Esta preocupación por dotar al menor de un adecuado marco jurídico de protección trasciende también de diversos Tratados Internacionales ratificados en los últimos años por España y, muy especialmente, de la Convención de Derechos del Niño, de Naciones Unidas, de 20 de noviembre de 1989, ratificada por España el 30 de noviembre de 1990, que marca el inicio de una nueva filosofía en relación con el menor, basada en un mayor reconocimiento del papel que éste desempeña en la sociedad y en la exigencia de un mayor protagonismo para el mismo.
Esta necesidad ha sido compartida por otras instancias internacionales, como
el Parlamento Europeo que, a través de la Resolución A 3-0172/92,
aprobó la Carta Europea de los Derechos del Niño.
Consecuente con el mandato constitucional y con la tendencia general apuntada,
se ha llevado a cabo, en los últimos años, un importante proceso
de renovación de nuestro ordenamiento jurídico en materia de menores.
Primero fue la Ley 11/1981, de 13 de mayo, de modificación de la Filiación,
Patria Potestad y Régimen Económico del Matrimonio, que suprimió
la distinción entre filiación legítima e ilegítima,
equiparó al padre y a la madre a efectos del ejercicio de la patria potestad
e introdujo la investigación de la paternidad.
Después se han promulgado, entre otras, las Leyes 13/1983, de 24 de octubre, sobre la tutela; la Ley 21/1987, de 11 de noviembre, por la que se modifican determinados artículos del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de adopción; la Ley Orgánica 5/1988, de 9 de junio, sobre exhibicionismo y provocación sexual en relación con los menores; la Ley Orgánica 4/1992, de 5 de junio, sobre reforma de la Ley reguladora de la competencia y el procedimiento de los Juzgados de Menores; y la Ley 25/1994, de 12 de julio, por la que se incorpora al ordenamiento jurídico español la Directiva 89/552/CEE, sobre la coordinación de disposiciones legales reglamentarias y administrativas de los Estados miembros relativas al ejercicio de actividades de radiodifusión televisiva.
De las Leyes citadas, la 21/1987, de 11 de noviembre, es la que, sin duda,
ha introducido cambios más sustanciales en el ámbito de la protección
del menor.
A raíz de la misma, el anticuado concepto de abandono fue sustituido
por la institución del desamparo, cambio que ha dado lugar a una considerable
agilización de los procedimientos de protección del menor al permitir
la asunción automática, por parte de la entidad pública
competente, de la tutela de aquél en los supuestos de desprotección
grave del mismo.
Asimismo, introdujo la consideración de la adopción como un elemento de plena integración familiar, la configuración del acogimiento familiar como una nueva institución de protección del menor, la generalización del interés superior del menor como principio inspirador de todas las actuaciones relacionadas con aquél, tanto administrativas como judiciales; y el incremento de las facultades del Ministerio Fiscal en relación con los menores, así como de sus correlativas obligaciones.
No obstante, y pese al indudable avance que esta Ley supuso y a las importantes innovaciones que introdujo, su aplicación ha ido poniendo de manifiesto determinadas lagunas, a la vez que el tiempo transcurrido desde su promulgación ha hecho surgir nuevas necesidades y demandas en la sociedad.
Numerosas instituciones, tanto públicas como privadas -las dos Cámaras Parlamentarias, el Defensor del Pueblo, el Fiscal General del Estado y diversas asociaciones relacionadas con los menores-, se han hecho eco de estas demandas, trasladando al Gobierno la necesidad de adecuar el ordenamiento a la realidad de nuestra sociedad actual.
2
La presente Ley pretende ser la primera respuesta a estas demandas, abordando
una reforma en profundidad de las tradicionales instituciones de protección
del menor reguladas en el Código Civil.
En este sentido -y aunque el núcleo central de la Ley lo constituye, como no podía ser de otra forma, la modificación de los correspondientes preceptos del citado Código-, su contenido trasciende los límites de éste para construir un amplio marco jurídico de protección que vincula a todos los Poderes Públicos, a las instituciones específicamente relacionadas con los menores, a los padres y familiares y a los ciudadanos en general.
Las transformaciones sociales y culturales operadas en nuestra sociedad han
provocado un cambio en el status social del niño y como consecuencia
de ello se ha dado un nuevo enfoque a la construcción del edificio de
los derechos humanos de la infancia.
Este enfoque reformula la estructura del derecho a la protección de la
infancia vigente en España y en la mayoría de los países
desarrollados desde finales del siglo XX, y consiste fundamentalmente en el
reconocimiento pleno de la titularidad de derechos en los menores de edad y
de una capacidad progresiva para ejercerlos.
El desarrollo legislativo postconstitucional refleja esta tendencia, introduciendo
la condición de sujeto de derechos a las personas menores de edad. Así,
el concepto "ser escuchado si tuviere suficiente juicio" se ha ido
trasladando a todo el ordenamiento jurídico en todas aquellas cuestiones
que le afectan. Este concepto introduce la dimensión del desarrollo evolutivo
en el ejercicio directo de sus derechos.
Las limitaciones que pudieran derivarse del hecho evolutivo deben interpretarse
de forma restrictiva. Más aún, esas limitaciones deben centrarse
más en los procedimientos, de tal manera que se adoptarán aquellos
que sean más adecuados a la edad del sujeto.
El ordenamiento jurídico, y esta Ley en particular, va reflejando progresivamente
una concepción de las personas menores de edad como sujetos activos,
participativos y creativos, con capacidad de modificar su propio medio personal
y social; de participar en la búsqueda y satisfacción de sus necesidades
y en la satisfacción de las necesidades de los demás.
El conocimiento científico actual nos permite concluir que no existe una diferencia tajante entre las necesidades de protección y las necesidades relacionadas con la autonomía del sujeto, sino que la mejor forma de garantizar social y jurídicamente la protección a la infancia es promover su autonomía como sujetos. De esta manera podrán ir construyendo progresivamente una percepción de control acerca de su situación personal y de su proyección de futuro. Este es el punto crítico de todos los sistemas de protección a la infancia en la actualidad. Y, por lo tanto, es el reto para todos los ordenamientos jurídicos y los dispositivos de promoción y protección de las personas menores de edad. Esta es la concepción del sujeto sobre la que descansa la presente Ley: las necesidades de los menores como eje de sus derechos y de su protección.
El Título I comienza enunciando un reconocimiento general de derechos contenidos en los Tratados Internacionales de los que España es parte, que además deben ser utilizados como mecanismo de interpretación de las distintas normas de aplicación a las personas menores de edad.
Por otra parte, del conjunto de derechos de los menores, se ha observado la necesidad de matizar algunos de ellos, combinando, con una parte, la posibilidad de su ejercicio can la necesaria protección que, por razón de la edad, los menores merecen.
Así, con el fin de reforzar los mecanismos de garantía previstos en la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen, se prohíbe la difusión de datos o imágenes referidos a menores de edad en los medios de comunicación cuando sea contrario a su interés, incluso cuando conste el consentimiento del menor. Con ello se pretende proteger al menor, que puede ser objeto de manipulación incluso por sus propios representantes legales o grupos en que se mueve. Completa esta modificación la legitimación activa al Ministerio Fiscal.
El derecho a la participación de los menores también se ha recogido expresamente en el articulado, con referencia al derecho a formar parte de asociaciones y a promover asociaciones infantiles y juveniles, con ciertos requisitos, que se completa con el derecho a participar en reuniones públicas y manifestaciones pacíficas, estableciéndose el requisito de la autorización de los padres, tutores o guardadores.
La Ley regula los principios generales de actuación frente a situaciones de desprotección social, incluyendo la obligación de la entidad pública de investigar los hechos que conozca para corregir la situación mediante la intervención de los Servicios Sociales o, en su caso, asumiendo la tutela del menor por ministerio de la ley.
De igual modo, se establece la obligación de toda persona que detecte una situación de riesgo o posible desamparo de un menor, de prestarle auxilio inmediato y de comunicar el hecho a la autoridad o sus agentes más próximos. Con carácter específico se prevé, asimismo, el deber de los ciudadanos de comunicar a las autoridades públicas competentes la ausencia del menor, de forma habitual o sin justificación, del centro escolar.
De innovadora se puede calificar la distinción, dentro de las situaciones de desprotección social del menor, entre situaciones de riesgo y de desamparo que dan lugar a un grado distinto de intervención de la entidad pública. Mientras en las situaciones de riesgo, caracterizadas por la existencia de un perjuicio para el menor que no alcanza la gravedad suficiente para justificar su separación del núcleo familiar, la citada intervención se limita a intentar eliminar, dentro de la institución familiar, los factores de riesgo, en las situaciones de desamparo, donde la gravedad de los hechos aconseja la extracción del menor de la familia, aquélla se concreta en la asunción por la entidad pública de la tutela del menor y la consiguiente suspensión de la patria potestad o tutela ordinaria.
Subyace a lo largo de la Ley una preocupación basada en la experiencia
extraída de la aplicación de la Ley 21/1987, por agilizar y clarificar
los trámites de los procedimientos administrativos y judiciales que afectan
al menor, con la finalidad de que éste no quede indefenso o desprotegido
en ningún momento.
Esta es la razón por la que, además de establecerse como principio
general, el de que toda actuación habrá de tener fundamentalmente
en cuenta el interés del menor y no interferir en su vida escolar, social
o laboral, se determina que las resoluciones que aprecien la existencia de la
situación de desamparo deberán notificarse a los padres, tutores
y guardadores, en un plazo de cuarenta y ochó horas, informándoles,
asimismo, y, a ser posible, de forma presencial y de modo claro y comprensible,
de las causas que dieron lugar a la intervención de la Administración
y de los posibles efectos de la decisión adoptada.
Respecto a las medidas que los Jueces pueden adoptar para evitar situaciones perjudiciales para los hijos, que contempla actualmente el Código Civil en el artículo 158, se amplían a todos los menores, y a situaciones que exceden del ámbito de las relaciones paterno-filiales, haciéndose extensivas a las derivadas de la tutela y de la guarda, y se establece la posibilidad de que el Juez las adopte con carácter cautelar al inicio o en el curso de cualquier proceso civil o penal.
En definitiva, se trata de consagrar un principio de agilidad e inmediatez en todos los procedimientos tanto administrativos como judiciales que afectan a menores para evitar perjuicios innecesarios que puedan derivar de la rigidez de aquéllos.
Mención especial merece el acogimiento familiar, figura que introdujo la Ley 21/1987. Este puede constituirse por la entidad pública competente cuando concurre el consentimiento de los padres. En otro caso, debe dirigirse al Juez para que sea éste quien constituya el acogimiento. La aplicación de este precepto ha obligado, hasta ahora, a las entidades públicas a internar a los menores en algún centro, incluso en aquellos casos en los que la familia extensa ha manifestado su intención de acoger al menor, por no contar con la voluntad de los padres con el consiguiente perjuicio psicológico y emocional que ello lleva consigo para los niños, que se ven privados innecesariamente de la permanencia en un ambiente familiar.
Para remediar esta situación, la presente Ley recoge la posibilidad de que la entidad pública pueda acordar en interés del menor un acogimiento provisional en familia. Este podrá ser acordado por la entidad pública cuando los padres no consientan o se opongan al acogimiento, y subsistirá mientras se tramita el necesario expediente, en tanto no se produzca resolución judicial. De esta manera, se facilita la constitución del acogimiento de aquellos niños sobre los que sus padres han mostrado el máximo desinterés.
Hasta ahora, la legislación concebía el acogimiento como una situación temporal y por tanto la regulación del mismo no hacía distinciones respecto a las distintas circunstancias en que podía encontrarse el menor, dando siempre a la familia acogedora una autonomía limitada en cuanto al cuidado del menor.
Una reflexión que actualmente se está haciendo en muchos países es si las instituciones jurídicas de protección de menores dan respuesta a la diversidad de situaciones de desprotección en la que éstos se encuentran. La respuesta es que tanto la diversificación de instituciones jurídicas como la flexibilización de las prácticas profesionales, son indispensables para mejorar cualitativamente los sistemas de protección a la infancia. Esta Ley opta en esta dirección, flexibilizando la acogida familiar y adecuando el marco de relaciones entre los acogedores y el menor acogido en función de la estabilidad de la acogida.
Atendiendo a la finalidad del mismo, se recogen tres tipos de acogimiento. Junto al acogimiento simple, cuando se dan las condiciones de temporalidad, en las que es relativamente previsible el retorno del menor a su familia, se introduce la posibilidad de constituirlo con carácter permanente, en aquellos casos en los que la edad u otras circunstancias del menor o su familia aconsejan dotarlo de una mayor estabilidad, ampliando la autonomía de la familia acogedora respecto a las funciones derivadas del cuidado del menor, mediante la atribución por el Juez de aquellas facultades de la tutela que faciliten el desempeño de sus responsabilidades.
También se recoge expresamente la modalidad del acogimiento preadoptivo que en la Ley 21/1987 aparecía únicamente en la exposición de motivos, y que también existe en otras legislaciones. Esta Ley prevé la posibilidad de establecer un período preadoptivo, a través de la formalización de un acogimiento con esta finalidad, bien sea porque la entidad pública eleve la propuesta de adopción de un menor o cuando considere necesario establecer un período de adaptación del menor a la familia antes de elevar al Juez dicha propuesta.
Con ello, se subsanan las insuficiencias de que adolecía el artículo 173.1 del Código Civil diferenciando entre los distintos tipos de acogimiento en función de que la situación de la familia pueda mejorar y que el retorno del menor no implique riesgos para éste, que las circunstancias aconsejen que se constituya con carácter permanente, o que convenga constituirlo con carácter preadoptivo. También se contemplan los extremos que deben recogerse en el documento de formalización que el Código Civil exige.
En materia de adopción, la Ley introduce la exigencia del requisito de idoneidad de los adoptantes, que habrá de ser apreciado por la entidad pública, si es ésta la que formula la propuesta, o directamente por el Juez, en otro caso. Este requisito, si bien no estaba expresamente establecido en nuestro derecho positivo, su exigencia aparece explícitamente en la Convención de los Derechos del Niño y en el Convenio de La Haya sobre protección de menores y cooperación en materia de adopción internacional y se tenía en cuenta en la práctica en los procedimientos de selección de familias adoptantes.
La Ley aborda la regulación de la adopción internacional. En los últimos años se ha producido un aumento considerable de las adopciones de niños extranjeros por parte de adoptantes españoles. En el momento de la elaboración de la Ley 21/1987 no era un fenómeno tan extendido y no había suficiente perspectiva para abordarlo en dicha reforma. La Ley diferencia las funciones que han de ejercer directamente las entidades públicas de aquellas funciones de mediación que puedan delegar en agencias privadas que gocen de la correspondiente acreditación. Asimismo, establece las condiciones y requisitos para la acreditación de estas agencias, entre los que es de destacar la ausencia de fin de lucro por parte de las mismas.
Además se modifica el artículo 9.5 del Código Civil estableciendo la necesidad de la idoneidad de los adoptantes para la eficacia en nuestro país de las adopciones constituidas en el extranjero, dando de esta manera cumplimiento al compromiso adquirido en el momento de la ratificación de la Convención de Derechos del Niño de Naciones Unidas que obliga a los Estados Parte a velar porque los niños o niñas que sean adoptados en otro país gocen de los mismos derechos que los nacionales en la adopción.
Finalmente, se abordan también en la presente Ley algunos aspectos de la tutela, desarrollando aquellos artículos del Código Civil que requieren matizaciones cuando afecten a menores de edad. Así, la tutela de un menor de edad debe tender, cuando sea posible, a la integración del menor en la familia del tutor. Además se introduce como causa de remoción la existencia de graves y reiterados problemas de convivencia y se da en este procedimiento audiencia al menor.
En todo el texto aparece reforzada la intervención del Ministerio Fiscal,
siguiendo la tendencia iniciada con la Ley 21/1987, ampliando los cauces de
actuación de esta institución, a la que, por su propio Estatuto,
corresponde la representación de los menores e incapaces que carezcan
de representación legal.
Otra cuestión que se aborda en la Ley es el internamiento del menor en
centro psiquiátrico y que con el objetivo de que se realice con las máximas
garantías por tratarse de un menor de edad, se somete a la autorización
judicial previa y a las reglas del artículo 211 del Código Civil,
con informe preceptivo del Ministerio Fiscal, equiparando, a estos efectos,
el menor al presunto incapaz y no considerando válido el consentimiento
de sus padres para que el internamiento se considere voluntario, excepción
hecha del internamiento de urgencia.
3
La Ley pretende ser respetuosa con el reparto constitucional y estatutario de
competencias entre Estado y Comunidades Autónomas.
En este sentido, la Ley regula aspectos relativos a la legislación civil y procesal y a la Administración de Justicia, para los que goza de habilitación constitucional específica en los apartados 5.º, 6.º y 8.º del artículo 149.1.
No obstante, se dejan a salvo, en una disposición final específica,
las competencias de las Comunidades Autónomas que dispongan de Derecho
Civil, Foral o especial propio, para las que la Ley se declara subsidiaria respecto
de las disposiciones específicas vigentes en aquéllas.
Asimismo, cuando se hace referencia a competencias de carácter administrativo,
se especifica que las mismas corresponden a las Comunidades Autónomas
y a las ciudades de Ceuta y Melilla, de conformidad con el reparto constitucional
de competencias y las asumidas por aquéllas en sus respectivos Estatutos.
4
Por último se incorpora a la Ley la modificación de una serie
de artículos del Código Civil con el fin de depurar los desajustes
gramaticales y de contenido producidos por las sucesivas reformas parciales
operadas en el Código.
Al margen de otras reformas que tan sólo afectaron tangencialmente a la institución de la tutela, la Ley 13/1983, de 24 de octubre, modificó el Título X del Libro I del Código Civil, rubricado "De la tutela, de la curatela y de la guarda de los menores o incapacitados" y mejoró el régimen de la tutela ordinaria que ya contemplaba el Código Civil. Asimismo, la Ley 21/1987, de 11 de noviembre, dio una nueva redacción a los artículos que regulan la tutela asumida por ministerio de la ley por las entidades públicas y cuya reforma ahora se aborda.
La coexistencia de estas dos vertientes de la institución de la tutela demanda una armonía interna en el Código Civil que la Sección Primera, de Derecho Privado, de la Comisión General de Codificación ha cubierto a través de la modificación de los artículos citados que, tras la reforma de 1983, ya resultaban incoherentes o de compleja aplicación práctica.
De este modo, y dado que la Ley tiene como objetivo básico la protección de los menores de edad a través de la tutela administrativa se ha incorporado la modificación de otros artículos en su gran mayoría conexos con esta materia.
TITULO I
De los derechos de los menores
CAPITULO I
Ambito y principios generales
Artículo 1. Ambito de aplicación.
La presente Ley y sus disposiciones de desarrollo son de aplicación
a los menores de dieciocho años que se encuentren en territorio español,
salvo que en virtud de la ley que les sea aplicable hayan alcanzado anteriormente
la mayoría de edad.
Artículo 2. Principios generales.
En la aplicación de la presente Ley primará el interés
superior de los menores sobre cualquier otro interés legítimo
que pudiera concurrir. Asimismo, cuantas medidas se adopten al amparo de la
presente Ley deberán tener un carácter educativo.
Las limitaciones a la capacidad de obrar de los menores se interpretarán de forma restrictiva.
CAPITULO II
Derechos del menor
Artículo 3. Referencia a Instrumentos Internacionales.
Los menores gozarán de los derechos que les reconoce la Constitución
y los Tratados Internacionales de los que España sea parte, especialmente
la Convención de Derechos del Niño de Naciones Unidas y los demás
derechos garantizados en el ordenamiento jurídico, sin discriminación
alguna por razón de nacimiento, nacionalidad, raza, sexo, deficiencia
o enfermedad, religión, lengua, cultura, opinión o cualquier otra
circunstancia personal, familiar o social.
La presente Ley, sus normas de desarrollo y demás disposiciones legales
relativas a las personas menores de edad, se interpretarán de conformidad
con los Tratados Internacionales de los que España sea parte y, especialmente,
de acuerdo con la Convención de los Derechos del Niño de Naciones
Unidas de 20 de noviembre de 1989.
Los poderes públicos garantizarán el respeto de los derechos
de los menores y adecuarán sus actuaciones a la presente Ley y a la mencionada
normativa internacional.
Artículo 4. Derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen.
1. Los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar
y a la propia imagen. Este derecho comprende también la inviolabilidad
del domicilio familiar y de la correspondencia, así como del secreto
de las comunicaciones.
2. La difusión de información o la utilización de imágenes
o nombre de los menores en los medios de comunicación que puedan implicar
una intromisión ilegítima en su intimidad, honra o reputación,
o que sea contraria a sus intereses, determinará la intervención
del Ministerio Fiscal, que instará de inmediato las medidas cautelares
y de protección previstas en la Ley y solicitará las indemnizaciones
que correspondan por los perjuicios causados.
3. Se considera intromisión ilegítima en el derecho al honor,
a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen del menor, cualquier
utilización de su imagen o su nombre en los medios de comunicación
que pueda implicar menoscabo de su honra o reputación, o que sea contraria
a sus intereses incluso si consta el consentimiento del menor o de sus representantes
legales.
4. Sin perjuicio de las acciones de las que sean titulares los representantes
legales del menor, corresponde en todo caso al Ministerio Fiscal su ejercicio,
que podrá actuar de oficio o a instancia del propio menor o de cualquier
persona interesada, física, jurídica o entidad pública.
5. Los padres o tutores y los poderes públicos respetarán estos
derechos y los protegerán frente a posibles ataques de terceros.
Artículo 5. Derecho a la información.
1. Los menores tienen derecho a buscar, recibir y utilizar la información
adecuada a su desarrollo.
2. Los padres o tutores y los poderes públicos velarán porque
la información que reciban los menores sea veraz, plural y respetuosa
con los principios constitucionales.
3. Las Administraciones públicas incentivarán la producción
y difusión de materiales informativos y otros destinados a los menores,
que respeten los criterios enunciados, al mismo tiempo que facilitarán
el acceso de los menores a los servicios de información, documentación,
bibliotecas y demás servicios culturales.
En particular, velarán porque los medios de comunicación en sus
mensajes dirigidos a menores promuevan los valores de igualdad, solidaridad
y respeto a los demás, eviten imágenes de violencia, explotación
en las relaciones interpersonales o que reflejen un trato degradante o sexista.
4. Para garantizar que la publicidad o mensajes dirigidos a menores o emitidos
en la programación dirigida a éstos, no les perjudique moral o
físicamente, podrá ser regulada por normas especiales.
5. Sin perjuicio de otros sujetos legitimados, corresponde en todo caso al
Ministerio Fiscal y a las Administraciones públicas competentes en materia
de protección de menores el ejercicio de las acciones de cese y rectificación
de publicidad ilícita.
Artículo 6. Libertad ideológica.
1. El menor tiene derecho a la libertad de ideología, conciencia y religión.
2. El ejercicio de los derechos dimanantes de esta libertad tiene únicamente
las limitaciones prescritas por la Ley y el respeto de los derechos y libertades
fundamentales de los demás.
3. Los padres o tutores tienen el derecho y el deber de cooperar para que el
menor ejerza esta libertad de modo que contribuya a su desarrollo integral.
Artículo 7. Derecho de participación, asociación y reunión.
1. Los menores tienen derecho a participar plenamente en la vida social, cultural,
artística y recreativa de su entorno, así como a una incorporación
progresiva a la ciudadanía activa.
Los poderes públicos promoverán la constitución de órganos
de participación de los menores y de las organizaciones sociales de infancia.
2. Los menores tienen el derecho de asociación que, en especial, comprende:
a) El derecho a formar parte de asociaciones y organizaciones juveniles de
los partidos políticos y sindicatos, de acuerdo con la Ley y los Estatutos.
b) El derecho a promover asociaciones infantiles y juveniles e inscribirlas
de conformidad con la Ley. Los menores podrán formar parte de los órganos
directivos de estas asociaciones.
Para que las asociaciones infantiles y juveniles puedan obligarse civilmente,
deberán haber nombrado, de acuerdo con sus Estatutos, un representante
legal con plena capacidad.
Cuando la pertenencia de un menor o de sus padres a una asociación impida
o perjudique al desarrollo integral del menor, cualquier interesado, persona
física o jurídica, o entidad pública, podrá dirigirse
al Ministerio Fiscal para que promueva las medidas jurídicas de protección
que estime necesarias.
3. Los menores tienen derecho a participar en reuniones públicas y manifestaciones
pacíficas, convocadas en los términos establecidos por la Ley.
En iguales términos, tienen también derecho a promoverlas y convocarlas
con el consentimiento expreso de sus padres, tutores o guardadores.
Artículo 8. Derecho a la libertad de expresión.
1. Los menores gozan del derecho a la libertad de expresión en los términos
constitucionalmente previstos. Esta libertad de expresión tiene también
su límite en la protección de la intimidad y la imagen del propio
menor recogida en el artículo 4 de esta Ley.
2. En especial, el derecho a la libertad de expresión de los menores
se extiende:
a) A la publicación y difusión de sus opiniones.
b) A la edición y producción de medios de difusión.
c) Al acceso a las ayudas que las Administraciones públicas establezcan
con tal fin.
3. El ejercicio de este derecho podrá estar sujeto a las restricciones
que prevea la Ley para garantizar el respeto de los derechos de los demás
o la protección de la seguridad, salud, moral u orden público.
Artículo 9. Derecho a ser oído.
1. El menor tiene derecho a ser oído, tanto en el ámbito familiar
como en cualquier procedimiento administrativo o judicial en que esté
directamente implicado y que conduzca a una decisión que afecte a su
esfera personal, familiar o social.
En los procedimientos judiciales, las comparecencias del menor se realizarán
de forma adecuada a su situación y al desarrollo evolutivo de éste,
cuidando de preservar su intimidad.
2. Se garantizará que el menor pueda ejercitar este derecho por sí
mismo o a través de la persona que designe para que le represente, cuando
tenga suficiente juicio.
No obstante, cuando ello no sea posible o no convenga al interés del
menor, podrá conocerse su opinión por medio de sus representantes
legales, siempre que no sean parte interesada ni tengan intereses contrapuestos
a los del menor, o a través de otras personas que por su profesión
o relación de especial confianza con él puedan transmitirla objetivamente.
3. Cuando el menor solicite ser oído directamente o por medio de persona que le represente, la denegación de la audiencia será motivada y comunicada al Ministerio Fiscal y a aquéllos.
CAPITULO III
Medidas y principios rectores de la acción administrativa
Artículo 10. Medidas para facilitar el ejercicio de los derechos.
1. Los menores tienen derecho a recibir de las Administraciones públicas
la asistencia adecuada para el efectivo ejercicio de sus derechos y que se garantice
su respeto.
2. Para la defensa y garantía de sus derechos el menor puede:
a) Solicitar la protección y tutela de la entidad pública competente.
b) Poner en conocimiento del Ministerio Fiscal las situaciones que considere
que atentan contra sus derechos con el fin de que éste promueva las acciones
oportunas.
c) Plantear sus quejas ante el Defensor del Pueblo. A tal fin, uno de los Adjuntos
de dicha institución se hará cargo de modo permanente de los asuntos
relacionados con los menores.
d) Solicitar los recursos sociales disponibles de las Administraciones públicas.
3. Los menores extranjeros que se encuentren en España tienen derecho
a la educación. Tienen derecho a la asistencia sanitaria y a los demás
servicios públicos los menores extranjeros que se hallen en situación
de riesgo o bajo la tutela o guarda de la Administración pública
competente, aun cuando no residieran legalmente en España.
4. Una vez constituida la guarda o tutela a que se refiere el apartado anterior
de este artículo, la Administración pública competente
facilitará a los menores extranjeros la documentación acreditativa
de su situación, en los términos que reglamentariamente se determinen.
Artículo 11. Principios rectores de la acción administrativa.
1. Las Administraciones públicas facilitarán a los menores la
asistencia adecuada para el ejercicio de sus derechos.
Las Administraciones públicas, en los ámbitos que les son propios
articularán políticas integrales encaminadas al desarrollo de
la infancia por medio de los medios oportunos, de modo muy especial, cuanto
se refiera a los derechos enumerados en esta Ley. Los menores tienen derecho
a acceder a tales servicios por sí mismos o a través de sus padres
o tutores o instituciones en posición equivalente, quienes a su vez,
tienen el deber de utilizarlos en beneficio de los menores. Se impulsarán
políticas compensatorias dirigidas a corregir las desigualdades sociales.
En todo caso, el contenido esencial de los derechos del menor no podrá
quedar afectado por falta de recursos sociales básicos.
Las Administraciones públicas deberán tener en cuenta las necesidades
del menor al ejercer sus competencias, especialmente en materia de control sobre
productos alimentícias, consumo, vivienda, educación, sanidad,
cultura, deporte, espectáculos, medios de comunicación, transportes
y espacios libres en las ciudades.
Las Administraciones públicas tendrán particularmente en cuenta
la adecuada regulación y supervisión de aquellos espacios, centros
y servicios, en los que permanecen habitualmente niños y niñas,
en lo que se refiere a sus condiciones físico-ambientales, higiénico-sanitarias
y de recursos humanos y a sus proyectos educativos, participación de
los menores y demás condiciones que contribuyan a asegurar sus derechos.
2. Serán principios rectores de la actuación de los poderes públicos,
los siguientes:
a) La supremacía del interés del menor.
b) El mantenimiento del menor en el medio familiar de origen salvo que no sea
conveniente para su interés.
c) Su integración familiar y social.
d) La prevención de todas aquellas situaciones que puedan perjudicar
su desarrollo personal.
e) Sensibilizar a la población ante situaciones de indefensión
del menor.
f) Promover la participación y la solidaridad social.
g) La objetividad, imparcialidad y seguridad jurídica en la actuación
protectora garantizando el carácter colegiado e interdisciplinar en la
adopción de medidas.
TITULO II
Actuaciones en situación de desprotección social del menor e instituciones
de protección de menores
CAPITULO I
Actuaciones en situaciones de desprotección social del menor
Artículo 12. Actuaciones de protección.
1. La protección del menor por los poderes públicos se realizará
mediante la prevención y reparación de situaciones de riesgo,
con el establecimiento de los servicios adecuados para tal fin, el ejercicio
de la guarda, y, en los casos de desamparo, la asunción de la tutela
por ministerio de la Ley.
2. Los poderes públicos velarán para que los padres, tutores
o guardadores desarrollen adecuadamente sus responsabilidades, y facilitarán
servicios accesibles en todas las áreas que afectan al desarrollo del
menor.
Artículo 13. Obligaciones de los ciudadanos y deber de reserva.
1. Toda persona o autoridad, y especialmente aquellos que por su profesión
o función, detecten una situación de riesgo o posible desamparo
de un menor, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes más próximos,
sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise.
2. Cualquier persona o autoridad que tenga conocimiento de que un menor no
está escolarizado o no asiste al centro escolar de forma habitual y sin
justificación, durante el período obligatorio, deberá ponerlo
en conocimiento de las autoridades públicas competentes, que adoptarán
las medidas necesarias para su escolarización.
3. Las autoridades y las personas que por su profesión o función
conozcan el caso actuarán con la debida reserva.
En las actuaciones se evitará toda interferencia innecesaria en la vida
del menor.
Artículo 14. Atención inmediata.
Las autoridades y servicios públicos tienen obligación de prestar
la atención inmediata que precise cualquier menor, de actuar si corresponde
a su ámbito de competencias o de dar traslado en otro caso al órgano
competente y de poner los hechos en conocimiento de los representantes legales
del menor, o cuando sea necesario, del Ministerio Fiscal.
Artículo 15. Principio de colaboración.
En toda intervención se procurará contar con la colaboración
del menor y su familia y no interferir en su vida escolar, social o laboral.
Artículo 16. Evaluación de la situación.
Las entidades públicas competentes en materia de protección de
menores estarán obligadas a verificar la situación denunciada
y a adoptar las medidas necesarias para resolverla en función del resultado
de aquella actuación.
Artículo 17. Actuaciones en situaciones de riesgo.
En situaciones de riesgo de cualquier índole que perjudiquen el desarrollo
personal o social del menor, que no requieran la asunción de la tutela
por ministerio de la Ley, la actuación de los poderes públicos
deberá garantizar en todo caso los derechos que le asisten y se orientará
a disminuir los factores de riesgo y dificultad social que incidan en la situación
personal y social en que se encuentra y a promover los factores de protección
del menor y su familia.
Una vez apreciada la situación de riesgo, la entidad pública competente
en materia de protección de menores pondrá en marcha las actuaciones
pertinentes para reducirla y realizará el seguimiento de la evolución
del menor en la familia.
Artículo 18. Actuaciones en situación de desamparo.
1. Cuando la entidad pública competente considere que el menor se encuentra
en situación de desamparo, actuará en la forma prevista en el
artículo 172 y siguientes del Código Civil, asumiendo la tutela
de aquél, adoptando las oportunas medidas de protección y poniéndolo
en conocimiento del Ministerio Fiscal.
2. Cada entidad pública designará el órgano que ejercerá
la tutela de acuerdo con sus estructuras orgánicas de funcionamiento.
Artículo 19. Guarda de menores.
Además de la guarda de los menores tutelados por encontrarse en situación
de desamparo, la entidad pública podrá asumir la guarda en los
términos previstos en el artículo 172 del Código Civil,
cuando los padres o tutores no puedan cuidar de un menor o cuando así
lo acuerde el Juez en los casos en que legalmente proceda.
Artículo 20. Acogimiento familiar.
El acogimiento familiar, de acuerdo con su finalidad y con independencia del
procedimiento en que se acuerde, revestirá las modalidades establecidas
en el Código Civil.
Artículo 21. Servicios especializados.
1. Cuando la entidad pública acuerde la acogida residencial de un menor,
teniendo en cuenta que es necesario que tenga una experiencia de vida familiar,
principalmente en la primera infancia, procurará que el menor permanezca
internado durante el menor tiempo posible, salvo que convenga al interés
del menor.
2. Todos los servicios, hogares funcionales o centros dirigidos a menores,
deberán estar autorizados y acreditados por la entidad pública.
La entidad pública regulará de manera diferenciada el régimen
de funcionamiento de los servicios especializados y los inscribirá en
el registro correspondiente a las entidades y servicios de acuerdo con sus disposiciones,
prestando especial atención a la seguridad, sanidad, número y
cualificación profesional de su personal, proyecto educativo, participación
de los menores en su funcionamiento interno, y demás condiciones que
contribuyan a asegurar sus derechos.
3. A los efectos de asegurar la protección de los derechos de los menores,
la entidad pública competente en materia de protección de menores
deberá realizar la inspección y supervisión de los centros
y servicios semestralmente y siempre que así lo exijan las circunstancias.
4. Asimismo, el Ministerio Fiscal deberá ejercer su vigilancia sobre
todos los centros que acogen menores.
Artículo 22. Información a los familiares.
La entidad pública que tenga menores bajo su guarda o tutela deberá informar a los padres, tutores o guardadores sobre la situación de aquéllos cuando no exista resolución judicial que lo prohíba.
CAPITULO II
De la tutela
Artículo 23. Indices de tutelas.
Para el ejercicio de la función de vigilancia de la tutela que atribuyen al Ministerio Fiscal los artículos 174 y 232 del Código Civil, se llevará en cada Fiscalía un Indice de Tutelas de Menores.
CAPITULO III
De la adopción
Artículo 24. Adopción de menores.
La adopción se ajustará a lo establecido por la legislación
civil aplicable.
Artículo 25. Adopción internacional.
1. En materia de adopción internacional, corresponde a las entidades
públicas:
a) La recepción y tramitación de las solicitudes, ya sea directamente
o a través de entidades debidamente acreditadas.
b) La expedición, en todo caso, de los certificados de idoneidad y, cuando
lo exija el país de origen del adoptando, la expedición del compromiso
de seguimiento.
c) La acreditación, control, inspección y la elaboración
de directrices de actuación de las entidades que realicen funciones de
mediación en su ámbito territorial.
Las funciones de mediación a realizar por las entidades acreditadas
serán las siguientes:
-Información y asesoramiento a los interesados en materia de adopción
internacional.
-Intervención en la tramitación de expedientes de adopción
ante las autoridades competentes, tanto españolas como extranjeras.
-Asesoramiento y apoyo a los solicitantes de adopción en los trámites
y gestiones que deben realizar en España y en el extranjero.
Sólo podrán ser acreditadas las entidades sin ánimo de
lucro inscritas en el registro correspondiente, que tengan como finalidad en
sus estatutos la protección de menores, dispongan de los medios materiales
y equipos pluridisciplinares necesarios para el desarrollo de las funciones
encomendadas y estén dirigidas y administradas por personas cualificadas
por su integridad moral y por su formación en el ámbito de la
adopción internacional.
Las entidades públicas podrán retirar la acreditación
concedida, mediante expediente contradictorio a aquellas entidades de mediación
que dejen de cumplir las condiciones que motivaran su concesión o que
infrinjan en su actuación el ordenamiento jurídico.
2. La comunicación entre las autoridades centrales españolas
competentes y las autoridades competentes de otros Estados se coordinará
de acuerdo con lo previsto en el Convenio relativo a la Protección del
Niño y a la Cooperación en materia de Adopción Internacional,
hecho en La Haya el 29 de mayo de 1993 y ratificado por España mediante
Instrumento de 30 de junio de 1995. En las adopciones internacionales nunca
podrán producirse beneficios financieros distintos de aquellos que fueran
precisos para cubrir los gastos estrictamente necesarios.
4. Las entidades públicas competentes crearán un registro de
reclamaciones formuladas por las personas que acudan a las entidades acreditadas
de este artículo.
Disposición adicional primera.
Se aplicarán las normas de la jurisdicción voluntaria a las actuaciones
que se sigan:
1.º Para adoptar las medidas previstas en el artículo 158 del Código
Civil.
2.º Contra las resoluciones que declaren el desamparo y la asunción
de la tutela por ministerio de la Ley y la idoneidad de los solicitantes de
adopción.
3.º Para cualesquiera otras reclamaciones frente a resoluciones de las
entidades públicas que surjan con motivo del ejercicio de sus funciones
en materia de tutela o guarda de menores.
En el indicado procedimiento, los recursos se admitirán, en todo caso
en un solo efecto.
Quedará siempre a salvo el ejercicio de las acciones en la vía
judicial ordinaria.
Disposición adicional segunda.
Para la inscripción en el Registro español de las adopciones
constituidas en el extranjero, el encargado del Registro apreciará la
concurrencia de los requisitos del artículo 9.5 del Código Civil.
Disposición adicional tercera.
Con excepción de las declaraciones de incapacitación y de prodigalidad,
las demás actuaciones judiciales previstas en los Títulos IX y
X del Libro I del Código Civil se ajustarán al procedimiento previsto
para la jurisdicción voluntaria, con las siguientes particularidades:
1.ª Tanto el Juez como el Ministerio Fiscal actuarán de oficio
en interés del menor o incapaz, adoptando y proponiendo las medidas,
diligencias y pruebas que estimen oportunas. Suplirán la pasividad de
los particulares y les asesorarán sobre sus derechos y sobre el modo
de subsanar los defectos de sus solicitudes.
2.ª No será necesaria la intervención de Abogado ni de Procurador.
3.ª La oposición de algún interesado se ventilará
en el mismo procedimiento, sin convertirlo en contencioso.
Disposición transitoria única.
Los procedimientos iniciados con anterioridad a la entrada en vigor de esta
Ley se regirán por la normativa anterior.
Disposición derogatoria única.
Queda derogado el Decreto de 2 de julio de por el que se aprueba el texto refundido
de la Legislación sobre Protección de Menores y cuantas normas
se opongan a la presente Ley.
Disposición final primera.
El artículo 9.4 del CódigoCivil, tendrá la siguiente redacción:
"El carácter y contenido de la filiación, incluida la adoptiva
y las relaciones paterno-filiales, se regirán por la Ley personal del
hijo y si no pudiera determinarse ésta, se estará a la de la residencia
habitual del hijo".
Disposición final segunda.
El artículo 9.5 del Código Civil, párrafos tercero, cuarto
y quinto, tendrá la siguiente redacción:
"Para la constitución de la adopción, los Cónsules
españoles tendrán las mismas atribuciones que el Juez, siempre
que el adoptante sea español y el adoptando esté domiciliado en
la demarcación consular. La propuesta previa será formulada por
la entidad pública correspondiente al último lugar de residencia
del adoptante en España. Si el adoptante no tuvo residencia en España
en los dos últimos años, no será necesaria propuesta previa,
pero el Cónsul recabará de las autoridades del lugar de residencia
de aquél informes suficientes para valorar su idoneidad.
En la adopción constituida por la competente autoridad extranjera, la
Ley del adoptando regirá en cuanto a capacidad y consentimientos necesarios.
Los consentimientos exigidos por tal Ley podrán prestarse ante una autoridad
del país en que se inició la constitución o, posteriormente,
ante cualquier otra autoridad competente. En su caso, para la adopción
de un español será necesario el consentimiento de la entidad pública
correspondiente a la última residencia del adoptando en España.
No será reconocida en España como adopción la constituida
en el extranjero por adoptante español, si los efectos de aquélla
no se corresponden con los previstos por la legislación española.
Tampoco lo será, mientras la entidad pública competente no haya
declarado la idoneidad del adoptante, si éste fuera español y
estuviera domiciliado en España al tiempo de la adopción".
Disposición final tercera.
El artículo 149 del Código Civil, tendrá la siguiente
redacción:
"El obligado a prestar alimentos podrá, a su elección, satisfacerlos,
o pagando la pensión que se fije, o recibiendo y manteniendo en su propia
casa al que tiene derecho a ellos.
Esta elección no será posible en cuanto contradiga la situación
de convivencia determinada para el alimentista por las normas aplicables o por
resolución judicial. También podrá ser rechazada cuando
concurra justa causa o perjudique el interés del alimentista menor de
edad".
Disposición final cuarta.
El artículo 158 del Código Civil tendrá la siguiente redacción:
"El Juez, de oficio o a instancia del propio hijo, de cualquier pariente
o del Ministerio Fiscal, dictará:
1.º Las medidas convenientes para asegurar la prestación de alimentos
y proveer a las futuras necesidades del hijo, en caso de incumplimiento de este
deber, por sus padres.
2.º Las disposiciones apropiadas a fin de evitar a los hijos perturbaciones
dañosas en los casos de cambio de titular de la potestad de guarda.
3.º En general, las demás disposiciones que considere oportunas,
a fin de apartar al menor de un peligro o de evitarle perjuicios.
Todas estas medidas podrán adoptarse dentro de cualquier proceso civil o penal o bien en un procedimiento de jurisdicción voluntaria".
Disposición final quinta.
El artículo 172 del Código Civil queda redactado como sigue:
"1. La entidad pública a la que, en el respectivo territorio,
esté encomendada la protección de los menores, cuando constate
que un menor se encuentra en situación de desamparo, tiene por ministerio
de la Ley la tutela del mismo y deberá adoptar las medidas de protección
necesarias para su guarda, poniéndolo en conocimiento del Ministerio
Fiscal, y notificando en legal forma a los padres, tutores o guardadores, en
un plazo de cuarenta y ocho horas. Siempre que sea posible, en el momento de
la notificación se les informará de forma presencial y de modo
claro y comprensible de las causas que dieron lugar a la intervención
de la Administración y de los posibles efectos de la decisión
adoptada.
Se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho
a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes
de protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores,
cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material.
La asunción de la tutela atribuida a la entidad pública lleva consigo la suspensión de la patria potestad o de la tutela ordinaria.
No obstante, serán válidos los actos de contenido patrimonial
que realicen los padres o tutores en representación del menor y que sean
beneficiosos para él.
2. Cuando los padres o tutores, por circunstancias graves, no puedan cuidar
al menor, podrán solicitar de la entidad pública competente que
ésta asuma su guarda durante el tiempo necesario.
La entrega de la guarda se hará constar por escrito dejando constancia
de que los padres o tutores han sido informados de las responsabilidades que
siguen manteniendo respecto del hijo, así como de la forma en que dicha
guarda va a ejercerse por la Administración. Cualquier variación
posterior de la forma de ejercicio será fundamentada y comunicada a aquéllos
y al Ministerio Fiscal.
Asimismo, se asumirá la guarda por la entidad pública cuando
así lo acuerde el Juez en los casos en que legalmente proceda.
3. La guarda asumida a solicitud de los padres o tutores o como función
de la tutela por ministerio de la Ley, se realizará mediante el acogimiento
familiar o el acogimiento residencial. El acogimiento familiar se ejercerá
por la persona o personas que determine la entidad pública. El acogimiento
residencial se ejercerá por el Director del centro donde sea acogido
el menor.
4. Se buscará siempre el interés del menor y se procurará,
cuando no sea contrario a ese interés, su reinserción en la propia
familia y que la guarda de los hermanos se confíe a una misma institución
o persona.
5. Si surgieren problemas graves de convivencia entre el menor y la persona
o personas a quien hubiere sido confiado en guarda, aquél o persona interesada
podrá solicitar la remoción de ésta.
6. Las resoluciones que aprecien el desamparo y declaren la asunción de la tutela por ministerio de la Ley serán recurribles ante la jurisdicción civil sin necesidad de reclamación administrativa previa".
Disposición final sexta.
El artículo 173 del Código Civil tendrá la siguiente redacción:
"1. El acogimiento familiar produce la plena participación del
menor en la vida de familia e impone a quien lo recibe las obligaciones de velar
por él, tenerlo en su compañía, alimentarlo, educarlo y
procurarle una formación integral.
Este acogimiento se podrá ejercer por la persona o personas que sustituyan
al núcleo familiar del menor o por responsable del hogar funcional.
2. El acogimiento se formalizará por escrito, con el consentimiento
de la entidad pública, tenga o no la tutela o la guarda, de las personas
que reciban al menor y de éste si tuviera doce años cumplidos.
Cuando fueran conocidos los padres que no estuvieran privados de la patria potestad,
o el tutor, será necesario también que presten o hayan prestado
su consentimiento, salvo que se trate de un acogimiento familiar provisional
a que hace referencia el apartado 3 de este artículo.
El documento de formalización del acogimiento familiar, a que se refiere
el párrafo anterior, incluirá los siguientes extremos:
1.º Los consentimientos necesarios.
2.º Modalidad del acogimiento y duración prevista para el mismo.
3.º Los derechos y deberes de cada una de las partes, y en particular:
a) La periodicidad de las visitas por parte de la familia del menor acogido.
b) El sistema de cobertura por parte de la entidad pública o de otros
responsables civiles de los daños que sufra el menor o de los que pueda
causar a terceros.
c) La asunción de los gastos de manutención, educación
y atención sanitaria.
4.º El contenido del seguimiento que, en función de la finalidad
del acogimiento, vaya a realizar la entidad pública, y el compromiso
de colaboración de la familia acogedora al mismo.
5.º La compensación económica que, en su caso, vayan a recibir
los acogedores.
6.º Si los acogedores actúan con carácter profesionalizado
o si el acogimiento se realiza en un hogar funcional, se señalará
expresamente.
7.º Informe de los servicios de atención a menores.
Dicho documento se remitirá al Ministerio Fiscal.
3. Si los padres o el tutor no consienten o se oponen al mismo, el acogimiento
sólo podrá ser acordado por el Juez, en interés del menor,
conforme a los trámites de la Ley de Enjuiciamiento Civil. La propuesta
de la entidad pública contendrá los mismos extremos referidos
en el número anterior.
No obstante, la entidad pública podrá acordar en interés
del menor, un acogimiento familiar provisional, que subsistirá hasta
tanto se produzca resolución judicial.
La entidad pública, una vez realizadas las diligencias oportunas, y
concluido el expediente, deberá presentar la propuesta al Juez de manera
inmediata y, en todo caso, en el plazo máximo de quince días.
4. El acogimiento del menor cesará:
1.º Por decisión judicial.
2.º Por decisión de las personas que lo tienen acogido, previa comunicación
de éstas a la entidad pública.
3.º A petición del tutor o de los padres que tengan la patria potestad
y reclamen su compañía.
4.º Por decisión de la entidad pública que tenga la tutela
o guarda del menor, cuando lo considere necesario para salvaguardar el interés
de éste oídos los acogedores.
Será precisa resolución judicial de cesación cuando el
acogimiento haya sido dispuesto por el Juez.
5. Todas las actuaciones de formalización y cesación del acogimiento
se practicarán con la obligada reserva".
Disposición final séptima.
Se introduce en el Código Civil un nuevo artículo con el número
173 bis, con la siguiente redacción:
"Artículo 173 bis.
El acogimiento familiar, podrá adoptar las siguientes modalidades atendiendo
a su finalidad:
1.º Acogimiento familiar simple, que tendrá carácter transitorio,
bien porque de la situación del menor se prevea la reinserción
de éste en su propia familia bien en tanto se adopte una medida de protección
que revista un carácter más estable.
2.º Acogimiento familiar permanente, cuando la edad u otras circunstancias
del menor y su familia así lo aconsejen y así lo informen los
servicios de atención al menor. En tal supuesto, la entidad pública
podrá solicitar del Juez que atribuya a los acogedores aquellas facultades
de la tutela que faciliten el desempeño de sus responsabilidades, atendiendo
en todo caso al interés superior del menor.
3.º Acogimiento familiar preadoptivo, que se formalizará por la
entidad pública cuando ésta eleve la propuesta de adopción
del menor, informada por los servicios de atención al menor, ante la
autoridad judicial, siempre que los acogedores reúnan los requisitos
necesarios para adoptar, hayan sido seleccionados y hayan prestado ante la entidad
pública su consentimiento a la adopción, y se encuentre el menor
en situación jurídica adecuada para su adopción.
La entidad pública podrá formalizar, asimismo, un acogimiento familiar preadoptivo cuando considere, con anterioridad a la presentación de la propuesta de adopción, que fuera necesario establecer un período de adaptación del menor a la familia. Este período será lo más breve posible y, en todo caso, no podrá exceder del plazo de un año".
Disposición final octava.
El artículo 174.2 del Código Civil queda redactado como sigue:
"2. A tal fin, la entidad pública le dará noticia inmediata
de los nuevos ingresos de menores y le remitirá copia de las resoluciones
administrativas y de los escritos de formalización relativos a la constitución,
variación y cesación de las tutelas, guardas y acogimientos. Igualmente
le dará cuenta de cualquier novedad de interés en las circunstancias
del menor.
El Fiscal habrá de comprobar, al menos semestralmente, la situación
del menor, y promoverá ante el Juez las medidas de protección
que estime necesarias".
Disposición final novena.
El artículo 175.1 del Código Civil queda redactado como sigue:
"1. La adopción requiere que el adoptante sea mayor de veinticinco
años. En la adopción por ambos cónyuges basta que uno de
ellos haya alcanzado dicha edad. En todo caso, el adoptante habrá de
tener, por lo menos, catorce años más que el adoptado".
Disposición final décima.
El artículo 176 del Código Civil quedará redactado como
sigue:
"1. La adopción se constituye por resolución judicial, que
tendrá en cuenta siempre el interés del adoptando y la idoneidad
del adoptante o adoptantes para el ejercicio de la patria potestad.
2. Para iniciar el expediente de adopción es necesaria la propuesta
previa de la entidad pública a favor del adoptante o adoptantes que dicha
entidad pública haya declarado idóneos para el ejercicio de la
patria potestad. La declaración de idoneidad podrá ser previa
a la propuesta.
No obstante, no se requiere propuesta cuando en el adoptando concurra alguna
de las circunstancias siguientes:
1.ª Ser huérfano y pariente del adoptante en tercer grado por consanguinidad
o afinidad.
2.ª Ser hijo del consorte del adoptante.
3.ª Llevar más de un año acogido legalmente bajo la medida
de un acogimiento preadoptivo o haber estado bajo su tutela por el mismo tiempo.
4.ª Ser mayor de edad o menor emancipado.
3. En los tres primeros supuestos del apartado anterior podrá constituirse la adopción, aunque el adoptante hubiere fallecido, si éste hubiese prestado ya ante el Juez su consentimiento. Los efectos de la resolución judicial en este caso se retrotraerán a la fecha de prestación de tal consentimiento".
Disposición final undécima.
El artículo 177 del Código Civil quedará redactado como sigue:
"1. Habrán de consentir la adopción, en presencia del Juez,
el adoptante o adoptantes y el adoptando mayor de doce años.
2. Deberán asentir a la adopción en la forma establecida en la
Ley de Enjuiciamiento Civil:
1.º El cónyuge del adoptante, salvo que medie separación
legal por sentencia firme o separación de hecho por mutuo acuerdo que
conste fehacientemente.
2.º Los padres del adoptando que no se hallare emancipado, a menos que
estuvieran privados de la patria potestad por sentencia firme o incursos en
causa legal para tal privación. Esta situación sólo podrá
apreciarse en procedimiento judicial contradictorio, el cual podrá tramitarse
como dispone el artículo 1827 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.
No será necesario el asentimiento cuando los que deban prestarlo se encuentren
imposibilitados para ello, imposibilidad que se apreciará motivadamente
en la resolución judicial que constituya la adopción.
El asentimiento de la madre no podrá prestarse hasta que hayan transcurrido
treinta días desde el parto.
3. Deberán ser simplemente oídos por el Juez:
1.º Los padres que no hayan sido privados de la patria potestad, cuando
su asentimiento no sea necesario para la adopción.
2.º El tutor y, en su caso, el guardador o guardadores.
3.º El adoptando menor de doce años, si tuviere suficiente juicio.
4.º La entidad pública, a fin de apreciar la idoneidad del adoptante,
cuando el adoptando lleve más de un año acogido legalmente por
aquél".
Disposición final duodécima.
El primer párrafo del artículo 211 del Código Civil tendrá
la siguiente redacción:
"El internamiento por razón de trastorno psíquico, de una persona que no esté en condiciones de decidirlo por sí, aunque esté sometida a la patria potestad, requerirá autorización judicial. Esta será previa al internamiento, salvo que razones de urgencia hiciesen necesaria la inmediata adopción de la medida, de la que se dará cuenta cuanto antes al Juez y, en todo caso, dentro del plazo de veinticuatro horas. El internamiento de menores, se realizará en todo caso en un establecimiento de salud mental adecuado a su edad, previo informe de los servicios de asistencia al menor".
Disposición final decimotercera.
El artículo 216 del Código Civil tendrá un segundo párrafo con la siguiente redacción:
"Las medidas y disposiciones previstas en el artículo 158 de este Código podrán ser acordadas también por el Juez, de oficio o a instancia de cualquier interesado, en todos los supuestos de tutela o guarda, de hecho o de derecho, de menores e incapaces, en cuanto lo requiera el interés de éstos".
Disposición final decimocuarta.
El artículo 234 del Código Civil tendrá un último párrafo con la siguiente redacción:
"Se considera beneficiosa para el menor la integración en la vida
de familia del tutor".
Disposición final decimoquinta.
El artículo 247 del Código Civil tendrá la siguiente redacción:
"Serán removidos de la tutela los que después de deferida incurran en causa legal de inhabilidad, o se conduzcan mal en el desempeño de la tutela, por incumplimiento de los deberes propios del cargo o por notoria ineptitud de su ejercicio, o cuando surgieran problemas de convivencia graves y continuados".
Disposición final decimosexta.
El artículo 248 del Código Civil tendrá la siguiente redacción:
"El Juez, de oficio o a solicitud del Ministerio Fiscal, del tutelado
o de otra persona interesada, decretará la remoción del tutor,
previa audiencia de éste si, citado, compareciere. Asimismo se dará
audiencia al tutelado si tuviere suficiente juicio".
Disposición final decimoséptima.
Se añade un segundo párrafo al artículo 260 del Código
Civil con la siguiente redacción:
"No obstante, la entidad pública que asuma la tutela de un menor por ministerio de la Ley o la desempeñe por resolución judicial no precisará prestar fianza".
Disposición final decimoctava.
1. Los artículos del Código Civil que se relacionan a continuación
quedarán redactados como sigue:
Párrafo segundo del artículo 166:
"Los padres deberán recabar autorización judicial para repudiar
la herencia o legado deferidos al hijo. Si el Juez denegase la autorización,
la herencia sólo podrá ser aceptada a beneficio de inventario".
Párrafo segundo del artículo 185:
"Serán aplicables a los representantes dativos del ausente, en
cuanto se adapten a su especial representación, los preceptos que regulan
el ejercicio de la tutela y las causas de inhabilidad, remoción y excusa
de los tutores".
Artículo 271:
"El tutor necesita autorización judicial:
1.º Para internar al tutelado en un establecimiento de salud mental o
de educación o formación especial.
2.º Para enajenar o gravar bienes inmuebles, establecimientos mercantiles
o industriales, objetos preciosos y valores mobiliarios de los menores o incapacitados,
o celebrar contratos o realizar actos que tengan carácter dispositivo
y sean susceptibles de inscripción. Se exceptúa la venta del derecho
de suscripción preferente de acciones. 3.º Para renunciar derechos,
así como transigir o someter a arbitraje cuestiones en que el tutelado
estuviese interesado.
4.º Para aceptar sin beneficio de inventario cualquier herencia, o para
repudiar ésta o las liberalidades.
5.º Para hacer gastos extraordinarios en los bienes.
6.º Para entablar demanda en nombre de los sujetos a tutela, salvo en
los asuntos urgentes o de escasa cuantía.
7.º Para ceder bienes en arrendamiento por tiempo superior a seis años.
8.º Para dar y tomar dinero a préstamo.
9.º Para disponer a título gratuito de bienes o derechos del tutelado.
10. Para ceder a terceros los créditos que el tutelado tenga contra
él, o adquirir a título oneroso los créditos de terceros
contra el tutelado".
Artículo 272:
"No necesitarán autorización judicial la partición
de herencia ni la división de cosa común realizadas por el tutor,
pero una vez practicadas requerirán aprobación judicial".
Artículo 273:
"Antes de autorizar o aprobar cualquiera de los actos comprendidos en
los dos artículos anteriores el Juez oirá al Ministerio Fiscal
y al tutelado, si fuese mayor de doce años o lo considera oportuno, y
recabará los informes que le sean solicitados o estime pertinentes".
Artículo 300:
"El Juez, en procedimiento de jurisdicción voluntaria, de oficio
o a petición del Ministerio Fiscal, del propio menor o de cualquier persona
capaz de comparecer en juicio, nombrará defensor a quien estime más
idóneo para el cargo".
Artículo 753:
"Tampoco surtirá efecto la disposición testamentaria en
favor de quien sea tutor o curador del testador, salvo cuando se haya hecho
después de aprobadas definitivamente las cuentas o, en el caso en que
no tuviese que rendirse éstas, después de la extinción
de la tutela o curatela.
Serán, sin embargo, válidas las disposiciones hechas en favor
del tutor o curador que sea ascendiente, descendiente, hermano, hermana o cónyuge
del testador".
Artículo 996:
"Si la sentencia de incapacitación por enfermedades o deficiencias
físicas o psíquicas no dispusiere otra cosa, el sometido a curatela
podrá, asistido del curador, aceptar la herencia pura y simplemente o
a beneficio de inventario".
Párrafo tercero del artículo 1057:
"Lo dispuesto en este artículo y en el anterior se observará
aunque entre los coherederos haya alguno sometido a patria potestad o tutela,
o a curatela por prodigalidad o por enfermedades o deficiencias físicas
o psíquicas; pero el contador partidor deberá en estos casos inventariar
los bienes de la herencia, con citación de los representantes legales
o curadores de dichas personas".
Artículo 1329:
"El menor no emancipado que con arreglo a la Ley pueda casarse podrá
otorgar capitulaciones, pero necesitará el concurso y consentimiento
de sus padres o tutor, salvo que se limite a pactar el régimen de separación
o el de participación".
Artículo 1330:
"El incapacitado judicialmente sólo podrá otorgar capitulaciones
matrimoniales con la asistencia de sus padres, tutor o curador".
Número 1.º del artículo 1459:
"Los que desempeñen algún cargo tutelar, los bienes de la
persona o personas que estén bajo su guarda o protección".
Número 3.º del artículo 1700:
"Por muerte, insolvencia, incapacitación o declaración de
prodigalidad de cualquiera de los socios y en el caso previsto en el artículo
1699".
Número 3.º del artículo 1732:
"Por muerte, incapacitación, declaración de prodigalidad,
quiebra o insolvencia del mandante o del mandatario".
2. Quedan modificados los siguientes artículos del Código Civil:
En los artículos 108, 823 y 980 quedan suprimidas, respectivamente,
las palabras "plena", "plena" y "plenamente".
En los artículos 323 y 324 se sustituyen, respectivamente, las palabras
"tutor" y "tutores" por "curador" y "curadores".
Queda suprimido el párrafo tercero del artículo 163.
En el primer párrafo del artículo 171 se eliminan las palabras
"no se constituirá la tutela, sino que".
Al final del último párrafo de este mismo artículo 171
se agrega la frase "o curatela, según proceda".
El número 1.º del artículo 234 se sustituye por el siguiente:
"Al cónyuge que conviva con el tutelado".
En el artículo 852 se sustituye "y 5.º" por ", 5.º
y 6.º". En el artículo 855 se sustituye "y 6.º"
por ", 5 º y 6.º"; "169" por "170",
y se suprime su último párrafo.
Queda suprimido el párrafo segundo del artículo 992 y en el tercero,
que pasará a ser segundo, se elimina la palabra "también".
Se agrega un segundo párrafo al artículo 1060 del siguiente tenor:
"El defensor judicial designado para representar a un menor o incapacitado
en una partición, deberá obtener la aprobación del Juez,
si éste no hubiera dispuesto otra cosa al hacer el nombramiento".
El número 2.º del artículo 1263 queda sustituido por el
siguiente:
"Los incapacitados".
En el número 1 º del artículo 1291 las palabras "sin
autorización judicial" sustituyen a "sin autorización
del consejo de familia".
En el artículo 1338 se sustituyen las palabras "El menor"
por "El menor no emancipado".
En el número 1.º del artículo 1393 se sustituyen las palabras
"declarado ausente" por "declarado pródigo, ausente".
Disposición final decimonovena.
La Ley de Enjuiciamiento Civil quedará modificada en el siguiente sentido:
1. Los actuales artículos 1910 a 1918 de la Ley de Enjuiciamiento Civil
4) pasarán a integrar la Sección Tercera del Título IV
del Libro III, titulada "Medidas provisionales en relación con los
hijos de familia".
2. La Sección Segunda del Título IV del Libro III, se denominará
"Medidas relativas al retorno de menores en los supuestos de sustracción
internacional" y comprenderá los artículos 1901 a 1909, ambos
inclusive, con el siguiente contenido:
"Artículo 1901.
En los supuestos en que, siendo aplicable un convenio internacional, se pretenda
la restitución de un menor que hubiera sido objeto de un traslado o retención
ilícita, se procederá de acuerdo con lo previsto en esta Sección.
Artículo 1902.
Será competente el Juez de Primera Instancia en cuya demarcación
judicial se halle el menor que ha sido objeto de un traslado o retención
ilícitos.
Podrá promover el procedimiento la persona, institución u organismo
que tenga atribuido el derecho de custodia del menor, la autoridad central española
encargada del cumplimiento de las obligaciones impuestas por el correspondiente
convenio y, en representación de ésta, la persona que designe
dicha autoridad.
Las actuaciones se practicarán con intervención del Ministerio
Fiscal y los interesados podrán actuar bajo la dirección de Abogado.
La tramitación del procedimiento tendrá carácter preferente
y deberá realizarse en el plazo de seis semanas desde la fecha en que
se hubiere solicitado ante el Juez la restitución del menor.
Artículo 1903.
A petición de quien promueva el procedimiento o del Ministerio Fiscal,
el Juez podrá adoptar la medida provisional de custodia del menor prevista
en la Sección siguiente de esta Ley y cualquier otra medida de aseguramiento
que estime pertinente.
Artículo 1904.
Promovido el expediente mediante la solicitud a la que se acompañará
la documentación requerida por el correspondiente convenio internacional,
el Juez dictará, en el plazo de veinticuatro horas, resolución
en la que se requerirá a la persona que ha sustraído o retiene
al menor, con los apercibimientos legales, para que en la fecha que se determine,
que no podrá exceder de los tres días siguientes, comparezca en
el juzgado con el menor y manifieste:
a) Si accede voluntariamente a la restitución del menor a la persona,
institución y organismo que es titular del derecho de custodia; o, en
otro caso,
b) Si se opone a la restitución por existir alguna de las causas establecidas
en el correspondiente convenio cuyo texto se acompañará al requerimiento.
Artículo 1905.
Si no compareciese el requerido, el Juez dispondrá a continuación
del procedimiento de su rebeldía citando a los interesados y al Ministerio
Fiscal a una comparecencia que tendrá lugar en plazo no superior a los
cinco días siguientes y decretará las medidas provisionales que
juzgue pertinentes en relación con el menor.
En la comparecencia se oirá al solicitante y al Ministerio Fiscal y
en su caso y separadamente, al menor sobre su restitución. El Juez resolverá
por auto dentro de los dos días siguientes a contar desde la fecha de
la comparecencia, si procede o no la restitución, teniendo en cuenta
el interés del menor y los términos del correspondiente convenio.
Artículo 1906.
Si compareciese el requerido y accediere a la restitución voluntaria
del menor, se levantará acta acordando el Juez, mediante auto, la conclusión
del procedimiento y la entrega del menor a la persona, institución y
organismo titular del derecho de custodia, así como lo procedente en
cuanto a costas y gastos.
Artículo 1907.
Si en la primera comparecencia el requerido formulase oposición a la
restitución del menor, al amparo de las causas establecidas en el correspondiente
convenio, no será de aplicación lo dispuesto en el artículo
1817 de esta Ley, ventilándose la oposición ante el mismo Juez
por los trámites del juicio verbal. A este fin:
a) En el mismo acto de comparecencia serán citados todos los interesados
y el Ministerio Fiscal, para que expongan lo que estimen procedente y, en su
caso, se practiquen las pruebas, en ulterior comparecencia, que se celebrará
de conformidad con lo dispuesto en los artículos 730 y concordantes de
esta Ley dentro del plazo improrrogable de los cinco días a contar desde
la primera.
b) Asimismo, tras la primera comparecencia el Juez oirá, en su caso,
separadamente al menor sobre su restitución y podrá recabar los
informes que estime pertinentes.
Artículo 1908.
Celebrada la comparecencia y, en su caso, practicadas las pruebas pertinentes
dentro de los seis días posteriores, el Juez dictará auto dentro
de los tres días siguientes, resolviendo, en interés del menor
y en los términos del convenio, si procede o no su restitución.
Contra dicho auto sólo cabrá recurso de apelación en un
solo efecto, que deberá resolverse en el improrrogable plazo de veinte
días.
Artículo 1909.
Si el Juez resolviese la restitución del menor, en el auto se establecerá
que la persona que trasladó o retuvo al menor abone las costas del procedimiento
así como los gastos en que haya incurrido el solicitante, incluidos los
del viaje y los que ocasione la restitución del menor al Estado de su
residencia habitual con anterioridad a la sustracción, que se harán
efectivos por los trámites previstos en los artículos 928 y concordantes
de esta Ley.
En los demás supuestos, se declararán de oficio las costas del procedimiento".
Disposición final vigésima.
El Ministerio Fiscal velará para que, incoado un procedimiento sobre reclamación frente a las resoluciones de las entidades públicas que surjan con motivo del ejercicio de sus funciones en materia de tutela o de guarda, se resuelvan en el mismo expediente todas las acciones e incidencias que afecten a un mismo menor. A tal efecto, promoverá ante los órganos jurisdiccionales las actuaciones oportunas previstas en la legislación procesal.
Disposición final vigésima primera.
1. El artículo 5, en sus apartados 3 y 4; el artículo 7 en su apartado 1; el artículo 8, en su apartado 2 letra c); el artículo 10, en sus apartados 1 y 2 letras a), b) y d); los artículos 11, 12, 13, 15, 16, 17, 18 en su apartado 2, 21 en sus apartados 1, 2 y 3, y el artículo 22, son legislación supletoria de la que dicten las Comunidades Autónomas con competencia en materia de asistencia social.
2. El artículo 10, en su apartado 3, el artículo 21, en su apartado
4, el artículo 23, las disposiciones adicionales primera, segunda y tercera,
la disposición transitoria única y las disposiciones finales decimonovena
y vigésima, se dictan al amparo del artículo 149.1.2.ª, 5.ª
y 6.ª de la Constitución.
3. Los restantes preceptos no orgánicos de la Ley, así como las revisiones al Código Civil contenidas en la misma, se dictan al amparo del artículo 149.1.8.ª de la Constitución y se aplicarán sin perjuicio de la normativa que dicten las Comunidades Autónomas con competencia en materia de Derecho Civil, Foral o Especial.
Disposición final vigésima segunda.
Las entidades públicas mencionadas en esta Ley son las designadas por las Comunidades Autónomas y las ciudades de Ceuta y Melilla, de acuerdo con sus respectivas normas de organización.
Disposición final vigésima tercera.
Tienen carácter de Ley ordinaria los artículos 1; 2; 5, apartados
3 y 4; 7, apartado 1; 8, apartado 2 letra c; 10, apartados 1 y 2, letras a,
b y d, 3 y 4, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 25; las
disposiciones adicionales primera, segunda y tercera; la disposición
transitoria; la disposición derogatoria, y las disposiciones finales
primera a vigésima segunda y vigésima cuarta.
Los preceptos relacionados en el párrafo anterior se aplicarán
según lo previsto en la disposición adicional vigésima
primera.
Disposición final vigésima cuarta.
La presente Ley entrará en vigor a los treinta días de su publicación en el "Boletín Oficial del Estado".