Los programas del PCE reivindican la igualdad de derechos políticos y civiles, el salario igual por el mismo trabajo y medidas destinadas a proteger la maternidad, tales como el seguro maternal, el permiso de maternidad y la creación de guarderías y casas de cuna. Pero en lo que hace mas hincapié el PCE es en la denuncia de la explotación capitalista de que son objeto las mujeres y en la defensa del régimen comunista como única vía para alcanzar la completa emancipación.
Durante la república, desde el comunismo se articuló una crítica a las restricciones del trabajo femenino en la coyuntura de descenso de la producción. El análisis intentaba demostrar que la contratación de trabajadoras únicamente respondía a los intereses capitalistas y no a los de las propias mujeres. Según esta visión, la burguesía las incorporó a las fábricas sólo porque las necesitaba como fuerza de trabajo en la economía de guerra (1914-1918). Pero la crisis de 1929 había originado que la misma burguesía deseara eliminarlas del mercado laboral violando el derecho al trabajo mediante los discursos de la domesticidad y la legislación laboral.
Dolores ibárruri defendió la incorporación total de la mujer al cuerpo social, demandando la desaparición de cualquier traba que se opusiera a ello mediante la elaboración de leyes tendentes a reconocer la totalidad de los derechos de la mujer. Ibárruri incluía expresamente el derecho al trabajo como una de las principales reivindicaciones para conseguir la equiparación entre los sexos.