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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (79), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
 

EL TRABAJO DEL GEÓGRAFO Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN.
ENTRE LA CARTOGRAFÍA DIGITAL Y LA GEOGRAFÍA VIRTUAL: UNA APROXIMACIÓN

Jeffer Chaparro Mendivelso
Doctorando en Geografía, Departamento de Geografía Humana, Universidad de Barcelona


El trabajo del geógrafo y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Entre la cartografía digital y la geografía virtual: una aproximación (Resumen)

Desde hace algunos años las nuevas tecnologías de la información y la comunicación —TIC—inciden de forma más intensa en nuestras vidas y en nuestro trabajo. Cada vez el número de las actividades sociales que no están relacionadas de alguna manera con los avances tecnológicos es menor. La geografía no ha sido impermeable a los nuevos desarrollos tecnológicos, pero su uso en el tratamiento de la información, la interpretación y la producción de conocimiento al parecer no está del todo consolidado en las diversas líneas de investigación. Para una disciplina científica que se preocupa por analizar múltiples variables interrelacionadas, por tratar de dar cuenta de las fuerzas y los actores que estructuran y definen las configuraciones territoriales, los recientes avances pueden favorecer mejores resultados y mayor rigurosidad al momento de lanzar interpretaciones y de proponer alternativas en ciertos contextos. ¿Cuál es y será la incidencia de las nuevas tecnologías en el trabajo del geógrafo? Intentando responder parcialmente éste interrogante se abordan, entre otros aspectos, las posibilidades para el geógrafo en términos del manejo de las TIC que permiten tratar información geográfica y el surgimiento o modificación de algunos conceptos —ciberespacio— y paradigmas geográficos, asociados a la dinámica de la red mundial de comunicaciones —Internet— y especialmente al campo de la geografía virtual.

Palabras clave: ciberespacio, cibergeografía, realidad virtual, sistemas de información geográfica, tecnologías de la información y la comunicación


The geographer's work and new technologies of information and communication. Between digital cartography and virtual geography: an approach (Abstract)

For some years the new technologies of information and the communication —TIC—impact in a more intense way in our lives and in our work. Every time the number of social activities that are not related somehow with technological advances is smaller. Geography has not been waterproof to the new technological developments, but its use in treatment of information, interpretation and production of knowledge apparently is not completely consolidated in the diverse investigation lines. For a scientific discipline that worries to analyze multiple interrelated variables, to try to give bill of forces and actors that structure and define territorial configurations, recent advances can favor better results and bigger strict to the moment to throw interpretations and of proposing alternative in certain contexts. Which is it and will be the incidence of new technologies in the geographer's work? Trying to respond partially this query is approached, among other aspects, the possibilities for the geographer in terms of the handling of the TIC that allow to treat geographical information and the emergence or modification of some concepts —cyberspace— and geographical paradigms, associated to the dynamics of world net of communications —Internet— and especially to the field of virtual geography.

Key-words: cyberspace, cybergeography, virtual reality, geographical information systems, information and communication technologies


Podríamos asegurar, sin temor a equivocarnos, que prácticamente todos los asistentes al IV Coloquio Internacional de Geo Critica han utilizado Internet para establecer contacto y para presentar los resúmenes y las comunicaciones. Esto ha sido posible por el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Las TIC también han permitido que el mapa del mundo haya cambiado bajo la perspectiva de las interrelaciones que facilita. En efecto, las ciudades que se erigen como centros globales de servicios y comercio conforman redes de proximidad que distan fuertemente de las configuraciones físicas. Su disposición se caracteriza por una estructura concéntrica, que define jerárquicamente ciudades alfa (París, Londres, Tokio, New York, Chicago, Frankfurt, Hong Kong, Los Ángeles, Milán, y Singapur), beta y gamma, que a la vez se organizan en regiones donde resaltan Asia del Pacífico, Europa occidental y Estados Unidos (1). Esta situación muestra, entre otros aspectos, la gran polarización y concentración de los flujos económicos y de poder, que redundan en el aumento de la brecha respecto de las demás ciudades del mundo.

Nos hemos formado una imagen inadecuada de los multimedios y las TIC, como Internet y los videojuegos, porque los asociamos frecuentemente al ocio y la pérdida de tiempo. Y probablemente muchos geógrafos no utilizan este tipo de tecnologías, como la cartografía automatizada, porque carecen de la formación básica para su uso o por no reconocer sus potencialidades para el tratamiento y comunicación de la información geográfica, es decir, para el trabajo en geografía. Reconocemos que las posibilidades de acceder a las TIC, y a Internet como uno de sus mayores exponentes, es bastante desigual, configurando lo que se ha denominado como la divisoria digital (2). Sin embargo, uno de los desarrollos tecnológicos que más afectan a la geografía son los multimedios, que implica el uso de más de un medio, como el texto, la imagen —figuras, gráficos y mapas—, el sonido, la animación —dinámica—, el video (3) y la simulación, involucrando la interacción con el ordenador.

En varias universidades de Estados Unidos recientemente se ha impulsado una disciplina emergente que pretende ocuparse de la aplicación de la informática a la creación de conocimiento en problemas específicos. Denominada ciencia computacional, y diferente de la informática, esta disciplina ha recibido aportaciones de diversas áreas del conocimiento, incluyendo la geografía (4). Pero en la medida que la geografía no se integre adecuadamente ni realice aportes significativos, especialmente asociados al manejo de información espacial, otras disciplinas (re)desarrollarán o (re)inventarán muchos conceptos y métodos que son conocidos por los geógrafos. ¿Será que el problema de poder considerar simultáneamente las innumerables o infinitas variables que definen el espacio geográfico se podrá saldar, al menos en parte? No lo sabemos. Pero nos inquieta que un motor de búsqueda en Internet, el más potente hasta ahora, utilice una fórmula matemática que combina 10.000 millones de variables (5).

Todo este desfile de ideas tiene el fin de mostrar los múltiples aspectos que emergen de las TIC. Esta comunicación pretende aportar un estado del arte de las TIC en el trabajo geográfico, que es uno de los aspectos en los que puede incidir, para intentar pensar posibles cambios futuros en las formas de trabajar en nuestra disciplina. A tal efecto, iniciamos nuestro escrito con un recorrido por el trabajo actual del geógrafo que utiliza las TIC, proseguimos con el análisis de algunos conceptos y paradigmas que emergen de su uso, tales como ciberespacio o cibergeografía, y finalizamos con los nuevos retos que todo esto implica para el geógrafo, especialmente en términos del surgimiento de la geografía virtual y del trabajo geográfico en ambientes virtuales.
 

El trabajo actual del geógrafo y las TIC

¿Cuál es el grado de incidencia de las TIC en el trabajo actual del geógrafo? Podemos iniciar nuestro recorrido considerando que las TIC han afectado al trabajo geográfico aplicado desde hace aproximadamente cuatro décadas, inicialmente en la producción cartográfica automatizada (6) y luego con los sistemas de información geográfica (SIG) y otras innovaciones como los sistemas de posicionamiento global (GPS). Es adecuado tener presente que la línea de geografía física ha sido la que tradicionalmente ha incorporado en su trabajo las TIC, especialmente en geomorfología, climatología, meteorología y biogeografía. Probablemente por aquella idea de rechazo a los planteamiento neopositivistas, la vertiente humana en geografía —por llamarla de alguna manera— ha sido algo renuente a la incorporación de las TIC. Pero esta noción está cambiando y con muy buenos resultados. Las TIC también han permeado la enseñanza de la geografía y las forma de colaboración o trabajo en equipo, lo que en conjunto plantea nuevas, y hasta innovadoras, posibilidades y formas de trabajo en la disciplina.
 

La cartografía: muerte o necesidad de ajuste

El desarrollo de la tecnología digital ha afectado profundamente a la cartografía y seguirá afectándola, lo cual constituye un reto tanto para los cartógrafos como para los geógrafos que utilizan este medio para comunicar sus trabajos. Pero las posiciones son encontradas. Algunos sugieren que la computarización está matando la cartografía y que incluso puede estar desafiando la primacía del mapa como medio de comunicación de la información geográfica. Esta idea surge fundamentalmente por sus limitaciones comunicativas (7) y de forma especial porque se considera como estático en el tiempo y el espacio. Mientras, otros consideran que los mapas se están viendo con otros ojos. En efecto, los desarrollos recientes en la cartografía delinean una ruptura epistemológica, ya que representan formas del poder del conocimiento y no simplemente permiten la comunicación sino también la visualización, entendida como la capacidad de los mapas, gráficos e imágenes de hacer visibles relaciones espaciales (8). Estos desarrollos favorecen el encuentro entre la cartografía, recurrente y erróneamente caracterizada como ateórica, y la geografía humana crítica, aprovechando las convergencias de tecnologías orientadas al uso de información espacial y a los hipermedios como posibilidad para su distribución. Consecuentemente, emergen varios retos, entre los que se destacan la noción de virtualidad y los problemas éticos asociados al manejo, acceso, distribución y privacidad de la información.

Cada ves más, las bases cartográficas digitales y las TIC se consideran formas de flujo de información que retan algunas de nuestras actitudes frente a la producción y la comunicación. Pero, ¿será necesario hacer mapas en geografía? Esto depende de muchos factores, como: el fenómeno abordado, el nivel de detalle, el enfoque, la calidad de la información y hasta la perspectiva o tendencia del investigador. De todas formas, indudablemente para ciertos fenómenos lo más adecuado es mostrarlos o representarlos espacialmente. Las nuevas tecnologías permiten hacerlo acertadamente y hasta incluir importantes aspectos de su dinámica. Queda por cuestionarnos si nuestros parámetros de diseño cartográfico serán los adecuados; y también si nos comunicamos visualmente de forma adecuada o si sabemos cómo se puede hoy tratar y representar la información geográfica.
 

Los sistemas de información geográfica (SIG) y la geografía aplicada

Los ordenadores entraron en el mundo de la geografía a inicios de la década de 1960 y uno de sus principales impactos fue el desarrollo de los SIG (9), promovido en gran medida por la idea de entender mejor nuestro mundo (10) y por la necesidad de manejar y cruzar gran cantidad de información georeferenciada, a bajo costo, con mayor exactitud y de forma más ágil. La información geográfica se puede definir como los datos sobre cierto fenómeno en un contexto espaciotemporal particular, asociados a la exactitud y la precisión, junto a los medios de adquisición, almacenamiento y despliegue. Para el receptor, la comunicación de la información geográfica se traduce en una reducción de la incertidumbre sobre el mundo geográfico (11).

Los SIG son una aplicación de la tecnología que permite evaluar o valorar fenómenos espaciales. Las aplicaciones de las TIC, y especialmente los SIG, son reconocidas fundamentalmente en las investigaciones sobre los fenómenos físico-bióticos. Existen aplicaciones de SIG para simular multemporalmente procesos hidrológicos como el escurrimiento superficial, la cobertura y fusión de la nieve, la evapotranspiración y otros fenómenos que pueden suplir de información a las áreas que no la poseen y que permiten evaluar la disponibilidad del recurso agua (12). Pero los SIG no sólo permiten manejar información de corte físico-biótico; su potencialidad se extiende igualmente al análisis de los cambios asociados a los procesos socioculturales (13). Especialmente, resaltan sus posibilidades para la modelización y el análisis multivariado de procesos histórico-geográficos, donde la temporalidad, poco presente por lo general en los trabajos que emplean SIG, adquiere importancia por su notable papel en la comprensión de procesos sociales, como las migraciones y el cambio de uso del territorio.

Cuando pagamos con una tarjeta de crédito, o pedimos una pizza por teléfono a domicilio, puede que una base de datos georeferenciada relacione e incorpore nuestra información personal. Los SIG han sido utilizados para analizar las prácticas, tendencias y hábitos de consumo. En el Reino Unido algunas compañías han construido bases de datos de almacenes que son relacionadas con la información de los clientes para generar perfiles y estilos de vida, y por consiguiente de consumo. Incluso algunos consideran que el análisis de estilos de vida utilizando los SIG pueden reemplazar los análisis geodemográficos convencionales (14). El uso de imágenes de satélite y su cruce con información demográfica mediante SIG, ofrecen la posibilidad de crear poderosas y detalladas bases de datos georefenciadas —como: Atlas Market Quest, DNA, Lifestyle Selector, Micro Vision, Niches, Prizm y Solo, disponibles comercialmente— que brindan la posibilidad de generar perfiles de población, susceptibles de ser empleados en la orientación específica de estrategias comerciales y de consumo, al igual que como referencia para tomar decisiones políticas y económicas, dirigidas a grupos e individuos específicos (15). Este tipo de información es creada y manejada por las industrias de comercialización, violando los principios básicos de privacidad y anonimato, favorecidas por los vacíos legales en la materia. La posibilidad de generar exitosamente estos perfiles de población —es decir que funcionan realmente como estrategia comercial— inducen a reflexionar sobre las nociones de cultura y lugar, en el primer caso porque causan admiración los resultados de cruces de variables poblacionales para generar agrupaciones o unidades socioespaciales por perfiles de consumo, y en el segundo porque los individuos efectivamente tienden a responder a estilos o preferencias no desligadas del conjunto social donde se hallan inmersos. Es muy probable que este tipo de trabajos prácticos generen nuevas posibilidades para el estudio de fenómenos como la segunda transición demográfica.

En general los satélites son utilizados para estudiar problemas como el cambio climático global y la deforestación (16), pero ahora también se emplean con otros fines. Con la nueva generación de sensores de satélites, que poseen una resolución del orden de 1 a 2 m, el trabajo concerniente a la ciudad se verá fuertemente beneficiado, ya que se podrán distinguir individualmente los edificios o construcciones de los sistemas urbanos. Actualmente los sensores remotos proporcionan importante información sobre la cobertura de la superficie de la tierra, mientras que las posibilidades de aplicación para interpretar su uso, es decir su utilización social, implican necesariamente adelantar esfuerzos (17). Pero los SIG pueden permitir relacionar ágilmente la información sociodemográfica y las unidades urbanas individuales generadas por las imágenes de satélite, permitiendo abonar, al menos en buena medida, los datos necesarios para discriminar y distinguir los usos urbanos. Todo esto en conjunto provee los insumos necesarios para pensar que podemos aproximarnos, lógicamente con limitaciones, a la interpretación y clasificación socioeconómica a escala mundial. Es más, algunos investigadores ya han elaborado clasificaciones basadas en imágenes de satélite e información censal para pequeñas áreas (18) y han encontrado en ello un estímulo para repensar las formas como se concibe el desarrollo urbano.

La cuestión del tiempo en los SIG preocupa cada vez más. Muestra de ello es que cada vez son mayores los esfuerzos por incorporar en las investigaciones las nociones de espacio y tiempo de forma integrada. Una pesquisa en un sector de la ciudad de Québec, en Canadá, nos puede ofrecer algunas ideas al respecto. El trabajo tenía como objetivo central el desarrollo y aplicación de una topología temporal en SIG para generar una base de datos histórica del uso del territorio, que permitiera establecer medidas de cambio espaciotemporal entre 1958 y 1993 (19). Algunos de los puntos centrales sobre la topología temporal —relación entre las entidades y el tiempo— son: la línea de tiempo —pasado-futuro—, la relación de cambio de las entidades —aparición, desaparición, expansión, contracción, desplazamiento, sucesión, unión o fusión y disgregación o separación—, el cálculo de la tasa de cambio entre dos o más momentos, la representación gráfica de los cambios y los intervalos temporales utilizados en relación con la base de datos histórica —que puede afectar a la percepción de un fenómeno como cíclico o como lineal—. La investigación permitió establecer, entre otros aspectos, los patrones y tendencias espaciotemporales de sucesión de usos —rural a residencial, rural a industrial, por ejemplo—. Este tipo de trabajos muestran que la integración de información temporal a un SIG ofrece un nuevo espectro de posibilidades para entender la dinámica y el comportamiento de fenómenos geográficos.

Los SIG también han permitido a disciplinas hermanas de la geografía, como la historia, el manejo y cruce de información para reconstruir cambios espaciales poblacionales y modificaciones del uso del territorio (20), ofreciendo un amplia e innovadora gama de posibilidades metodológicas e investigativas. Una investigación específica en Zamalek, que es una zona de la ciudad del Cairo, conjugó, mediante el uso de un SIG, el uso de imágenes de satélite de alta resolución —1 m— y cartografía histórica de 1929 —escala 1:1.000— para comparar y establecer los cambios en el uso de las zonas agrícolas y urbanas, en las construcciones de importancia histórica y en el cauce del río Nilo (21). La investigación además contribuyó a la generación de una base de datos georeferenciada que puede apoyar procesos de planificación territorial y la delineación de medidas concretas para la preservación del patrimonio histórico.

Pero el trabajo con SIG en geografía ha suscitado candentes reflexiones, debates y discusiones que han llegado al punto de examinar si deben ser asumidos como una herramienta, como una ciencia o como un intermedio (22). Las posiciones son variadas y las razones para justificarlas también. Algunos consideran que representan para la geografía la llegada de algo así como un nuevo positivismo o postpositivismo, caracterizado por una excesiva veneración y confianza en los modelos y los números; otros consideran que es una aplicación del conocimiento científico pero no una ciencia en sí misma, y otros creen que depende de las creencias y convicciones personales. Por varias razones nos inclinamos por asumir los SIG como una herramienta. Primero, el trabajo con SIG requiere de un profesional, ya sea geógrafo, geólogo o demógrafo, que posea una visión espacial de los fenómenos a tratar y que sepa qué hacer con dicha información; un SIG por si mismo no ofrece caminos para relacionar información espacial y mucho menos para interpretarla y proyectarla. Segundo, si admitimos que una variada gama de profesionales utilizan o pueden usar los SIG en sus investigaciones, y los asumimos como ciencia, eso querría decir que la biología y el urbanismo cuando los emplean se convierten en una disciplina equivalente, independientemente del problema de investigación y del fenómeno a tratar. Tercero: por su naturaleza, por lo general el trabajo con SIG requiere la asistencia de un ingeniero de sistemas que pueda solucionar problemas asociados a transformaciones de formato, rendimiento de los equipos, configuración del hardware y software y demás tareas que surgen al trabajar con estos sistemas. Cuarto: algunas de las tareas, como la digitalización y la tabulación de bases de datos, pueden ser realizadas por personas que no necesariamente son investigadores o profesionales, ya que en muchos casos se contratan a individuos con formación técnica o tecnológica. Por estas razones, entre otras, preferimos asumir y compartir la posición de que los SIG son una herramienta, muy poderosa y versátil, y no una ciencia en si misma.

¿Por qué será que en geografía se trabaja poco con SIG si ofrecen un potencial considerable? ¿Será que nos hemos quedado con la vieja idea, y excusa, de que para hacer geografía no es necesario hacer mapas y representaciones? ¿Será que nuestra formación clásica no nos ha permitido acercarnos a los nuevos avances tecnológicos y reconocer sus potencialidades? ¿Será que los ordenadores nos producen cierto miedo o repulsión? Este es el panorama de hoy. Deberíamos pensar que no hemos terminado de explotar las potencialidades actuales de los SIG cuando ya se nos avecinan nuevos avances significativos. Avances que nos pueden acercar a nuevas formas de trabajar en geografía.
 

Los sistemas de geoposicionamiento global (GPS): ¿por fin sabemos dónde estamos?

En la guerra de Vietnam muchos soldados se perdieron por no poder orientarse adecuadamente, por no saber en qué lugar se encontraban. La guerra del Golfo fue diferente, esencialmente por los avances tecnológicos, incluyendo el uso del GPS. En efecto, esta tecnología liberada a los consumidores solo a partir de 1989 nació, como muchas de las innovaciones, con finalidades militares. Pero sus posibles aplicaciones son bastante amplias. Se ha empleado en alquiler de automóviles, en cámaras fotográficas para rotular el lugar de toma, en relojes, para seguir la ruta de animales, como ayuda para el montañismo, en globos aerostáticos y en embarcaciones (23), entre muchas otras aplicaciones y usos tanto para las actividades de ocio como para el trabajo profesional. En esta última línea destacan sus aplicaciones en diferentes áreas del conocimiento como la arqueología, la biología y la psicología (24), aunque su uso se extiende a trabajos como la agricultura de precisión (25), donde se utilizan sistemas ligados a los tractores y se toman decisiones basadas en información geográfica detallada.

La posibilidad de conocer el punto en que nos encontramos sobre la superficie de nuestro planeta depende de la triangulación que puede efectuar el GPS al reconocer algunos de los 24 satélites —de los aproximadamente 8.000 en total— que la orbitan a unos 19.000 kilómetros de distancia. Además de las coordenadas del lugar, puede ofrecer información sobre los puntos cardinales, altitud (aunque hasta ahora no es muy fiable), la velocidad de desplazamiento y hasta la hora (26). La información que ofrece ha suscitado sugestivas aplicaciones en geografía. Se ha utilizado con interesantes resultados en la investigación de los patrones de desplazamiento y comportamiento espacial de las personas, ya que, según algunas concepciones, no son del todo subjetivos ni objetivos, sino más bien ‘trayectivos’ (27).

El trabajo con GPS ofrece datos que le pueden permitir al geógrafo establecer la relación de las personas con el lugar, fundando topofilias, topofobias, o reconociendo patrones de desplazamiento susceptibles de aplicación en el estudio de las prácticas de consumo o en el diseño de rutas que apoyen y guíen a los turísticas. Puede utilizarse para optimizar y ajustar infraestructuras de transporte acorde con las tendencias de desplazamiento de la gente. ¿Será que el comportamiento espacial de los niños difiere de los jóvenes y de los adultos; influirá el género? ¿Qué relación existe entre la orientación intuitiva, la memoria de desplazamiento y el desplazamiento real? ¿Qué pasaría si a alguien se le ocurre implantarle un GPS a todo aquel que haya cometido un delito? ¿El hombre intentará llevar sus mundos y rutas imaginarias a la realidad?
 

Geografía y educación: ¿nuevas formas de enseñar?

Frente al criticismo algo lineal y generalizado que recae sobre el uso de las TIC en la enseñanza, incluyendo la de geografía, encontramos situaciones que muestran claras ventajas para la educación. La asistencia educativa basada en ordenadores para clases de geografía, como estrategia alternativa a las formas habituales de conferencia o lección, ha arrojado resultados interesantes, caracterizados por una tendencia a mejores rendimientos (28), reflejados principalmente en el trabajo en equipo, en el proceso cognitivo de la comprensión y en la disminución de las diferencias entre los alumnos asociadas al lugar de procedencia, lengua madre y sexo; a la par que estimula la discusión y el interés por los fenómenos geográficos. Particularmente, el uso mixto y complementario de TIC como el correo electrónico —e-mail—, el chat, la videoconferencia y el acceso a páginas y motores de búsqueda, han ofrecido resultados satisfactorios al momento de trabajar en grupo y a distancia a la vez (29). Algunas experiencias señalan que el uso de la red mundial ofrece resultados más bien limitados en el momento de enseñar mediante la estrategia basada en preguntas (30), ya que para algunos temas la información circulante no es la más adecuada. Pero otras prácticas consideran que la red mundial ofrece buenos insumos para realizar actividades educativas, como por ejemplo al averiguar sobre los diversos impactos e implicaciones ambientales que producen las compañías transnacionales (31) en los países en vías de desarrollo.

Algunas investigaciones han establecido que existe una relación entre la adopción de Internet como estrategia de enseñanza a nivel universitario y la percepción en relación con los beneficios que puede generar su vinculación (32). Se ha encontrado que algunos profesores han acogido a Internet como herramienta por decisión propia, mientras otros lo han hecho por iniciativa institucional. También que en general los miembros de facultades de geografía humana perciben pocas ventajas derivadas de su uso, y que existe una fuerte correlación entre la edad y la incorporación de TIC, siendo los más jóvenes los que se inclinan por su utilización. Las líneas geotécnicas —geografía física— recurrentemente asumen que herramientas como la cartografía automatizada, los SIG y los sensores remotos, son compatibles y complementarios con Internet y las demás TIC. Algunos maestros han creado departamentos de geografía virtuales, que han difundido prácticas innovadoras mediante redes de comunicación (33). Mientras, otros maestros estiman la enseñanza mediada por Internet como una perdida de tiempo. De todas formas, lo importante es que en general se está empezando a asumir que Internet puede constituir una útil herramienta para los objetivos y métodos de enseñanza.

El uso de TIC en la instrucción, por si misma, no debe considerarse un objetivo central. Lo interesante sería establecer cómo su uso puede realmente complementar y potenciar la enseñanza de la geografía. ¿Qué hacer con tanta información que bombardea a los jóvenes a través de los medios de comunicación? El problema no es que entren en contacto, sino que posean herramientas para poder asimilar, ordenar, clasificar y discriminar información, y la geografía tiene un papel importante en eso. Los multimedios permiten la posibilidad de explorar y aprender, y existen productos que pueden demostrar su utilidad, diferenciándose y a la vez complementando los medios de comunicación convencionales (34). Probablemente los multimedios no ofrezcan más o menos conocimiento, pero lo que si se podría afirmar es que son más llamativos y agradables para los jóvenes, en parte porque implican mayor uso de los sentidos, con lo que la imagen mental de la realidad se percibe de forma más cambiante y multicausal.
 

El trabajo en equipo: ¿redes de colaboración?

La comunicación humana implica variadas formas mediadas por los sentidos, y las nuevas TIC permiten ampliar el espectro de la información que se comunica en geografía. Siempre nos quejamos por la imposibilidad de intercambiar información y ahora que podemos —mediante Internet, por ejemplo— resulta que algunos no lo hacen porque les parece desacreditar o desmeritar su trabajo. Y también parece que desconociéramos que las investigaciones que utilizan TIC demuestran su complementariedad y potenciación en el momento de emplear, y en varias ocasiones innovar, técnicas y metodologías híbridas de tratamiento y flujo de la información.

Los dramáticos cambios en las TIC tendrán, y de por si ya tienen, un fuerte impacto en el trabajo individual y grupal. El desarrollo de Internet ha permitido que el intercambio de datos entre organizaciones sea más fácil y más frecuente que antes, y el surgimiento de los metadatos ha favorecido la compatibilidad entre diferentes bases de datos (35). El ordenador ha facilitado el manejo de la información y ahora mediante Internet también nos permite su comunicación y su flujo, es decir, la creación de redes de colaboración. Aunque las nuevas herramientas cartográficas y de SIG han sido diseñadas para ser utilizadas individualmente, esta noción está cambiando porque el trabajo y la investigación geográfica cada vez requiere de más carga y responsabilidad en equipo, es decir colaboración (36). Los equipos de trabajo no siempre laboran en el mismo lugar ni en el mismo momento; aunque la complementariedad esté presente, esto nos remite a considerar los mecanismos y estrategias que favorecen el intercambio de ideas e información —como mapas e imágenes, además de voz y video— en grupos-red. Emergen entonces características como la sincronía, asincronía, instantaneidad y virtualidad en la cooperación.
 

La convergencia de las TIC en geografía y los nuevos retos

Como hemos visto, el panorama actual de convergencia tecnológica (37) le ofrece al geógrafo la posibilidad de emplear en su trabajo un sinnúmero de posibilidades de tratamiento y uso de la información, ya que puede utilizar simultáneamente imágenes de satélite, fotografías aéreas, fotografías digitales, GPS, SIG y sistemas cartográficos computarizados; además de posibilidades de sonido y video. No podemos dejar de reconocer que en algunos casos otros profesionales que manejan información espacial, como los arquitectos o los geólogos, explotan mejor las posibilidades que ofrecen la convergencia tecnológica actual.

Pero ya se están realizando esfuerzos en nuestra disciplina. Se ha podido escribir que las teorías y técnicas de geometría fractal, por ejemplo, proporcionan una importante base para medir y simular la estructura irregular que caracteriza los sistemas del mundo real (38). Quienes desarrollan estas aproximaciones, considerando macro y micro concepciones, están empezando a utilizar las ideas asociadas a la teoría de la complejidad para crear nuevas teorías sobre la dinámica urbana que puedan ser utilizadas para explicar, por ejemplo, cómo las actividades están localizadas en niveles micro a través de las decisiones individuales, grupales e institucionales simultáneas (39).

Aunque todos no tengamos acceso, cada día se dispondrá de más información sobre el individuo y sobre la Tierra en su conjunto. ¿Cómo manejar tanta información? ¿Se indigestarán, nos indigestaremos? Imaginemos la información disponible para los geógrafos dentro de cien años. ¿Trabajarán de la misma forma que lo hacemos hoy? ¿Habrá una geografía virtual? ¿Otra geografía? Los cambios en las TIC, a nuestro modo de ver, están tan solo empezando. Y el geógrafo debería estar pendiente de ello, porque el futuro de la disciplina en parte está asociado a qué se haga con la información. Algunos de esos cambios, por no decir que los más importantes, son el surgimiento de la noción de ciberespacio y la posibilidad de trabajar en ambientes virtuales.
 

Las TIC y los conceptos y paradigmas geográficos emergentes: ciberespacio y cibergeografía ¿entre espacios reales y virtuales?

El diccionario de la Lengua Española de la Real Academia define el ciberespacio como el ‘ámbito artificial creado por medios informáticos’ (40). En geografía se ha escrito que ‘el ciberespacio permite la presencia física en un punto y la telepresencia en otros. En él la distancia geográfica ya no es importante y los conceptos de proximidad y distancia se modifican profundamente. Lo más próximo no está ya más relacionado que lo lejano, como ocurría tradicionalmente. A veces lo lejano está más próximo a través de la conexión informática. Las distancia geográfica adquiere otro valor o se convierte en poco significativa. Lo que cuentan son las innumerables conexiones que se establecen y los espacios de relación’ (41).

Las TIC no solo han afectado el trabajo del geógrafo. Derivado de su uso y su dinámica, han suscitado el surgimiento de nuevos conceptos y paradigmas geográficos. En efecto, el uso de términos como ‘ciberespacio’, ‘frontera electrónica’ y ‘superautopista de la información’ implican un proyecto para los geógrafos: el esfuerzo por incorporar tales perspectivas innovadoras del lugar dentro de una estructura ontológica sensible a las preocupaciones geográficas (42). Pocos geógrafos se han interesado por establecer las relaciones entre el espacio geográfico y ese ciberespacio (43). Uno de los intentos de mayor aceptación (44) parte de definir la geografía virtual como el lugar y espacio en nodos y redes formando una matriz, donde la intersección entre nodo y lugar-espacio es la noción corriente de espacio geográfico, el cruce entre nodo y espacio con ordenadores conforma la idea de cespacio, el encuentro entre redes de comunicación y el lugar produce el ciberlugar y el cruce entre espacio y redes de comunicación el ciberespacio. La reflexión en torno a los espacios virtuales promovidos por las TIC están generando el surgimiento de muchas ideas dentro del ámbito geográfico.

¿Qué es lo que nos permitiría hablar de ciberespacio? Las técnicas matemáticas combinatorias y la teoría de la estructuración se han aplicado para identificar las características estructurales y las similitudes de dos tipos de ámbitos comunicativos: las redes de computadores y los lugares. En este contexto, el término ‘ciberespacio’ se utiliza frecuentemente para indicar que las redes de ordenadores son una realidad experiencial en un contexto social (45), definiendo la idea básica de espacio virtual. Sobre las estructuras se plantean dos nociones en discusión. La primera, basada en la teoría combinatoria sobre enlaces y nodos en los sistemas de comunicación, sugiere que la estructura de algunas redes de ordenadores es bastante similar a la de los lugares físicos. En la segunda noción, la de estructura de interacción individual-social, los lugares no se consideran como objetos estáticos sino como sistemas dinámicos de conexiones. De esta manera, las personas constituyen el lugar mediante la vida diaria, externalizando aspectos como las rutinas, el conocimiento, las creencias y la autoridad, siendo simultáneamente afectadas por los sitios, de sensación y de acción, que ellos y otros están conformando. Así, si un lugar puede ser entendido en términos de relaciones sociales que fundamentalmente son enlaces —de comunicación— entre nodos —personas—, los lugares y los medios de comunicación mantienen una función equivalente (46). Las dos nociones de estructura están estrechamente relacionadas y su comparación permite el refinamiento del concepto de lugar virtual.

El ciberespacio es creado socialmente y las personas tienen la posibilidad de adoptar diversas facetas de la personalidad que habitualmente se manifiestan o se reprimen; es la posibilidad de mutabilidad de la identidad en la que una mujer podría pasarse por hombre (47), por un joven o por un anciano. Las personas pueden externalizar sus ideas y a la vez internalizar o modificar aspectos o concepciones de si mismo. Las prácticas que se desarrollan en el ciberespacio pueden ser llevadas a lugares concretos en momentos concretos, convirtiéndose en realidad. Un estudio sobre los individuos que visitan las salas de conversación en línea para la juventud (48) encontró que menos del 10 por ciento eran realmente personas jóvenes y que dos tercios eran adultos que se hacían pasar como niños para comprometerse en las fantasías del cibersexo. Situaciones como esta están suscitando el surgimiento de visiones negativas frente a este tipo de TIC.

El ciberespacio también produce miedo. Muchos discursos y reflexiones sobre los niños y la juventud frente a las TIC, especialmente Internet, sostinen la idea de que existen riesgos y peligros considerables asociados a su uso y sus efectos individuales y familiares (49), resaltando los asuntos de pornografía, pedofilia y el odio racial y étnico que preocupan a muchos padres. Pero depende como se mire, porque Internet también puede considerarse como una barrera, ya que las relaciones establecidas electrónicamente no se dan frente a frente, son distanciadas físicamente mediante las redes. Pero esta noción tiene contrapartidas, porque en las relaciones sociales el cambio de la noción de grupo a la de redes puede ser observada en muchos niveles. Internet es un medio personal, que trasciende lo local, relaciona personas con personas pero no frente a frente. Esa relación persona-persona se presenta selectivamente entre redes sociales con ciertas afinidades, donde puede desdibujarse el individuo en la medida que la relación comience a adquirir el sentido de rol dentro de la comunidad. De esta manera, los cambios tecnológicos afectan las relaciones y la estructura social en lugares concretos (50). Se podría decir entonces que su uso ha transformado el ciberespacio en ciberlugares.

Los avances en las TIC inducen a considerar que los conceptos y aproximaciones al funcionamiento e interacción espacial deben ser revisados o actualizados. Un caso es la movilidad, ya que algunos trámites municipales (51) y consultas médicas (52) pueden realizarse desde casa mediante Internet. Las nuevas realidades y posibilidades requieren de geógrafos que empiecen a ver el espacio geográfico con otros ojos. Y algunos ya lo están haciendo. La geografía humana del pasado intentó representar la estructura espacial de la sociedad basándose en las nociones de distancia y conectividad, nociones que deben revisarse seriamente, sobretodo si asumimos que las oportunidades de investigación se pueden considerar ahora en función de tres componentes del espacio geográfico: el espacio físico, el espacio híbrido y el espacio virtual (53). Algunas actividades sociales y económicas tienen ahora lugar en el espacio virtual y muchas oportunidades se han desplazado del espacio físico hacia él, al igual que la distribución espacial y temporal de las actividades humanas está mediada por las TIC. Si las TIC se constituyen en medios de interacción social, la posición geográfica podría también ser mirada bajo los ojos de la diversidad en términos de su accesibilidad y su uso.

Las TIC, y en especial el ciberespacio, también han servido de punto de referencia o de inspiración para que algunos escritores de ciencia-ficción —ciber-ficción— imaginen el futuro de la ciudades, de la sociedad y de las formas de autoridad-regulación. Y también han permitido que paquetes de software analicen esos textos —como NUDIST 4.0—, arrojando bastante información sobre imaginativas futuras formas espaciales, amenazas naturales y posibilidades de espacialidades en-línea —online— que aparecen con regularidad en dichos escritos y que responden al espacio cognitivo de sus autores (54). Espacio que de una u otra forma está ligado y referido a sus experiencias en el mundo real de hoy; puede incidir en la concepción y construcción del futuro, aunque las múltiples variables que lo influyen lo hagan una tarea probablemente limitada. Sin embargo, deberíamos considerar que la ciencia-ficción en muchas oportunidades ha inspirado y precedido a realidades futuras (55). Es frecuente que la ficción tenga mucho de ciencia.

La convergencia tecnológica y las TIC en geografía han contribuido a que se empiece a considerar trabajar en ese tipo de lugares, en lugares estrechamente ligados a la navegación, la exploración y la simulación. ¿Qué implicaciones tendrá todo ello para la geografía y para el trabajo del geógrafo? Podemos ver ahora algunas ideas en este sentido.
 

Las TIC: nuevos retos para el geógrafo y para la geografía

El espectro de posibilidades de trabajo práctico en geografía mediado por las TIC, y especialmente por las que permiten manejar información espacial, como hemos visto es bastante amplio y rico. Ya se considera posible trabajar desde la geografía en otros contextos, en espacios virtuales, remotos. ¿Todo ello permitirá reafirmar la idea de que a nuevas realidades nuevas geografías? Creemos, por muchas razones, que sí.
 

El trabajo en ambientes virtuales

Varios aspectos de la convergencia digital y del manejo de la información geográfica nos permiten pensar en la posibilidad de que en geografía se trabaje con la noción de virtualidad. Para iniciar, podemos considerar que el mapa es una abstracción de la realidad y que su manejo en cierta medida permite el trabajo virtual, porque se pueden tomar decisiones o analizar sus características sin estar en el lugar. Los SIG son una posibilidad más avanzada, que puede potenciarse aún más por la convergencia tecnológica de las TIC, permitiendo trabajar simulando lugares y ya no solo abstrayéndolos. Esta idea del trabajo virtual ya se refleja en el proyecto-visión de Tierra Digital —Digital Earth— del gobierno de los Estado Unidos, con el que pretende representar todo el planeta en tres dimensiones, manejando inmensas cantidades de datos georeferenciados orientados al descubrimiento y exploración virtual (56). Esta georeferenciación también tiene el interés de incorporar toda la historia social y física del planeta (57). ¿Con ello la brecha aumentará y se fortalecerá, aún más, su poder? Lo cierto es que las futuras generaciones tendrán la posibilidad de registrar el cambio en la superficie del planeta mediante el uso de la información que se ha podido, y que se podrá, adquirir y manejar mediante las TIC que emplean información geográfica. Proyectos como este indudablemente confirman que ya se están creando espacios virtuales en los que una persona puede desplazarse e interactuar con el entorno (58). Es más, ya hay quienes plantean el uso del término cyborg(59) para referirse a un organismo en parte humano y en parte máquina —como el ordenador, si lo asumimos como una extensión— que trabaja con modernas tecnologías que tienen semblante virtual.

Con este panorama, innegablemente las metáforas sobre el lugar virtual se convierten en un desafío ontológico serio para la geografía (60). Una de las cuestiones más interesantes para los geógrafos es la consideración de que los espacios virtuales pueden replicar o diferir de los espacios físicos (61). En efecto, como el alcance de las telecomunicaciones es —potencialmente— global, se podría decir que los lugares virtuales que ofrece Internet tienen cierta correspondencia con el espacio real (62). Además, si las relaciones espaciales físicas pueden ser duplicadas en mundos virtuales (63), ¿qué implica esto para la noción geográfica de centralidad en la vida humana? Ubicuidad, efectividad, movilidad, multiescalaridad, tantas ideas que surgen e inquietan forman parte de todo lo que ya emerge de las TIC.

Nuestros jóvenes ya se están sumergiendo en la simulación y en los ambientes virtuales mediante Internet y los juegos de video. Las nuevas posibilidades de la información geográfica se convierten en un reto para el geógrafo dado el volumen de información susceptible de manejar. ¿Estará el geógrafo de hoy en condiciones de utilizar e integrar todas estas posibilidades de información para dar cuenta de la estructura y la dinámica del territorio? Con la idea de tratar de adentrarnos en esta compleja situación, veamos ahora qué se está haciendo desde la geografía en esta línea.
 

Geografía y realidad virtual: ¿nuevas geografías?

Desde la década pasada los proyectos de investigación conjuntos entre los SIG y los sistemas de realidad virtual han permitido el desarrollo de sistemas de información geográfica de realidad virtual —SIGVR— (64). La realidad virtual se refiere a la posibilidad de que un usuario, a partir de información digital limitada, cambie la perspectiva de una imagen o representación en tres dimensiones —3D—, causando la actualización de la vista presentada (65). La realidad virtual es considerada como una forma de interfase hombre-ordenador, que produce o genera una simulación a partir de información real, en nuestro caso, geográfica. Difiere de una transformación cartográfica tradicional porque la naturaleza de la relación entre la representación —mapa— y el usuario —imagen del mapa— es completamente ligada. La realidad virtual permite en el trabajo geográfico que la información del mundo real pueda ser mostrada y explorada digitalmente, y que luego esa información pueda aplicarse o utilizarse en la realidad (66).

La realidad virtual cubre un gran espectro de posibilidades de interacción hombre-ordenador, que va desde la interacción con ambientes reales permitiendo la teleoperación hasta la interrelación con mundos creados favoreciendo la simulación. Este espectro de posibilidades ha permitido generar simuladores de conducción de automóviles, de manejo de bicicletas, para la vigilancia de pacientes, para el entrenamiento en neurocirugía y radiología y hasta para cursos virtuales de trabajo de campo en geografía (67). La combinación de sistemas de realidad virtual y SIG han permitido generar tres tipos principales de interfases tridimensionales, que permiten hacer varios zoom, con posibilidades de vistas tipo plano, tipo modelo y tipo mundo real (68), que es una perspectiva como la de cualquier persona que se encuentra en la superficie.

La navegación y simulación en realidad virtual nos puede permitir un mejor entendimiento de la superficie o del terreno real (69), al igual que puede emplearse para comprender algunos aspectos de la estructura y escala de dependencia inherentes a los modelos de superficie. Admite también explorar los lugares en diversos momentos, ya sea simulando y visualizando condiciones del pasado o futuras acciones y situaciones. Han permitido, por ejemplo, simular el impacto visual de las turbinas de viento en algunas zonas del Reino Unido, antes de una posible intervención real (70). Además es muy versátil porque permite generar mapas en papel, fotomontajes con vistas de posibles intervenciones territoriales, presentaciones de proyectos en reuniones públicas y videomontajes que admiten hacer vuelos panorámicos sobre la zona o zonas de interés (71).

En el modelamiento de espacios urbanos varias técnicas y fuentes de datos pueden ser utilizados para colectar y medir objetos individuales —edificios, casas—, destacándose el trabajo de campo, la fotogrametría y el uso de los GPS (72). Más que simplemente visualizar espacios, la realidad virtual puede permitir navegar a través de las escenas, pudiendo así utilizarse para trabajar información urbana más abstracta y específica (73), como el tráfico-comportamiento de peatones y los cambios derivados de las intervenciones físicas. Los antecedentes de los ambientes urbanos en realidad virtual están relacionados con el desarrollo de programas de diseño en computador, la cartografía, la simulación y los juegos de video como SimCity (74) y Age of Empires.

Las imágenes panorámicas digitales —similares a las que genera una cámara fotográfica— pueden emplearse para generar modelos de realidad virtual al cruzarlas con información espacial, potenciado una de las herramientas básicas del geógrafo: la observación (75). Por su parte, el avance tecnológico en sensores remotos, que incluye el incremento de las bandas espectrales utilizadas, ofrece los medios para que sea posible el desarrollo de modelos digitales de terreno en un continuo desde la escala continental hasta un nivel muy local (76), con vistas en forma de vuelo y la posibilidad de hacer zoom muy detallados en sectores específicos.

La exploración de ambientes virtuales en la interfase usuario-3D puede permitir aportes a nuestro conocimiento de los principios de la cognición espacial. Pero ya se está considerando la incorporación de la dimensión temporal —4D—, que permitiría hacer simulaciones multitemporales sobre diversos fenómenos cambiantes y dinámicos (77). Los sistemas de realidad virtual también pueden servir de herramienta para entender el proceso cognitivo ligado al mapeo, y consecuentemente pueden ayudar a los discapacitados o limitados visuales. Algunos avances en la materia, reconociendo la multisensorialidad y multidimensionalidad en la realidad virtual, tienen la idea de producir mapas digitales tactiles, que permitan navegar virtualmente en espacios no visibles (78).

Los países que más han innovado en esta área son Estados Unidos, Reino Unido, Suiza, Alemania y Canadá (79). Los proyectos de investigación se han desarrollado en diferentes áreas de interés, como el planeamiento urbano (29%), el medio ambiente (22%), la visualización de datos (18%), la militar (11%), los SIG (8%), la arqueología (6%), la educación (3%) y la ecología (3%).

En otra línea, las potencialidades de la realidad virtual para la educación en geografía son amplias, ya que la posibilidad de generar múltiples representaciones y la interactividad con la información estimula y permite una mejor comprensión de los datos espaciales (80). Estos aspectos han permitido el desarrollo de cursos de campo virtuales, donde los estudiantes deben atender objetivos educacionales específicos trabajando desde un computador personal.

Otras disciplinas además de la geografía se han beneficiado del modelamiento en realidad virtual. Desde finales de la década de 1980, la arqueología la ha utilizado para representar reconstrucciones de lugares y ambientes, contribuyendo a manejar y erigir una noción enriquecida de la mimesis virtual (81). En historia y arqueología es común su uso para reconstruir y mostrar al público antiguas ciudades y lugares que tienen importancia cultural, partiendo de la integración de diversas fuentes de información que incluye mapas antiguos, datos sobre arquitectura, narraciones y textos, topografía y fotogrametría. La presentación final puede incluir aún más información, en forma de bailarines y cantantes de la época, por ejemplo (82). Estos sistemas nos permiten virtualmente recorrer lugares que existieron en otros tiempos, algunos muy lejanos. Pero también trae consigo varios retos para quienes reflexionan sobre el espacio y para quienes lo representan. Las representaciones, como los mapas, no son neutras, tienen poder porque manejan información que puede promover algún tipo de decisión y porque comunican mensajes particulares (83).

Una de las más importantes innovaciones con implicaciones para la visualización ha sido el desarrollo del lenguaje de modelamiento de realidad virtual —VRML—, que permite utilizar Internet para visualizar en red los modelos de realidad virtual. La integración del VRML con los SIG ha permitido trabajar en la visualización de los potenciales cambios producidos en las zonas rurales, incluyendo vistas de posibles escenarios con diversas formas de intervención y modificación del territorio (84). Pero los sistemas de realidad virtual no solo permiten navegar en nuestros mundos allí representados, también admiten que mundos creados virtualmente, solo allí, nos enseñen sobre el nuestro. Es la retroalimentación entre la realidad y la abstracción; la realidad nos permite abstraer y la abstracción nos permite pensar la realidad. Antes la realidad virtual solo permitía navegar o explorar, ahora ofrece más. Sus aplicaciones admiten la simulación, la experimentación y la comunicación, y cada una de esas posibilidades puede ser pasiva o activa (85). Lo que conocemos comúnmente en realidad virtual es de corte pasivo, aunque la otra línea está surgiendo. Es el futuro virtual, en el que pueden existir ciudades en el ciberespacio y en el cibertiempo. Y ya existen.

Los mundos virtuales han surgido. Ofrecen la posibilidad de colonizar espacio, de construir estructuras, de diseñar, de interactuar con otros. Uno de ellos se llama Alpha World (86). Es un mundo construido mediante Internet, en el que muchas personas pueden interactuar en tiempo real en un lugar que solo es electrónico y digital. Ya no solo existe la realidad virtual en geografía, existe la geografía digital, hemos asistido a su nacimiento y necesitamos teorías para aproximarnos a ella (87). Surgen entonces implicaciones filosóficas asociadas al espacio y su representación, entre otros motivos porque las geometrías euclidianas se presentan en el ciberespacio, al igual que otras geometrías podrían ser posibles allí (88). ¿Qué implicaciones tendrá todo esto en trabajo del geógrafo en el futuro?

¿Y que es Alpha World? Es un sistema disponible en Internet para la interacción social en tiempo real, accesible en forma de realidad virtual desde un ordenador común. Fue abierto al público el 28 de junio de 1995 (89). No tiene relieve, ni ríos, ni clima. Pero en otros aspectos se parece mucho al mundo real. Se inició en un espacio no colonizado que poco a poco ha sido reclamado y edificado. Posee calles y casas que definen densidades urbanas. Y hasta ha sido mapeado. Sus habitantes se llaman avatares —avatars— y tienen un aspecto parecido al nuestro. Deambulan por ahí como turistas o residentes. El ciudadano virtual puede elegir su aspecto y su sexo, su identidad virtual, adoptada por alguien real. Allí existen algunas reglas de convivencia, pero también existe el vandalismo. Y no es difícil atravesar muros, ni volar, ni teletransportarse.

¿Qué implicaciones podrán tener estos espacios virtuales para nuestros solitarios ancianos, o para los jóvenes misántropos?, ¿qué impacto tendría la realidad virtual en una persona inválida o parapléjica, para quien el cuerpo es una prisión?, ¿podría servir terapéuticamente para tratar enfermedades mentales? No lo sabemos aún. Pero para la geografía, este tipo de espacios virtuales que existen únicamente en el ciberespacio son muy sugestivos. Pueden suscitar la reflexión geográfica en la medida que crecen, tienen diversos usos y una estructura espacial, y también porque son lugares de interacción social o entornos humanos virtuales. ¿Cómo serán esos espacios virtuales dentro de algunos años? ¿Qué sucederá cuando se pueda utilizar a fondo los sentidos? ¿Cuál será el papel del Internet inalámbrico (90)? ¿Podrá llegar al punto de constituirse en una conexión total? Lógicamente el mundo real no desaparecerá. Pero otros mundos están surgiendo, y puede que algunos geógrafos opten por trabajar en esa línea. O mejor, en las dos.
 

Para finalizar

Queríamos presentar un estado del arte de las TIC en el trabajo del geógrafo. Detectamos que todas esas ideas en torno al manejo de las TIC en geografía y a sus posibilidades de proyección en el campo de la geografía virtual, indudablemente se constituyen como la base de una línea inmensamente rica, inquietante y prometedora. Siempre hemos pretendido explicar la complejidad de los procesos socio-naturales que ocurren en la superficie de nuestro planeta; ¿esa utopía estará empezando a desvanecerse? Todavía es temprano para decirlo.

De ninguna forma pretendemos sugerir a las TIC en geografía como neutras y como la panacea; pero la verdad es que sus posibilidades para el trabajo empírico, y por que no teórico, son muy significativas. Su uso nos puede permitir establecer el grado de asociación entre la información cuantitativa y cualitativa, y repensar nuestras aproximaciones y hallazgos. También reconocemos que la información, en especial la geográfica, puede contribuir a generar exclusión y aumento significativo de las disparidades, y ello también debe ser motivo de reflexión, de crítica —pero no ramplona— y de análisis, más con el poder que todo ello puede y ya genera. Apenas hemos explorado limitadamente una pequeña parte de lo que eso implica para el trabajo del geógrafo y para la disciplina en términos del manejo de este tipo de información. Necesitamos reflexionar más sobre ello, porque en parte el futuro tiene que ver con esas posibilidades, y falta detectar sus sombras y huecos, porque de seguro que los tiene. Las limitaciones pueden estar en nuestra imaginación y no en la realidad. Y las formas futuras de trabajo en geografía tal vez lo confirmen.
 

Notas

(1) Taylor, Hoyler, Walker & Szegner 2001, p. 213-222
(2) Servon, Nelson 2001, p. 419; Castells 2001, p. 275-276
(3) Olson 1997, p. 571, 574
(4) Amstrong 2000, p. 146-147
(5) Martín 2001, p. 26
(6) Goodchild 2000, p. 348
(7) Ibídem, p. 349
(8) Crampton 2001, p. 235-252
(9) Goodchild 2000, p.345-346
(10) Longley 2000, p. 157
(11) Goodchild 2000, p. 345
(12) Knigth, et al. 2001, p. 533-545
(13) Ott & Swiaczny 1998, p. 37-49
(14) Longley 2000, p. 161
(15) Curry 1997, p. 681-699
(16) Olson 1997, p. 571
(17) Longley 2000, p. 159
(18) Ibídem, p. 160
(19) Marceau, Guindon, Bruel & Marois 2001, p. 546-558
(20) Piotukh 1996, p. 169-183; Vladimirov 1997, p. 78-93; Bagg 1997, p. 94-105
(21) Stewart 2001, p. 361-373
(22) Wright, Goodchild & Proctor 1997, p. 346-362; Pickles 1997, p. 363-372
(23) Pantaleoni 2002, p. 27-30
(24) Parks 2001, p. 209-210
(25) Goodchild 2000, p. 348-349
(26) Parks 2001, p. 209-211
(27) Ibídem, p. 213-214
(28) Ruterford & Lloid 2001, p. 341-355
(29) Mitchell & Reed 2001, p. 145-153
(30) Solem 2001, p. 87-94
(31) Grossman 2001, p. 164-173
(32) Solem 2001, p. 195-206
(33) Ibídem, p. 204
(34) Olson 1997, p. 578
(35) Longley 2000, p. 159
(36) MacEachren 2001, p. 431-440
(37) Terceiro y Matías 2002, p. 79-88
(38) Batty & Longley 1994; Batí 1995. Citado por Longley 2000, p. 163
(39) Longley 2000, p. 163
(40) Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española 2001, p 546
(41) Capel 2001, p. 50-51
(42) Adams 1998, p. 88
(43) Kitchin & Dodge 2002, p. 348
(44) Batty 1997, p. 337-352
(45) Adams 1998, p. 89
(46) Ibídem, p. 90
(47) Ibid, p. 100; Capel 2001, p. 51
(48) Valentine & Holloway 2001, p. 71-72
(49) Ibídem, p. 71-81
(50) Wellman 2001, p. 419-425
(51) García 2002, p. 49
(52) Estalella 2002, p. 50-51
(53) Shen 2000, p. 543-560
(54) Kitchin 2001, p. 19-35
(55) Nicholls 1991, p. 7-10
(56) Goodchild 2000, p. 351
(57) Parks 2001, p. 220
(58) Capel 2001, p. 52
(59) Adams 1998, p. 100
(60) Ibídem, p. 89
(61) Crampton 2001, p. 248
(62) Adams 1998, p. 103
(63) Crampton 2001, p. 249
(64) Haklay 2002, p. 47
(65) Fisher & Unwin 2002, p. 1
(66) Brodlie et al. 2002, p. 7-16
(67) Brodlie & El-Khalili 2002, p. 35-46
(68) Kraak 2002, p. 58-66
(69) Wood 2002, p. 163
(70) Miller, Dunham & Chen 2002, p. 131-141
(71) Ibídem, p. 139-141
(72) Batty & Taylor 2002, p. 220
(73) Moore 2002, p. 257
(74) Batty 2002, p. 211-212
(75) Dykes 2002, p. 68-89
(76) Brown, Kidner & Ware 2002, p. 144-146
(77) Ibídem, p. 160
(78) Chessmam & Perkins 2002, p. 362-378
(79) Haklay 2002, p. 50-54
(80) Moore & Gerrard 2002, p. 190-205
(81) Gillings 2002, p. 17-34
(82) Ogleby 2002, p. 239-256
(83) Kitchin & Dodge 2002, p. 341-359
(84) Lovett 2002, p. 102-128
(85) Batty & Smith 2002, p. 270-275
(86) Ibídem, p. 287-290; Dodge 2002, p. 305
(87) Batty & Smith 2002, p. 288
(88) Chessman et al. 2002, p. 295-303
(89) Dodge 2002, p. 305-328
(90) Comín 2001, p. 39-43
 

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© Copyright Jeffer Chaparro Mendivelso, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002
 

Ficha bibliográfica

CHAPARRO MENDIVELSO, J. El trabajo del geógrafo y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (79), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-79.htm


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