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LA COMPAÑÍA DEL EDEN-BÉBÉ EN LA BARCELONA DE 1900
Pere Capellà
Simó
Dpto. de
Pedagogía y Didácticas Específicas – Universitat de les Illes Balears
pere.capella@uib.cat
La Compañía del Éden-Bébé en la Barcelona de 1900 (Resumen)
Hacia 1900, la Fábrica del Eden-Bébé despachó en Barcelona las más codiciadas firmas internacionales de juguetes y muñecas. Además de la sucursal barcelonesa, la sociedad francoalemana Eden-Bébé disponía de sedes en Fürth y, también París, desde donde orquestó, en 1899, la creación de un trust que aunaba la plana mayor de las fábricas parisienses del sector: la Société Française de fabrication de Bébés et Jouets. La localización de una dependencia de Eden-Bébé en la Barcelona de 1900, donde giraba con el nombre de Lehmann y Cía, sitúa la ciudad en el centro del mapa internacional de la industria del juguete.
Palabras clave: industria del juguete, muñecas, historia del diseño, Barcelona.The society Eden-Bébé at the fin-de-siècle in Barcelona (Abstract)
By 1900, the Factory of Eden Bébé dispatched in Barcelona the most coveted international brands of toys and dolls. Alongside the Barcelona branch, the French-German society Eden-Bébé had some factories in Fürth and Paris, where orchestrated in 1899 the creation of a trust that combined the most important firms of french toys and dolls, called Société Française de fabrication de Bébé et Jouets. The location of an Eden-Bébé dependence in Barcelona, where used the name of Lehmann y Cía, the city become a prominent center of the international map of the toy industry.
Key words: toy industry, dolls, design history, Barcelona.
La sociedad Lehmann y Cía[1], integrada
por industriales alemanes de orígen israelí, se liquidó en 1935, coincidiendo
con el auge del Tercer Reich[2].
La Fábrica del Eden Bebé cayó en el olvido. El etnólogo y folklorista Joan
Amades, en su libro póstumo La nina, publicado en 1965, fue el primero
en señalar que la casa Lehmann distribuía muñecas por toda España y América. Se
trataba de muñecas articuladas, cuyas cabezas de porcelana se importaban de
Alemania para ser montadas en cuerpos de composición en las intalaciones
barcelonesas, situadas en la calle Consell de Cent[3]. Casi dos
décadas más tarde, en 1981, José Corredor-Matheos se refirió en su libro La
joguina a Catalunya a Lehmann y Cía como una empresa implantada en la
ciudad en 1894, cuyos modelos se situaron rápidamente entre los más importantes
de la Península y que sumaba secciones de peluquería y talleres mecanizados de
confección[4].
Pese al valor de estas primeras informaciones, hubo que esperar hasta el año 2000 para que los vestigios de la antigua fábrica de Lehmann y Cía, ubicada en el actual número 159 de la calle Consell de Cent, vieran de nuevo la luz. En el libro Barcelona, ciutat de fàbriques, promovido por la Nau Ivanow, Susana Sánchez Suárez firmó el primer artículo monográfico dedicado a la empresa, cuyas aportaciones revelan la identidad de los socios fundadores y de una parte importante de sus proveedores y clientes. Pero el interés del artículo, así como de la publicación en su conjunto, recae en las instalaciones. Aparte de la documentación relativa al inmueble conservada en el Arxiu Municipal Administratiu de Barcelona, la mayor parte de los datos aportados proceden de la documentación interna de Lehmann y Cía. que todavía conservaban los propietarios de la empresa sucesora, Lemanos, S.A. Ésta fue creada a instancias de Lehmann y Cía en 1919 y, siguiendo a Susana Sánchez Suárez, “ambas empresas coexistieron hasta que Lehmann y Cía. se liquidó en 1935. Lemanos, S.A. continuó sus actividades hasta los años cuarenta, cuando los socios alemanes abandonaron España para instalarse en Latinoamérica, quedando el negocio en manos del apoderado Vicente Torra y sus herederos. Actualmente, Lemanos, S.A. ocupa una pequeña parte de lo que fueron sus instalaciones fabriles y se dedica a la fabricación y venta de disfraces”[5].
En el año 2002, la empresa Lemanos, S.A. abandonó las primitivas instalaciones de Lehmann y Cía en la calle Consell de Cent con el fin de instalarse en Sant Adrià del Besós, donde permanece en la actualidad[6]. Coincidiendo con el traslado, la coleccionista y bibliotecaria M. Luisa Camarero gestionó la donación de los antiguos inventarios de Lehmann y Cía y Lemanos, S.A. al Arxiu Nacional de Catalunya[7]. En lo que a fuentes primarias se refiere, este fondo público, prácticamente inédito, concentra la mayor información conocida hasta la fecha de los productos expedidos por Lehmann y Cía desde la sede barcelonesa. En las siguientes líneas analizamos, con el apoyo de la literatura especializada en firmas internacionales, los datos extraídos de este fondo documental. Igualmente, insistimos en el interés de cuatro marcas de fábrica y quince patentes solicitadas por la empresa, cuyos expedientes localizamos en el Archivo Histórico de la Oficina de Patentes y Marcas. Por otro lado, la compilación de estos vestigios se completa con los catálogos de exposición, anuarios y catálogos comerciales, testimonios iconográficos y, por supuesto, con las piezas esparcidas en colecciones tanto públicas como privadas[8].
Nuremberg/Fürth-París
Lehmann y Cía fue una agencia fundada en Nuremberg el mes de noviembre de 1885 para la fabricación y exportación de juguetes, porcelanas, artículos de fantasía y objetos de escritorio[9]. Pero, en España, Lehmann y Cía fue el nombre con el que giraba la Société de l’Éden-Bébé[10]. Tratábase de una división de la compañía Fleischmann & Bloedel, con sedes en Fürth y en París, cuyo nombre aparece en el Libro Mayor de 1897 como el principal proveedor de la fábrica barcelonesa[11].
La sociedad Fleischmann & Bloedel, fruto de la unión comercial de los empresarios Salomon Fleischmann y Johann Bloedel, fue creada en Fürth en 1873. A finales de la década de 1880, Fleischmann & Bloedel se había convertido en una de las más importantes empresas de Alemania donde coordinaba, en distintos puntos del país, varias fábricas de artículos de quincallería. A su vez, Fleischmann & Bloedel se dedicaba a la manufactura, distribución y exportación de juguetes, especialmente de muñecas. Realmente, fue la especialización en este último producto aquello que indujo a la empresa a trasladar, en el año 1890, la sede central de Fürth a París. Allí, en la ciudad que se había convertido en la capital europea de muñecas de lujo, Fleischmann & Bloedel registró, en marzo de aquel mismo año, la marca Éden-Bébé, creando la división comercial de este nombre dedicada a la exportación exclusiva de muñecas[12].
Aunque los alrededores de Nuremberg lideraban desde el siglo XV un importante comercio de quincallerías y juguetes, la ciudad de París se situó, durante la segunda mitad del ochocientos, en el centro de la industria de la muñeca –al menos en lo que a diseño se refiere. Tras los reconocimientos obtenidos durante el Segundo Imperio por firmas como la célebre Maison Huret, la voluntad ochocentista de teorizar un auxilio del arte a la industria que garantizara el correcto equilibrio entre utilidad y belleza en los objetos cotidianos tuvo, en Francia, su especial repercusión en el ámbito del juguete[13]. Según parece, los esfuerzos llevados a cabo por los empresarios y artífices del sector se vieron compensados en 1886 con la condecoración del industrial Émile-Louis Jumeau –quien había lanzado el célebre Bébé Jumeau a fines de la década anterior– con la más importante de las condecoraciones francesas a que jamás había aspirado un fabricante de juguetes: la cruz de la Legión de Honor[14].
Es preciso añadir que la singularidad de la muñeca respecto al resto de productos del sector juguetero recae en la conceptualización decimonónica de este artefacto como agente de educación femenina. Durante el siglo XIX, la muñeca dejó de ser un mero entretenimiento para convertirse en un juguete prescriptivo, que pasó a llenar páginas de los libros de educación sentimental y de los tratados de educación. Por ello, los cambios de mentalidades que trajeron consigo las revoluciones burguesas la convirtieron en un negocio próspero, en el que se dieron los más arriesgados proyectos empresariales, con grandes inversiones en el diseño del producto[15].
Todo ello adquirió un nuevo matiz en el marco político internacional que siguió a la Guerra franco-prusiana. En verdad, el lanzamiento comercial sin precedentes del citado Bébé Jumeau tomó como plataforma la Exposición Universal de París de 1878, la que a su vez quiso ser el espejo de la recuperación de Francia tras la derrota de 1871. Con el afán de asegurar la educación estética de la infancia y la capitalidad de París como centro artístico y cultural, el Bébé Jumeau dispuso de un rostro de porcelana cuyo prototipo había sido esculpido por Albert-Ernest Carrier-Belleuse[16] y vestía los mejores modelos a escala de la moda de París[17]. Los bébés fueron muñecas articuladas que reunían, favoreciendo el ensayo de la maternidad, las proporciones de un párvulo y no las de una mujer adulta como había sido habitual a lo largo del siglo. Así, en la Exposición de 1878, el Bébé Jumeau, galardonado con una medalla de oro, quiso representar el renacer de la nación en el símbolo de un niño de juguete –supuesto incentivo de los instintos maternales– en una época de la historia de Francia sensiblemente preocupada por el “fantasma de la infertilidad”[18].
Rápidamente, el bébé se convirtió en una moda de alcance internacional. Y, por su parte, las manufacturas de Nuremberg y Sonneberg disponían bajo el nuevo Imperio Alemán de las mejores infraestructuras y materias primas para fabricar bebés de lujo de la misma calidad que los franceses[19]. En la Exposición Universal de 1885, celebrada en Amberes, fue denunciado el plagio del Bébé Jumeau por parte de empresas alemanas, lo que favoreció que al año siguiente, en un ambiente todavía marcado por el révanchisme, se concediera a Émile-Louis Jumeau la Legión de Honor entre otras distinciones. Ciertamente, a mediados de la década de 1880, empresas alemanas como la de Wilhelm Dehler lanzaron imitaciones del Bébé Jumeau, mientras que la firma J.D. Kestner imitaba otras célebres marcas francesas como Bébé Bru[20].
Por aquel entonces, Fleischmann & Bloedel, la compañía del Eden-Bébé, empezaba a orquestar un ambicioso proyecto monopolizador. En 1890, se produjo el traslado de la sede central de Fürth a París. El sociólogo Pierre du Maroussem, en su célebre ensayo de 1894 dedicado a las industrias parisienses del sector del juguete, confirma que la conquista del mercado francés por medio de la instalación de una fábrica de Eden-Bébé en París fue un proyecto que se había ido gestando desde una década atrás:
Abandonnant hardiment le marché et le centre de production de Fürth, le chef d’une des maisons les plus importantes d’Allemagne, l’israélite Fleischmann, a réalisé une idée mûrie depuis longtemps, puisqu’elle avait été confiée, il y a onze ans, en pleine foire de Leipzig, à un commissionnaire français. Il a installé à Paris, 119 rue de Montreuil, en face même de la large avenue qui conduit à la place de la Nation, au milieu de ces populations du faubourg Saint-Antoine, allemandes en une si forte proportion, et qui n’attendent qu’un mot d’ordre, une fabrique considérable, qui, fondée depuis dix-huit mois, est arrivée, par ses agrandissements progressifs, à produire 300 douzaine de poupées par jour, et au dire du directeur même de la maison, en produira 450 en mars prochain. Tout autour d’elle, les maisons françaises, dirigées très souvent par des israélites de mœurs et de langue française –ce qui transforme cette lutte économique en une bataille de juifs– jonchent le sol; quelques-unes seules résistent encore.[21]
Fleishmann & Bloedel inundó con una suma colosal de juguetes, muñecas y artículos de bazar el mercado francés y, según Du Maroussem, su producción llegó a alcanzar las cuatrocientas muñecas diarias. Por otra parte, la compañía del Éden-Bébé fabricó en París desde muñecas económicas hasta los modelos más suntuosos, cuyos precios resultaban sin embargo modélicos respecto a las marcas francesas. Esta ventaja fue el resultado de la aplicación de un método de especulación comercial desconocido en la Francia de aquel entonces. En 1893, Éden-Bébé disponía de una central en Le Marais, desde donde coordinaba varias fábricas en Alemania y una en el faubourg de Saint Antoine. El conjunto de estas industrias se dedicaba a la fabricación de artículos varios que aportaban a la empresa importantes beneficios con la excepción de un solo producto, la muñeca, que se comercializaba a precio de coste. De este modo, el dispendio derivado de la fabricación de muñecas era compensado con las ganancias de otras producciones. Así lo advertía Pierre Du Maroussem:
[..] Cela veut dire que, dans l’industrie contemporaine, la maîtrise n’est pas due à l’abaissement du prix de revient, mais plutôt à la libre disposition d’une forte quantité numéraire, avec laquelle une puissante intelligence commerciale (premier élément de succès) alimente plusieurs spécialités à la fois. Supposez un spéculateur théorique, chef d’un comptoir de vente central et de différentes fabriques produisant des articles divers. N’est-il pas évident que son comptoir de vente central et toutes ses fabriques moins une lui rapportant des bénéfices considérables, il lui sera extrêmement aisé de vendre les produits de cette dernière fabrique juste au prix de revient, sans même s’inquiéter des frais généraux de l’entreprise particulière, qui lui seront remboursés par ailleurs. Tel est le système tactique de l’entreprise Fleischmann. Cette maison est riche, soutenue par des capitaux à elle. Qu’on ne parle pas de l’appui des banquiers israélites de Paris; les banquiers vivent des industries et ne les font pas vivre. Elle possède un comptoir au Marais où elle concentre pour en inonder la place, des échantillons de toutes les catégories de jouets ou même d’articles dits «de Paris» et autour du comptoir, différentes usines, la plupart en Allemagne, une en France, celle du faubourg.[22]
Cabe añadir que este método de compensación de beneficios permitía el abaratamiento del producto sin tener que recurrir a la disminución del jornal de los trabajadores. Mientras que la casa Pintel, firma francesa especializada en muñecas baratas, pagaba salarios extremadamente reducidos a una mano de obra preeminentemente infantil, los trabajadores de Eden-Bébé disponían de un sueldo equivalente a los de las casas más prestigiosas de París. Más aún, Eden-Bébé fue la pionera en el sector cuando impulsó un seguro contra accidentes que cubría hasta las lesiones más leves. Siguiendo siempre a Du Maroussem, otras atenciones hacia los obreros, entonces inauditas, fueron las relativas a las madres obreras, a las que se permitió lactar a sus hijos en los mismos talleres. En suma, las mejores condiciones que ofrecía Eden-Bébé hubieran podido provocar un éxodo masivo de trabajadores hacia esta fábrica, lo que habría dado lugar a una de las causas de la crisis e incluso a la quiebra de las empresas vecinas. No sin razón, Pierre Du Maroussem se refirió a la empresa como “l’usine Fleischmann, terreur de tous les fabricants de jouets”[23].
Otro aspecto digno de consideración es que el personal de la sede parisiense de Eden-Bébé fue inexorablemente francés: desde el director o el encargado hasta la totalidad de los obreros. Además, Salomon Fleischmann se había casado con una ciudadana francesa[24] y obtuvo la nacionalidad gala en 1891. Estos detalles coinciden con el interés de Fleishmann & Bloedel de afrancesar la empresa y a su vez los productos alemanes. Sin embargo, el afrancesamiento de la muñeca alemana se cristaliza con el registro en Francia de la marca Eden-Bébé el 31 de marzo de 1890[25].
Aunque la utilización de marcas de fábrica de consonancia francesa se había convertido en un recurso habitual entre los industriales alemanes para confundir a la clientela[26], el registro de Eden-Bébé dibuja una situación sin precedentes. Realmente, el traslado de la sede central de Fleischmann & Bloedel de Fürth a París, así como la obtención por parte del empresario de la nacionalidad francesa, permitió que las muñecas de Eden-Bébé se distribuyeran como producto francés de manera legalizada. Por ello, las empresas alemanas pudieron fabricar y distribuir muñecas legalmente francesas sin recurrir al plagio:
Grâce à cette usine parisienne –car elle ne pouvait ailleurs que dans la capitale de la réclame européenne fabriquer son article-réclame– elle a acquis très régulièrement la marque française de l’Eden-Bébé, et en même temps une extraordinaire réputation de bon marché. Sous ce pavillon français, en quelque sorte, elle s’est introduite dans tous les bazars de province, et elle continue son œuvre de conquête sur le marché international, partout où triomphait encore le jouet français, expédiant, parait-il, de Hambourg même, l’Eden-Bébé de ses succursales allemandes, bébé français qui n’a jamais touché le sol français.[27]
Eden-Bébé, la marca de fábrica de Fleischmann & Bloedel, adquiere una dimensión simbólica. Designa una fábrica de cuerpos y toma el nombre del jardín de la Bíblia hebrea. Igualmente, Eden-Bébé protagonizó una verdadera diáspora de las muñecas de moda que, siguiendo el modelo de París, pasaron a fabricarse en diferentes países. La expansión internacional de Eden-Bébé no puede desligarse de las políticas antisemitas que invadían Europa, y especialmente Alemania, desde la década de 1880. Como es sabido, fue en el terreno de las altas finanzas donde más se hizo patente el ascenso al poder de los judíos en la Europa del siglo XIX. Los grandes bancos judíos se convirtieron en entidades poderosas que negociaban con los gobiernos e invertían en el mercado internacional. En el terreno del comercio y la industria, las empresas judías impulsaron un grado de especialización que, en algunos sectores, les proporcionó una situación de ventaja, próxima al monopolio. Más aún, el flujo internacional de mercancías y capitales que habían gestionado, permitía la transformación acelerada de pequeños talleres en grandes industrias[28]. En definitiva, las inversiones llevadas a cabo por entidades judías se interpretan como un intento de dividir el capital más allá de las fronteras del país de residencia. De ahí que tanto el traslado de la sede central de Fleischmann & Bloedel de Fürth a París como la obtención de la nacionalidad francesa por parte de Salomon Fleischmann pudieran responder, entre otros factores, a la amenaza de las corrientes antisemitas.
Por otra parte, cabe añadir que por medio de la creación de sucursales –las dependencias de Barcelona se abrirían cuatro años más tarde– Fleischmann & Bloedel supo anticiparse a las políticas proteccionistas que iban a suponer, durante la última década del siglo, el alza de las tarifas arancelarias en Europa y Estados Unidos. En otras palabras, la invasión durante el fin de siglo de nuevos modelos de muñecas económicas en el mercado francés y las prácticas de dúmping llevadas a cabo por industriales alemanes coincidieron con la implantación del proteccionismo en la mayoría de estados occidentales. Concretamente, las barreras aduaneras impuestas en Estados Unidos por William Mc Kinley en 1890 supusieron un verdadero infortunio para los fabricantes de muñecas de lujo como Jumeau, puesto que la exportación a América suponía un porcentaje muy elevado de sus ventas[29]. Entre otras vicisitudes, el nuevo marco económico internacional, acelerado por un aumento sin precedentes del consumo, exigió a Jumeau el lanzamiento de modelos más económicos, correspondientes a nuevas marcas registradas como Bébé Prodige o Bébé Miracle. La diferencia de estos modelos respecto al clásico Bébé Jumeau fue que dispusieron de cabezas de porcelana fabricadas en Alemania por la casa Simon & Halbig[30].
Como señalan Anne-Marie y Jacques Porot, la pervivencia en el París de fin de siglo de ligas patrióticas que promulgaban el révanchisme no impidió que, treinta años después de la Guerra francoprusiana, las transacciones comerciales entre Francia y Alemania se hubieran normalizado[31]. Así, pese a la orientación ideológica que le valió la Legión de Honor, Jumeau terminaría asociándose con su rival. En 1899, Émile-Louis Jumeau se convertiría en el segundo socio mayoritario de la Société Française de fabrication de Bébés et Jouets (SFBJ), un trust dirigido por Salomon Fleischmann que aunaba la plana mayor de las firmas francesas del sector, que se veían rozando la quiebra[32].
Sin embargo, a partir de 1897, documentamos la explotación del Bébé Miracle[33] y más adelante del Bébé Prodige e incluso del mismo Bébé Jumeau[34] en la Fábrica del Eden-Bébé de Barcelona, lo que viene a confirmar que la asociación entre ambas empresas fue anterior a la creación de la SFBJ. Es más, la sede en Barcelona de Eden-Bébé se convierte en una pieza clave para entender el triunfo de Fleischmann de haber conseguido ahogar a las principales firmas parisienses.
París-Barcelona
En 1891, un año después del traslado a París de la sede central de Éden-Bébé, comenzaron las obras de edificación de la fábrica barcelonesa. El edificio fue proyectado por los ingenieros Juan Vigo, B. Giol y Ramon Altayó[35] en un terreno de 1.771m2, situado entre los números 129 y 133 de la calle Consell de Cent, que era propiedad de Teresa Zanni Quadrat[36]. Se trata todavía de un inmueble, siguiendo a Mercedes Tatjer, en el que “se reproduce el modelo de vivienda en frente de calle y naves en la parte interior, dispuestas alrededor de un patio en el que se encontraba el vapor con la correspondiente chimenea, todavía en pie”[37] (figura 1).
Figura
1. Fotografía actual de la chimenea de la Fábrica del Eden-Bébé. |
La instalación oficial de la fábrica tuvo lugar durante el mes de marzo de 1894, siendo socios fundadores los empresarios alemanes Max y Jacob Lehmann, Eduard Lidenthal y Oscar Stetiner[38]. Con fecha de 31 de marzo, Lehmann y Cía solicitó el registro en España de la marca Eden-Bébé, exactamente cuatro años después de su registro en Francia[39] (figura 2). En 1897, la sociedad iba a registrar otras dos marcas de fábrica, ambas de consonancia francesa, Bébé-Paris y Bébé-Parisien “para distinguir «Muñecas ó bebés de todas clases»”[40].
Figura 2.
Etiqueta de Eden-Bébé c, 1900. |
La Fábrica del Eden-Bébé empezó con un capital de 9. 897,25 pesetas procedentes de la “Casa Madre” de Nuremberg, que se invirtieron en la adquisición de utillaje y materias primas y en la instalación de una máquina de vapor. Sirviéndose de la política iniciada en París, Éden-Bebé introdujo en Barcelona una fábrica mecanizada para la que contrató una plantilla de trabajadores de nacionalidad española e inició un periodo de participación activa en varias asociaciones profesionales de la ciudad. Siguiendo a Susana Sánchez, en 1896, Lehmann y Cía se integró en la sociedad de contribuyentes de José M. Guilló; en 1904, fue socio cooperador de la Sociedad de Industriales Mecánicos y Metalarios; en 1908, socio numerario de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona; en 1913, socio de la Liga de Defensa Industrial y Comercial de Barcelona[41]. Asimismo, desde sus inicios, Eden-Bébé también se sirvió en Barcelona de proveedores del país, lo que camuflaba la circulación masiva, desde la calle Consell de Cent, de mercancías francoalemanas. Entre los primeros proveedores, destacan Joaquín Lladrich, suministrador de papel; Miguel Ros, de cola; Clemente Oliveró, de objetos de escritorio[42].
Las obras de acondicionamiento de la fábrica se prolongaron hasta el verano de 1894. Sin embargo, la producción empezó durante el mes de marzo, puesto que en abril les fue pagado el primer salario a los obreros de cartonaje[43]. La Fábrica del Eden-Bébé empezó con ocho trabajadores y veinte trabajadoras[44], unos números que iban a multiplicarse al año siguiente. En agosto de 1895, la fábrica disponía de una plantilla de ciento cincuenta empleados y más de veintitrés trabajadoras a domicilio[45]. En 1897, los trabajadores en la fábrica llegaban a doscientos cincuenta[46].
La prosperidad de la empresa exigió la ampliación de las instalaciones. De acuerdo con Susana Sánchez, en 1896 Lehmann y Cía alquiló un despacho en la calle Cortés, trasladado al cabo de cuatro años a la Ronda Universitat. En 1904, abrió nuevos departamentos en la misma calle Consell de Cent y en la calle Borrell[47]. Durante sus primeros años de actividad, la principal entidad crediticia de la empresa fue el Crédit Lyonnais; el principal cliente barcelonés, los Grandes Almacenes El Siglo, junto a José Lleonart, Guadall y Aduá o Delia Codina; el principal proveedor, la sede parisiense de Fleischmann & Bloedel[48].
El París del Sur
Entre otros epítetos, la Barcelona de fin de siglo fue conocida como el París del Sur[49]. Y si bien la obtención de una marca francesa permitía a Fleischmann & Bloedel despachar las muñecas Eden-Bébé desde cualquiera de sus fábricas alemanas, la nueva sede de Barcelona ofrecía nuevos alicientes. En principio, en España, el apoyo de los sectores liberales a la causa judía se entendió como una prueba de reparación histórica. Durante la década de 1880, la prensa liberal mostraba su rechazo al antisemitismo europeo contrario a las ideas de tolerancia del gobierno de Sagasta, quien se propuso la repatriación de los judíos perseguidos en Rusia. De acuerdo con Isidro González García, España vive –pese a la oposición de los sectores conservadores– la necesidad de una revisión histórica en torno a la expulsión de los judíos y los crímenes de la Inquisición[50].
Por otro lado, en 1888 Barcelona había celebrado su Exposición Universal. Habían concurrido con éxito a la muestra las más importantes firmas de muñecas francesas como Rabéry & Délphieu, Bru o Jumeau, cuyas agencias llevaban años proveyendo las principales quincallerías de la ciudad[51]. En muchos sentidos, la Exposición de 1888 confirmó el descubrimiento de Cataluña como un destacado mercado importador de productos franceses[52].
Asimismo, la del juguete era entonces una industria en expansión en Barcelona. Por ejemplo, hacia 1888 Barcelona disponía de una tradición de juguetes de plomo, concentrada alrededor de la casa Ortelli, que se remontaba a los inicios del período romántico. La fabricación a base de cartón piedra, encabezada por la casa Cruset, alcanzaba nuevos horizontes con la incorporación de moldes de acero. Por su parte, el juguete de hojalata hizo su aparición de la mano de la casa E. Roca Farriols, la que iba a ser embajadora de la industria española del sector en la Exposición Universal de París de 1900, donde ganaría una medalla de plata[53]. Aquel año Barcelona sumaba alrededor de treinta y nueve fábricas de juguetes y llegaría a las cincuenta y una a las puertas de la Primera Guerra Mundial[54].
La implantación de políticas proteccionistas durante la década de 1890, con la promulgación del Arancel Cánovas en 1891, dibujaría una nueva panorámica para el sector juguetero. Y, según parece, el fracaso del tratado comercial con Alemania, que supuso la dimisión en 1894 de Segismundo Moret como Ministro de Comercio ante la presión del sector industrial[55], habría determinado la instalación en España de una sucursal de Fleischmann & Bloedel.
En este nuevo marco, en 1897 el Fomento del Trabajo Nacional organizó en Barcelona una Exposición de industrias creadas, introducidas y desarrolladas en España al amparo del Arancel de 1891, en la que participaron doce fábricas de juguetes[56]. También en 1897, se celebró en Madrid una Exposición Nacional de Industrias Modernas como continuación de la primera, acudiendo a ella ocho fábricas de juguetes, todas de Barcelona[57]. La Fábrica del Eden-Bébé participó exitosamente en ambas exposiciones, presentándose como industria nacional. Le fueron dedicadas varias notas de prensa, propagando que “debemos estar satisfechos nosotros que gracias a su decisión contamos hoy como española una industria de importancia indiscutible. Los artículos que en la fábrica de Barcelona construyen operarios españoles nada tienen que envidiar a los que la casa de Nuremberg produce, y superan en perfección á muchos de los que hace poco importábamos en gran cantidad de muchas fábricas francesas”[58].
Así, desde Barcelona, Fleischmann & Bloedel se aseguró la explotación del mercado español y colonial, sumando las Antillas, Filipinas y América Central y del Sur[59]. Sin embargo, el objetivo de Fleischmann & Bloedel no eran los mercados españoles sino el monopolio del comercio internacional de juguetes. En este sentido, es preciso considerar Puerto Rico como un elemento determinante en la estrategia monopolista de Eden-Bébé: Puerto Rico suponía una vía de entrada de mercancías libre de tasas arancelarias en Estados Unidos[60]. De este modo, la Fábrica del Eden-Bébé de Barcelona, además de librar a Fleischmann & Bloedel los mercados españoles, le posibilitaba el libre acceso al mercado norteamericano, esquivando las barreras aduaneras de la ley McKinley que tanto afectaban a las firmas francesas.
En 1897, la compañía del Eden-Bébé no sólo es el distribuidor de Jumeau sino que, por razones del coste de la importación, tanto ensambla como fabrica los diseños de éste en la sede barcelonesa[61]. La SFBJ, el trust dirigido por Salomon Fleischmann cuyo segundo socio mayoritario es el mismo Émile-Louis Jumeau, fue creada en 1899: un año después de que España perdiera sus últimas colonias. Por todo ello, la Fábrica del Eden-Bébé de Barcelona deviene una pieza determinante en la historia de la muñeca y del juguete en Europa durante los siglos XIX y XX.
La muñeca de
porcelana como industria nacional
Al margen de su gran desarrollo después de 1890, la industria del juguete se había ido imponiendo a lo largo del siglo, a instancias de los comercios. En la Barcelona del ochocientos, el escaparate llegó a ser un importante agente reformador del gusto de las manufacturas locales[62]. Asimismo, algunos bazares se procuraron patentes de invención; otros, con el fin de eludir las tasas arancelarias, importaban juguetes desmontados, lo que suponía la organización de un taller de ensamblaje que muchas veces acababa exigiendo el lanzamiento de diseños particulares.
Entre los comercios que ampliaron con talleres su negocio, cabe señalar la quincallería conocida con el nombre popular de “can Fradera”, dirigida a finales de siglo por la sociedad Guadall & Aduá, que instaló la primera fábrica en España de juguetes metálicos con resorte. Igualmente, destaca la firma Jaime Pujol e Hijo, un taller de tornero con más de treinta años de tradición que abrió en 1880 una opulenta quincallería en la calle de Santa Anna. Paralelamente, Jaime Pujol e Hijo dirigió un taller de cartón piedra, cuyas muñecas fueron premiadas en la Exposición Universal de Chicago de 1893[63]. Ambas empresas mantuvieron relaciones comerciales con Lehmann y Cía[64].
Figura 3.
Muñecas anunciadas en un catálogo comercial de los Grandes Almacenes El
Siglo, 1897. |
Sin embargo, tras la instalación de Eden-Bébé en Barcelona cabe situar en un lugar preeminente los Grandes Almacenes El Siglo, dirigidos por la sociedad Conde, Puerto y Cía. El Siglo fue el único cliente de la Fábrica del Eden Bebé durante sus primeros meses de actividad y perduró, durante años, como su cliente mayoritario[65]. Inspirándose en el modelo comercial de La Habana, El Siglo fue la principal quincallería de la ciudad. Ya durante la década de 1880, sus escaparates de las Ramblas se confirmaron como la Embajada en Barcelona de las últimas modas que, tanto en París como en Nuremberg, marcaban la industria del juguete. Emulando los grandes almacenes parisienses como Printemps o La Samaritaine, para quienes Jumeau estampaba su marca en los trajes y cajas de los bebés, El Siglo dispuso de su propia marca genérica. Hacia 1894, anunciaba en sus catálogos comerciales, junto al Bébé Jumeau y varios ejemplares de Éden-Bébé, a los “Bebés-Siglo”, con cabeza de porcelana y el nombre del establecimiento estampado en el cinturón[66] (figura 3).
Durante los años ochenta-noventa, la moda internacional del bebé estaba en su apogeo en Barcelona. Las notas de sociedad se hacían eco de los dos Bébés Jumeau que la Reina regente había adquirido para las infantas durante su visita a la Exposición Universal[67]. En 1885, el pedagogo Pedro de Alcántara García publicaba en el semanario barcelonés La ilustración ibérica, un peculiar ensayo titulado “Las nietas de cartón”[68]. Asumiendo la prescripción de intelectuales franceses como Hippolyte Rigault y Jules Michelet[69] –que luego adoptarían en el fin de siglo autores como Dolors Monserdà o Pau Vila[70]– insta a las familias a sobrevalorar a las muñecas, puesto que conforman un instrumento de educación primordial para las niñas. Por su parte, los principales gabinetes fotográficos de la ciudad se proveían de suntuosos bébés de porcelana que adornan los retratos de las clientas más jóvenes. E incluso los principales pintores de aquel fin de siglo se vieron tentados de dibujar niñas ensimismadas jugando o posando con sus muñecas: tales fueron Santiago Rusiñol, Ramon Casas, Lluïsa Vidal, Francesc Miralles, Joan Brull, o el joven Picasso, quien pintó a su hermana Lola con una muñeca en sus brazos, recién llegada su familia a la ciudad[71] (figura 4).
Figura 4.
Pablo R. Picasso, La niña y su muñeca (La hermana del artista). Barcelona,
1896-97. |
Las “buenas familias de Barcelona”[72] adquirían bébés franceses en las principales quincallerías, circunscritas en las Ramblas o alrededor de la calle Ferran. Por su parte, las manufacturas locales, encabezadas por la casa Cruset, contrarrestaron la oferta con el lanzamiento de muñecas de cartón piedra, considerablemente más asequibles y que fueron bautizadas popularmente con el nombre de ‘Pepa’[73]. Paralelamente, en Madrid, el almacenista Ibo Esparza se procuró en 1888 una patente para fabricar su propio bebé, el Bebé-Ibo, con un estuco que imitaba la porcelana[74].
Todo parece indicar que la fabricación del bebé de porcelana en España fue orquestada, tras la estela de Fleischmann & Bloedel, por industriales alemanes. Durante los años noventa, se iniciaba el desarrollo de las manufacturas de Onil, precisamente a partir de la importación de cabezas de porcelana alemanas por la empresa Eduardo Juan y Cía[75]. También en Barcelona fábricas de nueva apertura como las casas Sequeiros o Garriga adquirieron cabezas alemanas para montar en los cuerpos de composición que salían de sus talleres[76].
Respecto a la fabricación en España de las cabezas de porcelana, Hermann Colberg, representante del comercio alemán afincado en Barcelona, se procuró en 1892 dos patentes para la fabricación de cabezas de muñecas, tanto de cera como de porcelana, durante un período de cinco años[77]. De este modo, las iniciativas de las empresas españolas para introducir una industria de la muñeca equivalente a la alemana o francesa quedaron invalidadas por un período de cinco años. Una vez transcurrido, en 1897, la fábrica barcelonesa de lozas y aisladores eléctricos Berenguer y Canals presentó en la exposición del Fomento las primeras cabezas de porcelana fabricadas en el país que, sin embargo, distribuía en exclusiva a la Fábrica del Eden-Bébé. Concretamente, una crónica de la exposición advertía que, al ver el estante de Berenguer y Canals, el visitante iba a “adquirir la convicción de que se fabrican en España las cabezas de bebé y con tanto primor que apenas si el más perito las distingue de las alemanas. Industria naciente, no ha logrado hasta ahora satisfacer las necesidades de la importante producción de muñecas, si bien ya está en camino de superar la de Lehmann y Cía, á quienes exclusivamente puede surtir el Sr. Berenguer y Canals, en virtud de contrato”[78]. Así –y pese a que las cabezas de Berenguer y Canals suponían una proporción ínfima de sus ganancias– la compañía del Eden-Bébé se atribuyó la introducción en España del juguete por antonomasia del siglo XIX, el bebé de porcelana, elaborado con mano de obra y materiales nacionales.
Las delegaciones de la compañía del Eden-Bebé fueron fundamentalmente agencias de importación y exportación parcialmente disimuladas bajo la apariencia de fábricas de juguetes. No en vano, Pierre Du Maroussen comentaba que la sede parisina era como “une simple annexe du comptoir de la rue des Haudriettes”[79]. Eden-Bébé gestionaba la exportación de cabezas de porcelana de las más importantes manufacturas alemanas y francesas haciéndoles cruzar las fronteras como producto cerámico. Esta misma operación permitió la circulación de troncos y extremidades de muñecas, requiriendo únicamente las tasas de exportación del cartón común. Refiriéndose a las mencionadas piezas de pasta de cartón, Du Maroussem advertía:
ils sont fabriqués comme partout, en dehors de l’usine, et arrivent chaque matin cette fois par petites charrettes; discrètement, les cartonnages allemands les rejoignent, qui ont payé à la frontière la taxe du simple carton, et les têtes de porcelaine de Saxe, et les yeux allemands, au millieu desquels on introduit des yeux français, 50,000 paires commandées par exemple à la maison Danel.[80]
De este modo, la actividad principal de las fábricas de Eden-Bébé no fue la fabricación de muñecas y juguetes sino el condicionamiento y montaje de piezas sueltas supuestamente importadas como materias primas. Esta misma imagen descrita por Du Maroussem es con facilidad trasladable a la sede barcelonesa, cuyas instalaciones comunicaban con la calle a través de un paso de carruajes, apto para las operaciones de carga y descarga de mercancías. En sus almacenes, la Fábrica del Eden Bebé de Barcelona aunaba existencias de piernas de cartón con o sin esferas de madera, brazos en bruto o pintados, cuerpos montados con elásticos, etc. También se distinguen en los inventarios etiquetas, envases, ojos de cristal, mecanismos parlantes, piezas de indumentaria y cabezas de porcelana de Jumeau, Simon & Halbig o Armand Marseille entre las que se confunden pequeñas partidas de “cabezas Berenguer”[81], es decir, las fabricadas en Barcelona por Berenguer y Canals.
El Eden de las
muñecas
La Fábrica del Eden-Bébé no empezó a fabricar cabezas de porcelana en sus propias instalaciones hasta 1903[82]. Por lo tanto, durante sus primeros diez años, su actividad fabril se circunscribió a la fabricación de cuerpos y piezas de indumentaria, así como al montaje de muñecas con piezas provenientes de otras sucursales. El destacado historiador del juguete Léo Claretie firmó para la revista Fémina un ameno e ilustrado reportaje sobre las instalaciones de Éden-Bébé en la calle Montempoivre de París, ya entonces propiedad de la SFBJ. Decía, Claretie, que aquello era “la représentation concrète des mythes de Prométhée, de Pygmalion, de l’Éden ou du Jugement dernier, quand les bustes cherchent leurs cuisses respectives”[83].
Figura 5.
Sección de montaje de la Fábrica del Eden-Bébé. Fotografía de Josep Brangulí,
1914. |
Figura 6.
Muñeca de composición con cabeza de porcelana A. Marseille, c. 1900. |
En la sede de Barcelona, fue el fotógrafo Josep Brangulí quien pudo, en 1914, adentrarse en sus departamentos para ilustrar un reportaje para Blanco y Negro dedicado a la industria del juguete[84]. En el taller de montaje (figura 5), un empleado fija la mirada en el objetivo a la vez que sujeta el brazo a una muñeca desnuda. A su lado, el fotógrafo dispuso teatralmente una hilera de trabajadores uniendo con trenzas de goma elástica los troncos, piernas y manos que, emulando una escena dantesca, se distribuyen sobre las mesas. Una parte de esos miembros había sido fabricada en la misma sede de Barcelona, donde la fabricación tradicional de cartonaje dio lugar a la elaboración industrial del producto que, en el ámbito del juguete, se ha llamado composición (figura 6).
El 7 de mayo de 1895, Lehmann y Cía solicitó una patente, que fue renovada al cabo de cinco años, para un “procedimiento industrial para la fabricación de muñecas o bebés con articulaciones en los brazos, piernas y cabeza, moldeados con una pasta especial de madera”[85]. Se trataba de un compuesto a base de serrín de madera, fécula de patata o harina de cebada, trigo o arroz y cemento. Una vez amasada en hormigoneras, la pasta se vertía manualmente en moldes de fundición que luego eran estampados con contramoldes fijados a una prensa de golpe. Este sistema de moldeado, que además de aumentar la producción aseguraba la normalización definitiva de las piezas, fue una innovación de la sede francesa de Fleischman & Bloedel que luego heredaría la SFBJ[86]. En España, Lehmann y Cía solicitó el 6 de agosto de 1900 una patente de introducción de este método, en cuyo expediente deja constancia de que “a excepción de Francia, donde la innovación es de época relativamente reciente, ni en Alemania, ni en Inglaterra, los dos únicos centros de producción competidores de la industria francesa, y por consiguiente en España tampoco, se emplea el moldeado mecánico de la pasta endurecible empleada en la construcción de los juguetes”[87].
Una vez estampados, los moldes debían ser sometidos a una fuente de calor para conseguir el secado de la pasta. La innovación de Eden-Bébé en ese sentido fue el acondicionamiento de una cámara de calefacción a vapor, para la que se procuró una patente en 1898[88]. Este sistema, al que Pierre Du Maroussem comparaba con los procedimientos de cocción de la cerámica, era el aplicado por Fleischmann & Bloedel en París[89]. Además de otorgar solidez al producto y rapidez a su fabricación, las cámaras de calefacción sustituyeron el acondicionamiento espontáneo de los patios o azoteas, propio de las fábricas más humildes de juguetes de cartón piedra.
Después del moldeado y secado correspondiente, se procedía a la decoración de las piezas. Se les aplicaba una imprimación de blanco de España con cola fuerte o de conejo; luego, una pintura a base de carmín, blanco de plomo, amarillo ocre y de cromo, que imitaba la carnación, aglutinada con aceite de linaza[90]. Finalmente, las piezas eran cubiertas con varias capas de barniz y devueltas a la cámara de calefacción. Inevitablemente, los métodos innovadores que impuso la Fábrica del Eden-Bébé exigieron la formación de los trabajadores. La fábrica dispuso de una serie de obreros no numerados que responden a nombres franceses como Astor, Sénégas, Mollière y Louis, quienes desaparecen de los libros de contabilidad en agosto de 1895[91]. Probablemente serían operarios especialistas, destinados a instruir en los métodos franceses a los obreros de la sucursal barcelonesa.
Sin embargo, la mencionada pasta de madera no se destinaba únicamente a los cuerpos de las muñecas sino al vaciado de figuras de todo tipo para las que Lehmann y Cía solicitó tres patentes de invención entre 1896 y 1900[92]. Se trataba de una producción exclusiva de Fleischmann & Bloedel[93], cuyos moldes fueron cedidos en 1899 a la SFBJ. En la sede de Barcelona se fabricaron los mismos modelos, cuya iconografía abarca principalmente las miniaturas de soldados, aunque también tipos humanos, pertenecientes a profesiones u oficios determinados, como cocineros (figura 7), bomberos, bailarinas, toreros, payasos, o bien grupos de animales domésticos o salvajes. Los juguetes de pasta medían unos 12 cm. y se vendían a granel o en cajas temáticas de fieras, de pastoreo, de soldados, etc.[94]
Figura 7.
Juguete de composición de la Fábrica del Eden-Bébé, c. 1900. |
Volviendo a los cuerpos de las muñecas, éstos podían disponer de entre cuatro y diez articulaciones. Las extremidades, fuesen de pasta o de cartón, se remataban generalmente con esferas de madera –cuyos principales proveedores fueron las tornerías de Jaime Pujol e Hijo o Isidro Baqué[95]– que facilitaban la rotación. La Fábrica del Eden-Bébé despachaba muñecas de etnias distintas, como los llamados “Bebés Negrita” que El Siglo anunció al menos durante dos décadas[96]. Por otro lado, hacia 1910 Lehmann y Cía, siguiendo las modas europeas, empezó a fabricar los llamados muñecos de carácter, que ya no reunían las proporciones de un párvulo sino las de un recién nacido representado con un grado de realismo sin precedentes, lo que supuso una verdadera revolución[97].
Asimismo, los troncos de cualquier muñeca podían ir equipados con “voces”[98] –una especie de lengüeta que imitaba sonidos bilabiales como “papá” o “mamá”– y un gran surtido de mecanismos automáticos. Junto a los cuerpos de los bébés tradicionales, la Fábrica del Eden-Bébé produjo las llamadas muñecas “andadoras” y las “vivientes”[99]. Las primeras fueron patentadas en España por Fleischman & Bloedel en 1893[100] (figura 8) , un año antes de la instalación oficial de la Fábrica del Eden-Bébé. En Francia estas muñecas fueron comerciadas con el nombre de “Eden-Bébé Marcheur” y disponían de un mecanismo manual que les permitía mover las piernas de forma alternada a la vez que volvían la cabeza. De hecho, se trataba de una patente francesa de Claude Joseph Simonot cedida a Fleischmann & Bloedel en 1892. Aquel año, la compañía del Eden-Bébé patentó la invención en Francia, Alemania e Inglaterra; al año siguiente, en España, Austria, Italia y Estados Unidos[101].
Figura 8.
Dibujo adjunto a la patente solicitada por Fleischmann & Bloedel en 1893. |
Por su parte, los “vivientes”[102] fueron objeto de una patente solicitada en España por Eden-Bébé en 1895[103], un año después que en Francia, donde recibió el nombre de “Bébé automoteur”. Los Grandes Almacenes El Siglo los anunciaban en 1897 como “Eden-Bébé «vivant»”, una muñeca que “anda, habla y mueve los brazos”[104] (figura 9). Efectivamente, los “vivientes” disponían de un mecanismo de relojería que por medio de unas cadenas sin fin transmitía el movimiento a tres pequeñas ruedas –dos motrices y una de apoyo– situadas en la planta de cada pie. El mismo aparato activaba un fuelle que imitaba la voz infantil y, por medio de bielas, transmitía un cierto movimiento a los brazos y a la cabeza que imitaba los mecanismos “envoyeurs de baisers”[105] que se estaban patentando en Francia durante aquellos años.
Figura
9. Ejemplar de Eden-Bébé “Vivant” con cabeza de porcelana de Simon
& Halbig, c. 1895. |
Un último modelo que difiere también de los bébés tradicionales fue el de los llamados “platilleros”[106], patentados por Lehmann y Cía el 9 de junio de 1895[107]. Estos muñecos, montados con cabezas generalmente de porcelana, disponían de una armadura de madera equipada con una palanca central con resorte. Al presionarla manualmente, esta palanca entraba en contacto con otras dos que, cumpliendo la función de los brazos, realizaban un movimiento de avance. Como el nombre indica, los platilleros disponían de unos platillos de hojalata cosidos a sus manos, por lo que iban caracterizados como figuras histriónicas propias del imaginario infantil de la época: arlequines, payasos, pierrots o toreros (figura 10).
Figura
10. “Platillero” fabricado por Eden-Bébé c. 1903. |
Fuera como fuere, la caracterización de las muñecas como payasos, soldados, niños o niñas se llevaba a cabo en la sección de indumentaria o, según los casos en la de cerámica. Una perspectiva del taller de costura, con máquinas de coser y con largas mesas donde las trabajadoras adornan a las muñecas ya debidamente montadas, fue fotografiada por Brangulí en 1914 (figura 11). Brangulí también capturó varias imágenes del taller de cerámica, donde se fabricaban y decoraban las cabezas de porcelana (figura 12). Sin embargo, como decíamos, esta sección no fue inaugurada hasta 1903. Hasta entonces, e incluso después de la fecha, la Fábrica del Eden-Bébé importó las cabezas de las principales fábricas de porcelana especializadas como Jumeau, Simon & Halbig, Armand Marseille o la barcelonesa Berenguer y Canals. También se montaban, en la Fábrica del Eden-Bébé, muñecas con cabezas de escayola, llamadas “cabezas símilis”[108], para las que se había procurado una patente de invención el industrial Pascual Sebastiá en 1898[109].
Figura 11.
Sección de indumentaria de la Fábrica del Eden-Bébé. Fotografía de Josep
Brangulí, 1914. |
Figura 12.
Sección de cerámica de la Fábrica del Eden-Bébé. Fotografía de Josep
Brangulí, 1914. |
Las cabezas de las muñecas se adornaban con pelucas de mohair o de cabello natural confeccionadas en la misma fábrica. Brangulí fotografió a su vez la sección de peluquería, en la que las obreras pegan las pelucas con trenzas o tirabuzones a las cabezas de los bebés clásicos y, las de pelo corto, a los nuevos muñecos de carácter (figura 13). Coincidiendo con el auge de la moda de estos nuevos muñecos, la sociedad Eden-Bébé se procuró una patente para insuflar pelo artificial sobre las cabezas de porcelana, cubiertas previamente de cola[110]. Este método era especialmente apto para los muñecos con cabeza cerrada (figura 14). Sin embargo, la mayoría de los bebés de finales del siglo XIX disponían de un cráneo seccionado, en el que se fijaba la peluca previamente pegada a un casquete de corcho, cartón o celuloide. Aparte de reducir el peso de cada unidad, esta peculiaridad obedecía a otro objetivo: la instalación manual de ojos de cristal.
Figura 13.
Sección de peluquería de la Fábrica del Eden-Bébé. Fotografía de Josep
Brangulí, 1914. |
Figura 14. Ejemplar
de muñeco de carácter con cabello insuflado. Corresponde a un modelo
ejecutadoA. Lewin-Funke para la firma Kämmer & Reinhard en 1909. |
La Fábrica del Eden-Bébé almacenaba pares de ojos negros, marrones, azules o verdes[111], que se fijaban en el interior de las cabezas con cera y escayola. También había, entre las existencias de Eden-Bébé, varios pares de los llamados ojos “humanos”[112]. Se trataba de unas pupilas compuestas de estrias de esmalte, envueltas en una esfera de cristal transparente. Según François Theimer, el nombre de “yeux humains”[113] fue escogido por el mismo Émile-Louis Jumeau para referirse a los ojos que la casa Guepratte fabricaba en exclusiva para su empresa. En el fin de siglo, la compañía del Eden-Bébé ya distribuía este producto destinado a las muñecas más valiosas de sus departamentos, como el mismo Bébé Jumeau.
Independientemente de la calidad de los ojos, estos podían estar insertados por medio de un mecanismo móvil que permitía que las muñecas mirasen de reojo o simulasen el sueño. En el caso de los ojos móviles, las pestañas no se pintaban en las cuencas de porcelana sino que, confeccionadas con un flequillo de cintas de seda, se pegaban al mismo glóbulo de cristal. Este procedimiento fue objeto de una patente solicitada por la sociedad del Eden-Bébé el 31 de diciembre de 1906[114]. Igualmente, había patentado un sistema de ojos basculares en colaboración con el industrial Arno Jäger en 1903[115] (figura 15), el mismo año en que este fundaba en Montgat la Fábrica de Porcelana Montgat Jäger & Hoehl[116]. Consistía en dos barras de plomo soldadas perpendicularmente formando un ángulo de 90º. Los ojos se fijaban en los extremos de la barra horizontal y, lateralmente, al interior de la porcelana a través de una capa de cera y escayola. Por su parte, la barra vertical ejercía de contrapeso. Y al inclinar la muñeca sus pupilas desaparecían tras la parte inferior de las cuencas, descubriendo la parte superior del glóbulo de cristal, pintada de color rosáceo.
Figura 15.
Dibujo adjunto a la patente 39859, solicitada por Lehmann y Cía en 1906. |
Con los ojos cerrados, las muñecas de porcelana se depositaban en cajas de cartón o de madera, debidamente etiquetadas con la marca Eden-Bébé o cualquiera de las marcas conocidas que la empresa registró o bien distribuyó desde la central barcelonesa. Desaparecidas las etiquetas y los envases, estas muñecas siguen catalogándose en función de la porcelana. Es decir que tanto en las colecciones públicas como en las privadas aparecen muñecas catalogadas como Simon & Halbig, Armand Marseille o Jumeau (figuras 16-17) –que, a excepción de Jumeau, no fueron fábricas de juguetes sino de porcelana–, quedando en el olvido la fábrica que, despachándolas desde Barcelona, se hizo con el comercio internacional.
Figura 16.
Eden-Bébé articulado en su caja de origen, con cabeza de porcelana
DEP-Jumeau, c. 1897. |
Figura 17.
Bébé-Prodige en su caja de origen, con cabeza de porcelana DEP-Jumeau, c.
1897. |
Epílogo
En el marco de la Exposición Universal de París del año 1900 tuvo lugar la presentación de la Société Française de fabrication de Bébés et Jouets, dirigida por Salomon Fleischmann. En el resumen de la sección de juguetes, Léo Claretie celebraba el nacimiento de la nueva sociedad, puesto que gracias a ella “il n’y a plus de Bébé Bru, de Bébé Géant, d’Éden-Bébé, de Bébé Jumeau: il n’y a plus que le Bébé Français, fabriqué de concert par toutes ces maisons associées qui se partagent les dividendes de l’opération”[117]. La SFBJ se presentaba al mundo a través de una suntuosa vitrina donde se representaba una vista del jardín de aclimatación, animada con los mejores modelos de bébés ochocentistas. A su vez, la sociedad presentó otra vitrina dedicada a los juguetes de pasta de Fleishmann & Bloedel, cuyos mismos moldes continuaba fabricando por su cuenta en Barcelona. Junto a los regimientos y varios tipos de animales, Claretie resaltó la presencia de una pormenorizada plaza de toros[118].
En la Exposición Universal de París de 1900, la SFBJ fue presentada como una asociación de las firmas más destacadas de la industria francesa, reunidas con el objetivo de garantizar su supervivencia frente a la competencia alemana, considerada desleal[119]. Sin embargo, la SFBJ vino a convertirse a todos los efectos en el nombre con el que expedía en el mercado francés la compañía del Éden-Bébé. En el contexto de la Primera Guerra Mundial, salieron las primeras voces denunciando la filtración de capital alemán en la SFBJ así como en el conjunto de la industria francesa. Así, Henri Réné D’Allemagne, bibliotecario del Arsénal e importante historiador del juguete, indicaba en 1915 que “il n’y a pas à se dissimuler, nous sommes depuis quelques années entièrerement envahis par le jouet allemand”[120]. Y en un tono más combativo, Gustave Téry dedicó al trust de las muñecas varias páginas de su antología de artículos Les allemands chez nous, aparecida en 1918, en la que exclamaba que “on voudrait bien savoir s’il y a une différence très sensible entre la Société française et M. Fleischmann!”[121].
En agosto de 1914, los disturbios llegaron a la sede de la SFBJ, al haber difundido la prensa francesa el origen alemán de su director. Pese a haber conseguido la nacionalidad francesa en 1891, Salomon Fleischmann abandonó el país para refugiarse en España, donde murió, en la frontera de Hendaya en 1916[122].
El estallido de la Primera Guerra Mundial se produjo mientras en Barcelona se estaba celebrando una primera Exposición Nacional de Juguetes organizada por el Fomento del Trabajo Nacional y que tuvo como consecuencia inmediata la creación de la Agrupación de Fabricantes de Juegos y Juguetes de España. Lehmann y Cía obtuvo una medalla de plata en la exposición; sin embargo, ya no participó en las exposiciones de juguetes que siguieron celebrándose anualmente en Barcelona hasta 1919, bajo la iniciativa de la Agrupación. En el marco de las exposiciones de juguetes, los industriales alemanes afincados en España, entre ellos Lehmann y Cía, fueron acusados de usar el juguete como contrabando de guerra, algo que la Agrupación de fabricantes trató de desmentir alegando que dicha empresa jamás había formado parte de la entidad[123].
Efectivamente, durante su exilio en España, Salomon Fleischmann proveyó el mercado francés de cabezas de porcelana y ojos de cristal a través de la frontera de Irún, llegando a un taller de ensamblaje ubicado en San Juan de Luz que expedía las muñecas ya montadas a la SFBJ[124]. Como veíamos, Fleischmann & Bloedel –la compañía del Eden-Bébé– fue el distribuidor de las más importantes porcelanerías alemanas especializadas. De este modo, durante la Primera Guerra Mundial, Salomon Fleischmann –Johann Bloedel había fallecido en 1904[125]– filtró en el mercado francés juguetes alemanes que cruzaban las aduanas como producto español.
Por otro lado, la Fábrica del Eden-Bébé de Barcelona había empezado a fabricar cabezas de porcelana en 1903, para las que registró una marca española con las iniciales de Lehmann y Cía[126]. Siguiendo una predilección por la simbología, compartida por gran parte de los fabricantes de la época[127], las cabezas exclusivas de Lehmann y Cía, nombre de la sociedad de Eden-Bébé en Barcelona, fueron marcadas con un ancla: símbolo de la ciudad portuaria que concedió a la compañía el monopolio del comercio internacional (figuras 18-20). Durante décadas, tanto los mercados de antigüedades como los museos especializados han catalogando estas muñecas como producto francés, atribuyéndolas a empresas de Limoges de similar denominación, como Lanternier & Cie o H. Leconte & Co[128].
Figura 18.
Registro de la marca LC en el Boletín Oficial de la Propiedad Industrial. |
|
Figuras 19-20.
Cabeza de porcelana LC, fabricada por Lehmann y Cía en Barcelona a partir de
1903. |
Tras la Primera Guerra Mundial, los bienes y las acciones de la SFBJ fueron devueltos a los familiares de Salomon Fleischmann. La sociedad continuó con la producción de muñecas hasta 1957; finalmente, en 1963 se reconvirtió en la conocida fábrica de bolígrafos de plástico Sobitu, bajo la dirección del barón Bich. Jean Arnaud, yerno de Fleischmann, permaneció en el consejo de administración[129].
Hoy desocupado, el inmueble de la SFBJ –que no es otro que la fábrica levantada por Jumeau en 1882– permanece como edificio catalogado en el número 152 de la Rue de Paris de Montreuil[130]. Por su parte, tras el traslado de Lemanos en el 2002, el edificio de Eden-Bébé, situado en el actual número 159 de la calle Consell de Cent, se parceló en una veintena de estudios en los que trabajan creadores de distintas disciplinas[131].
Lehmann y Cía fabricó muñecas y porcelanas hasta el año 1935. Aún participó exitosamente en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929[132]. Aquel mismo año solicitó una última patente. Se trataba de un muñeco sentado en un zócalo, cuyas piernas, brazos y ojos adquirían movimiento por electricidad[133].
Tras la Primera Guerra Mundial, la capitalidad de Barcelona como centro estatal de fabricación de juguetes fue asumida rápidamente por los núcleos jugueteros valencianos, con los municipios de Ibi, Denia y Onil al frente. Paralelamente, la época de entreguerras propició la salida al mercado de los muñecos de celuloide y de las nuevas muñecas fabricadas íntegramente en cartón o composición. También, se extendió la moda de los muñecos de trapo que Lehmann y Cía comenzó a fabricar hacia 1917[134]. Quedaba atrás el reino de las muñecas de porcelana, convirtiéndose éstas en un vestigio más del “imaginado jardín de la cultura liberal”[135] que precedió a la Guerra europea. A caballo de Fürth, París y Barcelona, Eden-Bébé orquestó su apogeo.
Notas
[1] Quisiera expresar mi agradecimiento a la bibliotecaria y coleccionista M. Luisa Camarero, a la Doctora Mercè Tatjer y a los especialistas Anne Marie Porot y François Theimer tanto por la facilitación de datos como por sus respectivas ideas y sugerencias.
[2] Sánchez, 2000, p. 169.
[3] Amades, 1965, p. 82-83.
[4] Corredor-Matheos, 1981, p. 72.
[5] Sánchez, 2000, p. 169. Este artículo ha sido recientemente citado en Tatjer, 2011, p. 720, 726. Para más información sobre Lemanos, véase Gómez, 2001, p. 18.
[6] Lemanos continúa su actividad en la calle Àngel Guimerà, 3 de Sant Adrià del Besós. Véase el sitio web de la empresa [en línea]. <http://www.lemanos.com>. [16 de septiembre de 2012].
[7] La citada documentación, que integra inventarios y libros de contabilidad, forma parte del fondo Lemanos, SA (núm. 630) del Arxiu Nacional de Catalunya (ANC).
[8] Para más información sobre las fuentes y metodologías de la historia del juguete, véase Manson, 2004, p. 72-80.
[9] Sánchez, 2000, p. 167.
[10] Léase la indicación“la Cia. del Edén-Bebé que gira con el nombre de Lehman y Cia” en el Expediente de la patente núm. 181125, 1895. Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Oficina Española de Patentes y Marcas. Archivo Histórico (AH/OEPM).
[11] ANC: Libro Mayor, 1895/97, p. 130-134.
[12] Cieslik, 1989, p. 76-77.
[13] Capellà, 2012, p. 293-317.
[14] Theimer, 1994, p. 121, 126.
[15] Capellà, 2012, p. 201-212.
[16] Porot, 1996, p. 16-22.
[17] Peers, 2004, p. 71-79.
[18] Blom, 2010, p. 19-43.
[19] Ganaway, 2009, p. 71-115.
[20] Theimer, 1996, p. 94.
[21] Du Maroussem, 1894, p. 134.
[22] Du Maroussem, 1894, p. 136.
[23] Du Maroussem, 1894, p. 134-135.
[24] Peers, 2004, p. 94.
[25] Theimer, 1983, p. 42.
[26] Theimer, 1996, p. 94.
[27] Du Maroussem, 1894, p. 137.
[28] Karady, 2000, p. 128-131.
[29] Theimer, 1996, p. 14.
[30] Porot (2004).
[31] Porot, 1999, p. 4.
[32] Véanse los estatutos de la SFBJ en Porot, 1981, p. 43-44.
[33] ANC: Inventario, 1897, p. 10, 21.
[34] ANC: Inventario, 1899, p. 175.
[35] Sánchez, 2000, p. 40.
[36] Expediente núm. 4491, 1891. Arxiu Municipal Administratiu de Barcelona (AMAB).
[37] Tatjer, 2011, p. 720.
[38] Sánchez, 2000, p. 167.
[39] AH/OEPM: Marca núm. 4286, 1894.
[40] AH/OEPM: Marca núm. 5948,1897 y Marca núm. 5948bic Nº1, 1897.
[41] Sánchez, 2000, p. 168.
[42] ANC: Libro de Caja I, 1894-97, p. 1.
[43] ANC: Libro de Caja I, 1894-97, p. 2.
[44] ANC: Libro “Ouvriers”, t. 0, 1894.
[45] ANC: Libro “Ouvirers”, t. 2, 1895.
[46] Exposición de Industrias Modernas, 1897, p. 221.
[47] Sánchez, 2000, p. 168.
[48] ANC: Libro de Caja I, 1894-97, p. 10.
[49] Sala, 2007, p. 17-18.
[50] González, 1986, p. 29.
[51] Exposition Universelle de Barcelone, 1888, p. 64-65.
[52] Cabana, 2001, p. 18.
[53] Capellà, 2012, p. 462-476, 488-490.
[54] Véase Riera, 1900, p. 148; 1914, p. 1683-1684.
[55] De la Torre del Río, 2009, p. 558.
[56] Soler, 1897, s.n.
[57] Exposición de Industrias Modernas, 1897, p. 218-221.
[58] El Siglo Futuro, diario católico. Barcelona: 22 d’octubre de 1897, p. 2.
[59] Exposición de Industrias Modernas, 1897, p. 219.
[60] Cubano, 1993, p. 72-75.
[61] En los inventarios de la Fábrica del Eden-Bébé, tanto figuran ejemplares del Bébé Jumeau ya embalados como desmontados. Encontramos, por ejemplo en 1899, 470 “cabezas Jumeau” y 2.084 “cabezas Prodige”. ANC: Inventario, 1899, p. 176-177.
[62] Masriera, 1924, p. 321-325.
[63] Capellà, 2012, p. 399-410, 477-484.
[64] ANC: Libro de Caja, 1894-1897, p. 45.
[65] ANC: Libro de Caja, 1894-1897, p. 10.
[66] Véanse las muñecas anunciadas en los catálogos: Grandes Almacenes de El Siglo. Temporada de Verano. Barcelona: Henrich y Cía, 1894, p. 75; Grandes Almacenes de El Siglo. Temporada de Verano. Barcelona: Henrich y Cía, 1897, p. 117; Grandes Almacenes El Siglo. Barcelona: La Académica, 1910, p. 68. Colección del autor.
[67] La Ilustración. Revista Hispano-americana, 30 de septiembre de 1888, núm. 413, p. 634
[68] García, 1885, p. 435, (II) 454.
[69] Véase Rigault, 1855, p. 5-9 y Michelet, 1860, p. 35.
[70] Véase Monserdà, 1909, p. 88 y Vila, 1912, p. 16-18.
[71] Capellà, 2012, p. 383-387.
[72] McDonogh, 1988.
[73] Capellà, 2012, p. 243-253, 462-469.
[74] AH/OEPM: Expediente de la patente 8726, 1888.
[75] Vidal et al., 1997, p. 37-64.
[76] AH/OEPM: Expediente núm. 36966, 1906 y núm. 17609, 1895.
[77] AH/OEPM: Expediente núm. 13795, 1892 y núm. 13796, 1892.
[78] Industria e invenciones. Revista semanal ilustrada. Barcelona: 16 d’octubre de 1897. vol. 28, nº 16, p. 146.
[79] Du Maroussem, 1894, p.134.
[80] Du Maroussem, 1894, p. 135.
[81] ANC: Inventario, 1899, p. 177.
[82] Parten de esta fecha los primeros libros de pagos a los obreros de la porcelana. Se trata de cinco volumenes fechados entre 1903 y 1928. ANC: Porcelanas 1903-1928.
[83] Fémina. París: 1 de enero del 1902, p. 10.
[84] Blanco y Negro. Barcelona: 27 de diciembre del 1914, p. 11-13.
[85] AH/OEPM: Expedientes núm. 17407, 1895 y núm. 25448, 1900.
[86] Fémina. París: 1 de eneto del 1902, p. 11.
[87] AH/OEPM: Expediente núm. 26394, 1900, p. 1.
[88] AH/OEPM: Expediente núm. 23206, 1898.
[89] Du Maroussem, 1894, p. 133.
[90] ANC: Inventario, 1897, p. 31.
[91] ANC: Libros de pagos, 1894-1896.
[92] AH/OEPM: Expedientes núm. 18874, 1896; núm. 21886, 1897, y 26394, 1900.
[93] Porot et al., 1984, p. 145-156.
[94] ANC: Inventario 1899, p. 151-196.
[95] ANC: Mayor, 1897, p. 70, 110.
[96] Véase nota 66.
[97] Los muñecos de carácter fueron una reacción de las grandes firmas ante el movimiento por los juguetes de arte surgido, primeramente en Munich, en el contexto de la Sezesion. Los mejores modelos conocidos fueron modelados por el escultor Arthur Lewin Funke para la firma Kämmer & Reinhardt de Walterhausen. Sin embargo, muy pronto las demás fábricas alemanas adquirieron cabezas de porcelana con diseños de dicho escultor. Lode, 2008, p. 113-135.
[98] ANC: Inventario, 1897, p. 21.
[99] ANC: Inventario, 1897, p. 28.
[100] AH/OEPM: Expediente núm. 14174, 1893.
[101] Coleman, 1968, p. 234.
[102] ANC: Inventario, 1897, p. 28.
[103] AH/OEPM: Expediente núm. 18125, 1895.
[104] Véase nota 66.
[105] Theimer,1994, p. 124-127.
[106] ANC: Inventario, 1897, p. 66.
[107] AH/OEPM: Expediente núm. 17706, 1895.
[108] ANC: Inventario, 1897, p. 10.
[109] AH/OEPM: Expediente núm. 25823, 1898.
[110] AH/OEPM: Expedient núm. 50400, 1911.
[111] ANC: Inventario, 1897, p. 11.
[112] ANC: Inventario, 1897, p. 11.
[113] Theimer, 1994, p. 147.
[114] AH/OEPM: Expediente núm. 39859, 1906.
[115] AH/OEPM: Expediente núm. 33104, 1903.
[116] AH/OEPM: Expediente núm. 35306, 1904.
[117] Claretie, 1902, p. 247.
[118] Claretie, 1902, p. 247-248.
[119] Claretie, 1902, p. 244-249.
[120] D’Allemagne, 1915, p. 14.
[121] Téry, 1918, p. 43.
[122] Porot, 2009, p. 7-8.
[123] Siguiendo a José Corredor-Matheos, esta polémica se desencadenó a partir de un artículo sin firmar aparecido en La Publicidad día 20 de junio de 1918, cuyos argumentos fueron refutados por el vicepresidente de la Agrupación de fabricantes en una carta al director publicada en El Día Gráfico en fecha del 8 de julio. Corredor, 1981, p. 90-91.
[124] Porot, 2009, p. 7-8.
[125] Cieslik, 1989, p. 77.
[126] AH/OEPM: Marca 12112, 1905. En el Boletín Oficial de la Propiedad Industrial consta: “Mres. Lehmann y Compañía. Una marca de fábrica para distinguir toda clase de figuras, muñecas y objetos de bizcocho y porcelana. [Sigue la imagen] La marca que se solicita consiste en una áncora con las inciciales «L.C.», dispuestas a cada lado de la misma”. Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, 1905, nº 459, p. 1249.
[127] Theimer, 2009, p. 282-284.
[128] A modo ilustrativo, en el catálogo Jocs & Joguets editado por el Museu del Joguet de Catalunya en 1998, un pierrot “L.C.” de la colección del museo de Figueres se atribuye a la firma Leconte & Co. Museu del Joguet de Catalunya, 1998, p. 155. La identificación de la marca de Lehmann y Cía “L.C.” con la firma francesa LeConte & Co. se difundió entre los coleccionistas a partir de los años sesenta y en especial durante los ochenta. Véase Coleman, 1967, p. 384; Smith, 1981, p. 72; Bach, 1985, p.78-79. En paralelo, la confusión con Lanternier se produjo al disponer también, las muñecas de esta firma, del símbolo de un ancla, enmarcada en este caso por las iniciales “L.A.”. En la actualidad, la última edición del Répertoire de marques et cotes des poupées françaises de François Theimer reproduce una fotografía de una muñeca de Lehmann y Cía indicando su atribución a un “fabricant français non détérminé dans l’état actuel des connaissances”. Theimer, 2009, p. 205.
[129] Theimer, 1996, p. 119.
[130] Para más información, véase Decoux et al. 2004.
[131] Veáse la web Consell de Cent 159 [en línia] <http://www.c-159.com>. [16 de septiembre de 2012].
[132] Sánchez, 2000, p. 168.
[133] AH/OEPM: Expediente núm. 113041, 1929.
[134] AH/OEPM: Expediente núm. 65693, 1917.
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