Espero que la crisis austriaca no dañe la
ampliación de la UE.- Chris Patten .
"El británico Chris Patten lleva apenas cinco meses en Bruselas y, por su entusiasmo,
parece faltarle tiempo para desarrollar plenamente su cartera de comisario de
Relaciones Exteriores. Colmadas ampliamente las ambiciones políticas a sus 55
años -presidente del Partido Conservador, dos veces ministro con Margaret Thatcher y
último gobernador de Hong Kong-, confiesa que su anhelo inmediato es mitigar la
burocracia de Bruselas y poder decir al término de su mandato en el año 2004:
"Hemos logrado cumplir nuestros compromisos". "Nuestro prestigio, el de la
Unión Europea (UE) y el de la Comisión se juega en los Balcanes, en Kosovo y en llevar
a cabo la ampliación de la Unión", declara en una entrevista a este diario. Y apunta:
"Confío en que la crisis austriaca no dañe el proceso de ampliación".
"Lo que Europa tiene que hacer en los próximos años es dejarse de retórica y
gestionar mejor", dice, orgulloso de ser responsable de uno de los mayores
presupuestos de ayuda externa del mundo (4.000 millones de euros anuales),
pero sometido a un infernal proceso burocrático que retrasa su implementación.
"Los funcionarios aquí son muy buenos, pero trabajan con procedimientos y
normas terribles, que sólo sirven para sacar del atolladero a los Gobiernos. Por
ejemplo, en mi competencia, de lo que se trata es de saber cuánto podemos
gastar en un programa de ayuda. Sin embargo, los procedimientos y normas
retrasan sobremanera la ejecución. Realmente, el éxito futuro de que cumplamos
compromisos está en cambiar los procedimientos y reglas financieras, que son de
una complejidad única. Pero vamos a acabar con eso. Vamos a introducir nuevos
procedimientos, reformar la gestión de la ayuda externa, menos burocracia. Y así
podremos decir a los Gobiernos: 'Éstos son nuestros compromisos, esto es lo que
ustedes han dicho que hay que hacer políticamente. Pongamos el dinero,
actuemos".
Como buen anglosajón, el comisario pone ejemplo tras ejemplo para argumentar
sus tesis. "La Unión Europea quiere tener más protagonismo político en Oriente
Próximo. Está bien. Pero si los Gobiernos europeos nos piden que elaboremos
una iniciativa, que nos digan exactamente de cuántos fondos dispondremos para
realizarla". Sostiene que para agilizar la burocracia es de "crucial importancia" que
tenga éxito la reforma interna de la Comisión presentada hace dos semanas.
Sobre los Balcanes acepta que uno de los motivos del retraso en el envío de
ayuda europea sea debido a la burocracia comunitaria: "Vamos a acabar con
estas tonterías, y así lo haremos ver en breve con indicaciones claras sobre
nuestra determinación. La credibilidad de la UE, ante la opinión pública europea y
ante el resto del mundo, está en los Balcanes. Debemos contribuir a la
reconstrucción política y económica. Somos el principal suministrador de ayuda a
los países de la zona. Es imperativo que implementemos mejor nuestros
compromisos. Lo vamos a hacer, y creo que lo vamos a lograr. Si fracasamos,
asumiré culpas y desde luego no diré: 'No puedo asumir la responsabilidad
porque la burocracia es enorme".
Otro tema clave que hipoteca el futuro comunitario, según Patten, se centra en la
ampliación de la Unión Europea: "No es sólo un imperativo político y estratégico.
Es una obligación moral de las naciones más prósperas y estables del continente
ante otras que se adentraron por una senda histórica equivocada. No hemos
explicado suficientemente a nuestro electorado lo que supone, y el peligro es que
se abra una brecha entre una opinión pública europea informada y los simples
votantes. Las encuestas sobre el tema revelan que el mayor escepticismo está en
los países vecinos de los candidatos al ingreso en la UE. Y Austria es un ejemplo.
Confío en que los sucesos que vive no dañen el proceso de ampliación. Por eso
tenemos que ayudar a los políticos moderados de esa nación".
Patten se encontraba en Moscú cuando la Comisión Europea difundió el martes
pasado una cauta nota sobre la crisis austriaca, nota menos explícita que la de la
presidencia portuguesa en nombre de los otros 14 jefes de Gobierno europeos.
Fue consultado por sus compañeros y transmitió su total apoyo. Defiende que la
Comisión no podía ir más allá: "La Comisión es el guardián de los tratados.
Nosotros, sus miembros, tenemos que aplicarlos, nos guste o no, como
servidores de Europa y no como políticos nacionales. La postura de los
Gobiernos ha sido totalmente comprensible, y la apoyamos, pero los comisarios
violaríamos el juramento de investidura si fuéramos más allá".
No acepta, dice, lecciones de democracia, y orgullosamente recalca que en 30
años de vida pública ha defendido las tesis del conservadurismo moderado, ha
repudiado los fanatismos de derecha y ha luchado por el respeto de los derechos
humanos y de las libertades. "Estoy convencido de que los líderes europeos
sopesaron el impacto de su nota y que al hacerla concluyeron que contribuirá a
consolidar la resistencia interna al partido de Jörg Haider, y no lo contrario".
Patten no comparte los comentarios de prensa que hablan de un sentimiento de
"decepción" dentro del estamento comunitario por la labor hasta ahora de
Romano Prodi al frente de la Comisión: "Prodi no puede hacer milagros, ni
transformar el agua en vino, ni caminar sobre las aguas. Ha heredado una
situación sumamente difícil: una Comisión desacreditada, cuyos problemas fueron
parte de un malestar general en las instituciones europeas. En el tiempo que lleva
como presidente ha puesto freno a la podredumbre y ha identificado y empezado
a poner en marcha tres prioridades: la reforma de la Comisión, la ampliación y el
rejuvenecimiento de la economía europea, sin olvidar los problemas sociales. Ésta
es una Comisión fuerte, en donde no hay rivalidades, a la que se respeta".
No oculta Patten el fastidio que siente cada vez que alguien le interroga sobre el
riesgo potencial de enfrentamiento con Javier Solana, el alto representante de
Política Exterior y Seguridad Común de la UE, ni le parece que sus respectivas
funciones se solapen. Cuando se le pregunta si Solana es el político y Patten el
gestor, contesta con flema: "Nadie diría eso. Mire, hay un persistente y entusiasta
intento de convertir nuestras relaciones en un combate entre pesos pesados.
Pregunte a los norteamericanos qué piensan. Un alto funcionario de la Casa
Blanca me confesó recientemente que a Estados Unidos le importa poco cuál sea
la línea divisoria entre nosotros. 'Preferimos tener dos pesos pesados en Bruselas
tratando de llevar a cabo la política exterior y seguridad común europea', me
dijo".
- EL PAÍS. 6 de febrero de 2000.