Cinco años después de la muerte de un empresario textil, su viuda pide que la policía reabra el caso. Se le encontró con una prostituta joven, y la culpa recayó en su chulo, aunque él fue asesinado dos meses después. Nuevos testimonios llevan a la inspectora Petra Delicado y el subinspector Fermín Garzón a Italia, donde trabajan con la policía Italiana. Descubren que hay conexiones con la mafia, y que quizás la familia Siguán tiene aún más secretos.
Giménez Bartlett, Alicia (2013). Nadie quiere saber. Barcelona: Ediciones Destino, ISBN: 978-84-2334585-4.
Novela
Adolfo Siguán muere en “circunstancias sexuales escabrosas” (p. 9). Murió de una serie de golpes en la cabeza.
Julieta López murió de un tiro entre los ojos.
Rocco Catania fue muerto a tiros.
Concha Diego está en la cárcel porque mató a su chulo con un cuchillo jamonero porque “le daba unas palizas del carajo…” (p. 43)
Los abusos sexuales de Adolfo Siguán a sus hijas cuando eran jóvenes. Con Nuria, el acoso duró hasta que tenía 15 años. Después intentó a olvidar, y se puso a trabajar en la empresa y se casó. El acoso de Elisa duró menos, y para escapar se fue a Estados Unidos. Con las dos hijas mayores fuera de casa, Siguán empezó a abusar de Rosario. Como ya era una chica frágil, “Calló hasta que no pudo más.” (p. 407) Además, Siguán intentó seguir el acoso de Rosario después de que se casó.
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Rocco Catania, el sicario, asesinó a Siguán, Quiñones y Julieta López. Fue contratado por las hermanas Siguán solo para matar a su padre. Los otros, mató por su paranoia y locura. Una familia Camorra rival probablemente mató a Catania.