La Francia absolutista.


A partir de 1515, en Francia se implantará progresivamente el absolutismo de carácter divino llegando al máximo apogeo con el reinado de Luís XIV (1661-1715). En este caso, la transición de la Edad Media a la Edad Moderna se desarrolla como un fortalecimiento de la autoridad central en detrimento de una extensión aristocrática del poder.

En este período son frecuentes las reivindicaciones ciudadanas expresadas por las villas que ven el poder local y descentralizado como una alternativa al poder de las monarquías absolutas. Estas reivindicaciones pretenden asegurar el poder de la élite urbana y se basan en la defensa de las antiguas libertades locales. La aristocracia, en este contexto absolutista, también reivindica su papel histórico como consejera del poder.

A principios del siglo XVIII, las reivindicaciones ya no se basan sólo en los antiguos derechos perdidos por parte de la aristocracia y las élites ciudadanas sino que autores como Saint-Simon, Vauban o Féleon critican abiertamente el sistema monárquico y empiezan a hablar sobre los derechos del hombre. En estas propuestas se apunta una rehabilitación de la ciudadanía.

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