La radicalización
de los Clubs.
A finales de julio 1792, la sección parisiense
del Teatro Francés había instado a los ciudadanos pasivos a que participaran en
la Guardia nacional y había abierto a las mujeres la posibilidad de participar
en las deliberaciones de las asambleas generales de las secciones; las mujeres
iban a participar así en las sociedades populares a medida que éstas radicalizaban
sus posiciones. Esta radicalización vio desaparecer a muchas mujeres moderadas
de la vida política, como fue el caso de Théroigne de Méricourt o de Etta Palm,
dando paso a un movimiento más colectivo en el que las reivindicaciones femeninas
pasaban a un segundo plano.
Desde 1789, las mujeres habían sido particularmente
activas en lo que se refiere al abastecimiento de artículos de primera necesidad:
lucha contra la subida de los precios y el acaparamiento. Esta lucha de las mujeres
de los estratos populares llevará a un acercamiento entre las movilizaciones femeninas
y los "enragés". Las mujeres participaron en los distintos movimientos
que tuvieron lugar especialmente entre 1791 y 1793, y parece que en los asaltos
a comercios tuvieron un papel preponderante. La posición de la Montaña no hizo
sino radicalizar las posturas de las mujeres; cuando Robespierre declaraba "el
pueblo debe sublevarse no para abastecerse de azúcar, sino para aniquilar a los
bribones" se enfrentaba directamente no solo con el movimiento popular sino
principalmente con las mujeres.