"El hábito puede llegar
a familiarizar a los hombres con la violación de sus derechos naturales, hasta
el extremo de que no se encontrará a nadie de entre los que los han perdido
que piense siquiera en reclamarlos, ni crea haber sido objeto de una injusticia.
Incluso, algunas de estas violaciones han pasado desapercibidas a los ojos
de los filósofos y de los legisladores, cuando con mayor celo se ocupaban
éstos de redactar los derechos comunes de los individuos de la especie humana,
y de hacer de ellos el fundamento único de las instituciones políticas. Por
ejemplo ¿no han violado todos ellos el principio de la igualdad de derechos
al privar, con tanta irreflexión a la mitad del género humano del de concurrir
a la formación de las leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho
de ciudadanía? ¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el
hábito, incluso cerca de hombres eruditos, que el de ver invocar el principio
de la igualdad de derechos a favor de tres o cuatrocientos hombres privados
de éste debido a un prejuicio absurdo y de olvidarlo con respecto a doce millones
de mujeres?".
Condorcet,
Essai sur l`admission des femmes au Droit de Cité, 1790.