En 2011, un colombiano residente en Brasil llamado David Velez entró a una sucursal bancaria de la ciudad de San Pablo para abrir una cuenta. Luego de varias horas y una experiencia espantosa, salió aterrorizado de allí, pero con la misión cumplida.

Lo que vino después fue aún peor: comisiones, tasas de interés abusivas y pésimo servicio. David encontró allí la semilla de lo que sería uno de los grandes proyectos transformadores de la industria financiera de América Latina: Nubank.

Hoy en día, la empresa tiene cerca de 50 millones de clientes y tiene operaciones comerciales en tres países. Cotiza en la bolsa de Nueva York y se posiciona como el banco digital más grande del mundo.

Del otro lado del mar, un jóven ruso llamado Nikolay Storonsky residente en Londres, estaba pasando por un mal momento debido a las altas comisiones que los bancos le cobraban cada vez que realizaba una compra en el extranjero o tenía que enviar dinero entre países. En 2014 decidió fundar Revolut, con el objetivo de solucionar este problema.

Hoy en día la empresa ha evolucionado hasta ser una de las fintech más grandes del mundo. Revolut opera en mercados tan diversos como España, México y Singapur, y cada vez más profundiza su estrategia de presencia global.

La historia de David y Nikolay son solo algunos ejemplos del crecimiento sin límites que ha tenido el fenómeno de las finanzas digitales en los últimos años. En ese momento, la industria estaba en una etapa incipiente. Hoy, las oportunidades se han multiplicado.

No es casual. La pandemia aceleró el proceso de transformación de manera exponencial, e hizo tomar conciencia a emprendedores, banqueros y clientes de los beneficios de la digitalización de las finanzas. Estamos parados en la puerta de un mundo financiero más transparente, accesible, innovador y tecnológico.

En ese contexto, Barcelona se ha posicionado como uno de los centros de desarrollo fintech más importantes de Europa y del mundo. Importantes compañías como N26, Qonto y la misma Revolut han abierto sus oficinas en esta ciudad, y decenas de startups son creadas cada año enriqueciendo aún más el ecosistema y las posibilidades de innovación.

El fenómeno fintech forma parte de la industria del conocimiento, es decir, de aquella que requiere de la mente humana y el valor del talento para poder crecer. Es por eso que la educación de calidad se convierte en un factor fundamental para su crecimiento y desarrollo.

La ciudad de Barcelona siempre ha sido uno de los polos educativos más importantes de Europa, y es por eso que hoy también contribuye de manera directa con el sector tecnológico formando profesionales de calidad. Es por esa misma razón que las empresas eligen esta ciudad para establecerse: el talento formado en Barcelona destaca en el mundo.

La historia de la industria fintech deja en evidencia que no es una moda, sino que es una tendencia que se irá profundizando aún más a medida que pase el tiempo. Los bancos tradicionales, la regulación, las empresas y los individuos se han visto obligados a adaptarse a esta nueva forma de hacer las cosas. En ese contexto, el único factor que frena este avance es la disponibilidad de talento, cada vez más escaso a medida que aumenta la demanda.

David y Nikolay, como tantos otros, moldearon el nuevo escenario financiero digital en un contexto de total incertidumbre. Hoy, el camino está más allanado para que los innovadores de esta nueva década destaquen y sean protagonistas de lo que viene. Desde la Universidad de Barcelona y otras instituciones educativas sentimos el compromiso de formar a los profesionales que marcarán la diferencia, para que vayan por el mundo desafiando el status quo. Moldear el mañana significa formarse hoy, y qué mejor lugar para hacerlo que en Barcelona.

De Barcelona al mundo.

Alejandro Scasserra

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