Democracia
y género.
Un
informe de la policía de noviembre de 1795 mencionaba: "Las mujeres arrancan
la escarapela a algunos ciudadanos, la pisotean y pretenden que no valía la pena
haber guillotinado a un rey" (Cit. por A. Schmidt. París pendant
la Revolution. París, 1870). Pocos meses antes la Convención había
prohibido las manifestaciones de mujeres en las calles. La oleada antifeminista
y el desencanto de las mujeres habían comenzado mucho antes. Ya en 1793 se había
decretado la prohibición de reunión a las mujeres, el cierre de los clubs y las
sociedades populares femeninas. Más aún, un debate de la convención en 1793 negaba
a las mujeres la condición de ciudadanas de pleno derecho y con ello sus derechos
políticos.
La libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución
no se concretaron como principios universales, y desde luego dejaron fuera a las
mujeres. Sujetos del proceso revolucionario en defensa de sus propios derechos
como mujeres y protagonistas centrales del proceso revolucionario, para ellas
la Revolución francesa fue, como ha sido señalado, el tiempo de las "ilusiones
perdidas". Y, sin embargo, fue un momento decisivo en la historia de las mujeres.
Porque se cuestionaron las tradicionales relaciones entre los sexos en lo público
y en lo privado. Y porque a partir de entonces el cambio de las relaciones entre
los sexos se inscribió en la reflexión y en las luchas por la construcción de
los proyectos democráticos.
El contrato social que instauró la sociedad
moderna excluyó a las mujeres que desde entonces han cuestionado los principios
constitutivos de las democracias modernas y la necesidad de un nuevo contrato
social.