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LA HUELLA SOCIO-DEMOGRÁFICA EN LA ESTRUCTURA RESIDENCIAL DE LAS CIUDADES MEDIAS DE LATINOAMERICA: EL CASO DE VIÑA DEL MAR – CHILE EN LA DÉCADA 1992-2002
Carlos Valdebenito Valdebenito[1]
Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso
carlos.valdebenito@ucv.cl
La huella socioeconómica y demográfica en la estructura residencial de las ciudades medias de Latinoamérica: el caso de Viña del Mar–Chile en la década 1992-2002 (Resumen)
El conocimiento de la estructura socio-residencial de ciudades latinoamericanas que no integran sus grandes sistemas metropolitanos, entrada la segunda década del siglo XXI sigue siendo una deuda de la geografía humana. Su simple homologación a lo observado en sus metrópolis, que privilegiadamente son objeto de estudio y modelización, parece insuficiente para fundar políticas urbanas que contribuyan a una configuración socio-residencial equilibrada. El artículo busca contribuir a la producción de este conocimiento, comunicando los principales resultados de una investigación sobre los factores socio-demográficos, asociados a la continuidad y cambio, registrado en la última década del siglo XX, en la estructura socio-residencial de la ciudad de Viña del Mar, ciudad chilena de aproximadamente 350 mil habitantes.
Palabras clave: factores socioeconómicos, factores sociodemográficos, estructura socio-residencial, Viña del Mar-Chile.The socioeconomic and demographic average footprint of the residential structure of cities in Latin America: the Viña del Mar – Chile case in the decade 1992-2002 (Abstract)
The knowledge of the socio–residential structure of Latin American cities that do not integrate their large metropolitan systems, well into the second decade of the 21st century, is still a debt of human geography. Its simple harmonization to what is observed in their metropolitan areas, which are mostly used as a study and modeling subject, seems insufficient to establish urban policies that contribute to a balanced residential–social setting. This article seeks to contribute to the production of this knowledge, communicating the main results of a research on the socio–demographic factors associated with continuity and change, registered in the last decade of the twentieth century, in the socio–residential structure of the city of Viña del Mar, a Chilean city of approximately 350.000 inhabitants.
Key words: socioeconomic factors, demographic factors, socio–residential structure, Viña del Mar, Chile.
En los albores
de la segunda década del siglo XXI, un fenómeno que mantiene su vigencia y que
entraba la trayectoria hacia el desarrollo de las sociedades urbanas
latinoamericanas en general, y chilena en particular, es la desigualdad socioeconómica
entre sus habitantes. Las investigaciones sobre segregación residencial
socioeconómica, que han tenido como objeto privilegiado sus grandes metrópolis,
acreditan que la huella territorial de esta desigualdad estaría experimentando
transformaciones, como correlato de la ampliación de la cobertura de
infraestructura de servicios urbanos básicos y la emergencia de nuevas prácticas
residenciales urbanas. Lo expresado, ha llevado a sostener fundadamente el
cambio de escala en el fenómeno de la segregación residencial de tipo
socioeconómica en las ciudades metropolitanas latinoamericanas[2].
Aunque menos estudiada su huella residencial, se ha evidenciado también, en las estadísticas vitales oficiales, la emergencia de fenómenos socio-demográficos igualmente significativos para el desarrollo de nuestras sociedades urbanas, cuales son, el envejecimiento y la movilidad de la población residente.
Indagar sobre la existencia de una huella combinada de factores socio-económicos y socio-demográficos en la estructura residencial urbana, tomando como caso de estudio a Viña del Mar, ciudad chilena que conforma un área metropolitana de tamaño medio, auscultada incipientemente por la geografía humana latinoamericana[3], es el objeto de preocupación y ocupación de la investigación cuyos resultados se comunican en este artículo.
En atención a la intencionalidad del estudio, se optó por realizar una aproximación analítica multivariante, en general poco experimentada en la geografía humana chilena. Análisis que se considera no sólo apropiado sino que viable, habida cuenta de las extensas, en términos de contenido, y confiables, en términos metodológicos, bases de datos censales disponibles en la región y de los programas computacionales disponibles para su procesamiento a escalas geográficas significativas.
Viña del Mar, ciudad localizada en el sur poniente de Sudamérica, en la costa de la Zona Central de Chile, con una población estimada oficialmente, a abril de 2012, en 330.110 residentes, se posiciona, entre las 346 comunas[4] que existen en el país, como la quinta de mayor tamaño poblacional. Siendo parte, además, de una de las tres áreas metropolitanas reguladas de Chile, el Área Metropolitana de Valparaíso.
Su superficie es de 121,6 km2[5]. Poco más del 40 por ciento está ocupado residencialmente en la actualidad, en un continuo entre la cota 0 y la cota 300 sobre el nivel del mar, solo interrumpido por quebradas y grandes parques urbanos. A comienzos del siglo XXI está organizado territorialmente en 148 unidades vecinales y 12 sectores territoriales (Figura 1).
En la última década del siglo XX la ciudad experimentó significativas transformaciones, en los campos social, demográfico, económico y urbanístico, que recogen las estadísticas oficiales. En el campo social, las estadísticas informan de su posición aventajada en el contexto nacional en la mayoría de los índices que ha utilizado el Estado de Chile para mensurar de manera agregada el nivel de bienestar social de sus residentes. Posición que ha acompañado a la ciudad desde sus orígenes urbanos, lo que ha llevado a historiadores de la ciudad a connotarla como el primer barrio alto de Chile, poniendo énfasis en sus orígenes como suburbio de la ciudad puerto de Valparaíso, aunque en una mezcla sui-géneris entre el patrón anglosajón y el patrón mediterráneo-latino[6]. Concepción de suburbio original, que tiene su fundamento en que la identidad espacial de Viña del Mar no estuvo asociada exclusivamente a la residencia, muy por el contrario, desde sus orígenes acogió y promovió en su territorio la realización de múltiples funciones urbanas, entre otras el ocio, el comercio y la producción industrial.
Expresión de la posición socialmente aventajada de la ciudad en la década de los 90 del siglo XX son la reducción significativa del porcentaje de hogares en situación de pobreza y, por otra, un incremento del ingreso autónomo promedio de sus hogares, siendo menor y mayor, respectivamente, de lo registrado en el área metropolitana, en la región de Valparaíso y en el conjunto del país[7]. La posición de Viña del Mar en el decil de comunas de más alto desarrollo humano del país, entre 1994 y 2003, de acuerdo a los parámetros definidos conjuntamente por el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas y el Ministerio de Planificación del Gobierno de Chile, refuerza la línea argumental sostenida.
1. Nueva Aurora (10 unidades
vecinales). 2. Recreo. 3. Forestal. 4. Chorrillos. 5. Oriente. 6.
Miraflores. 7. Santa Inés. 8. Plan. 9. Achupallas. 10. Gómez Carreño. 11.
Reñaca Alto. 12. Reñaca Bajo. |
|
Figura 1, división administrativa
oficial de la ciudad de Viña del Mar. Fuente: Elaboración propia a partir de cartografía digital oficial del municipio de Viña del Mar. |
Sin embargo, en el mismo período y bajo los mismos instrumentos de mensuración social, la ciudad se ha destacado en el país como una de las de más alta concentración del ingreso[8], lo que pone en entredicho y desafía su bien estar. Una de las expresiones territoriales de la desigualdad social en la ciudad, los campamentos, ha emergido con fuerza en la agenda pública local y regional de comienzos del siglo XXI, no sólo por su magnitud sino por la mantención de esta práctica irregular de resolver déficits habitacionales cuantitativos en la ciudad. El año 2012, el ayuntamiento tenía catastradas 3.623 familias residiendo en 47 campamentos. Más del 90 por ciento de éstos, se originan en la última década del siglo XX, en un contexto nacional en donde esta práctica irregular se frena significativamente, como correlato de la política pública social de vivienda.
Tres fenómenos demográficos se evidencian y destacan en las estadísticas oficiales de la década en estudio. Primeramente, el nulo crecimiento poblacional intercensal, que no se condecía con la dinámica registrada en el país y la región y que redunda en una pérdida de peso de la ciudad de Viña del Mar en el tamaño poblacional del Área Metropolitana de Valparaíso (cuadro 1). El segundo fenómeno es el proceso de transición demográfica avanzada de su población, que se manifiesta en una estructura demográfica más envejecida al reducirse el porcentaje de menores de 15 años (de 26,6 a 21,8 por ciento) e incrementarse la prevalencia de adultos mayores de 64 años (de 8,3 a 11,2 por ciento). El tercer proceso es la movilidad y cambio de su población residente. Menos del 50 por ciento de sus residentes nació en Viña del Mar y, aproximadamente, el 15 por ciento de los residentes catastrados en 2002 había llegado a residir a la ciudad en los últimos 5 años[9]. Lo que no dejaba de llamar la atención si considerábamos que el porcentaje de crecimiento intercensal 92-02, como se refería, había sido nulo (0,5 por ciento).
Cuadro 1.
Tamaño poblacional ciudades de la conurbación del Gran Valparaíso
(1982-2002)
Año |
Viña del Mar |
Valparaíso |
Concón |
Quilpué |
Villa Alemana |
Gran Valparaíso |
1982 |
263.302 |
271.051 |
84.291 |
55.818 |
674.462 |
|
1992 |
283.383 |
281.447 |
18.306 |
103.563 |
71.204 |
758.192 |
2002 |
285.937 |
274.716 |
32.006 |
128.156 |
95.364 |
815.325 |
Fuente: Elaboración propia a partir de datos oficiales del INE y sus Censos de Población. |
En sincronía con estos cambios socioeconómicos y socio-demográficos se registran significativos cambios en los campos económico y urbanístico.
En el campo de la economía urbana, la transformación más significativa se registra en su especialización económica. Entre 1992 y 2002, se consolida la pérdida de participación de la industria manufacturera, tanto en el mercado laboral (de 13,4 a 8,7 por ciento)[10] como en el capital declarado (de 30,2 a 14,2 por ciento), en favor de los sectores económicos del comercio y de los servicios[11]. Cambio no menor si consideramos que Viña del Mar en su origen y durante gran parte de su trayectoria urbana cobijo importantes industrias no solo de escala local sino nacional e internacional[12]. La evolución del número de industrias en las dos últimas décadas del siglo XX nos informa también de la pérdida de presencia de este sector en la ciudad y en el Área Metropolitana de Valparaíso, coincidente con la adopción del modelo neoliberal en la economía y su apertura a los mercados internacionales de bienes manufacturados.
En el campo urbanístico, destacan tres tipos de cambios: 1. En el parque inmobiliario residencial; 2. En la infraestructura vial y 3. En la infraestructura comercial y de servicios.
El parque residencial se modifica en cantidad y calidad. En el período 1992-2002, el parque residencial se incrementa en un 25 por ciento, pasando de aproximadamente 80 mil a 100 mil viviendas[13]. En cuanto a su composición, destaca el incremento, en el peso del stock total de viviendas, del parque de departamentos y la reducción significativa del parque de viviendas no permanentes[14]. Las estadísticas oficiales de la Dirección de Obras Municipales de Viña del Mar, informan de intervenciones, públicas y privadas, en el período, que están a la base de estos cambios, a saber: 1. La construcción de aproximadamente 90 conjuntos habitacionales tipo condominio cerrado; 2. La construcción de aproximadamente 1.500 viviendas sociales y 3. La construcción de aproximadamente 5 mil soluciones de saneamiento urbano básico.
En el campo de la infraestructura vial, los proyectos ejecutados tanto a través del financiamiento directo del Estado de Chile como en el marco de la política de concesiones, impactan en el mejoramiento significativo de su conectividad, tanto interna como con las ciudades de las Áreas Metropolitanas de Valparaíso y de Santiago. Cinco son los proyectos de vialidad estructurante, materializados en las últimas dos décadas, que destacan en el sentido reseñado: 1. La Vía Las Palmas, inaugurada en 1996, que en su momento fue la obra de mayor envergadura que se ejecutaba en Chile con recursos del Ministerio de Obras Públicas; 2. El Troncal Sur, construido y operado bajo la Ley de Concesiones de Obras Públicas; 3. La reposición de la ruta 68, construida y operada bajo la Ley de Concesiones de Obras Públicas; 4. La reposición de la ruta 60 CH, construida con recursos del Ministerio de Obras Públicas y 5. La construcción de la IV Etapa, con las obras de hundimiento del tren y la regeneración del par vial Viana-Álvarez, no sólo de impacto en la conectividad oriente-poniente, sino también en la integración sur-norte al levantar una histórica barrera que segregó la zona Sur de Viña del Mar del resto de la ciudad.
Entre los cambios más significativos en la infraestructura comercial y de servicios destaca la emergencia del comercio de grandes superficies emplazados en el centro histórico y en tradicionales y planos barrios residenciales de la ciudad. También destaca la reposición, a través de la concesión a privados, de la infraestructura hotelera obsolescente adquirida por el municipio en el marco de la Ley 4283 de 1928 promovida por la dictadura del General Ibáñez, que buscó posicionar a Viña del Mar como la ciudad balneario más importante no sólo del país sino del cono sur de América[15].
En este mismo campo se distingue la localización, también en tradicionales barrios residenciales de la ciudad, de importantes universidades privadas del país. Su impacto en la economía local ha sido profusamente difundido por las propias universidades no así el impacto en la estructura socio-residencial ni en la vida cotidiana de los residentes de los barrios en donde se emplazan.
Es una década que también destaca localmente por la larga discusión en torno a la actualización de los instrumentos de regulación urbana de carácter metropolitano, el Plan Intercomunal de Valparaíso de 1965 y de carácter comunal, el Plan Regulador Comunal, PRC, de Viña del Mar de 1980, que no logra fructificar, en el caso del PRC hasta 2002, y en el caso del Metropolitano hasta nuestros días.
En este marco de problematización, la intencionalidad de la investigación, cuyos resultados preliminares se informan en este artículo, se organizó en torno a un objetivo de carácter general y dos hipótesis complementarias, que se orientan básicamente a distinguir tanto la estructura socio-residencial de Viña del Mar, que emerge de los fenómenos urbanos descritos, como la convergencia y/o divergencia de esta estructura con los modelos, teóricos y empíricos, propuestos desde la geografía y la sociología urbana para las ciudades en general y las ciudades latinoamericanas en particular.
El objetivo propuesto era desvelar, analizar e interpretar la estructura socio-residencial latente de la ciudad de Viña del Mar, entre fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, y su trayectoria de configuración.
La primera hipótesis, asociada a la estructura socio-residencial latente de la ciudad de Viña del Mar a comienzos del siglo XXI y su evolución en la última década, plantea que la desigualdad social, la transición demográfica avanzada y la movilidad residencial que experimenta la ciudad de Viña del Mar y que registran sistemáticamente las estadísticas oficiales del Estado de Chile, de manera combinada, han dejado una huella diferenciada entre sus barrios.
La segunda hipótesis, plantea que el auge inmobiliario experimentado en Viña del Mar en la década de los 90 del siglo XX, derivado del crecimiento económico de Chile, impactó en la estructura socio-residencial de la ciudad bajo dos modalidades de construcción urbana, a saber: 1. Generación de nuevos barrios y 2. Regeneración de antiguos barrios. En la construcción de la ciudad bajo la modalidad de generación de nuevos barrios, unidades vecinales en el caso de Viña del Mar, se registra un patrón de acreción a barrios de similar perfil socioeconómico, a modo de mancha de aceite, favoreciendo un principio de polarización en la estructuración socio-residencial de la ciudad. En la regeneración de antiguos barrios, se registra un patrón isleño, a modo de islas residenciales en barrios de igual y diverso perfil socioeconómico, favoreciendo un principio de fragmentación en la estructuración socio-residencial de la ciudad. El predominio del principio de fragmentación por sobre el principio de la polarización en la cristalización material del auge inmobiliario de los noventa, llevaría a una reducción de las distancias socio-económicas entre los sectores y barrios de la ciudad y, consecuentemente, de la segregación residencial de tipo socioeconómica.
El marco conceptual-metodológico que emerge de la discusión bibliográfica como apropiado para guiar disciplinariamente la búsqueda de respuesta a la preocupación del estudio, corresponde al desarrollado en el contexto de investigaciones que se preocupan y ocupan de la estructura y la segregación social urbana en Estados Unidos, en España e incipientemente en Latinoamérica.
Entre las investigaciones que buscan develar la estructura y la segregación social urbana, tres son los programas en los que focaliza su atención este estudio: 1. El esfuerzo por estudiar la segregación residencial de tipo socioeconómica aplicando, a la realidad latinoamericana en general y chilena en particular, los índices construidos para develar la segregación principalmente de tipo racial y nacional que prevalece en las ciudades norteamericanas[16] y asociando, estadística y/o teóricamente, sus resultados a la prevalencia de problemas sociales relevantes en la ciudad[17]; 2. El esfuerzo por identificar y analizar áreas sociales homogéneas al interior de las ciudades, a través de la aplicación de técnicas de análisis multivariante, que buscan contrastar, en ciudades latinoamericanas y españolas, los factores de diferenciación social urbana de la teoría de áreas sociales[18] y 3. El programa de investigación que busca develar los principios de estructuración urbana y proponerlos como modelo de las metrópolis latinoamericanas, que encarnan en la primera década del siglo XXI cuatro geógrafos alemanes[19], que sigue la huella ya emprendida en la década del ochenta, por los geógrafos norteamericanos[20]. Trayectoria deudora de los modelos de distribución social al interior de la ciudad norteamericana, fordista y postfordista[21].
El protocolo
metodológico implementado en el estudio de Viña del Mar
Una de las decisiones metodológicas más estructurales que se adoptó en el estudio de la ciudad de Viña del Mar, tiene relación con la definición de la unidad de análisis: las unidades vecinales (138 en 1992 y 148 en 2002). La apuesta por esta unidad espacial básica de análisis, se fundamenta en la densidad de su geografía humana, por cuanto distingue un territorio socio-culturalmente construido y reconocido legalmente como una unidad de gestión de la ciudad por el Estado de Chile.
Otra decisión metodológica complementaria dice relación con el diseño y la experimentación de un protocolo que articula las bases de datos, los censos de población y viviendas, y los dispositivos tecnológicos para su procesamiento y análisis, estadístico y espacial, puestos a disposición de los municipios, gratuitamente, por parte del Estado de Chile y del Centro Latinoamericano de Demografía dependiente de Naciones Unidas.
Dada la intencionalidad, los datos y la tecnología disponible se implementaron tres procedimientos metodológicos complementarios, que emergían como apropiados de la revisión y discusión bibliográfica realizada.
De los 58 indicadores examinados en el examen univariante, 23 conformaron la matriz factorial. En la selección se contempló los elementos teóricos y generalizaciones empíricas en torno a la diferenciación social del espacio urbano y las exigencias protocolares de esta forma analítica. A través del software SPSS se obtienen los resultados de los respectivos test validándolos con los protocolos disponibles. Los indicadores seleccionados informaban las dimensiones estratificación socio-económica (% hogares estratificados socioeconómicamente como medio alto y alto -GSE ALTO-, medio -GSE MEDIO-, medio bajo -GSE MEDIO BAJO- y bajo -GSE BAJO-, % de jefes de hogar empresario -EMPRESARIO-, % de jefes de hogar asalariados -ASALARIADO-, % de mujeres dueñas de casa -DÑACASA-, % ocupación femenina -OCFEM-, % de población sin estudios -SINEST-, % de población con estudios básicos -EBAS-, % de población con estudios superiores -ESUP); estructura demográfica (índice de dependencia de población mayor de 64 años -DEPAM-, índice de dependencia de menores de 15 años -DEPJUV-, índice de fecundidad en mujeres menores de 25 años -FECJUV-); estructura familiar (% hogares familiares -FAM-, % hogares unipersonales -UNIP-); movilidad residencial (índice de aloctonía -ALOC-, índice de migraciones -MIG-) y consolidación urbana habitacional (% de viviendas no conectadas a alcantarillado -WC-, % de viviendas no conectadas a agua potable -AGUA-, % de viviendas no permanentes -VIVNOPER-, % de viviendas sin ducha -DUCHA).
La decisión siguiente fue optar por el criterio para determinar el número de factores o componentes, para lo cual se utilizó la regla recomendada (regla de Kaiser). La estructura factorial, tanto para 1992 como 2002, consideró 4 factores, que explicaban en conjunto el 81,2 y el 80,6 por ciento de la varianza, lo que según los protocolos adoptados se considera una solución factorial apropiada. Para su mejor interpretación se rotó utilizando el método varimax, quedando el contenido de cada factor definido por los indicadores y sus puntuaciones (Cuadro 2).
Cuadro 2.
Solución factorial para los años 1992 y 2002
1992 |
2002 |
||||||||||
Indicador |
1 |
2 |
3 |
4 |
Comm |
Indicador |
1 |
2 |
3 |
4 |
Comm |
GSE BAJO |
0,875 |
0,957 |
PARO |
0,859 |
0,815 |
||||||
SIN ESTUDIO |
0,859 |
0,874 |
EDBASICA |
0,809 |
0,906 |
||||||
EDBASICA |
0,835 |
0,930 |
GSE MEDIO |
-0,774 |
0,811 |
||||||
ALOCTONIA |
-0,833 |
0,802 |
ALOCTONÍA |
-0,772 |
0,825 |
||||||
GSE MEDIO |
-0,828 |
0,819 |
INMIGRACIONES |
-0,758 |
0,782 |
||||||
VIV NOPERM |
0,795 |
0,758 |
GSE BAJO |
0,750 |
0,912 |
||||||
INMIGRACIONES |
-0,777 |
0,760 |
SIN ESTUDIO |
0,720 |
0,836 |
||||||
DUCHA |
0,771 |
0,543 |
0,926 |
EDSUPERIOR |
-0,702 |
0,956 |
|||||
EDSUPERIOR |
-0,719 |
0,900 |
OCUPFEMENINA |
-0,657 |
0,541 |
||||||
WC |
0,716 |
0,570 |
0,871 |
FECJUVENIL |
0,550 |
0,708 |
|||||
GSE MEDIO-BAJO |
-0,676 |
0,781 |
WC |
0,903 |
0,846 |
||||||
FECJUVENIL |
0,664 |
0,811 |
DUCHA |
0,894 |
0,933 |
||||||
GSE ALTO |
-0,610 |
0,893 |
AGUA POTABLE |
0,806 |
0,691 |
||||||
DEPAMAYOR |
-0,827 |
0,812 |
VIVNOPERM |
0,695 |
0,661 |
||||||
FAMILIAR |
0,810 |
0,771 |
FAMILIAR |
0,883 |
0,898 |
||||||
UNIPERSONAL |
-0,805 |
0,741 |
UNIPERSONAL |
-0,864 |
0,853 |
||||||
DEPJUVENIL |
0,744 |
0,793 |
DEPJUVENIL |
0,768 |
0,822 |
||||||
DUEÑA DE CASA |
0,731 |
0,836 |
DEPAMAYOR |
-0,701 |
0,596 |
||||||
OCUPFEM |
0,732 |
0,652 |
DUEÑA DE CASA |
0,566 |
0,866 |
||||||
ASALARIADO |
-0,683 |
0,835 |
ASALARIADO |
0,902 |
0,869 |
||||||
EMPRESARIO |
0,668 |
0,814 |
EMPRESARIO |
-0,856 |
0,880 |
||||||
PARO |
-0,665 |
0,692 |
GSE ALTO |
-0,551 |
-0,676 |
0,923 |
|||||
AGUA POTABLE |
0,760 |
0,654 |
GSE MEDIOBAJO |
0,633 |
0,607 |
||||||
Fuente: Elaboración propia. |
El paso siguiente, fue nombrar a los factores, para ello se dialogó con las referencias teóricas y los resultados de los estudios disponibles en España y Latinoamérica. Los factores nombrados son: estatus socioeconómico, estatus demográfico, consolidación habitacional y estatus laboral (Figura 2 y 3).
Figura 2, Solución factorial rotada
obtenida para el año 1992. |
Figura 3, Solución factorial rotada
obtenida para el año 2002. |
A partir de la matriz conformada con las puntuaciones factoriales obtenidas se pretendió valorar la similitud de las unidades vecinales, en base a los factores obtenidos. Para ello se realizó un análisis clúster de carácter taxonómico, aglomerativo y jerárquico. Los conglomerados se obtienen del análisis de los dendogramas resultantes. En 1992 se obtienen siete conglomerados y en 2002 se obtienen seis conglomerados de unidades vecinales (Figura 4). El análisis discriminante implementado permitió validar la solución factorial obtenida, reclasificando las unidades vecinales que tanto en 1992 y 2002 habían sido incorrectamente clasificados a través del análisis de los dendogramas. Quedando delimitada la configuración socio-residencial de la ciudad de Viña del Mar, para los dos años en estudio se procedió a su cartografiado a través ArcGIS y su posterior análisis espacial.
Figura 4, conglomerados de unidades
vecinales 1992 y 2002. |
Las matrices factoriales que informan la estructura socio-demográfica
En la matriz de los dos años en estudio se relevó un factor como el más significativo, al concentrar el mayor porcentaje de explicación de la varianza. Este factor en ambos casos refería fundamentalmente al factor estatus socioeconómico o rango social[23], aunque se registraron diferencias en los alcances de su contenido, es decir, en relación al número y tipo de indicadores asociados y, consecuentemente, al porcentaje de la varianza que lograban explicar[24].
Un segundo factor común, en términos de contenido básico, dice relación con la consolidación habitacional. Si bien en los estudios de referencia tanto a nivel europeo como norteamericano este tipo de contenidos no se relevan, a escala latinoamericana sí comparecen y, particularmente en el contexto de nuestra investigación, se apostaba a la identificación de una huella particular[25]. El año 1992 este factor logra explicar el 9,7 por ciento de la varianza, mientras el año 2002 explica el 18,5 por ciento[26].
El tercer factor que se distingue en ambos años hace referencia a la estructura demográfica en especial a los tipos de hogar y a la dependencia demográfica. El cuarto factor, refiere básicamente a la posición en la relación laboral con una fuerte ligazón con el factor estratificación socioeconómica.
Los indicadores asociados a procesos migratorios, de suyo relevante en el caso de la ciudad de Viña del Mar[27], en el examen multivariante quedaron asociados al primer factor de carácter socioeconómico, lo que no deja de ser interesante al entregar señales de que, en el portal del siglo XXI, la atracción y expulsión de residentes, permanentes y semipermanentes, está filtrada por su condición socioeconómica.
Componente 1:
estatus socioeconómico
Este primer componente muestra las puntuaciones más altas tanto en el año 2002 como en el año 1992 al explicar el 55,8 y el 51,1 por ciento de la varianza de la matriz propuesta, respectivamente. Porcentajes que se reducen al 37,3 y 28,8 por ciento, respectivamente, en la matriz de componentes rotada.
Para el 2002, el contenido de este factor se edifica a partir de índices asociados a las dimensiones actividad económica y nivel educativo. El conjunto de índices asociados a la posición en la relación laboral y a la habitabilidad de las viviendas, también asociados teórica y empíricamente, en el caso de Viña del Mar, a este componente, no comparecen y adquieren un peso y autonomía que los configura como componentes independientes de este sistema comprensivo (Cuadro 3).
El componente estatus socioeconómico se encuentra negativamente explicado por los índices referidos a porcentaje de jefes de hogar estratificados en la categoría socio-económica media (MEDIO); porcentaje de jefes de hogar estratificados en la categoría socio-económica, media-alta y alta (ALTO); porcentaje de residentes nacidos fuera de la comuna (ALOC); porcentaje de residentes procedentes de otra comuna u otro país allegados a la ciudad en los últimos 5 años (MIG); porcentaje de población de 15 años y más con estudios superiores (ESUP) y porcentaje de ocupación femenina (OCFEM).
Complementariamente, aparece explicado positivamente por los índices: tasa de desocupación (PARO); porcentaje de población de 15 años con menos de 4 años de estudios de educación básica obligatoria (SINEST); porcentaje de población de 15 años y más sólo con estudios de educación básica obligatoria completa (EBASICA); porcentaje de jefes de hogar estratificado en la categoría socio-económica baja (BAJO) y tasa de fecundidad en mujeres de 15 a 24 años (FECJUV).
La matriz de correlaciones que emerge de los procesos estadísticos implementados a través del software SPSS 9.0, evidencia la fuerte correlación entre las prevalencias de los estratos socio-ocupacionales y las prevalencias de los niveles de estudios. De hecho las prevalencias de los estratos medio (MEDIO) y alto (ALTO) correlacionan positivamente con las prevalencias del nivel de estudios superiores (ESUP) y negativamente con las prevalencias de los niveles sin estudios (SINEST) y educación básica (EBASICA). Correlación que también se observó el año 1992.
También se evidencia una correlación significativa entre las prevalencias de los estratos socio-ocupacionales, el nivel de estudios, los nacidos en otra comuna y los allegados a la ciudad en los últimos años. La correlación positiva entre la prevalencia de los estratos socio-económicos medio (MEDIO) y alto (ALTO) con la prevalencia de los residentes nacidos y provenientes de otras comunas (ALOC y MIG), acredita la característica de la ciudad de atraer a habitantes socio económicamente aventajados, que ya se observaba el año 1992[28].
La correlación positiva entre las prevalencias de los niveles socio-económicos y educacionales más bajos con la prevalencia de la desocupación (PARO) nos representa y acredita el carácter de más vulnerable, ante las coyunturas económicas negativas, de las unidades vecinales en donde reside una más alta proporción de estos estratos.
Cuadro 3.
Matriz de Correlaciones Componente Estratificación Socio Económica Año 2002
ALTO |
MEDIO |
BAJO |
SINEST |
E BASICA |
ESUP |
PARO |
OCFEM |
FECJUV |
ALOC |
MIG |
|
ALTO |
1,00 |
0,49 |
-0,78 |
-0,69 |
-0,82 |
0,94 |
-0,66 |
0,45 |
-0,67 |
0,67 |
0,62 |
MEDIO |
0,49 |
1,00 |
-0,81 |
-0,73 |
-0,74 |
0,71 |
-0,62 |
0,29 |
-0,63 |
0,72 |
0,77 |
BAJO |
-0,78 |
-0,81 |
1,00 |
0,86 |
0,90 |
-0,92 |
0,72 |
-0,37 |
0,76 |
-0,82 |
-0,77 |
SINEST |
-0,69 |
-0,73 |
0,86 |
1,00 |
0,85 |
-0,84 |
0,64 |
-0,28 |
0,73 |
-0,71 |
-0,70 |
EBASICA |
-0,82 |
-0,74 |
0,90 |
0,85 |
1,00 |
-0,93 |
0,78 |
-0,44 |
0,74 |
-0,79 |
-0,76 |
ESUP |
0,94 |
0,71 |
-0,92 |
-0,84 |
-0,93 |
1,00 |
-0,74 |
0,43 |
-0,78 |
0,77 |
0,73 |
PARO |
-0,66 |
-0,62 |
0,72 |
0,64 |
0,78 |
-0,74 |
1,00 |
-0,70 |
0,55 |
-0,69 |
-0,69 |
OCFEM |
0,45 |
0,29 |
-0,37 |
-0,28 |
-0,44 |
0,43 |
-0,70 |
1,00 |
-0,32 |
0,38 |
0,36 |
FECJUV |
-0,67 |
-0,63 |
0,76 |
0,73 |
0,74 |
-0,78 |
0,55 |
-0,32 |
1,00 |
-0,59 |
-0,59 |
ALOC |
0,67 |
0,72 |
-0,82 |
-0,71 |
-0,79 |
0,77 |
-0,69 |
0,38 |
-0,59 |
1,00 |
0,85 |
MIG |
0,62 |
0,77 |
-0,77 |
-0,70 |
-0,76 |
0,73 |
-0,69 |
0,36 |
-0,59 |
0,85 |
1,00 |
Fuente: Elaboración propia. |
La correlación positiva entre la prevalencia de los niveles más altos de educación y de ocupación con la prevalencia de ocupación femenina (OCFEM), nos entrega señas respecto de la configuración en la ciudad de un fenómeno propio de las ciudades más avanzadas, cual es la incorporación mediatizada, por el nivel de educación y el nivel de ingresos potenciales, de la mujer al mercado laboral, constatado tanto en estudios clásicos de la Escuela de Chicago en relación a la ciudad industrial norteamericana como en estudios más recientes referidos a ciudades españolas y a metrópolis latinoamericanas[29].
Otro aspecto significativo que emerge del análisis de las matrices de 1992 y 2002, es la fuerte correlación entre la prevalencia de fecundidad en mujeres de 15 a 24 años (FECJUV) y la prevalencia de niveles ocupacionales y educativos. La positiva correlación entre la prevalencia de la fecundidad temprana y la prevalencia de niveles ocupacionales y educativos más bajos, si bien no comprueba, porque el protocolo seguido no se orienta en ese sentido, creo no caer en una falacia ecológica al estimar que apoya la posición de quienes postulan la existencia de una relación significativa entre este indicador demográfico y la vulnerabilidad socioeconómica de los hogares[30].
Al examinar lo registrado el año 1992, en términos de las continuidades y discontinuidades en el contenido de este componente, y por tanto de su operar en la estructura socio-residencial de la ciudad de Viña del Mar (cuadro 4), destaca:
1) El año 1992, este componente es más extensivo en sus contenidos. Se encuentra negativamente explicado por los índices de residentes nacidos fuera de la comuna (ALOC), de residentes procedentes de otra comuna u otro país allegados a la ciudad en los últimos 5 años (MIG), de residentes de estrato socio-ocupacional medio (MEDIO), de residentes con nivel de estudios superiores (ESUP) y de residentes de estrato socio-ocupacional alto (ALTO). Complementariamente, queda positivamente explicado por los índices de residentes de estrato socio-ocupacional bajo (BAJO), de residentes sin estudios (SINEST), de residentes de 15 años y más sólo con estudios básicos completos (EBASICA), de viviendas no permanentes (VIVNOPER), de viviendas sin baño (DUCHA), de viviendas sin alcantarillado (WC) y de fecundidad temprana (FECJUV).
Como lo acreditan los datos expuestos, existe una continuidad respecto del contenido estructural de este componente asociado a la estratificación ocupacional, los niveles de estudio, las inmigraciones y la fecundidad temprana. Los quiebres de contenidos se observan en relación a indicadores de actividad económica y consolidación habitacional urbana.
Ni la desocupación ni la ocupación femenina operaban de manera significativa en este componente el año 1992, como si lo hicieron diez años después, en el contexto de la crisis económica y socio ocupacional que experimentó la ciudad en los primeros años del nuevo milenio.
2) Mientras los índices referidos a la consolidación habitacional urbana, a comienzos de la década de los 90, participan activamente en el contenido de este componente, el año 2002 no aportan significativamente a su contenido.
Cuadro 4.
Matriz de Correlaciones Componente Estratificación Socioeconómica Año 1992
ALTO |
MEDIO |
MEDIOBAJO |
BAJO |
SINEST |
E BASICA |
ESUP |
FEC JUV |
ALOC |
MIG |
VIVNOPER |
WC |
DUCHA |
|
ALTO |
1,00 |
0,62 |
0,29 |
-0,83 |
-0,78 |
-0,88 |
0,96 |
-0,84 |
0,74 |
0,60 |
-0,59 |
-0,56 |
-0,62 |
MEDIO |
0,62 |
1,00 |
0,77 |
-0,88 |
-0,79 |
-0,78 |
0,69 |
-0,71 |
0,71 |
0,55 |
-0,73 |
-0,71 |
-0,76 |
MEDIOBAJO |
0,29 |
0,77 |
1,00 |
-0,71 |
-0,62 |
-0,56 |
0,38 |
-0,51 |
0,45 |
0,32 |
-0,65 |
-0,70 |
-0,70 |
BAJO |
-0,83 |
-0,88 |
-0,71 |
1,00 |
0,92 |
0,94 |
-0,89 |
0,84 |
-0,82 |
-0,68 |
0,80 |
0,78 |
0,84 |
SINEST |
-0,78 |
-0,79 |
-0,62 |
0,92 |
1,00 |
0,87 |
-0,84 |
0,78 |
-0,79 |
-0,67 |
0,77 |
0,75 |
0,82 |
EBASICA |
-0,88 |
-0,78 |
-0,56 |
0,94 |
0,87 |
1,00 |
-0,93 |
0,86 |
-0,81 |
-0,73 |
0,76 |
0,73 |
0,79 |
ESUP |
0,96 |
0,69 |
0,38 |
-0,89 |
-0,84 |
-0,93 |
1,00 |
-0,84 |
0,80 |
0,68 |
-0,66 |
-0,62 |
-0,69 |
FECJUV |
-0,84 |
-0,71 |
-0,51 |
0,84 |
0,78 |
0,86 |
-0,84 |
1,00 |
-0,69 |
-0,51 |
0,68 |
0,71 |
0,74 |
ALOC |
0,74 |
0,71 |
0,45 |
-0,82 |
-0,79 |
-0,81 |
0,80 |
-0,69 |
1,00 |
0,80 |
-0,64 |
-0,56 |
-0,64 |
MIG |
0,60 |
0,55 |
0,32 |
-0,68 |
-0,67 |
-0,73 |
0,68 |
-0,51 |
0,80 |
1,00 |
-0,51 |
-0,48 |
-0,53 |
VIVNOPER |
-0,59 |
-0,73 |
-0,65 |
0,80 |
0,77 |
0,76 |
-0,66 |
0,68 |
-0,64 |
-0,51 |
1,00 |
0,80 |
0,83 |
WC |
-0,56 |
-0,71 |
-0,70 |
0,78 |
0,75 |
0,73 |
-0,62 |
0,71 |
-0,56 |
-0,48 |
0,80 |
1,00 |
0,97 |
DUCHA |
-0,62 |
-0,76 |
-0,70 |
0,84 |
0,82 |
0,79 |
-0,69 |
0,74 |
-0,64 |
-0,53 |
0,83 |
0,97 |
1,00 |
Fuente: Elaboración propia. |
La fuerte correlación positiva entre los índices estrato ocupacional bajo (BAJO), población sin estudios (SINEST) y fecundidad temprana (FECJUV) con los índices viviendas no permanentes (VIVNOPER), carencia de alcantarillado (WC) y carencia de baño (DUCHA), expresa la fuerza discriminadora, en términos económico sociales, que tenían estos indicadores el año 1992. Relación que no se mantiene con la misma intensidad a comienzos del siglo XXI.
3) Aún con lo reseñado precedentemente, las puntuaciones factoriales obtenidas por los índices asociados a la habitabilidad de las viviendas los posicionan como un componente con una autonomía explicativa relevante.
Componente 2: consolidación
habitacional
Este componente el año 2002 explica el 18,5 por ciento de la varianza en la matriz factorial rotada. En el modelo resultante el año 1992, este componente sólo explica el 9,7 por ciento de la varianza en la matriz rotada[31].
Los niveles de consolidación urbana de las sociedades europeas y norteamericanas nos permiten comprender que este componente no participe en la explicación de la estructura socio-residencial de este tipo de ciudades. Sin embargo en los estudios empíricos y en modelos explicativos que tienen como objeto sociedades latinoamericanas este componente se manifiesta con mayor fuerza[32].
El año 1992 este componente se encuentra positivamente explicado por los índices referidos a viviendas sin alcantarillado (WC), viviendas sin baño (DUCHA) y viviendas sin acceso a agua potable (AP), no compareciendo el índice relacionado con viviendas no permanentes (VIVNOPER) que, como ya reseñáramos, en el año en comento, participa significativamente en la explicación del primer componente relevado[33] (Cuadro 5).
Cuadro 5.
Matriz de Correlaciones Componente Nivel Consolidación Habitacional Año
1992
Indicadores |
WC |
AP |
DUCHA |
WC |
1,00 |
0,63 |
0,97 |
AP |
0,63 |
1,00 |
0,63 |
DUCHA |
0,97 |
0,63 |
1,00 |
Fuente: Elaboración propia. |
El 2002 (Cuadro 6) este componente se encuentra positivamente explicado por los índices viviendas sin alcantarillado (WC), viviendas sin baño (DUCHA), viviendas sin acceso a agua potable (AP) y viviendas no permanentes (VIVNOPER).
Cuadro 6.
Matriz de Correlaciones Componente Nivel Consolidación Habitacional Año 2002
Indicadores |
VIVNOPER |
WC |
AP |
DUCHA |
VIVNOPER |
1,00 |
0,64 |
0,43 |
0,77 |
WC |
0,64 |
1,00 |
0,65 |
0,94 |
AP |
0,43 |
0,65 |
1,00 |
0,60 |
DUCHA |
0,77 |
0,94 |
0,60 |
1,00 |
Fuente: Elaboración propia. |
Al examinar los valores de las comunalidades, observamos que los índices que dan contenido a este componente en general disminuyen su participación explicativa, en especial los indices vivienda no permanente (VIVNOPER) y carencia de alcantarillado (WC). Desmarcándose el año 2002 del contenido referido al estatus socioeconómico que se registraba el año 1992.
Este componente, tanto el año 1992 como el año 2002, sólo aparece representado por valores positivos ello implica que sólo discrimina en relación a la mayor o menor incidencia de estas carencias, sin que opere otro indicador como polo opuesto del continuon[34].
Componente 3:
estructura demográfica[35]
Este componente el año 2002 explica el 18,3 por ciento de la varianza en la matriz factorial rotada. En el modelo resultante el año 1992, este componente explicaba el 21,1 por ciento de la varianza en la matriz rotada. El contenido de este componente releva aspectos fundamentales ligados teóricamente al factor estatus familiar, a saber, tipos familiares, dependencias demográficas y estilos familiares.
El año 2002 (Cuadro 7), se encuentra negativamente explicado por los índices hogares unipersonales (UNIF) y dependencia de adultos mayores (DEPAM). Complementariamente, queda positivamente explicado por los índices hogares familiares (FAM), dependencia de menores de 15 años (DEPJUV) y mujeres fuera de la fuerza de trabajo que realizan quehaceres del hogar (DÑCASA).
Cuadro 7.
Matriz de Correlaciones Componente Estructura Demográfica 2002
Indicadores |
DEPJUV |
DEPAM |
FAM |
UNIF |
DÑCASA |
DEPJUV |
1,000 |
-0,634 |
0,751 |
-0,707 |
0,750 |
DEPAM |
-0,634 |
1,000 |
-0,570 |
0,513 |
-0,543 |
FAM |
0,751 |
-0,570 |
1,000 |
-0,919 |
0,648 |
UNIF |
-0,707 |
0,513 |
-0,919 |
1,000 |
-0,651 |
DÑCASA |
0,750 |
-0,543 |
0,648 |
-0,651 |
1,000 |
Fuente: Elaboración propia. |
La matriz de correlaciones que emerge de los procesos estadísticos implementados, desde la información censal producida a través de Redatam R+ mediatizado por el software SPSS 9.0, evidencia la comparecencia en este componente demográfico del índice de mujeres fuera de la fuerza de trabajo que realizan quehaceres del hogar (DÑCASA), desmarcándose aparentemente del componente estratificación socioeconómica que cobija a la mayoría de los índices asociados a la actividad económica, entre ellos, el índice de ocupación femenina (OCFEM).
El carácter aparente de este desmarque, se manifiesta en la fuerte correlación y positiva entre los índices de dependencia juvenil (DEPJUV) y el índice de mujeres fuera de la fuerza de trabajo que realizan quehaceres del hogar (DÑCASA), que permiten conjeturar en torno la universalidad de la mediación de factores no sólo económicos sino también socio demográficos en la decisión de la mujer de incorporarse a la fuerza de trabajo[36]. Rodriguez Jaume (2000) afirma que esta decisión esta mediatizada por una reflexión racional que pondera la existencia o no de diferencial entre los ingresos del potencial trabajo y los gastos asociados a cubrir los cuidados familiares necesarios, como es por ejemplo el cuidado de los hijos menores de edad.
Reforzando esta línea argumental, en la ciudad de comienzos del siglo XXI, el índice de ocupación femenina (OCFEM) aparece correlacionada con los índices de estrato socio-ocupacional alto (ALTO) y de nivel de estudios superiores (ESUP). En 1992, este índice registraba correlaciones positivas con la posición laboral de empresarios o patrón (EMPRESARIO) y negativas con la posición laboral de asalariados (ASAL).
Complementariamente, en este mismo sentido, destaca la fuerte correlación positiva entre el índice de hogares familiares (FAM), el índice de dependencia de menores de 15 años (DEPJUV) y el índice de mujeres fuera de la fuerza de trabajo que realizan quehaceres del hogar (DÑCASA). Diez años antes, en 1992, el contenido de este componente era exactamente el mismo (Cuadro 8).
Cuadro 8.
Matriz de Correlaciones Componente Estructura Demográfica 1992
Indicadores |
DEPJUV |
DEPAM |
FAM |
UNIF |
DÑCASA |
DEPJUV |
1,000 |
-0,739 |
0,617 |
-0,518 |
0,771 |
DEPAM |
-0,739 |
1,000 |
-0,704 |
0,629 |
-0,790 |
FAM |
0,617 |
-0,704 |
1,000 |
-0,777 |
0,741 |
UNIF |
-0,518 |
0,629 |
-0,777 |
1,000 |
-0,555 |
DÑCASA |
0,771 |
-0,790 |
0,741 |
-0,555 |
1,000 |
Fuente: Elaboración propia. |
Las diferencias que se registran son de intensidad de las correlaciones más que de la dirección de las mismas. En esta perspectiva destaca la reducción de la intensidad de la correlación entre el índice de mujeres fuera de la fuerza de trabajo que realizan quehaceres del hogar (DÑCASA) y el de dependencia de adultos mayores (DEPAM) y el de hogares familiares (FAM) así como el incremento de la intensidad de la correlación positiva entre el índice de dependencia de menores de 15 años (DEPJUV) y el de hogares familiares (FAM). Lo que nos informa de transformaciones en los modos de vida de los habitantes de la ciudad de Viña del Mar.
En el examen realizado a las matrices del año 1992 y 2002, el índice fecundidad temprana (FECJUV) aparece fuertemente correlacionado con los indicadores asociados al componente estatus socioeconómico, lo que es coherente con los estudios sociodemográficos de sociedades latinoamericanas que lo proponen como un indicador demográfico de vulnerabilidad socioeconómica[37]. Otros indicadores demográficos que se reivindican en este mismo sentido, el tamaño de los hogares y la edad de los jefes de hogar, en el caso de la sociedad de Viña del Mar en el estudio exploratorio univariante no comparecieron como discriminadores significativos, por lo que no fueron considerados en la matriz final que se puso en juego.
Componente 4: estatus
laboral
Este componente el año 2002 explica el 14,9 por ciento de la varianza en la matriz factorial rotada. En el modelo resultante el año 1992, este componente explica el 13,2 por ciento.
Viene siendo una extensión del primer componente, estratificación socioeconómico[38], pero en las matrices de los dos años en estudio se configura con cierta autonomía explicativa. El año 2002 (Cuadro 9), se encuentra negativamente explicado por los índices de empresarios o patrones (EMPRESARIO) y de estratificación socio-ocupacional alta (ALTO). Complementariamente, queda positivamente explicado por el índice de trabajadores asalariados o dependientes (ASAL).
El año 2002 se registra una fuerte relación entre el indice de estratificación socioeconómica alta (ALTO) y los índices de posición en la relación laboral (positivamente con empresario y negativamente con asalariado). La fuerte correlación negativa entre los índices de empresarios, empeadores o patrones (EMPRESARIO) y el índice de trabajadores asalariados o dependientes (ASAL) nos expresan su operar como continuon discriminador del espacio social de Viña del Mar.
Cuadro 9.
Matriz de Correlaciones Componente Posición en la Relación Laboral 2002
Indicador |
ALTO |
MEDIOBAJO |
EMPRESARIO |
ASAL |
ALTO |
1,000 |
-0,433 |
0,780 |
-0,727 |
MEDIOBAJO |
-0,433 |
1,000 |
-0,465 |
0,479 |
EMPRESARIO |
0,780 |
-0,465 |
1,000 |
-0,827 |
ASAL |
-0,727 |
0,479 |
-0,827 |
1,000 |
Fuente: Elaboración propia. |
El año 1992 (Cuadro 10), si bien el contenido estructural de este componente es similar al observado el año 2002, al ser integrado por los indices de empresarios, empleadores o patrones (EMPRESARIO) y de trabajadores asalariados o independientes (ASAL), se diferencia al no participar significativamente los indicadores de estratificación socioeconómica e integrarse indicadores asociados a la dimensión actividad económica (índice de desocupados (PARO) e índice de ocupación femenina (OCFEM)).
Cuadro 10.
Matriz de Correlaciones Componente Posición en la Relación Laboral 1992
EMPRESARIO |
ASAL |
PARO |
OCFEM |
|
EMPRESARIO |
1,000 |
-0,874 |
-0,489 |
0,413 |
ASAL |
-0,874 |
1,000 |
0,315 |
-0,414 |
PARO |
-0,489 |
0,315 |
1,000 |
-0,600 |
OCFEM |
0,413 |
-0,414 |
-0,600 |
1,000 |
Fuente: Elaboración propia. |
A partir del procedimiento estadístico de análisis factorial de componentes principales aplicado se logró la distinción del contenido de cuatro factores que aportan significativamente a la explicación de la diferenciación social de las unidades vecinales que conforman la ciudad de Viña del Mar tanto en el año 1992 como en el año 2002.
Las
áreas socio-residenciales de Viña del Mar
El peso poblacional de Viña del Mar en el Área Metropolitana de Valparaíso, en la última década del siglo XX, disminuye en favor de las ciudades vecinas de Concón y Quilpué, emplazadas en los actuales límites norte y oriente de la ciudad, respectivamente, quebrando un sostenido incremento registrado desde el momento de su fundación.
El mejoramiento de la accesibilidad entre Viña del Mar y las dos ciudades referidas, que asegura un tránsito expedito entre el lugar de residencia y el lugar de estudio y/o trabajo, la presencia en ellas de una oferta inmobiliaria atractiva, con y sin subsidio del Estado, para los emergentes hogares de nivel socioeconómico medio que residen en la ciudad y, complementariamente, la escasa oferta residencial, pública o privada, orientada a estos sectores socioeconómicos viñamarinos, son los antecedentes más recurrentes, en el argumento con que diversos agentes, explican el éxodo de población residente que se registra, en favor de sus ciudades vecinas.
La focalización de la oferta residencial, permanente o semipermanente (segunda residencia), hacia los grupos socioeconómicos más ricos y más pobres, se evidencia en la concentración de las 11.771 viviendas desocupadas, registradas en Viña del Mar al momento del censo de viviendas de 2002, en los sectores territoriales del Plan (31,5 por ciento), Reñaca Bajo (22,9 por ciento), Recreo (7,0 por ciento) y Forestal (8,4 por ciento). Los 3 primeros de nítido perfil socioeconómico medio-alto y alto y el último de alta prevalencia de población de nivel socioeconómico bajo.
La impronta de la movilidad residencial en la ciudad de Viña del Mar, se acredita en la investigación con los valores de sus índices de aloctonía y de migraciones internas, que nos informan a comienzos del siglo XXI que poco más del 50 por ciento de los residentes permanentes de la ciudad no nació en ésta (142.822 residentes) y que el 14,1 por ciento (39.429 residentes) sólo se allegó a ella en la segunda mitad de la década de los noventa del siglo pasado.
En la década 1992-2002, hay un cambio en el lugar de residencia permanente en donde se concentra la población inmigrante al interior de la ciudad, que nos refuerza el argumento de la tendencia creciente a la especialización socioeconómica en la atracción de nuevos residentes. Si en la segunda mitad de la década del 80 del siglo XX, los nuevos residentes se localizan privilegiadamente en el borde costero de Reñaca Bajo y en el cerro-interior de Oriente, sectores que registran mayor prevalencia de hogares de nivel socioeconómico alto y medio, respectivamente, en los noventa la localización privilegiada son los sectores territoriales de Recreo, Plan y Reñaca Bajo, emplazados en el borde-mar, cuya oferta residencial se orienta exclusivamente a hogares de nivel socioeconómico medio-alto y alto.
La marca de la segunda residencia de los sectores sociales más acomodados de la capital de Chile, que se insinúa en la concentración de viviendas ocupadas con personas ausentes en los sectores territoriales de Recreo, Plan y Reñaca Bajo (aproximadamente el 60 por ciento de las 5.536 viviendas en esta condición), ha acompañado a la ciudad en toda su trayectoria urbana. A partir de 1863 facilitado por el ferrocarril que comunicó el Puerto de Valparaíso con la ciudad de Santiago, disminuyendo de 24 a 5 horas el tiempo promedio para cubrir esta distancia en tren y, en la década de los noventa del siglo pasado, con la concesión y mejoramiento de la Ruta 68, que disminuyó de 2 a 1 hora y media el tiempo promedio para cubrir esta distancia en bus o auto particular. Marca que se reforzaría aún más con la cristalización del proyecto de tren rápido, que promete conectar en 50 minutos la capital con la ciudad de Viña del Mar.
La apertura de un nuevo frente de la ciudad, a propósito de la re-emergencia del par vial Álvarez–Viana, producto del soterramiento del tren en su paso por el centro de la ciudad, acontecido el año 2005, sumado a la aprobación de la modificación del Plan Regulador Comunal y la definición de una zona de renovación urbana en el centro oriente de la ciudad, acontecido en el 2006, que favorece la construcción residencial subsidiada por el Estado, en altura y de alta densificación, es una oportunidad para, junto al objetivo oficial declarado de repoblar este barrio de la ciudad, moderar el éxodo de residentes de nivel socioeconómico medio. Oportunidad que puede verse truncada ante la coincidencia entre la oferta y la demanda para la segunda residencia y la residencia funcional al rol universitario que la ciudad ha ido adquiriendo con cada vez más fuerza. El análisis de los datos del censo de población y viviendas de 2012, o el propuesto censo abreviado de 2015, nos permitirá valorar científicamente el impacto socio-residencial de estas decisiones.
Sin embargo hay aspectos que se evidencian con fuerza a la percepción disciplinaria y profesional. La revalorización de estas arterias[39], núcleo original tanto del asentamiento pre-fundacional como del proyecto fundacional de la ciudad, producto de la intervención directa del Estado, material[40] y normativa[41], ha traído como correlato una presión inmobiliaria privada irresistible hacia el patrimonio arquitectónico sobreviviente, lo que ha dejado a la ciudad de Viña del Mar expuesta a quedar prácticamente sin memoria material de esta primera etapa de su poblamiento.
Las características de su geografía física y las formas de urbanización que se han experimentado en la ciudad, ha llevado a que los espacios públicos de jerarquía urbana se emplacen en el plan y en el borde costero. Esta localización ha posibilitado la convivencia, en su uso y aprovechamiento, entre residentes de distinto nivel socio-económico. Impronta de mezcla social en sus espacios públicos de esparcimiento y recreación que ha acompañado a la sociedad y a la ciudad de Viña del Mar desde sus orígenes, sin que ello redunde, necesariamente, en una pérdida de los claros y marcados límites en el espacio residencial de unos y otros.
Límites residenciales que están reforzados por los atributos urbanos más valorados social y comercialmente. Valoración que ha ido cambiando en el tiempo, de la ciudad interior a la ciudad costera. Si hay una persistencia, esa es que los pobres, de y en la ciudad, han residido en los márgenes, espaciales y simbólicos.
En los datos, producidos y analizados, que informan de la ciudad de comienzos del nuevo siglo, se captura la emergencia de prácticas de densificación residencial tipo condominio cerrado, protagonizadas por grupos de nivel socioeconómico medio-alto y alto, que reducen la escala de la segregación residencial socioeconómica observada durante gran parte del siglo XX. Escala más pequeña que incrementa la probabilidad de interacción entre grupos socioeconómicamente diversos en los espacios públicos más cotidianos. Fenómeno que la hermana con tendencias más generales de las ciudades metropolitanas latinoamericanas.
El crecimiento poblacional en la
configuración de las áreas socio-residenciales.
La huella territorial en la ciudad de lo reseñado en los párrafos precedentes, se evidencia en los clúster que emanan del análisis multivariado producido para el año 2002. Los conglomerados de unidades vecinales que registran incrementos más significativos de su población, clúster 4 y 5 , contienen a las unidades vecinales que se caracterizan, en el contexto de la ciudad, por registrar las prevalencias más altas de hogares de estrato socio-económico medio-bajo (41,2 por ciento) y bajo (32,5 por ciento), el primero, y de estrato socioeconómico medio-alto (24,5 por ciento) y alto (26,1 por ciento), el segundo. Ambos conglomerados de unidades vecinales se posicionan en los polos del des-favorecimiento y el favorecimiento en términos de la distribución de los atributos urbanos más valorados socialmente, a saber: paisaje, accesibilidad, conectividad, infraestructura y equipamiento.
El clúster 3 que también evidencia un incremento de su población, a diferencia de los otros dos clúster, contiene unidades vecinales que registran una incidencia más alta de residentes de estrato socio-económico medio-medio (60,6 por ciento). En ellos, se observa las únicas y limitadas experiencias inmobiliarias registradas en la ciudad orientada a este tipo de residentes, emplazadas privilegiadamente en la segunda terraza de la ciudad, ocupando los terrenos vacantes localizados entre los asentamientos poblacionales pre-existentes de Nueva Aurora, Oriente, Gómez Carreño, Achupallas y Reñaca Alto.
Los que registran decrecimientos son los clúster 2 y 6 , que se caracterizan en el contexto de la ciudad por contener unidades vecinales con más prevalencia de hogares de nivel socioeconómico medio (50,1 por ciento) y medio-alto (20,0 por ciento) el primero y medio (52,3 por ciento) y medio-bajo (21,5 por ciento) el segundo. El clúster 1 , cuya población de mayor prevalencia esta estratificada socioeconómicamente como medio-bajo (36,3 por ciento) y bajo (26,4 por ciento), es el único que no mostró variación en el período inter-censal en estudio.
El factor estatus socioeconómico se demuestra en el estudio como insuficiente para informar por si sólo de las prácticas residenciales que se registran en la ciudad de Viña del Mar a comienzos del siglo XXI.
Al examinar los procesos inmigratorios, en un contexto en donde todos los conglomerados de unidades vecinales identificados registran residentes que vivían en otras comunas hace 5 años (1997)[42], los clúster 2 , 5 y 3 , se distinguen por registrar las incidencias más altas en este sentido. La dinámica poblacional expuesta es coherente con intervenciones urbanas de carácter formal e informal, que se producen en el período.
El clúster2 que, como se observa en la figura 4, se configura como un territorio continuo en torno al plan de la ciudad y su centro histórico, a la vez de registrar un decrecimiento de su población es uno de los que presenta una tasa de inmigración más alta. Este comportamiento demográfico, aparentemente contradictorio, tiene como factores explicativos dos tipos de intervención urbana que han cristalizado en este territorio entre 1992 y 2002, a saber: i. El cambio de destino, hacia usos comerciales y de servicios, de un número importante de predios tradicionalmente residenciales, lo que provoca la emigración de, igualmente, tradicionales habitantes de Viña del Mar[43] hacia otras zonas de la ciudad o de comunas vecinas y ii. El cambio en los patrones de uso residencial, de viviendas tipo casa independientes a viviendas tipo departamentos. Por una parte, lo que se pierde en cambios de destino se recupera a través de la densificación de uso, y por otra, el tipo de oferta residencial se orienta tanto a la segunda residencia como a la residencia permanente de hogares de alto estatus socioeconómico y de tipología asociada a procesos de transición demográfica avanzada, a saber: jefaturas de hogar de más edad, hogares de tamaño más pequeño y una mayor incidencia de hogares unipersonales.
En el incremento significativo de la población que conforma el clúster 5 , en el período inter-censal en estudio, destacan dos modos de producción urbana, protagonizadas por los habitantes de más alto estatus socioeconómico de la ciudad, a saber: 1. Una producción en expansión, unidad vecinal 156 Los Pinos en el sector de Reñaca Bajo, que cristaliza la pretensión moderna de las élites socioeconómicas, tanto en Europa como en Latinoamérica, a la urbanización sin ciudad como informa el geógrafo catalán Jordi Borja en URB-AL (2005) y reconocen en sus modelos de ciudad latinoamericana los geógrafos alemanes Borsdorf (2002 y 2003) y Janoschka (2003 y 2006) y el geógrafo norteamericano Ford (1996) y ii. Una producción en densificación, que implica un uso intensivo tanto de predios edificados, lo que se observa principalmente en el sector de Recreo, como de predios no edificados y de topografías irregulares, lo que se observa principalmente en la avenida Edmundo Eluchans (Camino del Alto), unidad vecinal 105 y en el sector Los Almendros, unidad vecinal 162, ambos en el sector de Reñaca Bajo.
La configuración socioeconómica homogénea y segregada de ambos modos de producción urbana acometida por y para las élites, son evidencias de que fenómenos urbanos como la fragmentación o el cuarteamiento socio-residencial levantado a modo de generalización empírica desde los estudios sistemáticos de las estructuras urbanas tanto de las metrópolis latinoamericanas, emprendidos por los geógrafos alemanes, como de las metrópolis norteamericanas, emprendidos por Marcuse, y antes por los ecólogos urbanos de la escuela de Chicago, empiezan a hacer sentir sus réplicas al interior de ciudades y metrópolis de menor tamaño, como Viña del Mar, pero de posición y/o ubicación, material o simbólica, privilegiada.
El comportamiento demográfico que se registra en los clúster 4 y 1, que acogen a las unidades vecinales más desfavorecidos, nos informan del carácter autóctono de esta producción. Estos clúster son los que registran las incidencias más bajas de inmigrantes en los últimos cinco años así como las incidencias más altas de nacidos en la ciudad. La producción urbana que se observa en estos territorios, tiene como base fundamental la mano auto-constructora e irregular de los habitantes más pobres de la ciudad y su huella expresa un uso extensivo de éste[44], quizás el modo que más ha prevalecido en la trayectoria residencial de este tipo de habitantes. La intervención social urbana pública, durante la década inter-censal 1992-2002, se ha focalizado en estos territorios bajo dos modos, a saber: 1. Un modo de normalización y saneamiento de la autoconstrucción, cristalizado básicamente en el Programas de Mejoramiento de Barrios y 2. Un modo habitacional, de autoría constructiva de la propia política pública, cristalizado en proyectos de vivienda social bajo formas de uso del territorio predominantemente más intensivas.
La
traza socioeconómica en la diferenciación socio-residencial.
El estudio acreditó que la organización residencial de la ciudad se corresponde principalmente con una lógica socioeconómica, cuya huella se ha consolidando en la última década. Los residentes de más alto estatus socioeconómico se localizan en aquellos territorios más bondadosos en términos de infraestructura, equipamiento y paisaje urbano, que en el caso de Viña del Mar dicen relación fundamentalmente con las áreas verdes funcionales, los parques urbanos, la vista al mar y el acceso al borde costero.
Prácticas residenciales ejercidas por grupos socioeconómicos de nivel alto, nos insinúan que la vista al mar así como el acceso directo a los servicios urbanos y al borde costero serían atributos subordinados a otros más allegados a la vida campestre, que las enraíza con la valoración residencial de los primeros acomodados residentes de la ciudad. Esta decisión aparece asociada, a la luz de los datos disponibles en el estudio, a la estructura y ciclo vital de los hogares. Los perfiles más tradicionales de tipo familiar y con niños dependientes privilegiaran las unidades vecinales con una morfología urbana con mayor incidencia de viviendas aisladas. Aquellos hogares unipersonales o con menor índice de dependencia de niños y mayor dependencia de adultos mayores privilegiaran las zonas más céntricas, de morfología urbana preferentemente constituida de edificios de departamentos en modalidad de condominio, de fácil acceso a los servicios y al equipamiento urbano de apoyo a la vida cotidiana de los vecinos de más alto estatus socioeconómico.
Por su parte, los vecinos más desfavorecidos en términos socioeconómicos se localizan en los territorios menos apetecidos por el mercado inmobiliario y, a la vez o consecuentemente, más deficitarios en términos de infraestructura, equipamiento y atributos urbano-ambientales.
La huella residencial de los desfavorecidos si bien no se modifica significativamente en su forma, si lo hace en su profundidad. Ello, es el resultado de los proyectos de regularización y de saneamiento urbano básico implementados por el Estado, bajo un modo de radicación. Los pobres siguen residiendo en el mismo lugar de la ciudad, principalmente en su periferia interior, pero bajo mejores condiciones de saneamiento y confort ambiental.
Sin embargo el desarrollo urbano experimentado en la ciudad, impulsado por y para la élites socioeconómicas, tanto en extensión como en densificación, empieza a evidenciar un quiebre en la continuidad socio-espacial tradicional. El fenómeno de islas residenciales segregadas socio-económicamente, a través de rejas y/o accidentes geográficos, contiguas o en medio de áreas residenciales más desfavorecidas, producidos en la década en comento, así lo atestiguan.
En el análisis factorial implementado, compareció como un contenido complementario al componente de estatus socioeconómico un componente que hacía alusión a la posición en la relación laboral. En el estudio se acredita, tanto en 1992 como en el 2002, la asociación entre desocupación, nivel socio económico y tipo de inserción laboral. En los clúster de unidades vecinales más favorecido en el plano socioeconómico se registran no sólo las prevalencias más bajas de desocupación, sino también las prevalencias más bajas de asalariados y más altas de empresarios.
Otra asociación estadísticamente significativa se registra, en los dos años en estudio pero con más intensidad en el año 2002, entre la ocupación femenina, el tipo de inserción laboral, la desocupación y el nivel socioeconómico. Las unidades vecinales que tienen un perfil de más alto estatus socioeconómico son las que registran también mayores prevalencias de población femenina ocupada. En el otro polo, los asentamientos más desfavorecidos son los que registran las tasas más altas de inactividad económica femenina.
En la imagen de la ciudad se registra, en la década en estudio, la pérdida de relevancia en la economía local de la industria, circunscribiendo su huella a limitadas zonas de ésta. Perdida que ha tenido a la base no sólo procesos macroeconómicos, asociados a la estrategia adoptada a escala país, sino también de microeconomía en donde las disputas y decisiones que se registran a escala local han tenido una incidencia significativa. Disputa, entre la industria, el comercio, los servicios y la residencia, por el uso del suelo urbano más valorado en la ciudad actual. Decisión, de la autoridad política local, de privilegiar el carácter turístico-residencial de la ciudad por sobre el industrial, leídos como destinos incompatibles, a pesar de su prevalencia en toda la trayectoria urbana de Viña del Mar.
La escasez de suelo residencial y comercial en las áreas urbanas actualmente más valoradas, ha generado una presión inmobiliaria sobre los emplazamientos industriales en la ciudad allí localizados, colonizados por esta actividad en épocas donde el borde costero no era igualmente valorada y/o la incompatibilidad entre dichas funciones si bien se manifestaba no había llegado a un nivel de consenso social como el actual. El incremento del valor del suelo consecuente de la presión referida, sumado a la opción explícita de no favorecer su desarrollo en el sector Plan, ha traído como correlato la expulsión de tradicionales actividades industriales, así como inhibido la instalación de nuevos emprendimientos de este carácter. En la reformulación del PREMVAL, en proceso de aprobación, así como en el Plan Regulador Comunal vigente, reformulado el año 2002, se plantea la zona norte de la comuna de Viña del Mar, en la adyacencia del Camino Internacional, en el sector de Reñaca Alto, el principal emplazamiento de las zonas industriales de la comuna.
El sector servicios de una participación en la economía local casi inexistente a comienzos de la década de los ochenta del siglo pasado a comienzos del presente siglo se empina por sobre el 30 por ciento. Ello nos informa tanto de la centralidad de la ciudad en el concierto urbano del área metropolitana de Valparaíso, como también nos explica los cambios que ha experimentado en los modos e intensidad de los usos urbanos de sus espacios centrales.
Sin lugar a dudas es la huella del sector comercio la que ha emergido con más fuerza en la década en estudio tanto en términos de la imagen urbana de la ciudad, con la emergencia de emprendimientos de gran escala[45] en sus espacios centrales, como en el perfil y desenvolvimiento de su fuerza de trabajo.
La
transición demográfica avanzada y su impresión en las áreas residenciales.
Dos fenómenos socio-demográficos que experimenta la población de Viña del Mar, son los más significativos desde el punto de vista de la planificación y la intervención urbana, dado que conllevan un impacto presente y futuro en la economía, en la sociología y en la geografía de la ciudad, a saber, el envejecimiento de la población y la emergencia de los hogares unipersonales.
Estos fenómenos son propios de sociedades aventajadas en los campos económico, social y cultural, como lo es Viña del Mar en el concierto de las ciudades de Chile. Pero, este perfil socio-demográfico no es común a todos los sectores territoriales y todas las unidades vecinales en que se estructura residencialmente la ciudad. El estudio también ha logrado acreditar que las unidades vecinales se diferencian significativamente entre sí por la estructura demográfica que registran y por la estructura de sus hogares.
La ciudad, en el período inter-censal en estudio, consolida una lógica demográfica de ordenación espacial, que opera complementariamente al factor socioeconómico, especificándolo. Los sectores socio-territoriales en donde los residentes jóvenes tienen una prevalencia e incidencia significativamente más alta son Reñaca Alto, Achupallas y Forestal. Por otra parte, los sectores en donde los residentes adultos mayores tienen una prevalencia e incidencia significativamente más alta son el Plan, Recreo y Gómez Carreño.
El año 2002, mientras los conglomerados de unidades vecinales más favorecidos socio-económicamente, de transición demográfica más avanzada y, a la vez, con mayor incidencia de hogares unipersonales, clúster 5 y clúster 2 , se emplazan en el plan y la primera terraza frente al mar de la ciudad, los más desfavorecidos socio-económicamente y, a la vez, de estructuras demográficas más jóvenes y mayor incidencia de hogares familiares, se emplazan privilegiadamente en sus bordes altos e interiores, clúster 4 y clúster 1 . Lógica de distribución en el espacio que, como se acredita en el presente estudio, ya se observaba en 1992 (Figura 4).
Entre los dos polos de conglomerados, identificados el año 2002, se posicionan espacialmente los clúster 3 y 6, que se configuran como un intersticio socioeconómico y socio-demográfico entre las dos grandes áreas en comento.
En esta impronta demográfica de ocupación residencial del espacio urbano de Viña del Mar, se acredita en este estudio, tanto en los datos de 1992 como de 2002, la relación estadísticamente significativa entre los fenómenos de desventaja socioeconómica y de fecundidad, en especial de la fecundidad temprana, planteada desde los estudios socio-demográficos de CELADE. En los dos años en estudio, la huella de este fenómeno en la ciudad es polar, mientras los conglomerados de unidades vecinales más aventajados socio económicamente[46] registran las tasas de fecundidad temprana más bajas, los más desfavorecidos[47] registran las tasas más altas.
Un dato complementario, que deja una huella espacial similar a los fenómenos socio-demográficos relevados en los párrafos precedentes dice relación con las incidencias de población femenina en la fuerza de trabajo ocupada y de población femenina que realiza quehaceres del hogar fuera de la fuerza de trabajo.
Otro aspecto que destaca en la década en estudio es el incremento de la relación entre las estructuras demográficas de las unidades vecinales y los movimientos migratorios de los que ha sido objeto la ciudad. El año 2002, no sólo se informa que los nuevos residentes son de estratificación socioeconómica media-alta y alta, sino que también corresponden a grupos de edad más maduros. Relación socio-demográfica que el año 1992 no se registraba con la misma intensidad.
Una de las bondades del estudio implementado radica en hacer visible la heterogeneidad que se esconde tras los promedios, prevalencias e incidencias comunales. En el proceso de transición demográfica avanzada que experimenta la ciudad y que la distingue en el concierto regional y nacional, nos encontramos con territorios que registran una estructura demográfica radicalmente distinta, más joven que lo registrado en los territorios de referencia, y que contienen también a la población más desfavorecida socio económicamente. No hacer visible estas diferencias puede conllevar a adoptar decisiones no apropiadas en el plano de la planificación y de la intervención socio-política, de carácter público y/o privada, en el campo de la ciudad.
Las
tipologías de vivienda como factor de diferenciación socio-residencial.
En el campo de la vivienda, los datos censales permiten hacer un filtro significativo en relación a la precariedad, viviendas no permanentes si lo filtramos desde la tipología[48] o carenciadas si se filtra desde los déficits de servicios urbanos básicos[49], pero son más nebulosos para discriminar en el amplio océano de viviendas permanentes, casas y departamentos, no precarias. Incluso la información oficial disponible sobre la precariedad habitacional, agregada a escala de la comuna, no informa de la manera precisa que requiere la toma de decisiones en el campo de la política pública local. Un ejemplo de lo dicho, es el dato que informa sobre la situación favorecida de la ciudad, en el contexto de la región y el país, en relación a la incidencia de las viviendas no permanentes en su territorio. El dato oficial agregado, correspondiente al año 2002, informa que un 2,7 por ciento de las viviendas particulares ocupadas con personas presentes son precarias. Si lo desagregamos a nivel de los sectores territoriales, nos encontramos que en Forestal, Achupallas y Reñaca Alto esta incidencia llega a prácticamente el doble.
Considerando los datos referidos tanto a la calidad de las viviendas como a la diferencia entre las viviendas particulares ocupadas con personas presentes y los hogares catastrados, podemos afirmar fundadamente, que: i. Existía en la ciudad, al año 2002, un déficit habitacional cuantitativo de 4.951 viviendas[50] y ii. Existía un déficit cualitativo, al año 2002, en acceso a alcantarillado (1.591 viviendas)[51], en materialidad de los muros exteriores (8.908 viviendas) y en disponibilidad de baño con ducha (3.079 viviendas).
Tres son los sectores territoriales que destacan por las altas incidencias de viviendas con carencias en su tipología (mejora, mediagua, rancho o choza) y con carencias en el índice tanto de materialidad como de saneamiento, a saber: Reñaca Alto, Forestal y Achupallas.
A nivel de clúster de unidades vecinales, las viviendas no permanentes tienen una prevalencia significativa en el universo de viviendas del clúster 4 y 1 correspondientes al año 2002. Los clúster a los que se homologan en el año 1992 (5 y 1 respectivamente), son también los que registraban las más altas prevalencias de este tipo de viviendas, aún más significativas que lo observado el año 2002. Como se reseñaba en el análisis, la intervención de la política pública de vivienda social y de saneamiento urbano básico, que se ha concentrado en las unidades vecinales que conforman estos clúster, ha impactado significativamente en la situación habitacional de los habitantes socio-económicamente más desfavorecidos.
En el campo de bienes muebles patrimoniales, la cobertura de artículos que aportan mayor confort a los hogares, es significativamente más alta que la registrada a escala de la región de Valparaíso y del país. Y que de hecho, han observado un sostenido incremento desde 1992 a la fecha. Un ejemplo de ello, es el dato que informa que, al año 2002, el 30,7 por ciento de los hogares de Viña del Mar tiene computador, incidencia que es aproximadamente 10 puntos porcentuales más alta que lo registrado a escala de la región de Valparaíso (20,2 por ciento) y del País (20,5 por ciento).
En términos de la distribución territorial, los hogares con equipamiento de nuevas tecnologías (ordenador, internet y TV cable) se localizan privilegiadamente en los sectores territoriales del Plan, Recreo y Reñaca Bajo. En términos de clúster las prevalencias más significativas se registran en los clúster 5 y 2 , que son precisamente los que destacan por registrar las prevalencias más altas de población de estatus socioeconómico medio-alto y alto. La conectividad como fuente de diferenciación socio-económica de los residentes de la ciudad se corrobora a partir de los datos producidos y analizados en este estudio. Lamentablemente su no disponibilidad para el año 1992, impidió su participación en el sistema de análisis multivariante, quedando el análisis de su evolución en el campo residencial para los próximos censos.
Tanto en el año 1992 como en el año 2002, indicadores asociados a las carencias habitacionales participan en el contenido de uno de los cuatro factores que explican la ocupación diferenciada del territorio comunal. En la manifestación y travesía de este componente en la década inter-censal en comento, la huella de la intervención pública de saneamiento urbano básico se deja ver, principalmente en la reducción de la fuerza de la vinculación de su contenido con el contenido fundamental del componente estatus socioeconómico[52].
Sin embargo tanto en 1992 como en el 2002, con la sola excepción de la unidad vecinal El Salto, de bajo uso residencial, las unidades vecinales que constituyen los clúster más desfavorecidos en el plano socioeconómico son también las que registran las prevalencias más altas de carencias habitacionales, claramente diferenciadas de los otros conglomerados.
Como la posición de desfavorecido está en relación a las prevalencias observadas en el conjunto de la ciudad, unidades vecinales que no cambian su posición o bien se allegan en el período a ésta, registran significativas mejoras en las prevalencias de carencias habitacionales. Como lo acredita elestudio en la década intercensal en estudio, la prevalencia de las carencias habitacionales en el conjunto de la ciudad se reduce significativamente, a saber: 1. Las viviendas sin acceso a agua potable se reducen de 2,6 a 0,9 por ciento; 2. Las viviendas sin acceso a alcantarillado se reducen de 15,4 a 2,8 por ciento y 3. Las viviendas sin baño con ducha se reducen de 16,8 a 5,6 por ciento.
Entre 1992 y 2002, el porcentaje de unidades vecinales que se distinguen como desfavorecidas en términos de la prevalencia en ellas de viviendas carenciadas, se reduce de 28,3a 15,3 por ciento (de 39 a 23 unidades vecinales). En el período, 15 unidades vecinales mantienen y 8 se agregan a esta condición de desventaja. Todas las unidades vecinales que dejan esta condición fueron objeto de intervenciones de regularización y saneamiento urbano por parte del Estado. Las unidades vecinales que se mantienen como las que se allegan a esta condición, son impactadas por el fenómeno de las tomas de terreno y la emergencia de asentamientos humanos precarios, cuya mantención en la última década del siglo pasado como práctica residencial de los habitantes más pobres de la ciudad se acredita en este estudio, lo que es una originalidad en el contexto de las ciudades de Chile.
El hacer participar en la matriz exclusivamente indicadores de carencia, decisión adoptada a la luz de la existencia de referencias legitimadas para discriminar en este sentido en función de la base utilizada en el estudio, los censos de población y viviendas, afectó la capacidad discriminatoria en el otro polo, la de los favorecidos. De hecho en 1992 y 2002 se identificó como favorecidas el 47,8 y el 57,4 por ciento de las unidades vecinales, respectivamente. Lo que debiera ser subsanado en futuras investigaciones, haciendo participar también indicadores de materialidad de la envolvente que en experimentos que he realizado con posterioridad a la fase de análisis estadístico del estudio, y a la luz de sus resultados, han evidenciado preliminarmente su capacidad de evidenciar una huella espacial continua.
El
lugar de residencia de los pobres en la ciudad
Independiente de las conceptualizaciones, los pobres desde incluso antes de la fundación oficial de la ciudad han tenido un lugar en ella, bajos modos regulares, generalmente producidos por la élite social y/o política, y modos irregulares, generalmente auto-producidos por ellos mismos. Después de casi un siglo y medio del evento fundacional, mantienen su presencia en la ciudad bajo modalidades residenciales semejantes, aunque es menester considerar que las formas habitacionales más precarizadas, si bien vigentes, han bajado su incidencia y prevalencia en el parque habitacional actual.
Se constata, de acuerdo a los resultados de los índices de segregación calculados, que en la ciudad hay sectores y unidades vecinales que tienden a consolidar una especialización como lugar de residencia de los pobres de la ciudad. El estudio acredita que las unidades vecinales en donde los pobres tienen mayor prevalencia residencial se localizan en la periferia menos valorada, por la sociedad y por el mercado, de la ciudad. Este fenómeno socio-residencial, más simbólico que físico, es un componente de continuidad en la estructura socio-residencial de Viña del Mar.
Los pobres, como se acredita en el estudio, han sido expulsados e impulsados hacia los cerros de la ciudad, principalmente a los emplazados al sur y al norte-oriente de la ciudad.
Las unidades vecinales que se distinguen por esta presencia significativa de residentes en situación de pobreza, conforman conglomerados continuos en sus respectivos sectores territoriales. De más extensión territorial en Reñaca Alto, Achupallas y Forestal, prácticamente cubriendo todo el territorio de estos sectores, y de menos extensión en los sectores de Nueva Aurora, Miraflores, Oriente, Santa Inés.
Los dos clúster de unidades vecinales identificados, el año 2002, como más desfavorecidos (4 y 1), concentran el 71,1 por ciento de la población pobre de ingresos. En los dos clúster identificados por el estudio como más favorecido el año 2002 (5 y 2), se concentra el 2,8 por ciento de la población pobre de ingresos que reside en la ciudad.
Las huellas de la trayectoria urbana en
la diferenciación socio-residencial.
La configuración de la estructura socio-residencial de la ciudad y los cambios acontecidos en ésta en el siglo y medio que va desde la llegada del ferrocarril hasta su soterramiento, tienen en los cambios de su perfil productivo y de la intervención social urbana, pública y privada, sus principales diseñadores e impulsores.
En una etapa germinal, asociada a la llegada a su territorio del ferrocarril Valparaíso-Santiago, como extensión de la actividad económica de la ciudad-puerto, por una parte, como el lugar de descanso y de residencia de parte de la élite económica y política porteña, que ha sido conceptualizada como la primera experiencia de barrio alto en Chile[53] y, por otra, como cobijo también de su actividad industrial, refrendada en su conceptualización complementaria como suburbio ferroviario sui-géneris[54].
Desde estos primeros gérmenes del proyecto de ciudad, que se formalizará aproximadamente dos décadas después, se registra la cooperación público-privada en su cristalización. Impronta que ha acompañado, con distintos niveles e intensidades de participación de unos y otros agentes, el crecimiento y desarrollo de Viña del Mar, dejando huellas en la estructura socio-residencial.
Aunque el modelo de negocios original era privado, finalmente es el Estado el que asume en propiedad el control de los ferrocarriles y por tanto, es quien decide la puesta en marcha del proyecto de conexión Valparaíso-Santiago, como un imperativo de desarrollo nacional, trayendo como externalidad positiva la apertura funcional del territorio de Viña del Mar, conformado en ese entonces por 2 haciendas de propiedad privada, a los requerimientos sociales y económicos de la ciudad-puerto. A esta externalidad positiva, habría que sumar la regulación que ejerció la Intendencia de Valparaíso como órgano del Estado de Chile, en función de la legislación existente a estos efectos, de los proyectos de nuevas poblaciones que se quisieron emprender en el territorio viñamarino.
Así también es la iniciativa y el financiamiento privado intencionado, cristalizado en el proyecto de ciudad y en las construcciones de uso privado y público asociados a éste, el que dará cuerpo al núcleo basal de la estructura urbana de Viña del Mar y de sus iniciales extensiones, cuyas huellas, en la trama más que en las construcciones se mantienen hasta nuestros días, con la salvedad por su puesto de su eje vial, Álvarez-Viana, modificado por el hundimiento del ferrocarril, pero reforzado en su carácter original de conexión oriente-poniente.
Complementariamente, la actividad comercial privada surgida en torno al antiguo camino que atravesaba Viña del Mar, que unía al puerto de Valparaíso con el valle interior de Quillota, proyectado y construido por el Estado de Chile, se consolidó y expandió con el desarrollo inmobiliario residencial y de ocio, asociado a la llegada del ferrocarril.
No sólo la estructura social asociada a esta fase embrionaria de la ciudad se ve configurada, en su diversidad, por esta función de suplencia acotada de la ciudad-puerto, ya referida en los párrafos precedentes, sino también su estructura socio-residencial, marcando una impronta de mezcla y de segregación social que ha acompañado el devenir de la ciudad también hasta nuestros días. Segregación en los espacios residenciales y de ocio de uso privado, y mezcla en los espacios de ocio de uso público.
Lo que ha ido variando ha sido la escala de la segregación asociada a la extensión de la ciudad y la valoración que va haciendo del territorio la élite económica y política.
La idea original del proyecto de ciudad levantado por José Francisco Vergara estaba más cercana a la ciudad industrial que al suburbio residencial, por ello acogió y consolidó dentro de sus límites a esta actividad económica, que cobró significativa relevancia no sólo en el concierto regional sino también nacional por la innovación asociada a su producción, ejemplo de ello es la Refinería de Azúcar de Viña del Mar, la CRAV, que tuvo una activa presencia en la actividad económica local hasta comienzos de la década de los 80 del siglo XX, cuando se desploma ante la competencia del azúcar importada, revitalizada por el modelo económico implementado en el país, a partir de esa década, por el Gobierno de Chile bajo el liderazgo económico de los Chicago Boys. Las vueltas de la vida o la devuelta de mano de los importadores, que se vieron afectados en su modelo de negocio por la emergencia de la Refinería en la década de los 60 del siglo XIX.
La cooperación público-privado fue el modelo experimentado, hasta el primer cuarto del siglo pasado, para la consolidación residencial de Viña del Mar. El emprendimiento público de las obras de infraestructura pública estructural y el emprendimiento privado de la infraestructura, privada y pública, de carácter local. Un ejemplo de este modelo fue la construcción del camino plano, junto a la línea del ferrocarril, que unió Valparaíso con Viña del Mar, facilitando la consolidación y expansión residencial de la ciudad. Después de ello, la presencia del Estado en el financiamiento, además de la infraestructura pública, del equipamiento balneario y de la infraestructura residencial, fue más significativa.
Las variopintas actividades económicas emprendidas en la primera fase de poblamiento de la ciudad, concebidas, además, como soporte de la residencia en Viña del Mar, son un antecedente significativo de su variopinta estructura social. Los residentes no son sólo hacendados, empresarios y obreros, los hay también comerciantes, empleados, profesionales, nacionales y extranjeros. Variopinta estructura social, que ha dejado su huella residencial también diferenciada en la ciudad.
La actividad industrial, trajo como correlato una demanda residencial, que fue resuelta bajo dos modalidades de emprendimiento privado con intervención del Estado, a saber: i. El diseño, la gestión del financiamiento y la construcción controlada por los empresarios, entregada a sus obreros y empleados en alquiler y ii. El diseño, la gestión del financiamiento y la construcción controlada por los trabajadores, a través de sus organizaciones sindicales, entregada a sus socios en alquiler y en propiedad.
Expresión de la primera modalidad fueron las viviendas para obreros, tipo conventillos, esparcidas por todas las calles de la naciente ciudad, actuales unidades vecinales 14, 15, 16 y 17 del sector Plan, parte del clúster (2 de 2002 y 3 de 1992) , con la única excepción de la calle Álvarez. El Estado de Chile, a través del Municipio de Viña del Mar, buscando mitigar el impacto negativo de esta modalidad de habitación popular en el saneamiento y confort de sus habitantes, aplicó tempranamente regulaciones. Primero aplicando, hacia fines del siglo XIX, una ordenanza de higiene de conventillos y pesebreras y pocos años más tarde, en 1903, creando un Reglamento para los Conventillos, dirigido a los dueños y administradores de estas construcciones. Ambos instrumentos tenían como antecedente normativo aquel definido e implementado en la vecina ciudad de Valparaíso, el año 1899. Esta Modalidad es la que prevalece hasta la década de los veinte, bajo un precepto liberal de la organización socio-política chilena que situaba al mercado en el centro de la resolución de la cuestión social.
Expresión de la segunda modalidad fueron las poblaciones obreras, cuyos casos más emblemáticos en la ciudad lo constituyen las poblaciones obreras levantadas en los sectores territoriales de Santa Inés y de Achupallas. El loteo de Santa Inés, emplazado en la trayectoria del camino Valparaíso-Quillota, acontecido en las primeras dos décadas del siglo XX, fue una respuesta residencial a dos procesos urbanos complementarios, a saber: i. La erradicación de los obreros de la Población Vergara, bajo el incentivo económico proveniente de la élite viñamarina que descubre la bondad del mar residencial y ii. La acogida a los nuevos residentes de la ciudad, obreros inmigrantes del norte del país, producto de la crisis del Salitre acaecida después de la Primera Guerra Mundial, que se allegan a Viña del Mar y Valparaíso en busca de oportunidades laborales. El caso de Achupallas, emprendido en la primera mitad de la década del 50 del siglo pasado, es de una envergadura tal que el destacado arquitecto y académico de la PUCV Alberto Cruz, en la presentación de su “Estudio Urbanístico para una Población Obrera en Achupallas”[55] recogió entre las concepciones que estaban en juego en esta gigantesca urbanización, el de una nueva ciudad, la ciudad obrera que era la idea original de la Confederación Nacional de Sindicatos Obreros de Viña del Mar, fundado en 1949, quien había comprado el Fundo “Las Achupallas” en 1950, con una superficie de 914 hectáreas emplazadas en la segunda terraza interior de la ciudad, entre los 200 y 250 m.s.n.m. como una forma de abordar “los altos cánones de arrendamiento y el estado de insalubridad en que vive en la actualidad la mayoría de los trabajadores de Valparaíso y Viña del Mar”[56]. Se pensaba para una población de 50 mil habitantes. Si consideramos que Viña tenía en aquel momento aproximadamente 80 mil habitantes y Valparaíso 280 mil, no es de extrañar la preocupación y ocupación del Estado y de los empresarios inmobiliarios privados en esta colosal obra. De acuerdo a los datos del Censo de Población del 2002, el área comprendida por el Fundo Las Achupallas (que incluye además del sector territorial de Achupallas, a las unidades vecinales Villa Dulce CRAV, Villa Dulce Norte y Ampliación Villa Dulce Norte), tiene una población residente aproximada a los 40 mil habitantes.
Dadas las dificultades acontecidas en la implementación del proyecto Achupallas, en un escenario político y económico nacional en crisis, la agrupación obrera decide, a fines de la década del 50, externalizar la gestión del proyecto creando una sociedad comercial, Distribuidora y Promotora de Viviendas Económicas Ltda. y Cía. C.P.A., más conocida localmente como PROVIEN, quien se responsabiliza de ejecutar la urbanización, gestionar el apoyo comprometido por el Estado, otorgar las escrituras de dominio y apoyar financieramente a los socios, bajo la modalidad de préstamos individuales. El proyecto estructuró tres zonas de urbanización, que implicaron tres modos de abordar la urbanización, cuya diferenciación se fundamentaba en los actores involucrados y cuya huella, hasta nuestros días permanece.
La primera zona involucró a las diferentes Cajas de Previsión Social, a las que estaban adscritos sus socios, y a la Corporación de la Vivienda, CORVI[57], organismo creado en 1953 por el Estado de Chile. La segunda zona estaba destinada a los trabajadores pertenecientes al Sindicato de la Refinería de Azúcar de Viña del Mar, CRAV, quienes gestionaron créditos del Banco Interamericano de Desarrollo para enfrentar la urbanización y la construcción en las actuales unidades vecinales “Villa Dulce CRAV”, “Villa Dulce Norte” y “Ampliación Villa Dulce” del sector Oriente. Para la tercera zona denominada Autoconstrucción, PROVIEN consideraba gestionar créditos y asesoría técnica, por parte del Estado, para apoyar la urbanización y edificación de viviendas que serían ejecutadas por los propios pobladores[58]. Opción que era criticada por destacados arquitectos urbanistas, al considerar que la tecnología aplicada a las construcciones sociales en ese tiempo, promovidas desde la CORVI, a la que estaban familiarizados muchos socios por provenir de esa rama de actividad económica, no podría ser refrendada bajo un modo de autoconstrucción, perdiendo el beneficio de vivir en la ciudad[59].
A pesar de los augurios es esta zona autoconstruida, la que le ha dado la huella de identidad que tiene hoy este popular territorio de la ciudad[60], siendo uno de los sectores que ha liderado el crecimiento poblacional en las últimas décadas, como lo acredita este estudio.
La impronta de ciudad balneario, cuyos gérmenes se observan desde fines del siglo XIX con la habilitación de los balnearios de La Marina y de Las Salinas, como correlato del éxodo obligado, del puerto de Valparaíso, de este tipo de equipamiento costero para el ocio de sus élites, se consolida con el apoyo del Estado de Chile, bajo la administración de la dictadura del General Ibáñez (1927-1931), que se propuso convertir a Viña del Mar no sólo en el principal balneario del país sino del cono sur[61].
Las obras ejecutadas en ese período, principalmente el Casino de Juegos, han dotado al Municipio, hasta nuestros días, de ingresos propios para acometer los desafíos del desarrollo de su territorio que le han permitido situarse entre los de más recursos del país. Tal ha sido la dependencia a esta infraestructura que la modificación de la Ley de Casinos, que posibilitó la construcción de nuevas instalaciones en comunas emplazadas dentro de su área de influencia tradicional, ha mermado de manera significativa su presupuesto anual[62].
La huella residencial de esta decisión, es clara y refrendada por el instrumento de planificación del área metropolitana de Valparaíso. Principalmente en lo que dice relación con la ocupación residencial de todo el borde costero vacante de la ciudad y la emergencia masiva de proyectos habitacionales orientados a la primera o segunda residencia de hogares de estratos socioeconómicos medio-alto y alto.
Existe consenso en la comunidad local que durante el gobierno militar, bajo la lógica de privilegiar el mercado como motor de la economía y el desarrollo, el Estado no invirtió en la ciudad, modificando la lógica de cooperación que había acompañado prácticamente toda la trayectoria urbana de Viña del Mar. Incluso, decisiones del Estado central, tuvieron un impacto negativo significativo en la actividad económica local, siendo un caso emblemático la quiebra de la Refinería de Azúcar de Viña del Mar, la CRAV, acaecida a comienzos de la década de los 80.
El ejemplo de la CRAV, nos permite sostener que, si bien el modelo económico tenía una raíz común con la existente en la primera fase fundacional de la ciudad, la élite económica existente en la ciudad se mostró más incompetente para no sólo impulsar sino que sostener la economía local. Siendo partícipe junto al Estado en el deterioro y, en muchos casos, la obsolescencia a la que arribaron varios bienes inmuebles de propiedad pública, que constituían los pilares en donde se había erigido el carácter turístico de la ciudad, a saber, los hoteles O’Higgins, Miramar, los balnearios de Recreo, Caleta Abarca y Las Salinas, las piscinas públicas de Recreo y 8 Norte, y el propio Casino de Viña del Mar, por nombrar las más significativas.
Desde la década de los noventa hasta nuestros días, se observa un nuevo impulso del rol, aunque subsidiario, proactivo por parte de las autoridades públicas, en busca de reposicionar competitivamente a la ciudad en el mercado turístico y, asociado a este destino, de consolidar el uso residencial y de ocio público de su borde costero. El borde costero es objeto de significativos emprendimientos público-privado, bajo un escenario de subsidiaridad y control administrativo del Estado al que la ciudad, sus instituciones sociales y su población residente han estado acostumbradas desde sus orígenes. Uno de estos emprendimientos emblemáticos por la huella residencial que dejará una vez que cristalice, lo constituye el cambio de destino, de industrial a residencial-turístico, de 178 mil m2 de terreno costero ocupado por la industria viñamarina en la recta Las Salinas que une, bordeando la playa, el sector Plan con el camino al sector territorial de Reñaca Bajo. A comienzos del siglo XXI, las empresas dan su consentimiento a la erradicación de sus instalaciones y a la enajenación de su propiedad, ante el incentivo económico asociado al cambio de destino de este suelo realizado por el Municipio. Este hecho, único en el concierto nacional, trae como correlato la pérdida del último signo vivo de la experiencia industrial en la Población Vergara, quedando para la memoria colectiva sólo el muelle Vergara.
En el discurso público local, contenido en sus instrumentos de planificación vigentes, tanto de carácter indicativo como normativo, se sigue promoviendo la mixtura económica como base de su desarrollo[63], aunque con un énfasis en los servicios más especializados, considerando el capital cultural de sus residentes, aventajado comparativamente en el contexto regional y nacional como ha quedado acreditado en este estudio.
La aspiración de la élite económica y política viñamarina de constituir a la ciudad en el gran centro de servicios del área metropolitana de Valparaíso, disputándole a la vecina ciudad-puerto su centralidad en esta rama de actividad económica, como ya lo ha hecho exitosamente, en más de un siglo de trayectoria urbana, en los campos del ocio, de la residencia, de la industria y del comercio, ha tenido como importante aliado, nuevamente al Estado central, a través de la inversión de infraestructuras de comunicaciones y de la elaboración y del impulso de proyectos legislativos.
Un ejemplo significativo de esta línea argumental, lo constituye el emplazamiento en la ciudad, experimentado en las últimas dos décadas, de un número creciente de Establecimientos de Educación Superior, públicas y privadas. Proceso desencadenado y facilitado por la modificación de las normas que regulan la Educación Superior en Chile que posibilitó la emergencia de nuevas Universidades Privadas. En un escenario regional en donde las Universidades tradicionales, públicas y privadas, tenían su asiento privilegiado en la ciudad de Valparaíso, las nuevas entidades de carácter nacional y regional que emergieron con la ley, aprovecharon las bondades urbanísticas de tradicionales barrios residenciales de la ciudad de Viña del Mar, para emplazar sus instalaciones. Recogiendo los valores urbanísticos apreciados por la élite social, a la que se orientaban originalmente estos servicios educacionales. El prestigio social que han alcanzado estas instituciones en la sociedad nacional, regional y local, asociada a su calidad académica, acreditada en procesos de evaluación oficial liderados por el Estado de Chile, ha consolidado esta actividad en unidades vecinales de los sectores territoriales de Recreo, Miraflores, Chorrillos, Reñaca Bajo y el Plan.
Si bien hay estudios que han estimado el impacto en la economía urbana de esta actividad, con cifras muy prometedoras para el PIB local, aún es escasa la producción de su impacto en las otras dimensiones de la vida en la ciudad. El impacto residencial se hace visible en al menos tres cuestiones relevantes en su dinámica, a saber: i. La generación de una oferta inmobiliaria residencial específica, de compra y de alquiler; ii. El desarrollo de emprendimientos comerciales, en los barrios en donde se emplazan, orientados a este tipo de población objetivo y iii. Los cambios en el uso del suelo en donde se deciden localizar estos emprendimientos de educación superior, por lo general, en suelos destinados tradicionalmente al uso residencial.
En esta misma línea argumental se puede inscribir otro fenómeno urbano significativo que acontece en la ciudad en la última década intercensal: el emplazamiento de grandes superficies comerciales. Lo que trae como correlato un cambio significativo en los modos tradicionales de relacionarse con el comercio por parte de los residentes de todos los estratos socioeconómicos, impactando significativamente en el uso y la imagen de la ciudad en general y de los barrios en donde se emplazan en particular. Tres emprendimientos de grandes superficies, son los que más sobresalen en la ciudad, en algunos casos hermanados comercial y espacialmente, a saber: 1. Los malls; 2. Los hipermercados y 3. Las hiperfarmacias.
Su emplazamiento sigue la huella de los caminos, como lo informan los modelos discutidos, pero la dificultad de la accesibilidad hacia la periferia interior y en altura de la ciudad, ha impedido recrear en Viña del Mar la localización observada en las metrópolis. En el caso de Viña del Mar el emplazamiento de este tipo de emprendimientos se ha concentrado en su centro histórico, en la Población Vergara y en Miraflores bajo, facilitado por una normativa de regulación urbana permisiva y la disponibilidad de suelo producto de la quiebra o de la emigración de actividades industriales tradicionales, hacia la periferia o hacia otros emplazamientos más competitivos, como también lo atestigua el modelo de ciudad latinoamericana actual que postulan los geógrafos alemanes revisados.
Factores que ya operan como una tendencia en la ciudad, de hecho, el emprendimiento más reciente de grandes superficies, actualmente en construcción, se emplazará, junto a un conjunto de condominios en altura, en el lugar donde estaba instalada, en pleno centro histórico de la ciudad, la Refinería de Azúcar de Viña del Mar. La progresiva carencia de suelos en el plan de la ciudad para acoger este tipo de emprendimientos está a la base de la localización de grandes superficies comerciales en sectores alto de la ciudad, pero aún muy especializados en términos de su población objetivo, el caso de Sodimac constructor emplazado en Reñaca alto es un ejemplo de ello.
El completar la huella residencial en la ciudad de su estructura socioeconómica y sociodemográfica, a escala de unidades vecinales, con la organización espacial de los proyectos urbanos cuya tipología se distinguen de manera privilegiada en los modelos de estructuración urbana propuestos desde la geografía urbana, norteamericana y alemana principalmente, para las ciudades latinoamericanas de carácter metropolitano, nos permite situar el proceso urbano viñamarino en el contexto de las metrópolis latinoamericanas.
A modo de
conclusiones
En el examen estadístico de la ciudad, realizado para la década 1992-2002, las huellas residenciales de la diferenciación socioeconómica de sus residentes no evidencian significativas transformaciones. Pero sí se registra, como se refería en párrafos precedentes, una leve disminución de las distancias de los valores registrados en los clúster de unidades vecinales más polares en favor de los clúster intersticiales, tanto en términos espaciales como socioeconómicos.
En esta línea argumental, podemos afirmar que la representación espacial del análisis factorial emprendido tanto para el año 2002 como para el año 1992, acredita lo reseñado por los geógrafos alemanes, Bolsdorf (2003), Janoschka (2007) y Bähr (2003), que han emprendido la tarea de modelar la evolución de las ciudades latinoamericanas, en especial las metropolitanas, en orden de señalar que la manifestación espacial de los cambios sociales operados en la ciudad tienen una latencia.
Es necesario destacar que, en el caso de Chile, recién a partir del censo de población y viviendas de 1992, se disponen de bases de datos estadísticas que pueden ser referenciadas, a través de su procesamiento con software que también en la década estadísticamente analizada han universalizado su disponibilidad en el campo de la investigación urbana, a la escala que un esfuerzo de análisis factorial requiere. Por tanto, el tipo de estudio emprendido, solo puede ser completado en el futuro (por ejemplo, a partir de las bases de datos del censo de población y viviendas de 2012 o el censo abreviado que se propone para el 2015).
Aún con los referido, en el examen espacial del análisis factorial realizado se evidencia la huella en la ciudad de algunos fenómenos que acontecen y/o se profundizan en la década en comento, que la allegan a fenómenos observados tanto en las metrópolis latinoamericanas contemporáneas que dibujan los geógrafos alemanes como a los procesos urbanos más globales que dibujan investigadores españoles (en especial Horacio Capel y Manuel Castells) y norteamericanos (David Harvey y Peter Marcuse).
Como se ha referido, Viña del Mar es una ciudad costera de tamaño medio, en superficie (125 km2 aproximadamente) y en población (300 mil habitantes aproximadamente), y que conforma una pequeña, aunque significativa en el contexto nacional, área metropolitana regulada. Sin embargo, muchos de los procesos descritos para estas grandes áreas metropolitanas latinoamericanas, en el umbral del siglo XXI se vislumbran y en algunos casos se registra su consolidación en esta pequeña área metropolitana y más aún al interior del propio territorio urbano viñamarino, lo que es una novedad en términos de su captura, dada la muy escasa producción de investigación de ciudades fuera de los límites de la región metropolitana de Santiago en general y de Viña del Mar en particular.
Viña del Mar, desde sus orígenes ha lidiado con la complejidad, física y humana, por ello no es raro que haya sido líder y necesariamente, innovadora, en el concierto nacional, en muchos campos asociado al desarrollo económico, social y urbanístico de las ciudades. Sus precursores, eran parte de la élite socioeconómica y política del país y como tal con acceso a los contenidos y a las formas que se postulaban para las ciudades en Europa, primero y fundamentalmente, y luego en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo pasado y, con el poder suficiente para impulsarlos en el diseño de futuro de este asentamiento urbano.
Pero, esta capacidad de innovación no se enclaustraba en la élite más pudiente sino que también se registró en sus residentes menos favorecidos. Que hasta el día de hoy existan asentamientos humanos irregulares en proceso de producción, no sólo informa de una agenda pendiente de la política pública de vivienda y urbanismo en la ciudad, sino también de un protagonismo, si bien incontrolado sociopolíticamente, normalizado urbanísticamente bajo la pretensión de la integración socio-espacial a mediano o largo plazo, en la producción de la ciudad de sus residentes más pobres, fenómeno que desde la década de los noventa se ha dejado de evidenciar en el resto del territorio urbano nacional, incluida la ciudad capital de Santiago de Chile.
La trayectoria de construcción residencial de Viña del Mar, regular e irregular, ha sido expresión de una gestión colectiva y planificada, controlada socialmente. Si no fuera así, mayoritariamente, no sería posible plantearse una agenda viable de normalización urbanística de los asentamientos humanos irregulares, como se viene haciendo sistemáticamente desde mediados de los noventa del siglo XX. Tampoco podríamos disponer como bienes públicos para uso y aprovechamiento, en actividades de ocio y esparcimiento, de todos los residentes, independiente de su condición socioeconómica, de grandes superficies de parques urbanos y de, prácticamente, toda su costa marítima, lo que no pueden decir otras ciudades con las que se hermana, en la geografía física, Viña del Mar.
En el cuadro siguiente (Figura 5), se representan, sobre la estructura socioeconómica residencial de comienzos del siglo XXI, las diversas intervenciones urbanísticas realizadas en la trayectoria de conformación de la ciudad cuya huella se evidencian hasta nuestros días, a modo de síntesis de lo discutido.
Figura 5, estructura socio-residencial
de Viña del Mar a comienzos del siglo XXI. |
Notas
[1] El profesor Valdebenito tiene estudios de pregrado en Arquitectura (Universidad de Chile) y Trabajo Social (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso) y postgrados en Urbanismo (Universidad de Chile), en Planificación Territorial y Gestión Ambiental (Universidad de Barcelona) y es Doctor en Geografía por la Universidad de Barcelona. Desde comienzos de la década del noventa del siglo XX, realiza labores académicas de docencia, de pre y postgrado, e investigación en la Escuela de Trabajo Social y en el Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, centrando su preocupación en el campo de la estructura social urbana y la planificación del desarrollo social urbano. Junto a un equipo de investigadores de la PUCV, ha realizado una extensa labor de asistencia técnica en el campo de la planificación territorial del desarrollo a diversas organizaciones internacionales (BID, OPS, PNUD), ministerios (MIDEPLAN, MINVU, SUBDERE) y municipios del país (Valparaíso, Viña del Mar, Concón, Quilpué, Casablanca, Arica, Iquique, Copiapó, entre otros). A nivel profesional se ha desempeñado como investigador y/o coordinar de diversos proyectos de investigación, planificación e intervención social urbana en la ONG Taller de Asesoría Técnica RUKAN Ltda. (1989-1997) y como encargado de la Unidad de Estudio y Análisis Territorial de la Secretaría Comunal de Planificación del Municipio de Viña del Mar (1997-2007). Ha recibido diversas distinciones académicas, entre otros, uno de losPremios Reforma Urbana 2007, otorgado por la Universidad de Chile y el MINVU, por su Tesis para obtener el grado de Magister en Urbanismo y uno de los Premios Extraordinarios de Doctorado 2012, otorgado por la Universidad de Barcelona, por su Tesis para obtener el grado de Doctor en Geografía.
[2] Sabatini y Brain, 2008.
[3] Hidalgo et al., 2004; Hidalgo y Borsdorf, 2005; Cáceres y Sabatini, 2007; Álvarez et al., 2009; Hidalgo y Zunino, 2011.
[4] Chile es un Estado unitario y su territorio se organiza en Regiones, Provincias y Comunas. Para el cumplimiento de los objetivos de gobierno y administración, el país se divide en Quince unidades territoriales menores llamadas Regiones (Art.110 de la Constitución Política), y cada uno de ellas está a cargo de un intendente (Art.111 y sig. de la Constitución Política) los cuales son designados por el Presidente de la República. Las regiones se dividen, a su vez, en provincias los cuales están a cargo de un gobernador (Art.116 y sig. de la Constitución Política), y éstas finalmente se dividen en comunas las que son dirigidas por un alcalde (Art.118 y sig. de la Constitución Política), el cual es electo por votación popular. Al año 2010, existen en el país 15 regiones, 53 provincias y 346 comunas. (Fuente: Biblioteca del Congreso Nacional disponible en http://siit2.bcn.cl/nuestropais/division.htm)
[5] De los cuales 57,2 km2 corresponden a área urbana, 25,2 km2 a área de extensión urbana y 39,2 km2 a área no urbanizable.
[6] Cáceres y Sabatini, 2007.
[7] Valdebenito, 2011.
[8] Valdebenito, 2011.
[9]Valdebenito, 2011.
[10]Encuesta de Caracterización Socio Económica Nacional, CASEN, del Ministerio de Planificación de Chile, 1992 y 2003.
[11] Hábitat, 2001.
[12] Urbina, 2003.
[13]Valdebenito, 2009.
[14]Valdebenito, 2009.
[15]Valdebenito, 2011.
[16] Duncan y Duncan, 1955; Lieberson, 1980; Massey y Denton, 1988.
[17] Sabatini et al., 1998, 1999, 2001, 2008; Rodriguez Vignoli, 2001.
[18] Tims, 1976; López Jiménez, 1991; Rodriguez Jaume, 2000; Checa y Arjona, 2006, 2007; Díaz Muñoz, 1986; Ortíz y Schiappacasse, 1998; Buzai, 2003; Cutillas Orgilés, 2006; González y Villeneuve, 2006; Natera y Gómez, 2007; Alvarado, Vieyra y Hernández, 2008.
[19] Janoschka, 2002; 2006, Borsdorf, 2002; 2003 y Bähr, 1981.
[20] Griffin y Ford, 1980; 1993.
[21] Burgess, 1925; Hoyt, 1939; Harris y Ullman, 1945; Marcuse, 1989.
[22] Pérez, 2004; Bosque, 1974, 1994 y 1995.
[23] El factor más importante de los tres que identificó originalmente Shevky y Bell (1949) en su modelo que explicaba la diferenciación social a nivel intraurbano registrada en las ciudades norteamericanas de mediados del siglo pasado. Factor que también se ha expresado con la misma fuerza explicativa en investigaciones similares a escala europea (Rodriguez Jaume, 2000) y latinoamericana (Lara, 2003).
[24] En la matriz rotada , este factor explicaba el año 2002 el 28,8 por ciento de la varianza, mientras el año 1992 explicaba el 37,3 por ciento. Este diferencial que se observa entre los dos años en estudio, habría que relativizarlo si consideramos que, el año 2002, el cuarto factor que explica el 14,9 por ciento de la varianza está fuertemente asociado al factor socioeconómico (de hecho comparten contenido), lo que no ocurre el año 1992 con la misma intensidad.
[25] Que se sustentaba en investigaciones exploratorias realizadas por el autor en torno a los asentamientos precarios en la ciudad de Viña del Mar y los factores que operaban en su producción (Valdebenito, 2000).
[26] Nuevamente, es necesario relativizar la diferencia explicativa entre uno y otro año, en función de que uno de los indicadores relevantes, las viviendas no permanentes (encarnación del tipo de viviendas propio de los asentamientos precarios), el año 1992 está contenida en el factor socioeconómico, lo que no ocurre el año 2002.
[28] Lo que no deja de ser significativo si consideramos que entre los profesionales del área social local se ha compartido una percepción en torno al carácter exógeno de los pobres de la ciudad de Viña del Mar, producto de procesos tradicionales de inmigración campo-ciudad.
[29] Alvarado et al., 2008; Natera y Gómez, 2007; Cutillas, 2006; Gonzalez y Villeneuve, 2006; Checa y Arjona, 2006; Buzai, 2003.
[30] Filgueira et Peri, 2004
[31] Este diferencial que se produce en la fuerza explicativa de este componente entre un año y otro, podría fundamentarse en la participación activa el año 1992 de los indicadores asociados a este componente en el componente relacionado con la estratificación socio-económica.
[32] Hacemos referencia en especial al modelo aplicado a ciudades latinoamericanas propuesto por Griffin y Ford (1980).
[33] El año 1992 también participaron en la explicación de este componente los indicadores WC y DUCHA. Sin embargo estos dos últimos indicadores logran puntuaciones factoriales en la matriz rotada que los convocan también a participar significativamente en la definición del componente consolidación habitacional urbana.
[34] Ello se corresponde con una decisión de este estudio de construir los indicadores asociados a este componente desde la perspectiva de la carencia, para cuya discriminación los datos censales son más fidedignos, no así para discriminar la diversidad de realidades habitacionales urbanas contenidas en el constructo de los no carenciados. En otros estudios aunque lejanamente familiarizados con el presente (Lara, 2003), pero que profundizan en este componente, se adoptan decisiones similares.
[35] Con este constructo se hace referencia al operar de variables sociodemográficas y de estilos familiares en la organización espacial intraurbana, ya identificadas en estudios similares, dado que se juzgan apropiados por el investigador en el marco de las distinciones que busca discernir en este estudio.
[36] Rodríguez Jaume, 2000.
[37] Filgueira, C. et Peri, A., 2004.
[38] El contenido de este componente releva aspectos fundamentales ligados teóricamente al factor estatus social, a saber, estratificación socioeconómica y situación profesional.
[39] En el plano de la valoración económica del suelo urbano el cambio es y se perspectiva significativo con la cristalización del proyecto IV Etapa, como queda de manifiesto en la palabra de agentes de bienes raíces y de propietarios de bienes inmuebles, recogidas en reportajes del decano de los diarios de Chile, El Mercurio de Valparaíso, entre otras: «… la gente ve que sus terrenos que antes eran mirados en menos en relación a otros, ahora tienen una proyección distinta, y si antes un metro cuadrado estaba costando 10 UF, ahora los dueños no se están bajando de las 15 UF» (empresario inmobiliario, diario El Mercurio de Valparaíso, 2003); “… en este minuto hay muchos que quisiéramos vender, pero como todavía no hay mucho interés en comprar, no nos van a pagar lo que realmente pudiera valer el terreno con la IV Etapa» (propietario, diario El Mercurio de Valparaíso, 2003).
[40] Hacemos referencia a la inversión de US$280 millones que realizó el Estado de Chile, para financiar el proyecto de IV Etapa que involucró básicamente el soterramiento del tren en su paso por el centro de la ciudad, la compra de nuevos carros y el rediseño del par vial Álvarez-Viana.
[41] Se hace referencia a: 1. La modificación del Plan Regulador Comunal “Plano Seccional: Modificación Líneas Oficiales calles Viana, Álvarez y Limache”, Decreto Alcaldicio Nº13.739/05 y publicado en el Diario Oficial con fecha 18 de Enero de 2006 y 2. La modificación del Plan Regulador “Zonas de Renovación Urbana”, Decretos Alcaldicios Nº 6476 de fecha 19 de Junio de 2006 (Fija Texto definitivo) y Nº 7320 de fecha 10 de Julio de 2006. Publicación en el Diario Oficial 18 de Julio de 2006. (Cuenta Pública I. Municipalidad de Viña del Mar, 2006).
[42] Sólo un 47,2 por ciento de los actuales habitantes de Viña del Mar nació en la comuna. Entre 1997 y 2002 llegan a la ciudad aproximadamente 40 mil nuevos residentes, que representaban el 14,1 por ciento de su población.
[43] Este proceso se desencadena de manera privilegiada, pero no exclusivamente, en la Población Vergara. En especial en torno a la Avenida Libertad.
[44] En este territorio se concentra la totalidad de los asentamientos precarios que se emplazan en la ciudad, que en la actualidad cobijan a aproximadamente 4 mil familias.
[45] Se alude a las grandes superficies comerciales emplazadas en el centro histórico (Falabella, Rypley), a las galerías comerciales que interconectan la calle Valparaíso con calles aledañas, el centro comercial uno norte (Jumbo-Easy) y a los mall de 15 norte (Viña Shopping y Marina Arauco).
[46] En orden decreciente, los cluster 6 y 3 en 1992 y los cluster 5 y 2 en el año 2002. En los dos años en estudio, los cluster más aventajados socio económicamente contienen igual número de unidades vecinales (30).
[47] En orden decreciente, los cluster 5, 1 y 4 en 1992 y los cluster 4 y 1 en el año 2002. Mientras el año 1992 los cluster más desfavorecidos contenían a 78 unidades vecinales, el año 2002 contienen un número menor de unidades vecinales (63).
[48] Mejora, mediagua, rancho, choza.
[49] Viviendas carenciadas en materialidad en muros, piso y techumbre y/o viviendas carenciadas en saneamiento y confort ambiental, acceso a agua potable, a luz eléctrica y/o a alcantarillado.
[50] Se consideran en este déficit el número de hogares sin vivienda y el número de hogares que habitan un tipo de vivienda carenciado (mejora, mediagua, rancho, choza o ruca)
[51] Sólo se consideró como universo para el análisis las viviendas permanentes (el tipo de viviendas identificadas como casa y departamentos)
[52] A comienzos de la década del noventa se registraba una alta correlación positiva entre el nivel socioeconómico bajo y las carencias urbanas básicas de alcantarillado, baño-ducha y tipo de viviendas; y negativa entre estos mismos indicadores los niveles socioeconómicos medios y altos. Correlación que disminuye significativamente en intensidad en la matriz levantada con datos del Censo de 2002.
[53] Cáceres, 2002.
[54] Cáceres y Sabatini, 2007.
[55] Cruz, 1954.
[56] Cuenta Anual, 1953.
[57] Con la creación de la Corporación de la Vivienda, CORVI, se formulan los primeros planes a largo plazo para solucionar el problema habitacional, desde una perspectiva centralizada y planificada. Se crea el Banco del Estado de Chile y se fija el texto definitivo de la Ley de Construcción y Urbanización (MINVU, 2009). Como lo reseña el Dr. Rodrigo Hidalgo “su génesis está vinculada a la reforma de la administración pública que se produce en Chile hacia ese periodo” (Hidalgo, 1999).
[58] Vildósola, 1999.
[59] Cruz, 1954.
[60] Vildósola, 1999.
[61] Booth, 2003.
[62] Cuenta Anual de la Gestión Municipal, 2008.
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