Soberanía limitada - Miguel Herrero de Miñon.
"La UE pretende ser una comunidad de derecho entre cuyos miembros rijan los
principios democráticos y lo que a ellos es inherente, el efectivo respeto a los
derechos fundamentales. Así se ha venido entendiendo, primero tácitamente,
después de modo cada vez más expreso, hasta lo que hoy es el artículo 7 del
Tratado de la Unión. Este artículo, en relación con el 6, prevé que en el supuesto
de una "violación grave y persistente" por parte de un Estado miembro de "los
principios de libertad, democracia, respeto de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales y el Estado de derecho" constatada unánimemente por el
Consejo reunido a nivel de jefes de Estado y de Gobierno, previa audiencia del
Estado en cuestión, el Consejo, por mayoría cualificada, podrá acordar la
suspensión de sus derechos, incluido su derecho de voto. Tales disposiciones
tienen su correlato en los restantes tratados fundacionales. Éste y no otro es el
derecho de la Unión, y cualquier otra presión e interferencia en los asuntos
internos de un Estado miembro no sólo carece de cualquier base en el derecho
comunitario, sino que atenta a la Carta de las Naciones Unidas y al propio
principio de autonomía política e institucional de la Comunidad Europea.
Que Haider sea un camaleón político extremadamente ambicioso que ha
aprovechado la ambigüedad populista de su propio partido, el ÖVP, no es
precisamente el supuesto contemplado en los tratados citados. Ni Haider es el
único político europeo que ha cambiado de ideología como de camisa -no doy
ejemplos para no resultar desagradable-, ni su partido el único que gobierna en
miembros o aspirantes a ingresar en la Unión que recoge preeminentes figuras
reconvertidas (¡felizmente!) del autoritarismo fascista o estalinista. Ni Haider ha
atentado como gobernador de Carintia a los derechos fundamentales ni al sistema
democrático. Ni en su programa "Ideas 2000" se contiene una sola idea que no
esté compartida de una u otra manera por fuerzas incuestionablemente
democráticas.
Que personalmente a mí me repugne el ÖVP por razones éticas y estéticas no
basta para que su ingreso, perfectamente constitucional, en el Gobierno de un
Estado democrático de derecho, hasta hoy impecable, se considere violación de
los derechos humanos o quiebra de la democracia. Lo otro es revivir la doctrina
Breznev de la soberanía limitada y no al servicio de una ideología, sino de la
"corrección política" interpretada en función de las respectivas estrategias
electorales."
- EL PAIS. 6 de febrero de 2000.