Area de examen
Psicopatología de la percepción
                                               

                                            

¡Correcto!

Las teorías localizacionistas son las teorías neurobiológicas que mejor explican el fenómeno denominado "visión ciega".

Ya en estudios de pacientes con lesiones cerebrales, durante la I Guerra Mundial, se observaron trastornos limitados al procesamiento de algunos aspectos de la información visual, pero no a todos, que sugieren localizaciones cerebrales distintas para cada uno de ellos.

Diamond (1979), estudiando el comportamiento de tupaias glis tras la resección de la corteza estriada encontró que eran capaces de saltar, correr, evitar obstáculos, seguir objetos en movimiento y aprender hábitos basados en discriminaciones visuales de color. Cuando las lesiones se extendieron a regiones adyacentes extraestriadas y a parte del lóbulo temporal, los tupaia sufrieron una pérdida acentuada de las discriminaciones visuales aprendidas. Estos resultados sugerían que la corteza adyacente a la estriada recibía fibras con señales visuales que llegaban en paralelo desde el tálamo, por lo que no dependían en su totalidad de los aferentes de la corteza estriada. Tales vías fueron buscadas empleando el método de Nauta (1957) de seguimiento de la degeneración anterógrada, con el que se demostró que pequeñas lesiones en las láminas superficiales del colículo superior producen degeneración de terminales en el núcleo pulvinar del tálamo (clásicamente considerado como un núcleo intrínseco, es decir, que sólo recibe aferencias talámicas). En estos trabajos se descubrió también que un contingente importante de fibras del pulvinar se proyectan en una extensión amplia de la corteza cerebral que abarca desde la corteza estriada hasta la corteza auditiva. Estas observaciones fueron replicadas en otras especies, como el Galago senegalensis (Diamond, 1983). Todo ello apoyaba la tesis de que el procesamiento de las señales sensoriales en el sistema nervioso no es (o al menos no es sólo) secuencial, sino paralelo.

Al poner de manifiesto la permanencia de aspectos importantes de la función visual tras la resección de la corteza primaria, éstos y otros estudios (Dubrovsky, 1988a, b) indican que las vías visuales filogenéticamente más antiguas (retino-mesencéfalo-pulvino-cortical) tienen todavía una importancia fundamental para la función perceptiva.

Tradicionalmente se había pensado que en humanos las lesiones de la corteza visual primaria producían ceguera, pero pronto se constató que esa creencia era el resultado de limitaciones en los métodos de exploración aplicados. Si en lugar de preguntar a los pacientes con lesiones en la corteza visual primaria por lo que ven (ante lo que responden que no ven nada), se les pide que señalen en una pantalla un estímulo previamente especificado, entonces el resultado es que responden correctamente con una probabilidad superior a la que cabría esperar si sus respuestas fueran aleatorias, pese a que continúan manifestando que no ven nada. Weiskrantz (1986) ha denominado a este fenómeno "visión ciega" (blind sight), habiéndose descrito un fenómeno semejante de reconocimiento sin conciencia en otra modalidad sensorial (la somatosensorial) por Paillard, Michel y Stelmach (1983). Estos resultados sugieren, de acuerdo con Weinskrantz (1986), que la visión residual tras una lesión en la corteza estriada se debe a un segundo sistema visual, más antiguo filogenéticamente que el geniculocortical, constituido por vías retino-colículo-pulvinar-corticales). Los estudios comentados indican también que ambos sistemas se han especializado en funciones diferentes, dado que las lesiones en el área estriada imposibilitan la identificación de los objetos, pero no su detección, discriminación y localización; en cambio, otros estudios (Schneider, 1967) muestran que las lesiones coliculares deterioran las respuestas de orientación hacia estímulos visuales.



Asignatura  Psicología patológica