El caso comienza cuando se produce el robo del cuerpo momificado de fray Asercio y el asesinato del hermano Cristóbal, un monje encargado de su restauración que trabaja en la capilla del convento del Sagrado Corazón. Junto con el cuerpo del monje la policía encuentra un cartel escrito con letra gótica, que dice: “Buscadme donde ya no puedo estar”. Una mendiga, Eulalia Hermosilla, asesinada pocos días después de declarar, afirma haber visto a dos personas cargar un bulto en una furgoneta.
Petra Delicado y su ayudante Fermín Garzón acuden en la ayuda del hermano Magí y la hermana Domitila, dos especialistas en la historia de la Iglesia católica, para que les ayuden a resolver el caso. La investigación se encamina hacia los hechos de la Semana Trágica de 1901, y todas las pistas señalan que el crimen fue obra de un fanático religioso, motivado por una venganza histórica. Esta hipótesis parece ser confirmada cuando empiezan a aparecer las extremidades del cuerpo del beato en lugares antiguamente ocupados por iglesias o conventos quemados durante ese período. Se sospecha de uno de los descendientes de Diego Caldaña, un obrero textil que había sido denunciado por los miembros de la familia Piñol y Riudepera, benefactores del convento de las Corazonianas, por la profanación del mismo durante la Semana Trágica.
GIMÉNEZ BARTLETT, Alicia (1997). El silencio de los claustros. Barcelona: Ediciones Destino, 2009, ISBN: 978-84-42-334134-4.
Novela
El hermano Cristóbal muere a consecuencia de un fuerte golpe en la cabeza mientras analizaba la momia del fray Asercio. Se deduce que el asesino pudo ser un hombre corpulento y bastante alto.
La portada, en tonos rojizos, representa unas figuras borrosas de varias monjas, cuyas caras se esconden debajo de sus hábitos.
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En los dos crímenes están implicados las hermanas Domitila y Pilar (junto con sus cómplices la hermana Bárbara y la hermana Anunciación), así como el repartidor de frutas, Juanito Lledó y su hermano Miguel. Juanito tiene una relación secreta con la hermana Pilar, cuando ella queda embarazada, la hermana Domitila la convence para abortar y así no provocar un escándalo. El feto, envuelto en un trapo de cocina es introducido en el cuerpo del beato Asercio. Cuando la madre Guillermina se pone en contacto con el hermano Cristóbal para que restaure la momia, la hermana Domitila, asustada de que el crimen salga a flote, convence a Juanito para robar la momia. Sin embargo, durante el acto aparece el hermano Cristóbal de manera inoportuna, obligando al repartidor a asesinarlo. La hermana Domitila deja un cartel gótico al lado del cuerpo para confundir a la policía y luego ordena a Juanito matar a Eulalia Hermosilla, la mendiga que los había visto cargar la momia en la furgoneta. Al ser invitada a colaborar en la investigación, la hermana Domitila conduce a Delicado y Garzón por caminos equivocados, dejando pistas falsas. Juanito corta las extremidades al beato, distribuyéndolos en lugares donde habían existido conventos quemados en la Semana Trágica. Así, ayuda a producir la hipótesis de una aparente venganza histórica, confundiendo así a los agentes policiacos de los verdaderos culpables.