BELLEZA OCULTA

Una exposición que acaba de inaugurarse en El Prado y que, según proclaman sus organizadores, está dedicada a revelar “los secretos ocultos de los grandes pintores” tiene todos los indicios de ser la típica estupidez a que da lugar la perversa integración de la tecnología con la cultura, donde lo más habitual es que se confundan los medios con el fin. Peor aún: que los medios acaben sustituyendo a los fines. Según se afirma en este despacho de prensa, nuevos métodos infográficos (infrarrojos, escáneres, calimestradoras de fístulas cromatográficas, bla-bla) permiten “descubrir” –menudo “descubrimiento”, como el agujero del mate– que los pintores de todos los tiempos han pintado sus obras maestras tras pasar por innumerables versiones corregidas, hacer bocetos y pintar o dibujar encima de ellos, unas veces con lápiz y otras con carboncillo o cuadrícula, etc. El periodista añade, de su propia cosecha, que esto permite revelar “la belleza oculta” de los grandes cuadros. ¿Qué tendrá la belleza que siempre se dice de ella que está oculta?

No he visto la exposición, pero seguro que también “demuestra” con gran despliegue tecnológico que muchos artistas célebres pintaban sobre cuadros con pinturas descartadas para ahorrarse lienzos y armazones. Pues, claro, ¿no ven que entonces no existía IKEA?

Naturalmente, los más beneficiados con este “descubrimiento” son las empresas dedicadas a producir los sistemas que sirven para “descubrir” estas cosas y que, por supuesto, no se emplearán para estudiar nada o para “descubrir” lo que, por otra parte, todo el mundo sabe desde siempre, sino para autenticar las obras que circulan en el mercado del arte o para acciones de espionaje militar o industrial.

El otro beneficiario natural de la iniciativa es la propia tecnología, que se contempla a sí misma extasiada por los resultados de sus propios procedimientos en un –por cierto, muy sofisticado– ejercicio de narcisismo sufragado con fondos públicos. Esa sí que es una belleza oculta.

A este paso, sólo falta que un equipo de psicólogos cognitivistas computerizados en colaboración con el MIT y los laboratorios de Palo Alto en Pasadena y pagados por la Comunidad de Madrid y Cosmocaixa demuestren que Dante tuvo que haber aprendido a leer La Divina Comedia.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.