El Gobierno con la ultraderecha toma posesión
de forma casi clandestina.- José Comas.
"Los ministros del nuevo Gobierno de Austria, que por primera vez
después de treinta años no preside un socialdemócrata (SPÖ) y lo forma
una coalición azul-parda entre los democristianos del Partido Popular
(ÖVP) y el derechista Partido Liberal (FPÖ), juraron ayer sus cargos en
una ceremonia fría y casi clandestina por la presencia de unos tres mil
manifestantes. El presidente, Thomas Klestil, en un mensaje televisado,
pidió que se juzgue al nuevo Gobierno por sus hechos, y dijo que las
protestas del extranjero le llenan de "consternación". El líder del FPÖ,
Jörg Haider, queda fuera del Gabinete.
La oposición advierte deque no está dispuesta a conceder ni los 100 díasde gracia al nuevo
Gobierno, y le acusa decausar daños económicos a Austria, donde la Bolsa
cayó ayer un 4%, a pesar de la subida que experimentaron otras
bolsas europeas. La ceremonia de toma del juramento al nuevo Gobierno no pudo ser más
fría. Klestil no sonrió ni un instante y no se permitió el más mínimo gesto de
calidez o simpatía hacia un Gabinete que puso en sus cargos en contra de su
convencimiento sólo porque lo impuso la aritmética electoral, la mayoría
FPÖ-ÖVP en el Parlamento.
Los nuevos ministros tuvieron que ingresar en el ala leopoldina del palacio imperial
por los sótanos para evitar el enfrentamiento con unos tres mil manifestantes, casi
todos muy jóvenes, que gritaban y lanzaban huevos sobre la plaza que une la
cancillería con el palacio donde se encuentra la sede presidencial. El nuevo
ministro de Justicia, Michael Krügger (FPÖ), declaró que las manifestaciones
fortalecen al Gobierno: "¿Qué suponen unos miles contra los ocho millones de
austriacos?".
El nuevo canciller, Wolfgang Schüssel, expresó su felicidad por gobernar Austria
en un tiempo interesante y tenso con mucho compromiso y placer en el trabajo de
hacer política, pero reconoció también que le latía más deprisa el corazón ante lo
que se avecina. El canciller saliente, el socialdemócrata Viktor Klima (SPÖ) dejó
el cargo con los ojos húmedos, mientras le rodeaban colaboradores que
escuchaban con lágrimas sus palabras de despedida: "El negocio de esta casa del
canciller es especial, se llama Austria. Les pido que, en la medida de sus
posibilidades, presten atención a nuestro país".
El flamante ministro de Economía, Martin Batenstein (ÖVP), declaró que se trata
de "un día negro para Austria" y le pareció "triste" que el nuevo Gobierno tuviese
que entrar al palacio presidencial por los sótanos del edificio. Fijó su tarea en
evitar los daños económicos derivados de la crítica contra el Gobierno. Además
del bajón en la Bolsa, los sindicatos amenazan ya con huelgas si se pone en
práctica el programa de elevar la edad de la jubilación anticipada.
La oposición amenaza con no dar cuartel al nuevo Gobierno. Hannes Swoboda,
diputado del SPÖ en el Parlamento Europeo, apela a todas las formas legales de
resistencia, y advirtió de que Austria ya padece los daños en el turismo, el Ejército
belga anuló un contrato y se suspendió un congreso. Advierte el diputado de que
se avecina un "desmantelamiento de las conquistas sociales" y "Haider es el
supercanciller y Schüssel sigue como vicecanciller". El presidente de Los Verdes,
Alexander van der Bellen, declaró que no se le conceden los 100 días de gracia al
nuevo Gobierno, porque se trata de "un caso único que un Gobierno pueda
causar tal desastre antes de tomar posesión. ¿A qué vamos a esperar?". Van der
Bellen calificó de "viernes negro" el día de ayer.
Por la noche, Klestil dirigió un mensaje televisado en el que dijo que las protestas
del extranjero le producen "preocupación y consternación". Expuso Klestil que se
había esforzado por sacar adelante una vez más la gran coalición entre SPÖ y
ÖVP, pero en tres meses esto no fue posible y atribuyó al desgaste de 13 años el
motivo del fracaso de su tentativa. Repitió Klestil que se tuvo que rendir ante la
mayoría de mandatos en el Parlamento que tienen ÖVP y FPÖ. El presidente dijo
que en Austria se ha producido "un gran cambio político, deseado por muchos y
rechazado por otros muchos", pero hay que respetar la mayoría de mandatos en
el Parlamento. El arzobispo de Viena, cardenal Schönborn, preocupado por la
unidad en el país, convocó a los fieles a rezar por la noche en la catedral.
Huevos, petardos y cacerolada contra los nuevos
ministros
Unos tres mil manifestantes, cinco mil según algunas fuentes, protestaron ayer por
las calles de Viena contra la toma de posesión del nuevo Gobierno, una coalición
azul-parda. Algunos centenares de los manifestantes más violentos se enfrentaron
con la policía, provocando 25 heridos entre los agentes. Un grupo ocupó las
oficinas del Ministerio de Asuntos Sociales y el de Economía.
En la plaza Ballhaus del palacio imperial de Viena, el Hofburg, al lado de la plaza
de los Héroes, donde en 1938 los austriacos recibieron de forma triunfal a Adolf
Hitler, los manifestantes se hartaron de gritar "¡Vergüenza, vergüenza!" y "Haider
es un fascista".
Lanzaron huevos, botes de pintura, golpearon latas y cacerolas y explotaron
petardos. Los nuevos ministros atravesaron la plaza Ballhaus por los subterráneos
para llegar, de forma casi clandestina, hasta las oficinas del presidente federal,
Thomas Klestil, que les iba a tomar juramento. Cuando los manifestantes se
percataron de que no iban a tener ni un mal ministro al que lanzarle los huevos y
los insultos, se echaron a la calle con sus pancartas y banderas rojas y negras con
una calavera, que no dejaba claro si se trataba de un homenaje a la anarquía o a
los piratas del Caribe. Una pancarta rezaba "Tiempo de resistencia". Otra hacía
referencia a la ascensión de los nazis al poder con un "Ayer Carintia, hoy Austria,
mañana todo el mundo". Un cartel jugaba con la cifra 1938, el año en que Austria
quedó anexionada a la Alemania nazi: "1938 razones contra Haider".
Cuando un automovilista intentó atravesar las ya ralas filas de la concentración, un
manifestante abrió la puerta del coche y le retorció con violencia el pescuezo.
Otros, más moderados, detuvieron la tentativa de estrangulamiento y se
conformaron con llenar de escupitajos el coche. La protesta continuó hasta bien
entrada la noche y, según la policía, además de los 25 agentes también resultó
herido un viandante."
- EL PAÍS. 5 de febrero de 2000.