueblos.
- Del decano de los curas de los pueblos principales del partido, los
cuales se designarán de manera que el número de los electores eclesiásticos
no exceda del tercio del número total de los individuos de la junta de
elección.
Art. 69. Las juntas de elección no podrán celebrarse, sino en virtud de real
cédula de convocación, en que se expresen el objeto y lugar de la reunión,
y la época de la apertura y de la conclusión de la junta. El presidente de
ella será nombrado por el Rey.
Art. 70. La elección de diputados de las provincias de Indias se hará conforme
a lo que se previene en el artículo 93, título X.
Art. 71. Los diputados de las 30 ciudades principales del reino serán nombrados
por el Ayuntamiento de cada una de ellas.
Art. 72. Para ser diputado por las provincias o por las ciudades se necesitará
ser propietario de bienes raíces.
Art. 73. Los 15 negociantes o comerciantes serán elegidos entre los individuos
de las Juntas de Comercio y entre los negociantes más ricos y más acreditados
del Reino, y serán nombrados por el Rey entre aquellos que se hallen comprendidos
en una lista de 15 individuos, formada por cada uno de los Tribunales y Juntas
de Comercio.
El Tribunal y la Junta de Comercio se reunirá en cada ciudad para formar en
común su lista de presentación.
Art. 74. Los diputados de las Universidades, sabios y hombres distinguidos
por su mérito personal en las ciencias y en las artes, serán nombrados por
el Rey entre los comprendidos en una lista: 1.º De 15 candidatos presentados
por el Consejo Real; 2.º De siete candidatos presentados por cada una de las
Universidades del Reino.
Art. 75. Los individuos del estamento del pueblo se renovarán de unas Cortes
para otras, pero podrán ser reelegidos para las Cortes inmediatas. Sin embargo,
el que hubiese asistido a dos juntas de Cortes consecutivas no podrá ser nombrado
de nuevo sino guardando un hueco de tres años.
Art. 76. Las Cortes se juntarán en virtud de convocación hecha por el Rey.
No podrán ser diferidas, prorrogadas ni disueltas sino de su orden. Se juntarán
a lo menos una vez cada tres años.
Art. 77. El presidente de las Cortes será nombrado por el Rey, entre tres
candidatos que propondrán las Cortes mismas, por escrutinio y a pluralidad
absoluta de votos.
Art. 78. A la apertura de cada sesión nombrarán las Cortes:
Tres candidatos para la presidencia. Dos vicepresidentes y dos secretarios.
Cuatro comisiones compuestas de cinco individuos cada una, a saber:
Comisión de Justicia, Comisión de lo Interior, Comisión de Hacienda y Comisión
de Indias.
El más anciano, de los que asistan a la Junta, la presidirá hasta la elección
de presidente.
Art. 79. Los vicepresidentes substituirán al presidente, en caso de ausencia
o impedimento, por el orden en que fueron nombrados.
Art. 80. Las sesiones de las Cortes no serán públicas, y sus votaciones se
harán en voz o por escrutinio; y para que haya resolución, se necesitará la
pluralidad absoluta de votos tomados individualmente.
Art. 81. Las opiniones y las votaciones no deberán divulgarse ni imprimirse.
Toda publicación por medio de impresión o carteles, hecha por la Junta de
Cortes o por alguno de sus individuos, se considerará como un acto de rebelión.
Art. 82. La ley fijará de tres en tres años la cuota de las rentas y gastos
anuales del Estado, y esta ley la presentarán oradores del Consejo de Estado
a la deliberación y aprobación de las Cortes.
Las variaciones que se hayan de hacer en el Código civil, en el Código penal,
en el sistema de impuestos o en el sistema de moneda, serán propuestas del
mismo modo a la deliberación y aprobación de las Cortes.
Art. 83. Los proyectos de ley se comunicarán previamente por las secciones
del Consejo de Estado a las Comisiones respectivas de las Cortes, nombradas
al tiempo de su apertura.
Art. 84. Las cuentas de Hacienda dadas por cargo y data, con distinción del
ejercicio de cada año, y publicadas anualmente por medio de la imprenta, serán
presentadas por el ministro de Hacienda a las Cortes, y éstas podrán hacer,
sobre los abusos introducidos en la administración, las representaciones que
juzguen convenientes.
Art. 85. En caso de que las Cortes tengan que manifestar quejas graves y motivadas
sobre la conducta de un ministro, la representación que contenga estas quejas
y la exposición de sus fundamentos, votada que sea, será presentada al Trono
por una diputación.
Examinará esta representación, de orden del Rey, una comisión compuesta de
seis consejeros de Estado y de seis individuos del Consejo Real.
Art. 86. Los decretos del Rey, que se expidan a consecuencia de deliberación
y aprobación de las Cortes, se promulgarán con esta fórmula: "Oídas las
Cortes."
TÍTULO X. De los Reinos y Provincias españolas de América y Asia
Art. 87. Los reinos y provincias españolas de América y Asia gozarán de los
mismos derechos que la Metrópoli.
Art. 88. Será libre en dichos reinos y provincias toda especie de cultivo
e industria.
Art. 89. Se permitirá el comercio recíproco entre los reinos y provincias
entre sí y con la Metrópoli.
Art. 90. No podrá concederse privilegio alguno particular de exportación o
importación en dichos reinos y provincias.
Art. 91. Cada reino y provincia tendrá constantemente cerca del Gobierno diputados
encargados de promover sus intereses y de ser sus representantes en las Cortes.
Art. 92. Estos diputados serán en número de 22, a saber:
- Dos de Nueva España
- Dos del Perú
- Dos del Nuevo Reino de Granada
- Dos de Buenos Aires
- Dos de Filipinas
- Uno de la Isla de Cuba
- Uno de Puerto Rico
- Uno de la provincia de Venezuela
- Uno de Caracas
- Uno de Quito
- Uno de Chile
- Uno de Cuzco
- Uno de Guatemala
- Uno de Yucatán
- Uno de Guadalajara
- Uno de las provincias internas occidentales de Nueva España.
- Y uno de las provincias orientales.
Art. 93. Estos diputados serán nombrados por los Ayuntamientos de los pueblos,
que designen los virreyes o capitanes generales, en sus respectivos territorios.
Para ser nombrados deberán ser propietarios de bienes raíces y naturales de
las respectivas provincias.
Cada Ayuntamiento elegirá, a pluralidad de votos, un individuo, y el acto
de los nombramientos se remitirá al virrey o capitán general. Será diputado
el que reúna mayor número de votos entre los individuos elegidos en los Ayuntamientos.
En caso de igualdad decidirá la suerte.
Art. 94. Los diputados ejercerán sus funciones por el término de ocho años.
Si al concluirse este término no hubiesen sido reemplazados, continuarán en
el ejercicio de sus funciones hasta la llegada de sus sucesores.
Art. 95. Seis diputados nombrados por el Rey, entre los individuos de la diputación
de los reinos y provincias españolas de América y Asia, serán adjuntos en
el Consejo de Estado y Sección de Indias. Tendrán voz consultiva en todos
los negocios tocantes a los reinos y provincias españolas de América y Asia.
TÍTULO XI. Del orden judicial
Art. 96. Las Españas y las Indias se gobernarán por un solo Código de leyes
civiles y criminales.
Art. 97. El orden judicial será independiente en sus funciones.
Art. 98. La justicia se administrará en nombre del Rey, por juzgados y tribunales
que él mismo establecerá.
Por tanto, los tribunales que tienen atribuciones especiales, y todas las
justicias de abadengo, órdenes y señorío, quedan suprimidas
Art. 99. El Rey nombrará todos los jueces.
Art. 100. No podrá procederse a la destitución de un juez sino a consecuencia
de denuncia hecha por el presidente o el procurador general del Consejo Real
y deliberación del mismo Consejo, sujeta a la aprobación del Rey.
Art. 101. Habrá jueces conciliadores, que formen un tribunal de pacificación,
juzgados de primera instancia, audiencias o tribunales de apelación, un Tribunal
de reposición para todo el reino, y una Alta Corte Real.
Art. 102. Las sentencias dadas en última instancia deberán tener su plena
y entera ejecución, y no podrán someterse a otro tribunal sino en caso de
haber sido anuladas por el Tribunal de reposición.
Art. 103. El número de juzgados de primera instancia se determinará según
lo exijan los territorios.
El número de las Audiencias o tribunales de apelación, repartidos por toda
la superficie del territorio de España e islas adyacentes, será de nueve por
lo menos y de quince a lo más.
Art. 104. El Consejo Real será el Tribunal de reposición.
Conocerá de los recursos de fuerza en materias eclesiásticas.
Tendrá un presidente y dos vicepresidentes. El presidente será individuo nato
del Consejo de Estado.
Art. 105. Habrá en el Consejo Real un procurador general o fiscal y el número
de sustitutos necesarios para la expedición de los negocios.
Art. 106. El proceso criminal será público.
En las primeras Cortes se tratará de si se establecerá o no el proceso por
jurados.
Art. 107. Podrá introducirse recurso de reposición contra todas las sentencias
criminales.
Este recurso se introducirá en el Consejo Real, para España e islas adyacentes,
y en las salas de lo civil de las Audiencias pretoriales para las Indias.
La Audiencia de Filipinas se considerará para este efecto como Audiencia pretorial.
Art. 108. Una Alta Corte Real conocerá especialmente de los delitos personales
cometidos por los individuos de la familia Real. los ministros, los senadores
y los consejeros de Estado.
Art. 109. Contra sus sentencias no podrá introducirse recurso alguno, pero
no se ejecutarán hasta que el Rey las firme.
Art. 110. La Alta Corte se compondrá de los ocho senadores más antiguos, de
los seis presidentes de sección del Consejo de Estado y del presidente y de
los dos vicepresidetes del Consejo Real.
Art. 111. Una ley propuesta de orden del Rey, a la deliberación y aprobación
de las Cortes, determinará las demás facultades y modo de proceder de la Alta
Corte Real.
Art. 112. El derecho de perdonar pertenecerá solamente al Rey y le ejercerá
oyendo al ministro de Justicia, en un consejo privado compuesto de los ministros,
de dos senadores, de dos consejeros de Estado y de dos individuos del Consejo
Real.
Art. 113. Habrá un solo Código de Comercio para España e Indias.
Art. 114. En cada plaza principal de comercio habrá un tribunal y una Junta
de comercio.
TÍTULO XII. De la Administración de Hacienda
Art. 115. Los vales reales, los juros y los empréstitos de cualquiera naturaleza,
que se hallen solemnemente reconocidos, se constituyen definitivamente deuda
nacional.
Art. 116. Las aduanas interiores de partido a partido y de provincia a provincia
quedan suprimidas en España e Indias. Se trasladarán a las fronteras de tierra
o de mar.
Art. 117. El sistema de contribuciones será igual en todo el reino.
Art. 118. Todos los privilegios que actualmente existen concedidos a cuerpos
o a particulares, quedan suprimidos.
La supresión de estos privilegios, si han sido adquiridos por precio, se entiende
hecha bajo indemnización, la supresión de los de jurisdicción será sin ella.
Dentro del término de un año se formará un reglamento para dichas indemnizaciones.
Art. 119. El Tesorero público será distinto y separado del Tesoro de la corona.
Art. 120. Habrá un director general del Tesoro público que dará cada año sus
cuentas, por cargo y data y con distinción de ejercicios.
Art. 121. El Rey nombrará el director general del Tesoro público. Este prestará
en sus manos juramento de no permitir ninguna distracción del caudal público,
y de no autorizar ningún pagamento, sino conforme a las consignaciones hechas
a cada ramo.
Art. 122. Un tribunal de Contaduría general examinará y fenecerá las cuentas
de todos los que deban rendirlas
Este tribunal se compondrá de las personas que el Rey nombre.
Art. 123. El nombramiento para todos los empleos pertenecerá al Rey o a las
autoridades a quienes se confíe por las leyes y reglamentos.
TÍTULO XIII. Disposiciones generales
Art. 124. Habrá una alianza ofensiva y defensiva perpetuamente, tanto por
tierra como por mar, entre Francia y España. Un tratado especial determinará
el contingente con que haya de contribuir, cada una de las dos potencias,
en caso de guerra de tierra o de mar.
Art. 125. Los extranjeros que hagan o hayan hecho servicios
importantes al Estado, los que puedan serle útiles por sus talentos, sus invenciones
o su industria, y los que formen grandes establecimientos o hayan adquirido
la propiedad territorial, por la que paguen de contribución la cantidad anual
de 50 pesos fuertes, podrán ser admitidos a gozar el derecho de vecindad.
El Rey concede este derecho, enterado por relación del ministro de lo Interior
y oyendo al Consejo de Estado.
Art. 126. La casa de todo habitante en el territorio de España y de Indias
es un asilo inviolable: no se podrá entrar en ella sino de día y para un objeto
especial determinado por una orden que dimane de la autoridad pública.
Art. 127. Ninguna persona residente en el territorio de España y de Indias
podrá ser presa, como no sea en flagrante delito, sino en virtud de una orden
legal y escrita.
Art. 128. Para que el acto en que se manda la prisión pueda ejecutarse, será
necesario:
- Que explique formalmente el motivo de la prisión y la ley en virtud
de que se manda.
- Que dimane de un empleado a quien la ley haya dado formalmente esta
facultad.
- Que se notifique a la persona que se va a prender y se la deje copia.
Art. 129. Un alcaide o carcelero no podrá recibir o detener a ninguna persona
sino después de haber copiado en su registro el acto en que se manda la prisión.
Este acto debe ser un mandamiento dado en los términos prescritos en el artículo
antecedente, o un mandato de asegurar la persona, o un decreto de acusación
o una sentencia.
Art. 130. Todo alcaide o carcelero estará obligado, sin que pueda ser dispensado
por orden alguna, a presentar la persona que estuviere presa al magistrado
encargado de la policía de la cárcel, siempre que por él sea requerido. una
ley, o por
Art. 131. No podrá negarse que vean al preso sus parientes y amigos, que se
presente con una orden de dicho magistrado, y éste estará obligado a darla,
a no ser que el alcaide o carcelero manifieste orden del juez para tener al
preso sin comunicación.
Art. 132. Todos aquellos que no habiendo recibido de la
ley la facultad de hacer prender, manden, firmen y ejecuten la prisión de
cualquiera persona, todos aquellos que aun en el caso de una prisión autorizada
por la ley reciban o detengan al preso en un lugar que no esté pública y legalmente
destinado a prisión, y todos los alcaides y carceleros que contravengan a
las disposiciones de los tres artículos precedentes, incurrirán en el crimen
de detención arbitraria.
Art. 133. El tormento queda abolido: todo rigor o apremio que se emplee en
el acto de la prisión o en la detención y ejecución y no esté expresamente
autorizado por la ley, es un delito.
Art. 134. Si el Gobierno tuviera noticias de que se trama alguna conspiración
contra el Estado, el ministro de Policía podrá dar mandamiento de comparecencia
y de prisión contra los indiciados como autores y cómplices.
Art. 135. Todo fideicomiso, mayorazgo o sustitución de los que actualmente
existen y cuyos bienes, sea por sí sólo o por la reunión de otros en una misma
persona, no produzcan una renta anual de 5.000 pesos fuertes, queda abolido.
El poseedor actual continuará gozando de dichos bienes restituidos a la clase
de libres.
Art. 136. Todo poseedor de bienes actualmente afectos a fideicomiso, mayorazgos
o sustitución, que produzcan una renta anual de más de 5.000 pesos fuertes,
podrá pedir, si lo tiene por conveniente, que dichos bienes vuelvan a la clase
de libres. El permiso necesario para este efecto ha de ser el Rey quien lo
conceda.
Art. 137. Todo fideicomiso, mayorazgo o sustitución de los que actualmente
existen, que produzca por sí mismo o por la reunión de muchos fideicomisos,
mayorazgos o sustituciones en la misma cabeza, una renta anual que exceda
de 20.000 pesos fuertes, se reducirá al capital que produzca líquidamente
la referida suma, y los bienes que pasen de dicho capital, volverán a entrar
en la clase de libres, continuando así en poder de los actuales poseedores.
Art. 138. Dentro de un año se establecerá, por un reglamento del Rey, el modo
en que se han de ejecutar las disposiciones contenidas en los tres artículos
anteriores.
Art. 139. En adelante no podrá fundarse ningún fideicomiso, mayorazgo o sustitución
sino en virtud de concesiones hechas por el Rey por razón de servicios en
favor del Estado, y con el fin de perpetuar en dignidad las familias de los
sujetos que los haya contraído.
La renta anual de estos fideicomisos, mayorazgos o sustituciones no podrá
en ningún caso exceder de 20.000 pesos fuertes ni bajar de 5.000.
Art. 140. Los diferentes grados y clases de nobleza actualmente existentes,
serán conservados con sus respectivas distinciones, aunque sin exención alguna
de las cargas y obligaciones públicas, y sin que jamás pueda exigir la calidad
de nobleza para los empleos civiles ni eclesiásticos, ni para los grados militares
de mar y tierra. Los servicios y los talentos serán los únicos que proporcionen
los ascensos.
Art. 141. Ninguno podrá obtener empleos públicos civiles y eclesiásticos si
no ha nacido en España o ha sido naturalizado.
Art. 142. La dotación de las diversas Ordenes de caballería no podrá emplearse,
según que así lo exige su primitivo destino, sino es recompensar servicios
hechos al Estado. Una misma persona nunca podrá obtener más de una encomienda
Art. 143. La presente Constitución se ejecutará sucesiva y gradualmente por
decreto o edictos del Rey, de manera que el todo de sus disposiciones se halle
puesto en ejecución antes del 1 de enero de 1813.
Art. 144. Los fueros particulares de las provincias de Navarra,
Vizcaya, Guipuzcoa y Alava se examinarán en las primeras Cortes, para determinar
lo que se juzgue más conveniente al interés de las mismas provincias y al
de la nación
Art. 145. Dos años después de haberse ejecutado enteramente esta Constitución,
se establecerá la libertad de imprenta. Para organizarla se publicará una
ley hecha en Cortes.
Art. 146. Todas las adiciones, modificaciones y mejoras que se haya creído
conveniente hacer en esta Constitución, se presentarán de orden del Rey al
examen y deliberación de las Cortes, en las primeras que se celebren después
del año de 1820.
Comuníquese copia de la presente Constitución autorizada por nuestro ministro
Secretario de Estado, al Consejo Real y a los demás Consejos y Tribunales,
a fin de que se publique y circule en la forma acostumbrada.
Dada en Bayona a seis de julio de mil ochocientos ocho. Firmado: José.
Por su Majestad: El ministro Secretario de Estado, Mariano Luis de Urquijo.