La obra Pico (2018) forma parte del proyecto Piedra, papel, tijeras. Concretamente, se trata de una pieza escultórica en 3D que reproduce a pequeña escala el pico que utilizaban mi padre y mi abuelo para trabajar. Este último, como explico en el artículo que aparece en este mismo volumen, había estado prisionero en los batallones de trabajadores reconstruyendo la vía del tren. Por tanto, el pico simboliza el trabajo, pero también el castigo y la sumisión. Hacer de él un objeto reproducible me permite hablar de una memoria personal que a la vez fue compartida por miles de personas. Su pequeño tamaño también remite al juego, al souvenir o a las piezas de un coleccionable, aunque en este caso el referente original no proviene de grandes gestas, sino de herramientas cotidianas llenas de vivencias familiares.