En Estudio en lila la detective Lònia Guiu recibe dos encargos simultáneos. El primero consiste en buscar a Sebastiana, una joven que se ha escapado de su hogar familiar en Mallorca. Lònia la acoge en su casa, a la espera de que ésta tome una decisión libre de presiones familiares. A pesar de los consejos que recibe de la detective, quien le dice que debería considerar el aborto, la joven se debate entre el miedo a enfrentarse a sus padres, que no saben que está embarazada y que es fruto de una violación, y sus dudas morales ante el aborto. La imposibilidad de resolver esta situación la lleva al suicidio. Por otro lado tenemos a Elena Gaudí, una anticuaria que contrata a Lònia para que localice a tres supuestos estafadores de arte. Tan pronto la detective le revela la identidad de dos de ellos, sus cuerpos aparecen muertos. Lònia descubre que estos hombres fueron castrados antes de morir y que Elena es la autora de un plan de venganza contra los hombres que la violaron. Deja así que ésta complete su trabajo con el tercero.
Lònia es testigo de experiencias de violencia contra el cuerpo de la mujer, que abocan a una joven al suicidio y a otra a tomarse la justicia por su propia mano. Ella misma vive en carne propia varios intentos de violación y otras formas de violencia machista que la llevan a denunciar las desigualdades del sistema patriarcal, sobre todo a cuestionar a la policía como institución que protege a todo ciudadano. El título de la novela alude a las pintadas que aparecían por las calles de Barcelona “Contra la violació, castració” en color lila, y la trama a los slogans de los 80 pintados por toda la ciudad donde decía “Mujer, si eres violada no acudas a la comisaría, allí puedes encontrar al violador”.
La voz en primera persona permite que la protagonista articule un pensamiento feminista solidario. Sus acciones y su discurso contribuyen a concienciar al sujeto lector sobre la discriminación y la violencia que sufre la mujer en España y los cambios necesarios en la legislación. Entre los ejemplos de solidaridad femenina, destaca la ayuda que recibe Lònia por parte de varias amigas que ocupan otros cargos profesionales y la ayudan a resolver el caso (Neus la fotógrafa, Mercé la ginecóloga, Berta la doctora, Pepa la del puerto de Barcelona).
Estudio en lila es la primera novela de la serie detectivesca de la Lònia Guiu. A ella le siguen Antípodas (1988) y El sol que engalana (1994). Estudio en lila es, además, la primera novela en el género detectivesco con una detective con todas las letras. Oliver invierte el paradigma clásico, donde el hombre lleva a cabo la investigación y la mujer es su asistente.
OLIVER, Mª Antònia (1989). Estudio en lila. Barcelona: Vidorama, ISBN: 978-8477300557.
OLIVER, Mª Antònia (1989). Estudio en lila. Barcelona: Vidorama, 1985, ISBN: 978-8477300557
(Traducción del original catalán de 1985)
Sebastiana se toma somníferos y seguidamente se corta las venas.
Los tres violadores son castrados y, al ser trasladados a la clínica Garbí, mueren desangrados o envenenados.
Lònia, Sebastiana y Elena son víctimas de violencia machista y de violación sexual.
La violencia llevada a cabo por la mujer es la respuesta a la violencia que ejerce el hombre contra ella.
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Ernesto Gómara, tiene una fábrica de madera y se dedica a contrabandear armas químicas. Felipe Antal, director de la empresa de seguridad REC a través de la cual esconde su participación en una red de tráfico de jóvenes filipinas. Pierre Jovel, conservador del Museo del Marais de Lyon, presidente de la Organización Internacional Pro Museos y miembro del Consejo Ejecutivo de Museum Goldsmith Fundation. Los tres, tras una cena del simposio internacional para la conservación de museos, se van de juerga y terminan violando a Elena. Los violadores se alejan del retrato tradicional del enfermo mental. El otro sospechoso de asesinato y encubrimiento es el doctor Canal de la Clínica Garbí.