Fragmento de retablo pintado en témpera sobre madera (107 x 63 cm). Procede de la capilla de la comunidad de donadas de Santa Maria Magdalena de Conangle, Les Masies de Roda (Osona). En esta obra se observa la figura de Santa Magdalena con una caja de ungüentos, está ataviada con una túnica roja finamente decorada en los bajos.
La imagen de María Magdalena se ve reflejada en múltiples evangelios, tanto oficiales como apócrifos. En ellos consta como discípula o apóstol de apóstoles y presentan la escena más común de María Magdalena: ella ungiendo con su propio perfume los pies de Jesús y secándolos con sus cabellos.
Es en la ‘’Leyenda Aurea’’ dónde vemos la intensificación de la devoción a la Santa en Occidente. Uno de los patronazgos de María Magdalena en los Condados Catalanes es el de la iglesia de Santa Magdalena de Conangle, perteneciente a una comunidad de donadas, una forma de vida religiosa frecuente en los últimos siglos de la Edad Media. Estas comunidades a veces estaban regidas por una regla o estatuto que les permitía dedicarse al cuidado de una capilla y a la devoción a su santo. (BAUCELLS, 2005, pág. 1528).
El retablo de Santa María Magdalena se encuentra actualmente en el Museo Episcopal de Vic. Esta tabla debe su origen a un retablo encargado por la comunidad de donadas que ocupaban el Monasterio de Santa Magdalena de Conangle a mediados del siglo XV, que en aquel momento se encontraba, seguramente, bajo la dirección de sor Catalina Guash mencionada por primera vez como encargada del monasterio en el año 1421 (JUNYENT 1955, pág 61). La pintura del retablo fue encargada al Maestro de Fonollosa, identidad asociada a Nicolau Verdera. Pese a no tenerse constancia exacta de este encargo se ha asociado la imagen a este pintor debido a las coincidencias artísticas con otras obras sí reconocidas y debido a que la fecha de realización coincide con la actividad del pintor en la zona (RUIZ, 2002 – 2008, pág 114-116).
Se trata de un retablo de dimensiones relativamente grandes, más de un metro de alto y sesenta centímetro de ancho, pintado con tempera sobre madera usando unos colores rojos y dorados, con los que se representa el personaje central, que destacan con los tonos grises y verdes que construyen el fondo. La Santa aparece representada con una túnica roja con los remaches, la corona y la aureola dorada de manera que el pintor cumple con la finalidad de destacarla por encima del conjunto del cuadro. Por lo que a la iconografía se refiere hay que destacar dos de los ornamentos que acompañan a la Santa, por un lado la caja de ungüentos que la acompaña haciendo una clara referencia al episodio bíblico mencionado y, por otro, destaca la presencia del rosario en su mano derecha que cuenta con 15 cuentas tradicionales que representan los misterios de Jesucristo (GUARDINI, 1995, pág 39). Este retablo en su origen estaría situado en la ermita del Monasterio, una construcción rural constituida por una sola nave abovedada, a la que con el tiempo se le añadirían dos capillas más a los lados, que estaba acompañada por una torre cuadrada construida con bloques de piedra labrada. La nave central de esta ermita contaba, sin duda, y pese a no tener muchas referencias al culto y los altares, con la presencia del retablo que incluía la tabla que debió ser la parte central del conjunto principal (JUNYENT 1955, pág 66). El retablo fue substituido por otro en periodo barroco, del cual no se tiene ninguna constancia ni descripción que permita saber si quienes custodiaban la capilla, para entonces de ermitaños, siguieron con la veneración a Santa María Magdalena.
María Magdalena es vista en la época medieval como una profeta y la conciencia moral de los discípulos, como una figura cercana a Cristo que se transforma progresivamente de discípula de Jesús en una verdadera mística medieval (LUDWIG, 1999, pág. 30 y pág. 120). La devoción a la Magdalena va más allá de la plegarias a una persona relacionada con Jesucristo, es vista como la imagen de la transformación de la pecadora a Santa siendo puesta como ejemplo de fidelidad y divulgación de la doctrina de Jesús. Los hombres y mujeres de la Edad Media vieron en la figura de la Magdalena una vía de redención para sus pecados que muchas veces, como es en el caso de la comunidad de donadas, pasaba por la entrega a los demás y la humildad en su vida, tal y como Jesús predicó y más tarde María Magdalena habría divulgado.
Tras estas breves anotaciones es fácil suponer cuales eran los motivos que impulsaron a esta comunidad de donadas a refugiarse bajo la imagen de María Magdalena. Su devoción por la Santa les permite mantener limpia su alma, haciéndose cargo de la ayuda de los más pobres, una práctica común entre los devotos a María Magdalena, así como del mantenimiento de la capilla que muy probablemente tendría como centro de culto el retablo que contenía la imagen tratada. Poco sabemos de las ceremonias, rituales y prácticas devocionales que en esta capilla se celebraban, pero es de suponer la existencia de cultos concretos en las fechas más señaladas de la vida de Santa María Magdalena así como una continua devoción por parte de la comunidad.
VORÁGINE, S (1226 – 1298) La leyenda dorada. Traducción del latín de Fray José Manuel Macías. Madrid. 1982
BAUCELLS , Josep (2005). Vivir en la Edad Media: Barcelona y su entorno en los siglos XIII y XIV (12001344). Vol. II. Barcelona.
CALCÍN, Eduardo (2013) María Magdalena: Entre el mito y la realidad en Phainomenon vol 12, no.1, pág 5763. Lima
GUARDINI, Romano (1995) El rosario de María. Roma
LUDWIG, Katherine (1999) The Making of the Magdalen. Preaching and Popular Devotion in the Later Middle Ages. Princeton
Retablo de Santa Magdalena de Conangle, Mestre de Fenollosa, Museu Episcopal de Vic, PAISAJES ESPIRITUALES, http://www.ub.edu/proyectopaisajes/index.php/es/item1-memoria. Consultado el viernes 27 de diciembre del 2024. Repositori Digital de la Universitat de Barcelona URI: http://hdl.handle.net/2445/120917