MIRAR SIN CLAVE

El propósito de la pintura, lo mismo que el de cualquier clase de representación, es reproducir algo que ya está allí y que merece la pena registrar dejándolo impreso en una huella. La iniciativa es tan simple que solemos pasarla por alto. Está determinada por la precariedad de nuestra memoria, por nuestra finitud –por cierto, cuántos problemas nos trae la bendita finitud– y la necesidad irreprimible de repetir algo que nos ha pasado. La representación, lo mismo que la escritura, es un medio para que eso que nos ha pasado quede conservado pero sobre todo para repetir lo que nos ha sido permitido experimentar y, de paso, para intentar compartir esa experiencia con otros.

La función que damos a la representación presume la existencia de un sentido (o de muchos), de tal modo que cuando volvemos sobre la experiencia grabada por otro, debajo de las innumerables capas de sentido que encontramos en su huella, esperamos encontrar una clave que interprete esa experiencia, una cifra que, no obstante nuestro esfuerzo por entender, nos es de naturaleza desconocida o está escrita en un lenguaje que no podemos descifrar. Cada sentido es por lo tanto la conjetura de un ciego (o de un insensato).

Contra lo que piensa la mayoría, la imagen es mucho más hermética que la escritura, por eso la mirada más inteligente es la que procura mirar sin buscar clave alguna y se limita a descubrir (o redescubrir) el puñado de relaciones que observa en ella, tal como hace mucho tiempo comprendió el primero de los grandes estetas, Francis Hutcheson. La mirada del esteta es la que no procura satisfacción alguna sino tan solo complacencia desinteresada con objeto de reconocer las relaciones que sostienen el sentido de esa complacencia, cualquiera que sea.

Jeff Wall miró atentamente la Olympia de Manet

olympia2_400

y la recreó en una foto que tituló Stereo:

jeff_Wall_Stereo

Podría pensarse que la fotografía no hace más que reproducir una Olympia esencial o que simplemente está «inspirada» en la obra de Manet

(¿Qué demonios se quiere decir con «inspiración»? Meter aire en el cuerpo… ¿Cómo ha llegado esta metáfora a «explicar» la relación entre estas dos obras?)

pero lo importante es ver que Wall volvió sobre Olympia para hacerla de otra manera, aunque con una imagen sostenida por las mismas relaciones internas que están presentes en el cuadro de Manet. El gesto de Wall es, naturalmente, muy posmoderno, pero esa es una calificación mediocre; y no porque lo posmoderno sea una mediocridad. Wall en realidad llevó a cabo lo que todos hacemos todo el tiempo con las cosas que nos pasan y de las que tratamos de guardar registro. La única diferencia relevante entre su gesto y tantos otros gestos semejantes es que hay algunos –él entre ellos– que consiguen dejar una huella que parece nueva en un rastro hollado por otros. Se diría que Wall ha repudiado a Platón de forma contumaz: no tiene vergüenza de parecer un copista.

(¿Copista? ¿A qué me suena esto? Ah sí, ya me acuerdo…)

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