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Las alucinaciones visuales indican por lo general la
presencia de un trastorno orgánico cerebral o de una intoxicación.
Su contenido puede variar en complejidad, desde simples sensaciones luminosas
hasta objetos, personas, paisajes, etc.
Por ejemplo, en pacientes con lesiones del cuerpo calloso
se ha encontrado el fenómeno alucinatorio denominado autoscopia,
consistente en la visión de uno mismo en el espacio exterior, generalmente
de frente e inmovil; este fenómeno dura sólo unos segundos
y va acompañado de un miedo muy intenso (Grotstein, 1982). También
puede darse el fenómeno inverso, es decir la autoscopia negativa,
que consiste en no ver la propia imagen reflejada en un espejo. En lesiones
occipitales se ha observado el fenómeno denominado poliopia, consistente
en la visión de imágenes múltiples que persisten con
los ojos cerrados.
Las alucinaciones producidas por sustancias naturales o
sintéticas han sido estudiadas, entre otros, por Efron, Holmstedt
y Kline (1979); Grispoon y Bakalar (1979) y Jacobs (1984). Entre los preparados
alucinógenos más estudiados se encuentran la dietilamida del
ácido lisérgico (LSD), sintetizada en 1938 por Albert Hoffmann,
y la fenilclidina (PCP), sintetizada en 1957 para su utilización como
analgésico. Las alucinaciones producidas por estas sustancias se enmarcan
en un síndrome que incluye también alteraciones del estado
de ánimo, desorientación temporal y un conjunto de síntomas
somáticos como vértigo, temblores y parestesias.
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