Algunos
de los aspectos centrales de esta situación serían:
-La
participación de la mujer en el empleo
remunerado es inferior a la del hombre en casi todos los países. No obstante,
dicha participación ha aumentado durante las últimas décadas, mientras que la
de los hombres ha decrecido ligeramente.
-La
edad de las mujeres
afecta decisivamente su participación en el mercado de trabajo, reflejando la
conexión existente entre su ciclo reproductivo y las restricciones asociadas que
éste provoca sobre las mujeres.
-En
los países donde la agricultura no es muy importante, las mujeres tienden a estar
concentradas en ocupaciones del sector
servicios, mientras que los hombres están distribuidos de forma más uniforme
en la industria y en el sector servicios.
-La
proporción de mujeres en sectores no
regulados es mayor a su presencia en el mercado de trabajo, lo que sugiere
que generalmente las mujeres recurren al trabajo no regulado más a menudo que
los hombres por falta de oportunidades o porque han de enfrentarse a más obstáculos
para emplearse en sectores plenamente regulados.
-Las
mujeres trabajan en general menos horas que los hombres, y están presentes con
más frecuencia en formas de empleo consideradas hasta ahora atípicas,
formas que poco tienen que ver con el empleo regulado a tiempo completo.
-Las
tasas de desempleo
de las mujeres son superiores a la de los hombres en la mayoría de países europeos.
-A
menudo encontramos a las mujeres en ocupaciones que están perdiendo estatus. Están
infrarepresentadas en ocupaciones de carácter directivo, manufacturero o en el
sector transportes, mientras que son mayoría en ocupaciones de servicios y de
oficina.
-Los sueldos de
las mujeres son inferiores a los de los hombres, incluso en niveles similares
de titulación, ocupación y horas de trabajo.
