Un artículo científico reciente ha mostrado que las nuevas multinacionales incrementan su rendimiento internacional cuando se exponen a mercados desarrollados durante los primeros años de vida de la empresa o al inicio de su proceso de expansión internacional. Los beneficios de esta exposición temprana compensarán los costes asociados a le expansión si la empresa adopta una actitud positiva hacia el aprendizaje y se limita sólo a sólo algunos países, según se explica en el artículo publicado conjuntamente por Esteban García-Canal (Universidad de Oviedo), Mauro F. Guillén (University of Pennsylvania), Paloma Fernández (Universitat de Barcelona) i Nuria Puig (Universidad Complutense de Madrid). El estudio ha aparecido en la revista científica Business Research Quarterly bajo el título “Imprinting and early exposure to developed international markets: The case of the new multinationals”.
A pesar de las posibles consecuencias negativas a corto plazo, una exposición temprana a los países desarrollados puede considerarse como una inversión para reforzar la competitividad de la nueva multinacional. Estos mercados son más exigentes en relación al diseño de producto, tecnología y servicio. Asimismo, el feedback y aprendizaje que adquieren estas empresas puede incrementar la competitividad internacional de sus productos. Por el contrario, una expansión tardía implicaría que la inercia y la resistencia al cambio podrían entorpecer la asimilación y diseminación de los recursos y conocimientos adquiridos en los mercados desarrollados. En cualquier caso, es imprescindible escoger con mucho cuidado los mercados de expansión. En este sentido, no es necesario que sean los países más desarrollados, sino aquellos donde se encuentren los competidores y clientes más sofisticados.
Pero la exposición a los países y en el momento adecuados no basta. Además es imprescindible combinar estos dos factores con la actitud correcta. En concreto, la empresa debe orientarse a adquirir nuevos conocimientos y capacidades para transferirlos a toda la organización, y limitar su exposición en cuanto a compromisos fiscales y riesgo económico. Finalmente, es necesario que estas multinacionales dispongan de una estrategia de aprendizaje para adquirir y explotar el conocimiento y capacidades para mejorar su competencia internacional.
El ejemplo del fabricante chino de electrodomésticos Haier ilustra claramente las conclusiones del artículo, El primer destino extranjero de la compañía fueron los Estados Unidos porque quería ponerse a prueba en un mercado exigente y estaba dispuesta a realizar los ajustes necesarios para tener éxito en ese mercado. El razonamiento tras este movimiento era que si la empresa podía competir de manera eficiente en un mercado maduro, ésta también podría planear el asalto a los mercados de países en vías de desarrollo sin demasiado esfuerzo.
En el ámbito de las industrias de la salud, Grifolses un ejemplo –en el que Paloma Fernández ha realizado aportaciones originales para el artículo– de que los contactos de la familia Grifols, primero con laboratorios alemanes (1909-1936), después con corporaciones americanas (1940-1980) y finalmente con firmas japonesas globales (tras la década de 1980) fueron extremadamente importantes a la hora de fijar los valores, acciones, estrategias y relaciones en la fase de expansión y globalización del grupo. “En resumen, el artículo brinda una lección importante para nuestros emprendedores en estos tiempos de incertezas y declivio relativo: A pesar de ralentizamiento, nuevas multinacionales pueden aprovecharse con éxito de la transferencia del conocimiento de los líderes para acelerar el proceso de superación de la brecha tecnológica y financiera con los líderes globales”, ha sentenciado Paloma Fernández.