Ángel Borrego
Facultat de Biblioteconomia i Documentació
Universitat de Barcelona
Ward, Vivien; Colbron, Karen (2016). Digital access solutions: report on investigations for possible pilot studies. Bristol: Jisc. Disponible en: https://monographs.jiscinvolve.org/wp/files/2017/01/DIGITAL_ACCESS_SOLUT.... [Consulta: 16/07/2107].
En el año 2014, Jisc, Research Libraries UK (RLUK) y Society for Colleges, National and University Libraries (SCONUL) llevaron a cabo un proyecto que, bajo el título National monograph strategy, analizaba los principales retos que planteaba el acceso a monografías académicas en bibliotecas universitarias y de investigación. Las conclusiones de aquel proyecto incluían siete recomendaciones. Dos de ellas hacían referencia a la necesidad de una estrategia de digitalización y un modelo de licencia nacional para el acceso a las monografías que, actualmente, no están disponibles en formato digital.
El informe que ahora reseñamos presenta las conclusiones de un estudio piloto que ha trabajado en el desarrollo de aquellas dos recomendaciones. La aproximación utilizada consistió en pedir a una decena de bibliotecas universitarias británicas que recopilaran una lista de títulos –se identificaron más de mil monografías excluyendo, expresamente, los manuales– indicando los problemas que imposibilitaban ponerlos a disposición de sus usuarios en formato digital.
Cuando se preguntó a las bibliotecas por qué querían adquirir estos libros, la respuesta mayoritaria fue su presencia en la bibliografía recomendada de asignaturas (80 %), seguida de su uso por parte del profesorado en actividades de investigación (18 %) y otras razones relacionadas con la preservación o la accesibilidad para usuarios con discapacidades (3 %).
Los autores del informe organizaron dos reuniones presenciales con bibliotecarios para debatir con detalle las dificultades a la hora de obtener acceso digital a estas monografías. En los encuentros se puso de manifiesto que, a pesar de que muchas veces las bibliotecas preferirían comprar monografías en formato digital, otras tantas acaban adquiriendo la versión impresa porque es la única disponible o la más viable. En general, los bibliotecarios observan escasa transparencia en un mercado caracterizado por la variedad de modelos de negocio, precios desproporcionados y una gran diversidad de proveedores, formatos y plataformas. Esta amalgama provoca que las bibliotecas incurran en gastos de gestión de múltiples licencias, sistemas de autenticación, formación de usuarios en el uso de las plataformas, etc. que, en última instancia, provocan que el acceso digital no sea rentable comparado con los costes de adquisición de copias impresas.
En el informe se detallan una docena de casos que sirven para ilustrar las dificultades que los bibliotecarios encuentran a la hora de intentar incorporar la versión digital de una monografía a su colección. La situación más habitual, en un 43 % de los casos, es que el libro no esté disponible en formato digital.
En otro 31 % de los casos, el libro sí está disponible en formato digital, pero diversos factores imposibilitan su adquisición: no está prevista su compra mediante una licencia institucional; la licencia institucional permite un número reducido de usuarios simultáneos o el precio es muy elevado. A modo de ejemplo, uno de los casos describe cómo una biblioteca decide comprar dos copias impresas de un libro –a 55 libras cada una– dado que el precio de la licencia institucional de la versión digital, para un único usuario simultáneo, oscila entre las 250 y las 270 libras en función del proveedor.
La última categoría (27 % de los casos) incluye los libros que no están disponibles ni en formato impreso ni electrónico y algunos casos que, aun siendo minoritarios, son de gran relevancia para los bibliotecarios: la demanda de un formato específico para dar respuesta a las necesidades de un estudiante discapacitado, la reproducción en color de obras de arte, etc.
Resulta difícil encontrar una solución conjunta a estos problemas. Por una parte, el número de editores implicados es muy elevado: el millar largo de títulos había sido publicado por cerca de 300 editoriales diferentes. Además, muchas veces se trata de situaciones que solo afectan a bibliotecas individuales: del millar de títulos problemáticos, menos de 10 habían sido identificados por más de una universidad.
Los problemas identificados en el curso del estudio no coincidían con las expectativas de los autores del informe. Si estos pensaban que el ahorro del espacio físico, la purga de las colecciones, el incremento de los fondos de investigación o el acceso a obras antiguas serían las prioridades de las bibliotecas, el estudio puso de manifiesto que su interés principal era, en realidad, poner al alcance de los estudiantes la bibliografía recomendada por sus profesores. Asimismo, se observó que los problemas no correspondían al acceso a obras antiguas, sino que mayoritariamente afectaban a libros editados en los últimos 20 años.
A pesar de que el informe no alcanza a ofrecer soluciones definitivas ni universales, sí arroja luz sobre algunas de las barreras que todavía dificultan el tránsito desde las monografías impresas a las digitales en bibliotecas universitarias y de investigación, una evolución mucho más lenta que la que se ha observado en otras tipologías documentales, como por ejemplo las revistas.