A finales de la Edad Media -siglos XIV y XV- se produce un resurgimiento de las ciudades y aparecen, también, ciertas instituciones vinculadas a este resurgimiento. Estas instituciones son las universidades, las órdenes religiosas medias y los consulados que adoptan, para su funcionamiento interno, principios como la participación popular y la elección. Estos principios muestran ciertas similitudes con lo que puede considerarse el ejercicio de la ciudadanía, pero no es así, porque las ciudades no son entidades políticas autónomas sino que están dentro de un reino sobre el cual no tienen ningún tipo de influencia.
La burguesía y la nobleza pueden ser solicitadas a cortes por el rey pero estas cortes tienen un carácter consultivo, no legislativo, y las personas que acuden a ellas no lo hacen como representación personal sino que acuden como representación de un estamento social.