Geografía histórica e historia del territorio Centro Histórico de la
Ciudad de México
Publicación provisional para el Coloquio |
PAISAJES EN MOVIMIENTO. EL VIAJE DE SARMIENTO A LOS ESTADOS UNIDOS (1847)
Perla Zusman
Paisajes en movimiento. El viaje de Sarmiento a los Estados Unidos (1847) (Resumen)
El objetivo
de esta comunicación es identificar algunos de los paisajes que
emergen el relato del viaje de Sarmiento a los Estados Unidos. Sarmiento
se fascina con aquellas transformaciones geográficas que observa
a lo largo de su visita por este país, particularmente con aquellas
que tienen que ver con la extensión de las comunicaciones y con
la colonización hacia el oeste. Desde su punto de vista estos cambios
dan cuenta de los aspectos materiales que se vinculan a la formación
de una república, democrática e igualitaria. Estos aspectos
contribuyen a forjar un proyecto político para la Argentina en formación.
Palabras clave p. paisaje, Sarmiento, Estados Unidos, Argentina
Key
words p. Landscape, Sarmiento, United States, Argentina
Los relatos de viajes acostumbran a construir representaciones sobre los sujetos, la naturaleza y la cultura visitadas (Castro, 2004); muchas veces, estas representaciones son presentadas por los viajeros bajo la idea de paisaje.
Para Nicolás Ortega Cantero (2004) el paisaje supone una doble aproximación a esta composición/fusión entre la naturaleza, sujetos y culturas. Por un lado ella es científica, ya que describe y explica, y, por el otro artística y estética, ya que siente y comprende. “La convergencia de razón y sentimiento, la de la explicación naturalista y de la comprensión cultural es uno de los rasgos más sobresalientes del paisajismo moderno” (Ortega Cantero, 2004 p. 16).
Razón
y emoción se combinan en la producción de las imágenes
sobre Estados Unidos que nos ofrece Sarmiento a través del relato
de su viaje de 1847. El objetivo de esta ponencia es analizar algunos de
los paisajes que emanan dicha narrativa. Estos paisajes dan cuenta de una
naturaleza y sociedad en transformación. Un medio “virgen” ofrece
las condiciones adecuadas para la realización de una sociedad democrática
e igualitaria. Sarmiento vivencia la mutación del ambiente de “desierto”
en paisajes que dan cuenta de un movimiento tendiente a alcanzar la civilización
y progreso[1].
Los avances tecnológicos en materia de infraestructura y comunicación
permiten la integración del país en una unidad, a la vez
que aseguran la organización de pequeños poblados, centros
de la vida comunitaria y garantías de la continuidad democrática.
La combinación de ambientes transformados con otros vírgenes
y sublimes forman un mosaico que hacen del paisaje de Estados Unidos un
modelo a imitar. El paisaje inicial no ofrece elementos diferentes de lo
que Sarmiento ha encontrado en el Cono Sur; por lo tanto la puesta en práctica
de políticas semejantes a las llevadas adelante en los Estados Unidos,
garantizarán la reproducción de estos paisajes en movimiento
en América del Sur.
En su primer viaje a Estados Unidos[2], Sarmiento llega a Nueva York, el 14 de setiembre de 1847 mediante el vapor Moctezuma, procedente de Liverpool, Inglaterra. En ese entonces, Nueva York era la ciudad más importante- en términos demógraficos y de dinámica económica y cultural- de los Estados Unidos y uno de los puertos más importantes del mundo. En su viaje de 58 días, realizado en tren y barco visita 10 de los estados de la Unión[3]. (Nueva York, Ohio, Pensilvania, Massachussets, Nueva Jersey, Maryland, Tenesse, Kentucky, Mississipi, Lousiana) y las ciudades de Québec y Montreal en Canadá.
El viaje de 1847 acaba siendo para Sarmiento una especie de Grand Tour. Se trata de una visita incentivada por el Ministro chileno, Manuel Mont, con un fin explícito, realizar un informe sobre el estado de la educación en otros continentes, y otro implícito p. apaciguar los enfrentamientos provocados por las opiniones de Sarmiento volcadas en la prensa chilena, tanto a nivel interno como con la Confederación Argentina (Rockland, 1970 p. 12-13). Su paso, particularmente por Estados Unidos, acaba transformando su ideario, mostrando las potencialidades de la democracia norteamericana para transformarse en una república y para servir de modelo a la formación de otros países de tinte democrático. A partir de aquí, Sarmiento se convierte en un admirador incondicional de este país. Si bien Estados Unidos es “una especie de disparate que choca a la primera vista i frustra la expectación pugnando contra las ideas recibidas (…)”(Sarmiento, 1993 p. 3290), también es el lugar “donde está ya realizada las idea que [lo] embarga” (Sarmiento, 1993 p. 386).
Sarmiento elije expresar sus ideas sobre los países recorridos bajo el género de relato de viaje. Si bien se muestra heredero de una actividad cultivada por Chateaubriand, Lamartine, Dumas o Jaquemont, desea desprenderse del peso que significa seguir esta tradición, de aquí que escoja componer su relato a partir de cartas dirigidas a sus amigos. El género epistolar le permite dar cuenta de su forma de “pensar, a la par que se siente i de pasar de un objeto a otro (…) que tan bien cuadra con la natural variedad del viaje” (Sarmiento, 1993 p.5). Si bien la carta, le parece “dúctil y elástica”, el conjunto de ellas acaban constituyendo un relato de viaje, una serie de “impresiones” (término que Sarmiento considera que le queda grande) sobre los países visitados[4].
El análisis del texto correspondiente a su visita a Estados Unidos nos deja inferir que el conocimiento empírico –a través de su viaje- y bibliográfico - mediante la lectura de textos como la Democracia en América (1835-1840) de Alexis de Tocqueville, The History of the United States de George Bancroft (1834-1874) o Nations of the Americans (1828) de James Fenimore Cooper- le permite delinear un modelo de civilización y progreso, diferenciado de aquel que hasta entonces había sostenido y que encontraba en Francia su inspiración. La desilusión que le produce enfrentarse con una sociedad francesa desigual, donde algunos de sus habitantes apenas cuentan con las condiciones económicas y políticas para desempeñarse como ciudadanos, contrasta con su visión optimista del Estados Unidos gobernado por James Polk (1845-1849) en plena expansión territorial que culminará con la anexión de Texas luego de la guerra contra México (1846-1848). En realidad, Sarmiento encuentra aquí la realización efectiva del ideario de Guizot, “un pueblo en movimiento, no para cambiar de lugar, sino de estado, un pueblo cuya condición consiste en extenderse y mejorar” (Guizot citado en Svampa, 1994 p. 19).
En este contexto, su utopismo de base saintismoniana, según el cual el progreso también supone la disminución de diferencias económicas y sociales entre los privilegiados y proletariados, será redefinido a favor de un liberalismo de corte individual. Sarmiento consideraba que en esta sociedad “cada hombre podría llegar a ser su propio patrón, y no necesitaba de falansterios, talleres, granjas comunitarias u organizaciones patrocinadas por un estado humanitario y paternalista, (…) monitor de la distribución justa de lo producido” (Zalazar, 1986 p. 45).
Así Sarmiento se inscribe en la tradición de los viajeros que tejen una visión optimista de los procesos que están acaeciendo en este país, desde donde se construye “una admiración por una América progresista y democrática, por la mentalidad del new frontier, que continuamente es redefinida y superada en virtud de las energías morales de un American creed individualista, democrático, igualitario y antiestatal” (Offe, 2006 p.14). Sin embargo, el futuro presidente de Argentina observa que su lectura es diferente a la que realizan europeos como Tocqueville. De esta manera, mientras que para Tocqueville, “la observación del experimento social norteamericano siempre ha sido motivo de una interpretación reflexiva sobre la propia identidad europea” (Offe, 2006 p. 12), desde su perspectiva no puede confrontarse la visión de alguien que ha nacido en las “tierras bajas” con las miradas de aquellos que nacieron en “regiones demasiado altas”(Sarmiento, 1993 p. 7. Se ha conservado la ortografía original).
Sarmiento
busca en Estados Unidos el modelo para idear un proyecto político
para Argentina, solo un país “nuevo” podría ser como fuente
inspiradora para constituir una sociedad democrática e igualitaria
y vencer a la “barbarie”. Este proyecto político se encarna en una
materialidad que Sarmiento observa en los paisajes de América Septentrional.
A pesar que muchas de sus observaciones lo perfilan como un turista en
estas tierras, él no sucumbe tanto frente a las formas exóticas
sino que se encanta con aquellas otras representativas de la modernidad,
las vinculadas a los progresos de los medios de comunicación y las
que reflejan la transformación de los paisajes “desérticos”
en ambientes de civilización.
Cuando Sarmiento llega a Estados Unidos, este país estaba viviendo una revolución en materia de comunicaciones. En efecto, entre 1811 y 1853 se levanta la National Road que une Maryland con el estado de Illinois. Desde el año 1823 el barco a vapor había facilitado las comunicaciones con el Oeste. Con objetivos similares se había construido el primer ferrocarril Baltimore-Ohio en el año 1828. La construcción del canal de Erie que unió Nueva York con los Grandes Lagos en 1835 fue el desencadenante de un conjunto de obras de canalización que se llevaron adelante en otras zonas del país como el canal de Ohio, Chesapeake, el del Oeste de Massachussets y el canal del Rhode Island (Bosch, 2005 p. 94).
Sarmiento se fascina con estas innovaciones tecnológicas que facilitan la circulación de pasajeros y mercaderías, permiten la integración de la Unión y la constitución de un mercado nacional p.
“Inútil sería detenerse en las líneas de caminos de hierro, que completan en parte la de los lagos, o se cruzan con ellas, facilitando a cada estado, a cada ciudad i a cada aldea, las comunicaciones baratas, rápidas, diarias, fáciles, al alcance de todas las fortunas, apropiadas a todas las mercaderías. (…) Los canales han abolido casi el flete, pues apénas es sensible; i sin embargo, tal es la afluencia de productos, que estas obras producen al estado millones de renta anual” (Sarmiento, 1993 p. 297. Se ha conservado la ortografía original).).
A través del ferrocarril, el telégrafo, el barco a vapor y los canales, las distancias y los costos de transporte se reducen. El tiempo y espacio de la modernidad irrumpe en forma uniforme en todos los estados de la Unión, aún en áreas de frontera.
“El vapor o el convoy del ferrocarril atraviesan bosques primitivos, entre cuyas enramadas oscuras i solitarias teme el viajero meditabundo ver aparecer el último resto de las tribus salvajes que no hace diez años llamaban a aquellos parajes las cacerías de sus padres” (Sarmiento, 1993 p. 303. Se ha conservado la ortografía original).
La construcción del ferrocarril sirvió para el avance de la “civilización” sobre el “desierto”, a la vez que significó la transformación de la naturaleza en recurso. En un contexto de escasez de capital para invertir y de poca mano de obra, la apropiación de la tierra y el uso extensivo de los recursos naturales se torna en la principal fuente de riqueza. Por ello Schivelbuch sostiene que “la historia del transporte en Norteamérica, y la del ferrocarril en particular, solo puede entenderse en términos de una relación con la naturaleza de carácter inmediata, no de carácter estética sino netamente económica” (Schivelbuch, 1986 p. 92).
Vinculado al protagonismo del ferrocarril en la apropiación de la tierra y en la expansión de Estados Unidos hacia el Oeste, se crea un imaginario que concibe al habitante norteamericano como un sujeto eminentemente móvil. En efecto, las facilidades de comunicación hacen del norteamericano, un viajero nato que goza de la sensación de “ganar” el tiempo, de desplazarse rápidamente a través del espacio. La vivencia de la comprensión espacio-temporal lo lleva a sentirse incorporado a las concepciones espacio temporales hegemónicas (Ollivro, 205 p. 32). Así “la costumbre” de viajar se torna un rasgo del ser yankee.
“La concurrencia de pasajeros permite la baratura del pasaje; i la baratura del pasaje tienta a viajar a los que no tienen objeto preciso para ello, el yankee sale de su casa a respirar un poco de aire, a tomar un paseo, i hace de ida i vuelta cincuenta leguas en un vapor o convoy, i vuelve a continuar sus ocupaciones. (…) Un habitante de Nueva York va a Troya o Albano en la noche; habla por la mañana del día siguiente con su corresponsal, i en la tarde está en Nueva York de regreso, a vacar las ocupaciones del día, habiendo hecho en la interrupción de diez o doce horas de tiempo hábil, cien leguas de camino.” (Sarmiento, 1993 p. 302. Se ha conservado la ortografía original).
Si bien este afán por viajar podría ligarse a un proceso que se observaba a nivel mundial y que era el de la “invención” del turismo como actividad económica, o como algunos autores dicen, la transformación del ocio en un negocio[5], Sarmiento analiza las implicancias de este movimiento desde un punto de vista político. Al igual que Tocqueville, se compenetra del discurso imperante según el cual el desarrollo del ferrocarril alimentaría el ideal democrático ya que todas las clases sociales por igual tendrían acceso a este medio de transporte. El propio diseño de los vagones supone la superación de cualquier tipo de segmentación social.
“En Francia hai tres categorías de wagones, en Inglaterra cuatro; la nobleza se mide por el dinero que puede pagar cada uno, i los empresarios para envilecer al hombre que paga poco, han acumulado comodidades i lujo en la 1ª clase, i dejado tablas rasas, estrechas i duras para los de 3ª. No sé por qué no han puesto púas en los asientos para mortificar al pobre. En los Estados-Unidos (…) Las comodidades i los cojines son excelentes e iguales, i por tanto el precio del pasaje es el mismo para todos. Me han mostrado a mi lado el gobernador de un Estado, i las callosidades de las manos de mi otro vecino me revelaban en él un rudo leñador (…) la democracia de Norte-América ha distribuido el confort i el lujo igualmente en todos los wagones para alentar i honrar la pobreza”(Sarmiento, 1993 p. 319. Se ha conservado la ortografía original).
Sin embargo, la asociación entre la idea de acceso del ferrocarril para todos y el ideal democrático, borra de la escena el hecho que la extensión de este medio de comunicación se da expensas de la apropiación de las tierras indígenas y sobre el trabajo de mano de obra no blanca[6]. Como afirma Verstraete el resultado de la extensión del ferrocarril es la acentuación de “la diferencia, la exclusión más que la homogeneidad, la inclusión o la universalidad” (Verstraete, 2002 p. 149).
Esta realidad escapa (¿explícitamente?[7]) a los ojos de Sarmiento que construyen el paisaje norteamericano en Sarmiento. El visualiza la significatividad económica y cultural de la este medio de transporte, representativo de la revolución industrial en este país (Schivelbusch, 1996 p.89). La rapidez en su expansión por el pretendido territorio de dominación norteamericano, lleva a Sarmiento a inferir que Estados Unidos se encontraba en un estadio de progreso y civilización más avanzado que el de los países Europeos.
“En Francia dejé líneas de telégrafos de este jénero en via de ensayo, de Ruan a Paris, de Paris a Lille, i esto para el servicio del gobierno. En los Estados-Unidos habia en los momentos de mi salida p. de Nueva York, 455 millas; otro anillo que liga a Nueva-York, New-Haven, Hasford, Springfield, Boston, i vuelve a Nueva-York, 452 millas. Una línea a Albano que parte desde el mismo centro, 150, i de allí estienda un brazo a Buffalo, 250 millas. Otra a Rochester, 252, otra a Monreal, 205 (...) El sud-americano que acaba de desembarcar de Europa, donde se ha extasiado admirando los progresos de la industria i el poder del hombre, se pregunta atónito al ver (…) aquellas facilidades de locomoción, si realmente la Europa está a la cabeza de la civilización del mundo!” (Sarmiento, 1993 p. 296-303. Se ha conservado la ortografía original. Las cursivas son nuestras) .
A lo dicho hasta aquí, se suma el valor geopolítico que Sarmiento atribuye al desarrollo de estas infraestructuras. Para este viajero, el contar con estos medios de comunicación, permiten a Estados Unidos tener una proyección internacional y constituirse en “reyes del universo” (Sarmiento, 1993 p. 335). Así, Sarmiento coincide (¿se inspira?) con el pensamiento de Toqueville al sostener que Estados Unidos podría convertirse “un día en la primera potencia marítima de globo” (Tocqueville, 2002, 378)
“El buque es para el yankee su medio internacional, la prolongación de su nación para ponerse en contacto con todas las otras de la tierra; i en esta época de movimiento universal, el pueblo que tenga buques mas lijeros, de construcción más barata i por tanto ménos subidos, es el rei del universo” (Sarmiento, 1993 p. 335. Se ha conservado la ortografía original)
De
esta manera, Sarmiento intuye que el grado de avance en materia de comunicación
que observa en los Estados Unidos, mayor que en el de los países
europeos, supone una concepción espacio-temporal particular, ligada
al movimiento que observa en este país y que, desde su perspectiva,
acabará imponiéndose como universal. La existencia de indicios
que dan cuenta de la transformación de Estados Unidos en una potencia
es otro elemento que lleva a embelezarse con esta sociedad. En términos
de David Viñas (1998), este país le irá ofreciendo
“un doble modelo p. poderío y actualización”, que lo llevarán
a no cuestionar sus intereses expansionistas evidentes en la Guerra contra
México.
Siguiendo el estilo de Tocqueville, Sarmiento identifica en el inicio de su relato de viaje a Estados Unidos ciertas condiciones naturales providenciales que son las que aseguran el desarrollo de este modelo de sociedad democrática. Tocqueville considera que contar con una gran extensión “despoblada” y “rica”, ha asegurado que la pobreza no fuese un mal que aquejase a este país, que el poder no estuviese centralizado y que la “dispersión y desunión de los codiciosos” evitase la “concentración de las pasiones políticas en las grandes ciudades” (Offe, 2006 p. 46).
Dentro de este marco, para Sarmiento, las condiciones naturales también participan de la construcción material de un proyecto de país. Ellas son valorizadas en primer lugar como escenario para la instalación de los asentamientos humanos y para la extensión de los medios de comunicación, en segundo lugar, como medios para el desarrollo del comercio (en el caso de las vías navegables), y, en tercer lugar como recursos que permiten contar con la energía suficiente para asegurar la realización de la revolución industrial.
“Si Dios me encargara de formar una gran república, nuestra república a nous por ejemplo, no admitiría tan serio encargo, sino a condición de que me diese estas basespor lo ménos p. espacio sin límites conocidos para que se huelguen un dia en él doscientos millones de habitantes; ancha exposición a los mares, costas acribilladas de golfos i bahías; superficie variada sin que oponga dificultades a los caminos de hierro i canales que habrán de cruzar el estado en todas direcciones; i como no consentiré jamás en suprimir los de los ferro-carriles, ha de haber tanto carbón de piedra i tanto hierro, que el año de gracia cuatro mil setecientos cincuenta i uno se estén aun explotando las minas como el primer dia. (…); encargándome yo personalmente de dar direcciones oportunas a los ríos navegables que habrian de atravesar el pais en todas direcciones, convertirse en lagos donde la perspectiva lo requiriese, desembocar en todos los mares, lugar entre sí todos los climas, a fin de que las producciones de los polos viniesen en via recta a los países tropicales i viceversa” (Sarmiento, 1993 p. 291. Se ha conservado la ortografía original).
Pero esta geografía, libre de intervención humana, una especie de escenario sobre el cual se puede construir la república, no es el que Sarmiento reconoce en sus viajes, en tren o en barco. Por el contrario, él percibe la república en construcción. Sarmiento va aprehendiendo la misma a través del ritmo impuesto por los medios de comunicación, es decir, en una forma “veloz y condensada” (Viñas, 1998), configurando así un mapa donde va dando cuenta de la transformación que observa en los paisajes8].
Sarmiento reconstruye así múltiples paisajes en movimiento. En primer lugar, esta sociedad se extiende hacia el Oeste, ocupando territorios, presentados como libres. Junto con esta expansión se observa el crecimiento de ciudades que pasan de ser pequeñas aldeas a urbes. En segundo lugar, como ya vimos, esta población va ocupando el pretendido territorio de dominación a partir la extensión de las infraestructuras del desplazamiento como eran las redes de ferrocarriles y de medios de transporte fluvial y del telégrafo. La oferta natural empalidece frente a la expansión de los componentes de la ciencia y de la técnica, y frente al asentamiento de habitantes con valores cívicos que permiten transformar esa naturaleza “salvaje” en “civilización”.
Este movimiento es, por un lado, espacial p. en una corta extensión espacial es posible reconocer el pasaje de paisajes “vírgenes” a paisajes “civilizados”, pero, por el otro, también es temporal p. un mismo paisaje pierde su carácter “salvaje” y se transforma en un área agrícola o una aldea. ¿Pero cuáles de estos paisajes provocan a su razón y a su emoción?
Por un lado, Sarmiento se conmueve frente aquellos paisajes venerados por el movimiento romántico europeo, incorporados en los ambientes civilizados y preservados para ser contemplados. Así, frente a los montes Alleghanies, Sarmiento se sitúa en la tradición de “sentir” las montañas, de la cual formaban parte tanto Kant como Humboldt [9]. La descripción de estos paisajes como bellos habla de la sensación de “agradabilidad y de alegría”10] que producían en nuestro observador.
“Cuando habíamos llegado a la parte más elevada, bajaron algunos pasajeros, i una voz de mujer dijo en frances dentro de la diligencia p. bajen a ver el paisaje que es bellísimo. Aprovechéme de la indicación descendí tras los otros, i pude gozar en efecto de uno de los espectáculos más bellos i apacibles de la naturaleza. Los montes Alleghanies están cubiertos hasta la cima de un (sic) frondosa i espesa vegetación; las copas de los árboles de las lomadas inferiores, iluminadas de lo alto por los rayos de la luna, presentaban el aspecto de un mar nebuloso i azulado, que por cambio continuo del espectador iba desarrollando sus olas silenciosas i oscuras, sintiéndose, sin embargo, aquella escitación que causa en el ánimo la vista de objetos que se conocen i comprenden, pero que no pueden discernirse bien, porque el órgano no alcanza o la luz es incierta i vagarosa” (Sarmiento, 1993 p. 417. Se ha conservado la ortografía original).
Por el otro, delante de aquellos paisajes que dan cuenta de la transformación de espacio temporalidades anteriores frente la espacio temporalidad actual, Sarmiento muestra una admiración menos emotiva y más racional. Esta perspectiva se revela en la decisión de usar las estadísticas para construir este tipo de paisajes en progreso. Un caso paradigmático en su relato es el análisis de la transformación que, en menos de cincuenta años, vivenció el Estado de Ohio, incorporado a la Unión en 1803, y su ciudad principal en aquel momento, Cincinnati.
“Para darle noticia del progreso asombroso del estado de Ohio, debo principiar por el sicut erat in principio, es decir, el aspecto del país ayer no mas. (…) La cantidad de tierras arables se reputa en 35,000 millas, el resto es la parte cenagosa, quebrada o estéril. Hasta 1840 la parte labrada no pasaba de 12,000 millas. (..) La población cristiana se presentó en Estado en 1802, en número de 50,000 habitantes. En 1810 había aumentado a 230,760; en 1820, a 937, 679; i en 1840, a mas de un millon i medio. Hoy tiene mas de dos millones” (Sarmiento, 1993 p. 422. Se ha conservado la ortografía original).
Pero, otra dimensión de este paisaje en movimiento la ofrecen las propias características de las ciudades. Ellas no son únicamente centros de concentración de población sino centros cívicos y culturales.
“La ciudad principal de este Estado es Cincinnati, cuya población es de cincuenta mil habitantes, i está situada en la abertura de un valle delicioso formado por colinas que van ascendiendo suavemente hasta la altura de trescientos piés enseñando en sus flancos grupos de árboles i aun manchas de bosque. (…) Las calles están sombreadas de árboles i mui bien pobladas de edificios. Sus comunicaciones con el interior las facilitan canales que la ligan con el lago Erie i el canal Wabasch. (…) De su puerto parte un vapor diario para Pittsburg, i otros para San Luis, Nueva Orleáns rio abajo, tambien diariamente. Dilijencias hacen la travesía entre las vecinas ciudades en todas las direcciones. Hai cuarenta iglesias, un teatro, un museo, una oficina de venta de tierras del Estado, cuatro mercados, i un consistorio. La ciudad se suple de agua del rio, levantada por poderosas máquinas de vapor. Pero lo que más distingue a Cincinnati son el crecido número de sociedades literarias, científicas i filantrópicas” (Sarmiento, 1993 p. 422. Se ha conservado la ortografía original)
Sarmiento estaba describiendo la situación de una urbe que, a través del sistema de canales y de los ríos Ohio y Mississipi, se estaba conectando al resto de la Unión, enviando carne de cerdo en salmuera mediante barcazas y barcos de vapor y harina por botes de canal a Nueva York (Morrison, Commager, Leuchtenburg, 1999 p. 258). El paisaje que se le ofrece da cuenta del grado de civilización alcanzado por esta población y que él visualiza en la presencia de centros de tipo cultural como los museos, los centros de enseñanza, las sociedades literarias, científicas o filantrópicas. Este paisaje se completa con su conocimiento de la dinámica política que, según su punto de vista, junto con los aspectos religiosos e industriales, actúan también elementos civilizadores. En efecto, el funcionamiento municipal, la posibilidad de organizar las propias instituciones y de elegir las autoridades locales constituyen las bases de la democracia estadounidense para el viajero en cuestión. Siguiendo a Tocqueville, Sarmiento considera que participar en la dirección de la comuna, lleva a su habitante a amarla, “porque no tiene que quejarse de su suerte y cifra en ella su ambición y su porvenir” (Tocqueville, 2002 p. 84-84).
En
síntesis, los múltiples paisajes construidos por Sarmiento
de Estados Unidos, reflejan aquellas ideas de Guizot señaladas arriba.
Desde la perspectiva de este viajero, ellos muestran a una sociedad que,
a la vez que se extiende hacia el Oeste, procura su mejoramiento social,
un movimiento que asegura que este país se encuentra andando el
camino del progreso.
En su libro The World, the text and the critic, E. Said sostiene que las ideas viajan a través del espacio o del tiempo. En los distintos destinos, estas ideas pueden ser aceptadas, resistidas, incorporadas total o parcialmente o transformadas por sus nuevos usos y su nueva posición en el tiempo y en el espacio (Said, 1984 p. 226-227).
El relato de viaje puede presentarse como una fuente para identificar ideas viajeras, y sus posibilidades de adopción en contextos ajenos a los que dieron su origen. Estas posibilidades estarían definidas por el interés que muestre su autor para trasladarlas a otros espacios/tiempos.
Domingo Faustino Sarmiento fue uno de estos viajeros que encontró en su recorrido por Europa, Africa y Estados Unidos una fuente de inspiración para definir una propuesta de inserción de Argentina en la modernidad a partir de “la confianza, inspirada en la ciencia, en un progreso infinito del conocimiento y un infinito mejoramiento social y moral” (Habermas, 1989 p. 132). Él mismo destaca la relevancia de esta experiencia con las siguientes palabras p. “Mi viaje fue, pues, uno de Marco Polo, descubrí un mundo y adherí a él. Una chispa traje, como los misioneros que robaron semilla de gusanos de seda” (Sarmiento, 1993 p. 853)
En este viaje, la mirada de Sarmiento sobre Estados Unidos nos permite aproximarnos a las geografías que sustentan la construcción de esta sociedad. El viajero identifica una serie de transformaciones en el paisaje que dan cuenta del camino hacia la civilización y progreso que recorre la sociedad norteamericana a la vez que contribuyen a la definición de dicho camino. Sarmiento buscará implementar en Argentina los proyectos políticos que a manera de una ingeniería geográfica, servirían para definir en el Cono Sur una república igualitaria.
Algunas de estas ideas en sus dimensiones educativas y políticas serán expresadas en sus textos Educación Popular (1849), Argirópolis (1850), Comentarios (1853). Quizás Argirópolis sea el texto en que mejor Sarmiento delinea el proyecto de construir un estado inspirado en el modelo norteamericano. Este texto fue escrito el momento en que se estaban diseñando distintas estrategias para conformar el Estado Argentino. En términos de Roig (citado en Castro, 2003), se trataba de imaginar un país a partir de la negación plena y total de lo existente. Sarmiento propone en este texto, constituir una federación entre los tres estados del Plata (Paraguay, Uruguay y la Confederación Argentina) con la capital, Argirópolis, en la isla Martín García. Este estado se denominaría Estados Unidos del Río de la Plata.
La base de su organización política sería el modelo federativo; el crecimiento económico estaría garantizado por el comercio –garantizado por las posibilidades que ofrecen los ríos de la región para la circulación-; el incentivo a la migración anglosajona, la venta y puesta en producción de los terrenos hasta ahora “improductivos”. La adopción de las tecnologías vigentes en Norteamérica y en Europa también asegurarían la incorporación de los Estados Unidos del Río de la Plata a la civilización y al progreso.
Una
república de esta índole, estaría construida a imagen
y semejanza de los Estados Unidos p. Argirópolis, “sería
una capital creada por la nación como Washington”, los ríos
tendrían una utilidad semejante a la que se le otorga al Mississipi,
Buenos Aires podría convertirse en un puerto con una actividad de
carga y de transporte equivalente a San Francisco, el Departamento Topográfico
de la provincia de Buenos Aires llevaría adelante los trabajos de
reconocimiento y mensuración de tierras, parecidos a los que realiza
la Oficina de Tierras conformada en 1874 de la mano de Tomas Jefferson.
Finalmente, los inmigrantes europeos, en ritmos comparables a los que se
observa en América Septentrional, “traerían consigo una parte
de la ciencia, de la industria y de los medios mecánicos de producir
de las naciones civilizadas” (Sarmiento, 1994 p. 105). Un país creado
bajo el espejo de Estados Unidos, estaría en condiciones de rivalizar
“en poder y progreso con la raza sajona del Norte” (Sarmiento, 1994, 80).
Notas
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