Barcelona

El pasado reciente de la ciudad de Barcelona viene condicionado por su transformación de ciudad industrial orientada al mercado español a ciudad de servicios en el marco de la globalización. Si bien en la región metropolitana la industria sigue jugando un papel relevante en la economía, Barcelona se ha convertido en una ciudad de servicios con una clara orientación hacia la economía del conocimiento y las actividades económicas vinculadas a los visitantes, ya sean estos de ocio o de negocios. Ante la falta de recursos e inversiones por parte de la administración central, las élites de la ciudad han desarrollado mecanismos de atracción de inversiones, especialmente a través de grandes eventos.

Desde el retorno a la democracia el gobierno municipal impulsó un modelo de gobernanza basado en la colaboración publico-privada con un fuerte liderazgo de la administración pública y el establecimiento de mecanismos de participación ciudadana y de implicación de la sociedad civil. El desarrollo de los juegos olímpicos de 1992 permitió 'situar la ciudad de Barcelona en el mapa', haciendo crecer sustantivamente la industria del turismo y consolidando también la ciudad como lugar especializado en la realización de eventos de todo tipo, especialmente ferias y congresos. En paralelo, durante la segunda mitad de los años noventa las autoridades municipales planifican una transformación urbana que haga posible la consolidación de la economía del conocimiento en la ciudad, acompañando la intervención urbana con una serie de intervenciones económicas orientadas a atraer inversiones. Este modelo de desarrollo económico implica un papel fuerte de la administración municipal en los planes de desarrollo, animando a participar a los actores privados, cosa que ha obligado a desarrollar mecanismos de gobernanza que fomenten dicha participación. Por otro lado, esta política se ha combinado con políticas redistributivas y de participación ciudadana en varios niveles, cosa que permitió un consenso hegemónico entre los actores sociales y económicos de la ciudad sobre el modelo de crecimiento que se empieza a quebrar con a entrada en el siglo XXI. Al igual que en las políticas de desarrollo económico, en el plano de las políticas sociales el ayuntamiento crea mecanismos de colaboración con las entidades de la sociedad civil en las que juega el papel de liderazgo y coordinación de las mismas.

La aplicación de estrategias para el aumento de la competitividad de la ciudad en la escena global a partir de la segunda mitad de los noventa implican un declive del consenso sobre el modelo de gobernanza de la ciudad. Este declive, junto con la crisis económica y la emergencia del movimiento 15M, explica la derrota del partido socialista, que llevaba gobernando la ciudad desde 1979, en las elecciones municipales de 2011. A partir de entonces la ciudad es gobernada por una coalición conservadora liderada por CiU. En paralelo, el movimiento 15M se descentraliza en los barrios y se ponen en marcha nuevas iniciativas ciudadanas, muchas de ellas con la voluntad de establecer nuevas formas de implicación de la ciudadanía en la gestión de la ciudad y se intensifica una oleada de movilizaciones en la ciudad.

Desde el punto de vista de la gobernanza, la victoria conservadora de 2011 significa profundizar en el modelo de ciudad competitiva en el que el gobierno municipal, pese a seguir manteniendo un liderazgo fuerte, no propone estrategias a largo plazo referentes a sectores económicos, sino que impulsa la maximización del crecimiento de actividades ya existentes. Esta estrategia se justifica con el argumento de la necesidad de garantizar el crecimiento económico y la generación de puestos de trabajo en un contexto de crisis. Este afianzamiento de los sectores económicos ya dominantes en la ciudad viene acompañado de un proceso de privatizaciones de los servicios públicos municipales y la eliminación de mecanismos de consulta y participación consolidados en la etapa de gobierno socialista. En 2015 la nueva plataforma electoral Barcelona en Comú, que agrupa a movimientos y activistas de la ciudad, consigue el gobierno de la ciudad con apoyo del partido socialista, convirtiendo a la activista de la PAH Ada Colau en la alcaldesa de la ciudad.

Así pues, las iniciativas que se analizan en el proyecto para el caso de Barcelona deben leerse en el contexto de una ciudad que tenía un sistema muy arraigado de colaboración entre administración y sociedad civil, pero que se debilita por la doble acción de la llegada de un gobierno conservador que desarticula algunos de estos mecanismos y por el impacto del 15M a través del cual movimientos y ciudadanos reclaman nuevas formas de relación entre ciudadanos e instituciones.