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INMIGRACIÓN EXTRANJERA EN LA PROVINCIA DE CÓRDOBA: DESTINO SECUNDARIO DE LOS INMIGRADOS MARROQUÍES EN ANDALUCÍA
Alberto
Capote Lama
Depto. de Geografía Humana – Universidad de
Granada
alama@ugr.es
Inmigración extranjera en la provincia de Córdoba: destino secundario de los inmigrados marroquíes en Andalucía (Resumen)
Según los datos más recientes del padrón los marroquíes constituyen el segundo colectivo extranjero más numeroso en Andalucía y el primero en lo que se refiere a las procedencias extra-comunitarias. Se trata de una de las nacionalidades más extendidas, aunque su reparto es muy dispar, destacando sobre todo la franja litoral. Nos encontramos con núcleos de instalación en los que su presencia es muy significativa, frente a otros en los que es mucho menos destacada. Córdoba constituye una de las provincias andaluzas donde el fenómeno de la inmigración ha tenido menos repercusión y ha sido con menos frecuencia estudiada. Sin embargo, ha jugado un papel destacable en la dinámica de las migraciones internas de la comunidad, apreciándose asimismo significativas variaciones en la instalación de los inmigrados en los distintos contextos locales.
Palabras clave: migraciones internas, marroquíes, Córdoba, itinerarios.Foreign immigration in the province of Cordova: secondary destination of the immigrated Moroccans in Andalusia (Abstract)
According to the latest census data, Moroccans constitute the second largest foreign collective in Andalusia and the first for what concerns the extra-communitarian origin. Further, it is one of the most extended nationalities, though with an uneven distribution, standing the coastal strip. Hence, we find nuclei in which their presence is quite significant with respect to others where it much less prominent. Córdoba is one of the Andalusian provinces where the phenomenon of the immigration has had less impact and it has been studied less frequently. However, it has played a key role in the dynamics of the community internal migration and also significant variations in the immigrants’ settlement in the different local contexts have been appreciated.
Key words: internal migrations, Moroccans, itineraries.
La población
extranjera se encuentra distribuida muy desigualmente por el territorio
andaluz. En gran medida su reparto está condicionado por el dispar dinamismo
económico entre el litoral y el interior de la región (Pumares et al,
2008). Según el Padrón de habitantes a 1 de enero de 2010, tanto en términos
absolutos como relativos, Málaga y Almería son las provincias que acogen el
mayor número de inmigrantes extranjeros. De acuerdo con la misma fuente y en la
misma fecha, los marroquíes constituyen el segundo colectivo extranjero más
numeroso en Andalucía y el primero en lo que se refiere a las procedencias
extra-comunitarias. Se trata, además, de una de las nacionalidades más
extendidas, aunque su reparto es también muy dispar, destacando básicamente, de
nuevo, la franja litoral. Así, nos encontramos con núcleos de instalación en
los que su presencia es muy significativa (los casos más representativos
corresponden a algunos municipios almerienses), frente a otros en los que es
mucho menos destacada (por ejemplo, en la provincia de Córdoba o Jaén). A estos
últimos municipios los marroquíes han llegado, por lo común, a partir de una
migración interna en España y han sido casos con menos frecuencia estudiados.
Este artículo pone su foco de atención en una de las provincias andaluzas donde el fenómeno de la inmigración ha tenido menos repercusión, aunque no por ello carece de interés sociogeográfico: Córdoba. Nuestro propósito ha sido abordar qué papel ha desempeñado en la dinámica de la inmigración en Andalucía en los últimos años y cuáles son sus principales características. Para ello nos hemos servido de la consulta de distintas fuentes estadísticas y de los resultados obtenidos en un proyecto de investigación que se ha llevado a cabo en varios municipios andaluces, entre los cuales se encuentran dos de Córdoba que pueden ser considerados exponentes de espacios receptores de inmigrantes en dicha provincia: Lucena y Aguilar de la Frontera. El objetivo de este estudio ha sido analizar las condiciones de inserción de la población marroquí en distintos contextos locales andaluces, haciendo un especial hincapié en su movilidad geográfica y sus determinantes socioecomómicos. La elección de la escala de análisis a nivel municipal se ha basado en dos razones principalmente: por una parte, porque favorece la realización de microanálisis que permiten detectar variaciones y aspectos comunes en las modalidades de instalación de los inmigrantes marroquíes en Andalucía; y por otra, nos posibilita estudiar si existen redes migratorias de paisanaje y familiares que ligan a determinados municipios andaluces con unas zonas precisas de procedencia en Marruecos.
El título del proyecto es “Marroquíes en Andalucía: de los espacios sociales de la inmigración a los de la movilidad”, en el marco del cual el autor del presente artículo ha realizado su tesis doctoral[1]. En él han colaborado distintas universidades andaluzas (Granada, Almería y Málaga) y una marroquí (Universidad de Rabat-Agdal) y ha sido financiado como Proyecto de Excelencia por la Consejería de Innovación y Ciencia de la Junta de Andalucía[2]. Fruto de este trabajo se ha editado la obra “De Marruecos a Andalucía: migración y espacio social” (Cohen y Berriane, dir., 2011). El trabajo de campo se llevó a cabo en once municipios andaluces repartidos por las provincias de Córdoba, Granada, Almería y Málaga. La tesis doctoral se concentró en cinco de ellos: en la provincia de Córdoba, Lucena y Aguilar de la Frontera; y en la provincia de Granada, Albuñol, Zafarraya y la capital.
La investigación ha combinado métodos cuantitativos y cualitativos. Por una parte, la realización de una encuesta en tres pasos comprendidos entre los años 2007 y 2008 aplicada a una muestra de marroquíes empadronados en los municipios seleccionados. La muestra ha sido elaborada mediante un muestreo sistemático con arranque aleatorio, previa ordenación de los efectivos por sexo y edad. Cabe señalar que el objetivo que ha prevalecido en su diseño ha sido permitir una comparación socio-geográfica, a partir de una serie de indicadores para los que se precisaba de un fuerte apoyo cuantitativo, sin buscar pretensiones plenamente estadísticas de ponderación de los resultados obtenidos para cada municipio[3]. Y por otra parte, la realización de una serie de entrevistas semiestructuradas a una selección de los inmigrantes encuestados y algunos allegados de éstos, quienes por lo común han sido familiares. Las últimas entrevistas se efectuaron a principios del 2009.
Las migraciones internas en España aumentaron en los dos últimos decenios, particularmente aquellas que implicaron un cambio de provincia. Este incremento empezó a hacerse especialmente patente a inicios de la década 2000, es decir, coincidiendo con el periodo de mayor afluencia de los flujos migratorios con destino a España (García Coll, 2009). En efecto, diversos estudios han puesto de manifiesto que la movilidad geográfica de los extranjeros es mayor que la de la población autóctona (Recaño, 2002; Pumares, 2005; Pumares et al., 2006; Lamela Viera, 2006; Recaño y Domingo, 2007), destacándose además el colectivo marroquí por ser uno de los que más cambios de residencia realiza. Gozálvez Pérez (1994; 1995), en un estudio realizado en los primeros noventa, ya apuntaba esta característica en la inmigración marroquí, particularmente en lo que se refiere a los trabajadores empleados en el sector agrícola. Pumares (2005), por su parte, en un análisis efectuado para el periodo 1999-2003, revela que en el caso de los marroquíes las migraciones interprovinciales incentivan su dispersión por la geografía española (aunque conservan altos niveles de concentración, como se ha apuntado anteriormente). Según este autor, los inmigrantes re-emigran hacia aquellos lugares donde surgen nuevos nichos de empleo y estiman que pueden encontrar más ventajas porque la competencia laboral es menor. A este respecto propone una clasificación de las provincias españolas en función del papel que desempeñan en las estrategias de instalación de la población marroquí: provincias de entrada, es decir, que constituyen el primer destino español y a partir de ellas, en proporciones distintas, se produce una distribución hacia otras zonas (tal es caso, por ejemplo, de Almería); provincias de destino secundario, que son las que se benefician de los saldos migratorios interprovinciales debido a que suelen ofrecer mejores oportunidades laborales (aquí se incluyen, entre otras, Málaga, las Islas Baleares o Tarragona); provincias de exploración, que se caracterizan por contar con pocos efectivos y ser también lugares de acogida de las migraciones internas; los inmigrantes llegan a ellas porque piensan encontrar nuevas oportunidades en espacios en los que la presencia extranjera es más modesta. En este último grupo el autor incluye a la provincia de Córdoba.
Este texto se compone de dos partes: en primer lugar hacemos un repaso a las principales características de la inmigración extranjera en la provincia de Córdoba situándolas en el contexto andaluz; a continuación, presentamos los resultados obtenidos en el proyecto de investigación antes citado relativos a los municipios cordobeses de Lucena y Aguilar de la Frontera.
Panorámica general de la inmigración extranjera en la
provincia de Córdoba
Una presencia bastante modesta de inmigración en el contexto andaluz
Hemos seleccionado tres años del Padrón de habitantes para examinar el alcance de la inmigración extranjera en la provincia de Córdoba en la pasada década: en primer lugar 2002, como momento en el que los flujos migratorios con destino a España empiezan a estar en su máximo apogeo; en segundo lugar 2006, después de realizarse el último gran proceso de regularización llevado a cabo y que podemos considerar como el momento de la consolidación definitiva de la España inmigrante; y en tercer lugar 2010, como fecha más reciente y en el contexto de la actual crisis económica y del empleo.
En los tres años indicados la provincia de Córdoba arroja los porcentajes más bajos de la comunidad andaluza de personas empadronadas con nacionalidad extranjera. En 2002 sólo dos provincias se situaban por encima del promedio regional (2,8% sobre el total de la población registrada). Lo hacían además con un gran margen de diferencia: Almería (7,2%) y Málaga (7,8%). El porcentaje de Córdoba quedaba reducido a un 0,6%. En las dos fechas siguientes el número de extranjeros aumentó paulatinamente en las ocho provincias andaluzas, subiendo la media global de la comunidad hasta un 6,1% en 2006 y un 8,2% en 2010. Málaga y Almería continúan muy claramente en las primeras posiciones, llegando representar los extranjeros el 17,1% y el 21,7% respectivamente. En cuanto a Córdoba, como se ha dicho anteriormente, mantiene el último puesto hasta la actualidad (seguida bastante de cerca por Jaén), con un incremento más bien moderado: 3,1% en 2010, es decir, todavía muy inferior al promedio de Andalucía.
La composición del abanico de nacionalidades presentes en la provincia de Córdoba difiere sustancialmente de la que dibuja la comunidad andaluza. Destaca la moderada presencia de oriundos de países pertenecientes a la Unión Europea (con la salvedad, en fechas más recientes, de los rumanos). Éstos representaban en Córdoba en 2002 el 14,3% de los empadronados extranjeros, mientras que en Andalucía eran el 43%. Donde sí encontramos correspondencia es que en que los marroquíes constituían en la fecha indicada el colectivo extranjero más numeroso. En Córdoba, si a esta nacionalidad le añadimos los ecuatorianos y los colombianos, estamos hablando de la mitad de los inmigrados registrados en 2002. Cuando pasamos a los datos correspondientes a 2006 apreciamos un cambio importante tanto a nivel andaluz como en la provincia que nos ocupa: el aumento vertiginoso de la población rumana. En efecto, a partir de ese año pasan a suponer la primera nacionalidad extranjera en Córdoba (21,7%), quedando en segunda posición la marroquí (14,5%, pese a que entre 2002 y 2006 se han multiplicado por dos). La Unión Europea sigue estando, en su globalidad, poco representada: el promedio desciende en 2006 hasta un 12%. A 1 de enero de 2010 se mantiene el predominio de los rumanos en Córdoba (30,6%), así como la segunda posición de los marroquíes (13,2%). Es de destacar también que las nacionalidades agrupadas en América del Sur representan el 26% de los inscritos en el padrón.
El peso de la inmigración femenina en España varía notablemente entre unas provincias, así como en función de la nacionalidad. En lo que a los marroquíes se refiere, los porcentajes más bajos de mujeres se localizan en aquellas provincias donde prevalece el empleo agrícola entre los inmigrados (Gozálvez Pérez, 2008). Estos contrastes los encontramos en el interior mismo de Andalucía: tomando como referencia el año 2006, la proporción de mujeres marroquíes es inferior al promedio de la comunidad andaluza (31,8%) en las provincias que alcanzan los mayores porcentajes de trabajadores extranjeros con alta laboral afiliados al régimen agrario: Córdoba (28,8%), Jaén (26,8%), Huelva (25,2%) y Almería (24,4%).
La distribución de la población extranjera en la provincia de Córdoba no presenta unas pautas homogéneas. En la figura 1 hemos representado su evolución en la década pasada en los tres años indicados anteriormente. Como podemos comprobar, la primera observación que destaca es el aumento y la expansión progresiva de la inmigración extranjera en este periodo. En 2002 su presencia era casi inexistente en el grueso de la provincia. El porcentaje más alto de extranjeros se encontraba en el municipio de Lucena (1,7%). El mapa que se perfila en 2006 es muy distinto. La inmigración extranjera se ha extendido por la mayor parte de la provincia. No obstante, sólo un municipio supera el promedio regional. Llama la atención los vacíos que se aprecian en el norte, concretamente por gran parte del Valle del Guadiato y del Valle de los Pedroches. Las zonas que más sobresalen se sitúan al sur de la provincia, por algunos municipios de la Subbética y de la Campiña Sur. En el mapa de 2010 la extensión del fenómeno inmigratorio es aún mayor, confirmándose el mayor predominio en el sur, a la par que adquieren también cierto peso algunos municipios del Alto Guadalquivir próximos a la provincia de Jaén.
Dos factores explican, principalmente, la preeminencia de la inmigración extranjera en la Subbética cordobesa y algunas de las comarcas colindantes. Por una parte, su ubicación en el corazón de Andalucía, particularmente su proximidad con la provincia de Málaga, la cual hemos visto anteriormente aglutina junto a Almería el grueso de la inmigración en la comunidad. Por otra, la campaña olivarera durante los meses de otoño e invierno en muchos de estos municipios cordobeses como factor de atracción para los trabajadores temporeros. El estudio que hemos realizado en Lucena y Aguilar de la Frontera nos permitirá aproximarnos a esta dinámica en lo que concierne a la población marroquí.
Figura 1. Evolución de la
población extranjera en la provincia de Córdoba en la pasada década. |
Una inmigración esencialmente económica
Pumares (2006) ha estudiado el impacto que ha tenido sobre el mercado laboral español la incorporación de trabajadores extranjeros y su repercusión sobre la movilidad social de los españoles a partir del análisis de las altas y bajas en la Seguridad Social. Constata que un tercio de las nuevas altas en el periodo que va de 2000 a 2006 se debió a la población inmigrante, lo que fue posible, sobre todo, por los procesos de regularización que tuvieron lugar en esas fechas (2000, 2001 y 2005). En estos años, el Régimen General fue el que más aumentó, en términos relativos, entre los españoles, manteniéndose el de los Autónomos a un nivel constante y perdiendo peso el resto, especialmente el Agrario. En lo que se refiere a los extranjeros, su aporte fue muy significativo en el Régimen Especial de Empleados de Hogar y en la agricultura por cuenta ajena. El autor llega a la conclusión de que la incorporación de la mano de obra inmigrante en el mercado laboral debe interpretarse desde la óptica de la complementariedad, destacando que dicho aporte propició, además, el desplazamiento de los españoles hacia categorías profesionales más altas a un ritmo muy rápido y sin dejar carente de mano de obra los puestos de menor cualificación, como también apunta Cachón (2009). A conclusiones similares llegan Gualda y Bermejo (2007) con el análisis de los datos referentes a Andalucía para el periodo 1998-2004. Las autoras subrayan el mayor predominio de la población extranjera en el Régimen agrario en comparación con los valores del conjunto nacional. El contraste es también muy marcado en el contexto andaluz entre los inmigrantes no comunitarios, en los que destaca especialmente el agrario, y los comunitarios, en su mayoría afiliados al Régimen General.
Entre los marroquíes el sector que prevalece es el agrario. En la figura 2 hemos representado por separado las afiliaciones de los españoles, los extranjeros y los marroquíes en la comunidad andaluza correspondientes al año 2006. Podemos apreciar que dos de cada tres españoles estaban inscritos en el Régimen general, proporción que desciende hasta un 56% para los trabajadores extranjeros. En lo que al caso específico de los marroquíes se refiere, este porcentaje queda por debajo de la mitad (43%), obteniendo el mayor peso el Régimen agrario (46%, mientras que para los españoles la proporción es del 15,6%). De hecho, los marroquíes representaban ese año el 44% de las afiliaciones en el sector agrícola sobre el total de extranjeros inscritos en él. Ni que decir tiene que estas proporciones se explican por la concentración del colectivo marroquí en la provincia de Almería, aunque no podemos olvidar tampoco su presencia en los campos freseros de Huelva así como en la campaña del olivar en Jaén, Sevilla y Córdoba.
Figura 2. Afiliaciones a la Seguridad Social por régimen en 2006: españoles, extranjeros y marroquíes (%). Media de
inscripciones en el último trimestre del año. |
Como es sabido, el panorama de la inmigración en España empieza a adquirir signos de transformación en el último trienio de la pasada década como consecuencia de los efectos de la crisis económica y del empleo. La repercusión de ésta sobre la inmigración no empezó a hacerse notar claramente hasta bien entrada la segunda mitad del 2008, y con mayor intensidad aún a partir del primer trimestre de 2009 (Aja et al., 2009). Partiendo de que tanto para extranjeros como para españoles descendió el número de inscripciones en Andalucía, en términos relativos no se aprecian cambios de relevancia en los datos referentes a los autóctonos: si en el año 2006 el Régimen general acogía al 68,6% de las inscripciones, en 2010 representan el 67,3%. Sin embargo, los datos sí difieren notablemente en lo que se refiere a los extranjeros: como podemos ver en la figura 3, a partir de 2008 empieza a aumentar el Régimen agrario en detrimento del General. Tendencia que se percibe claramente en el colectivo marroquí. Muy posiblemente, la agricultura se ha convertido en un refugio para muchos de los marroquíes que han perdido su empleo en la construcción. Así se desprende de algunas observaciones recogidas en la fase final de nuestro estudio por algunos municipios andaluces. En fechas más recientes, la incidencia del empeoramiento de la economía española sobre los marroquíes se ha hecho más manifiesta, evidenciándose en varios frentes: reducción del “efecto llamada” de nuevos inmigrantes; pérdida entre los años 2007 y 2010 de uno de cada cuatro empleos ocupados por marroquíes; aumento de los asalariados que se ven obligados a trabajar a tiempo parcial (Colectivo IOE, 2010).
Estos cambios que hemos descrito en la población extranjera son muy evidentes en la provincia de Córdoba. Los porcentajes de extranjeros afiliados al Régimen agrario para el periodo 2005-2010 son siempre superiores al promedio regional. Lo mismo que sucede con el Régimen del hogar, con la excepción del año 2005. Por el contrario, a partir de 2006 son menores en lo que se refiere al general. Nótese en la figura 4 cómo este tipo de inscripción va perdiendo peso drásticamente a partir del año 2008 en beneficio sobre todo del agrario por cuenta ajena, el cual llega a representar más de la mitad de las inscripciones a la Seguridad Social de la población inmigrante en la provincia de Córdoba.
Figura 3. Inscripciones a la
Seguridad Social de la población extranjera residente en Andalucía para el
período 2005-2010 (%). Media de inscripciones en el último trimestre del año. |
Figura 4. Inscripciones a la
Seguridad Social de la población extranjera residente en la provincia de
Córdoba para el período 2005-2010 (%). Media de inscripciones en el último
trimestre del año. |
A modo de recapitulación, el alcance de la inmigración extranjera en Córdoba es bastante limitado en relación con otras provincias andaluzas. No obstante, esta comparación no nos debe hacer menoscabar la función que ha jugado en la dinámica migratoria en Andalucía (e incluso en el contexto español), particularmente en lo que se refiere a los circuitos de la agricultura temporal. Lo que explica que sea un fenómeno más presente en los municipios del sur de la provincia. Se trata mayoritariamente de una inmigración de tipo económico, bastante masculinizada y con procedencia principalmente de países de América del Sur, de Marruecos y, en los últimos años, de Rumanía. El denominado “turismo residencial”, originario sobre todo de países como Alemania o Reino Unido, no ha calado de manera sustancial en Córdoba como sí lo ha hecho en el litoral andaluz o en algunos enclaves interiores como la ciudad de Granada.
La inmigración marroquí en los municipios cordobeses
de Lucena y Aguilar de la Frontera
Presentación del área de estudio
Los dos municipios cordobeses estudiados se localizan en dos de las comarcas donde hemos visto que destaca más la inmigración extranjera: Aguilar de la Frontera en la Campiña Sur y Lucena en la Subbética (figura 5). Según el Padrón de habitantes a 1 de enero de 2010, la población extranjera representa en Aguilar de la Frontera el 2,2%, siendo el colectivo mayoritario claramente el marroquí (59,4%). En Lucena los inmigrados empadronados alcanzan el 6,1%, pero el abanico de nacionalidades está más repartido con un 17,4% originarios de Marruecos. Seis nacionalidades abarcan a tres de cada cuatro inmigrantes: en orden decreciente, Colombia, Marruecos, Rumanía, Ecuador, Argentina y Bulgaria.
Figura 5. Localización de los municipios de Lucena y Aguilar de la Frontera. |
En las tres últimas décadas Lucena se ha confirmado como un municipio de destacado dinamismo demográfico. La recuperación demográfica empezó a percibirse con nitidez a mediados de la década de los setenta, es decir, un poco antes que en otros municipios andaluces que habían sufrido importantes pérdidas de población debido a la emigración dentro de España o al extranjero. Viniéndonos a fechas más recientes, en el período que va de 1996 a 2010, los datos del Padrón de habitantes dibujan una progresión ascendente bastante notable. Este incremento de la población se explica, además de por su crecimiento natural, por la notable llegada de población inmigrante, tanto de otros países como de localidades adyacentes. Este empuje demográfico ha ido paralelo al desarrollo económico que este municipio ha venido viviendo desde hace cuarenta años gracias a la diversificación de su tejido productivo. Especialmente, debe destacarse el protagonismo adquirido por el sector de la transformación de la madera y el del frío industrial. El paisaje de Lucena en la actualidad es un marcado contraste de polígonos fabriles insertos en un mar de olivos. Si bien los orígenes de esta actividad se remontan a la década de los cincuenta, fue a partir de mediados de los años setenta, con el desarrollo turístico de la Costal del Sol, cuando el sector del mueble empezó a tener un impacto de envergadura en el municipio. Las fábricas de Lucena comenzaron a recibir encargos para el equipamiento de hoteles y apartamentos de los municipios del litoral malagueño. En los años noventa tuvo lugar otra fase de expansión, con el establecimiento de nuevas empresas, parte de ellas creadas por antiguos asalariados de las más antiguas. Desde entonces, el sector industrial constituye el principal motor del mercado laboral lucentino.
Según datos de los dos últimos censos españoles, la población activa que se ubicaba en la industria pasó de representar un 29% en 1991 a un 41% en 2001. En lo que respecta a la agricultura, estas proporciones pasaron del 23 al 10% y los servicios del 36 al 42%. Durante años los municipios colindantes aportaron la mano de obra necesaria para completar la campaña del olivar. Con la fase de expansión de finales de los noventa, la oferta laboral de las fábricas de Lucena se amplió muy considerablemente, pasando a constituir otro importante polo de atracción de trabajadores, principalmente jóvenes, de los municipios de la zona (el propio Aguilar de la Frontera) e incluso de provincias limítrofes. Por otra parte, tenemos que tener en cuenta que el incremento sucesivo de la población y de la renta familiar por habitante trajo consigo igualmente un crecimiento del número de viviendas, lo que incidió a su vez en el desarrollo de la construcción, aunque no de manera tan significativa como el sector industrial. Toda esta dinámica económica se ha dejado sentir en la propia estructura social del municipio, en la que el grupo emergente de nuevos industriales ha desplazado de las posiciones preeminentes de la sociedad local a los propietarios de la tierra (Zamora Acosta, 2006).
En cuanto a Aguilar de la Frontera, viene viviendo, en cambio, un estancamiento demográfico desde la década de los setenta. A día de hoy, la agricultura sigue representando el pilar principal de su economía. Cabe destacar, no obstante, que entre los dos últimos censos de población el sector agrícola pasó de representar un 56% en 1991 a un 42% en 2001. El olivar constituye el cultivo por excelencia del municipio. Pero no podemos olvidar que Aguilar de la Frontera se ubica en una comarca vitícola de excelente reputación con la Denominación de Origen Montilla-Moriles, la cual ha visto mejorar estos últimos años su producción destinada a la exportación. La presencia del sector industrial es bastante modesta: de acuerdo con el último censo, acogía sólo al 16% de la población activa. Incluye principalmente los establecimientos para la transformación del aceite de oliva, el vino, la aceituna de mesa, así como la fabricación de cerámica para la construcción. La consulta de las estadísticas del Servicio Andaluz de Empleo sobre contratos registrados en el año 2006 nos revela que apenas existen diferencias entre autóctonos y extranjeros en su distribución por sectores: tanto para unos como para otros, tres de cada cuatro contratos se ubicaban en la sección de agricultura, ganadería y pesca. Ahora bien, como hemos señalado anteriormente, Aguilar de la Frontera es uno de los municipios que más ha venido aportando trabajadores a las fábricas de muebles de Lucena. Durante la década pasada fueron muchos los jóvenes aguileños, de los dos sexos, que ingresaron en dicha actividad mediante desplazamientos diarios. Asimismo, otros jóvenes se emplearon en el sector de la construcción en Córdoba capital (también con trayectos cotidianos) y en algunos municipios de la Costa del Sol (pernoctando en ellos de lunes a jueves). Según fuentes locales, esta dinámica produjo un vacío de mano de obra para la recogida de aceitunas, hasta tal punto que muchos agricultores tuvieron bastantes dificultades algunas temporadas para poner en marcha la campaña. Por último, hay una actividad en Aguilar de la Frontera de la que no podemos hacer abstracción: la de los feriantes, que puede englobar a más de 300 familias. La ejercen personas que, por lo común, la compaginan con otros trabajos en los meses de otoño e invierno (campaña agrícola, en la construcción...).
Un indicador aproximado de este abandono del empleo agrícola por parte de la población autóctona en estos municipios lo podemos encontrar en las estadísticas de trabajadores temporales subsidiados. Si hacemos un repaso a las cifras desde el año 2000 hasta 2006 (es decir, antes del inicio de la crisis económica), comprobamos que se produjo un descenso continuo: en Aguilar de la frontera un 27% y en Lucena un 25%. En lo que respecta al caso lucentino, está claro la mano de obra en el sector del mueble o del frío industrial absorbió una parte estos trabajadores, tanto del municipio como de los que se encuentran próximos.
Itinerarios
migratorios e inserción laboral en los dos contextos locales
Uno de los objetivos de nuestro estudio ha sido reconstruir toda la trayectoria migratoria de los encuestados partiendo de los lugares de nacimiento en Marruecos hasta llegar a los de residencia en Andalucía, sin olvidar las etapas intermedias, incluso si éstas han transcurrido por un tercer país. Las preguntas que nos planteamos fueron las siguientes: el papel de las migraciones internas en Marruecos en la toma decisión de emigrar al extranjero; cuáles fueron los lugares de acogida y de tránsito en España; qué lógica subyace en las migraciones internas en España; qué valoración podemos hacer tanto de los aspectos comunes como divergentes de estos movimientos en función de cada una de las localizaciones estudiadas en Andalucía. Tenemos que tener presente que sólo se tuvieron en cuenta aquellas estancias que duraron como mínimo dos meses. En cierto modo recogimos, de manera resumida, la historia de vida de las personas encuestadas, profundizando aún más en algunos casos con las entrevistas semi-estructuradas.
Las procedencias geográficas de los participantes en el estudio se encuentran muy dispersas por el territorio marroquí. Si nos remitimos a los lugares de nacimiento, se han localizado casos en 33 provincias/prefecturas de las 61 que componen la división administrativa actual de Marruecos. En las figuras 6-9 se ilustran los orígenes geográficos de los encuestados en los dos municipios cordobeses estudiados desde una doble perspectiva: los lugares de nacimiento y los de última residencia antes de emigrar al extranjero. La primera observación a poner de relieve es la gran variedad de provincias que aparecen representadas. Se detecta un cierto paralelismo entre ambos municipios: podemos distinguir dos grupos de provincias, unas ubicadas en el cinturón atlántico y otras en el Marruecos central. Esta distinción se plasma a su vez, en líneas generales, en una escisión de los orígenes geográficos según el tamaño de las circunscripciones de base: coexistencia de inmigrados de origen urbano, procedentes del cinturón atlántico, con otros del medio rural que partieron, generalmente, de las provincias interiores. En los dos municipios está escasamente representado el norte del país. Sin embargo, a pesar de la proximidad geográfica entre Lucena y Aguilar de la Frontera, las procedencias no son del todo coincidentes. En lo que respecta a Lucena, las provincias interiores engloban al 45% de los encuestados, sobresaliendo El Keláa y en menor medida Beni Mellal. La representación del litoral atlántico casi se limita a Casablanca. El resto se reparte por Larache, Tánger-Arcila y Marrakech. En Aguilar de la Frontera tenemos que destacar las provincias de Settat y Safí, extendiéndose otro grupo por un eje que une a Casablanca, Mohammedia y Salé. Cabe destacar que la mayoría de los nacidos en Settat cambiaron su residencia por Casablanca antes de emigrar al extranjero (previa migración intra-provincial ascendente en algunos casos), lo que hace aumentar las aportaciones urbanas en este municipio.
Figuras 6-9. Provincias de
nacimiento y de última residencia en Marruecos de los encuestados en cada
municipio. |
No deja de sorprender que en lugares que concentran unos efectivos más bien modestos de población marroquí nos encontremos con tal diversidad de orígenes geográficos. La clave para entenderlo la encontramos en la posición que ocupan estos municipios en las migraciones internas en España. Como vamos a ver a continuación, Lucena y Aguilar de la Frontera constituyen focos secundarios de destino, lugares a los que los marroquíes llegan muy comúnmente desde otros municipios españoles en los que suele predominar la actividad agrícola estacional. Tal es el caso de algunas localidades de Murcia y muy particularmente de Almería. En gran medida, el cuadro de las procedencias que hemos visto está condicionado por los flujos migratorios que transcurren por las provincias citadas (entre otras), las cuales son más frecuentemente puntos de primera acogida en España. En este sentido, Beni Mellal o El Kelaá están muy presentes entre los inmigrados marroquíes que residen en los municipios almerienses (Cohen y Capote, 2011). Esta presencia se ha reforzado también desde mediados de los noventa en Murcia (Bravo López, 2004).
En efecto, los resultados de la encuesta han revelado que los dos municipios cordobeses estudiados registran algunos de los itinerarios más móviles entre los encuestados: la mitad de la muestra de Lucena y dos tercios de nuestros informantes en Aguilar de la Frontera sostuvieron que cambiaron de residencia, al menos una vez, desde su llegada a España[4]. De nuevo cabe hacer un paralelismo entre los dos casos en lo que se refiere a las provincias por las que han transitado los encuestados, ya que son varias las que se solapan en los itinerarios, tanto de Andalucía (Almería, Jaén y Málaga) como de fuera de ella (Murcia, Ciudad Real y Cuenca). Como decíamos anteriormente, los puntos de circulación recorren áreas en las que la población marroquí se emplea fundamentalmente como mano de obra temporera en el sector agrícola. Quizás sorprenda menos la presencia de los municipios almerienses (El Ejido) o murcianos que los de las provincias castellanas. Uno de los que se repiten es Las Pedroñeras (Cuenca), localidad popularmente conocida como la “capital del ajo”. Este municipio, que no alcanza los 8.000 habitantes, acoge desde principios de la década pasada contingentes de inmigrantes para trabajar en la recogida del ajo, de junio hasta finales de agosto. Entre estos trabajadores destacan los marroquíes, especialmente los oriundos de las provincias interiores como Beni Mellal (García Ortiz, 2004). También se menciona varias veces Torre Pacheco, y más precisamente sus pedanías y diseminados, lugares por los que se distribuye la población marroquí (Gómez Espín, 2002). En este municipio de la Comarca de Cartagena, pese a los esfuerzos realizados por la desestacionalización de las producciones agrícolas en los últimos años, el mercado laboral en el que se inserta mayoritariamente la población inmigrante se caracteriza por la eventualidad y los bajos salarios (Pedreño Cánovas y Torres Pérez, 2008). Lo que queremos poner de relieve es que son los circuitos de agricultura temporal la columna vertebral de la mayor parte de los itinerarios que aparecen reflejados en las trayectorias por España de estos encuestados. Es de destacar igualmente en Lucena y Aguilar de la Frontera la conexión con la Comunidad de Madrid.
La ilustración de algunas trayectorias concretas nos aporta una imagen mucho más nítida de los movimientos detectados hasta arribar a cada uno de los municipios analizados, en particular el importante papel que juegan las redes sociales en la elección de los destinos.
Tres son los aspectos que hemos querido destacar de los itinerarios seleccionados entre los marroquíes de Lucena (figura 10): las rutas en las que se van enlazando diferentes campañas agrícolas, particularmente en el caso de aquellos inmigrantes en situación irregular; el papel de la pujante industria del mueble como factor de atracción; el carácter de Lucena como foco secundario de las migraciones internas en Andalucía. Los cinco casos corresponden a hombres, ya que prácticamente todas las mujeres que participaron en el estudio llegaron de manera directa a Lucena por mediación del cónyuge u otro familiar directo. Estas cinco personas comparten algunos rasgos comunes: emigraron estando solteros con la intención de mejorar la situación laboral que tenían en Marruecos; si bien la mayoría de los encuestados disponían de un trabajo antes de emigrar (o estaban estudiando), las condiciones eran bastante desfavorables. Las procedencias geográficas no son siempre las mismas, así como los itinerarios en España, aunque es posible discernir bastantes puntos comunes entre unos inmigrados y otros.
Los casos A. y B. nos remiten a dos jóvenes veinteañeros, sin estudios, oriundos de dos aduares de la provincia de El Keláa y que emigraron a España clandestinamente. El primero de ellos lo hizo sin contar de antemano con un destino seguro. Todo era imprevisible para él. Sólo disponía de los números de teléfono de algunos paisanos. Orientado por las personas a las que había pagado el viaje en patera, su primera parada en España transcurrió en El Ejido (Almería). A partir de aquí, en un intervalo de aproximadamente un año, va encadenando sucesivas campañas agrícolas por la geografía española, trabajando siempre sin contrato. Vemos que la conexión con Lucena se produce desde Las Pedroñeras (Cuenca), enlazando el final de la temporada del ajo (finales de agosto) con el inicio de la campaña de la aceituna de mesa (inicios de octubre). En lo que a B. se refiere, sí contaba con un contacto previo en España, exactamente un hermano mayor en la provincia de Alicante. No obstante, éste no fue el primer destino en España, sino una de las pedanías de Torre Pacheco (Murcia), lugar al que se dirigió siguiendo los mismos pasos del hermano cuando éste tampoco disponía de un permiso de residencia y trabajo. Esta pauta – hermanos que reproducen los mismos itinerarios - también la hemos apreciado en otros jóvenes que llegaron en la misma situación. A Lucena llegó porque allí se encontraban varias personas de su aduar de origen. Finalmente A. y B. prolongaron su estancia en el municipio cordobés. Tenemos que tener en cuenta que estamos en 2004, en vísperas de una inminente campaña de regularización. Es en Lucena donde estos dos jóvenes consiguen su primer permiso de residencia y trabajo. Además, posteriormente A. es contratado en una empresa de construcción. En cuanto a B. siguió una formación en carpintería metálica, sector en el que posteriormente se empleó. Su primer año de estancia en España transcurrió entre la provincia de Murcia y Lucena trabajando siempre sin contrato, generalmente con personas en su misma situación: “El que tenía papeles no puede trabajar allí en el campo. Porque es un invernadero y hace mucho calor, ¿sabes?”. En su segunda vuelta a Lucena el empresario con el que había trabajado en la campaña anterior le ofreció un contrato de trabajo. A la pregunta de si esta posibilidad no se había dado en los municipios murcianos, nuestro interlocutor respondió que allí únicamente trabajó con otros inmigrantes, casi siempre indocumentados, y precisó no haber tenido en ningún momento contacto con la población autóctona. Ni siquiera con el patrón para el que trabajaba, ya que era otro marroquí el que ejercía de intermediario: “Hombre, yo no he estado trabajando con el patrón de Murcia, estaba trabajando con un encargado marroquí también […] Tiene dos coches con dos grupos. Él habla con el jefe, le dice cuántos tiene, qué fincas se trabaja, que una finca hay que terminarla. Y entonces él le dice las personas que tiene. Que si necesita más, le trae más. En un coche pueden subir seis personas y en la furgoneta siete.” Es decir, en Murcia era un trabajador anónimo más indocumentado. Las restricciones eran mucho mayores. En Lucena, en cambio, sus relaciones no se han limitado a otros inmigrantes y repitió con el mismo empleador, lo que facilitó, como hemos dicho, que éste le proporcionara un contrato de trabajo. En 2005, en el marco del último proceso de regularización en España, consiguió su primer permiso de residencia y trabajo. Inició el curso de soldador en Lucena, tras el cual fue contratado como aprendiz: “Todos teníamos un contrato, todos eran españoles menos yo marroquí”. A partir de aquí empezó a enlazar varios contratos temporales en carpintería metálica, hasta llegar a finales del 2008, fecha en la que fue despedido.
Los otros itinerarios escogidos son menos frecuentes, pero son también de interés. En estos casos podríamos decir que fue la industria del mueble la que actuó como imán de atracción. La primera parada de C., originario de la provincia de Juribga, tuvo lugar en Madrid, donde vivían unos parientes. Ante el escepticismo sobre sus posibilidades de adaptarse a una gran ciudad, toma la decisión de desplazarse a El Ejido, adonde, según nuestro encuestado, “se dirigen todos los marroquíes”. En cuanto a D., casablanqués, llegó a Málaga en 1990, de una manera un tanto improvisada, aprovechando un dinero ahorrado para unas vacaciones. Sin embargo, el viaje de vuelta se fue poco a poco prorrogando y empieza a trabajar como camarero, trabajo que desempeñó durante tres años en Málaga y Granada. Se da la circunstancia de que estos dos hombres trabajaban como carpinteros en sus respectivas comunidades de origen, así que, cuando tuvieron noticias de las carpinterías de Lucena, no dudaron en viajar hasta el municipio cordobés. No obstante, tenemos que apuntar que lo más común, según las informaciones recogidas, es que la incorporación a la industria del mueble suceda después de una primera experiencia laboral en el municipio en el sector agrícola. En último lugar, hemos ilustrado un caso de migración pendular entre Córdoba y las Islas Baleares: se trata de un chico de Rabat que llegó a Lucena a través de unos conocidos (E.). Prácticamente desde su llegada combina el trabajo agrícola durante los meses de invierno con la hostelería en Alcudia. Con este caso queríamos dejar constancia de un sector de los marroquíes para los que la estancia en el municipio cordobés sólo ocupa la mitad del año, el periodo que va de octubre al mes de abril aproximadamente.
Figura 10. Itinerarios
migratorios en Lucena. |
En la primera fase de encuesta, dos de cada tres encuestados en Lucena estaban trabajando por cuenta ajena y lo hacían en su mayoría en la industria del mueble. En un principio, se podría esperar una mayor presencia del sector agrícola. En la fase piloto de la encuesta, realizada en mayo-junio de 2006, ya tuvimos ocasión de comprobar que buena parte de los marroquíes se empleaban en las numerosas fábricas del municipio. No podemos alegar un efecto de calendario que justifique que los trabajadores agrícolas estuvieran menos presentes entre los encuestados, puesto que los primeros cuestionarios de 2007 se aplicaron en el mes de marzo, es decir, cuando aún no había terminado la campaña olivarera. Durante el trabajo de campo hemos constatado que los inmigrantes temporeros no tienen por qué estar empadronados en el municipio y no prolongan su estancia en él más allá de los meses que dura la temporada. Buena parte de ellos se alojan en las viviendas de familiares y paisanos que residen de manera permanente en Lucena. Se trata de una componente importante de la inmigración del municipio, pero únicamente tiene carácter temporal.
En lo que se refiere a la naturaleza de los empleos, salvo uno de los encuestados, todos contaban con contrato, por lo general temporal. Hay un aspecto que consideramos importante subrayar: todos los empleados en la industria del mueble dijeron trabajar más horas de las que figuran en sus contratos. No obstante, éstas eran pagadas al precio de la hora normal. En efecto, se trata de un aspecto muy extendido en estos empleos, y no sólo entre la mano de obra inmigrante, sino también en la autóctona. Los contratos firmados pueden ser incluso de media jornada, pero se trabaja el número de horas correspondiente a una completa (y puede que más): “A veces entras y no te asegura, si quieres es lo que hay. Te cortas o te pasa cualquier cosa...Españoles, extranjeros, todos. Porque no hay otra cosa. Te proponen nada más que esto, tienes que aceptarlo. Estas palabras son de una joven originaria de Casablanca que trabaja en una de estas fábricas desde hace aproximadamente una decena de años. Emigrada en el año 2000, en un principio para cuidar de su madre que estaba enferma, los planes cambiaron después cuando ésta falleció. Al poco tiempo de empezar a trabajar en un restaurante se empleó en una fábrica de muebles. En el momento de la entrevista disponía de un contrato indefinido y seguía apuntando el excesivo número de horas de trabajo durante la jornada. Khaled, emigrado en 2002 desde Safí, se refirió también a las condiciones horarias en las fábricas de muebles: “España tiene trabajo, tiene trabajo duro, tiene mucho trabajo duro. Si trabajas rápido, trabajas mucho tiempo en la empresa, trabajas 11 horas. Aquí en España hay muchas horas y no pagan a la gente la hora extra, no pagan nada. En España es duro, paga bien, la nómina está bien. Pero si tú no tienes fuerza, no puedes trabajar. Si te duele la espalda, no puedes trabajar. Aquí hay mucha gente que está mal de la espalda, porque tiene mucho trabajo”. El entrevistado trabajaba en Marruecos como administrativo en una fábrica de conservas de pescado. Debido a que el sueldo no le daba para cubrir los gastos familiares (esposa e hijos, así como los de su madre y hermanos pequeños), optó por emigrar a Lucena a través de una oferta de trabajo en la campaña aceitunera que le consiguió un pariente que vivía en el municipio cordobés. Al año siguiente de su llegada, decidió probar suerte en la carpintería metálica: “Si trabajo en el campo, poco dinero, no gano mucho, pagar el seguro, pagar el alquiler de aquí, pagar la comida de aquí. Son tres meses y es muy poco, si, son tres meses y a la calle a buscar otro trabajo. Si yo busco trabajo, yo me voy a la empresa de soldador. Trabajo dos años de soldador...”. Aproximadamente un año y medio estuvo trabajando sin contrato. Cuando fue entrevistado por última vez, en mayo de 2008, se encontraba en paro.
El paso de temporero agrícola a obrero en la industria del mueble introdujo una novedad en la vida de varios de los jóvenes encuestados en Lucena: cierto nivel de estabilidad. No es lo mismo ir alternando temporadas de un sitio a otro que disponer de un contrato de trabajo de más duración en el mismo municipio. Pese a que las condiciones laborales, como acabamos de ver, a menudo dejen que desear. En los dos pasos siguientes de la encuesta apenas se han apreciado cambios en los datos de Lucena. Sí podemos señalar que en la tercera oleada era perceptible un temor en los encuestados ante la posibilidad de perder el trabajo. Algunos de ellos habían visto reducir drásticamente su jornada laboral. El 11 de abril de 2008 aparecía en el diario Público el siguiente titular: “Lucena, el termómetro roto de la madera”. La noticia informaba de que los responsables locales de empleo sostenían que, de las 465 empresas dedicadas a la madera, el 66% estaban inmersas en procesos de despido. Efectivamente, la crisis del empleo en Lucena ha tenido efectos devastadores, tanto para el municipio en sí, como para los que lo rodean. Tomando como referencia los meses de enero de 2005 y 2010, comprobamos que el número de personas paradas registradas en el Servicio Andaluz de Empleo aumentó en un 44,4%. Sin duda, si el trabajo de campo se hubiera prolongado unos meses más, los efectos de la crisis se hubiesen hecho notar mucho más en los datos recogidos.
En definitiva, estos resultados nos han revelado que la especificidad del caso lucentino con respecto a otros municipios cordobeses o jiennenses, en los que la campaña olivarera ha constituido el eje de atracción de una inmigración esencialmente temporal, es el cambio de sector ocupacional que ha significado para una proporción no desdeñable de su población activa el paso a la industria del mueble. Antes hemos visto que el itinerario geográfico de los encuestados en Lucena se compone de varias etapas, de desigual duración, que han transcurrido por varias provincias españolas en las que trabajaron, por lo general, como temporeros agrícolas. Fue enlazando una campaña con otra como muchos de estos inmigrantes arribaron a Lucena. Pese a que no han faltado testimonios de personas que llegaron atraídas por el empleo en la industria del mueble, en su mayor parte lo hicieron para participar en la campaña agrícola de otoño-invierno y posteriormente encontraron la oportunidad de emplearse en las fábricas de muebles o en otros sectores profesionales.
En lo que respecta a Aguilar de la Frontera (figura 11), los rasgos que hemos querido privilegiar en la representación de los itinerarios son muy similares a los de Lucena: los enlaces de las campañas agrícolas como eje de las trayectorias y su función como destino secundario en las migraciones internas en España. A estos dos aspectos tendríamos que añadir una característica más: los contactos entre comerciantes ambulantes como otro factor a tener en cuenta en la elección de Aguilar de la Frontera como destino.
En esta ocasión sí combinamos itinerarios de mujeres (2) y de hombres (4). Los primeros casos (A., B. y C.) aluden de nuevo a un esquema de movilidad que se desarrolla por zonas donde la población marroquí se emplea generalmente en el sector agrícola. Comprobamos que se repiten algunos de los municipios que veíamos en Lucena: por ejemplo, no podía faltar El Ejido (A., oriundo de Beni Mellal) ni Torre Pacheco (B., procedente de Safi). En los dos casos esta primera etapa no cubrió el año de duración. Si bien en este tipo de movimientos predomina el perfil de un hombre joven, soltero o sin cargas familiares en España, también hemos encontrado algunos casos de familias itinerantes, aunque son mucho menos comunes. La tercera trayectoria representada corresponde a una mujer de origen rural de la provincia de Taurirt que emigró casada con dos hijos pequeños. El marido llevaba varios años en España empleado en el sector agrario. Esta familia trabajaba en distintos municipios viajando en una furgoneta que habían equipado. En Aguilar de la Frontera recalan por mediación de unos familiares en 2004. A partir de esta fecha el municipio cordobés se convertirá en el lugar permanente de residencia. No obstante, la movilidad no se detiene, ya que seguirán participando en las campañas agrícolas de otros municipios, por ejemplo en Carmona (Sevilla), en la siembra y recogida de lechugas, con desplazamientos de ida y vuelta diarios.
Las otras tres trayectorias responden a una lógica diferente. Aquí el enlace con Aguilar de la Frontera se inserta en una movilidad ligada al comercio ambulante, sobre todo por ferias. Como mencionamos anteriormente, se trata también una actividad bastante corriente entre la población autóctona durante los meses de primavera y verano. El entrevistado D. en Aguilar nos aclara algunas cuestiones al respecto. Emigrado a principios de la década de los noventa desde Casablanca para reunirse con el padre, estuvo viviendo varios años en la provincia de Badajoz. En todo este tiempo se dedicó al comercio ambulante. El radio de los desplazamientos que realizaba se extendía hasta la provincia de Sevilla para trabajar en las ferias y romerías de agosto. En estos trayectos entra en contacto con otros marroquíes asentados en Montilla (Córdoba) y Aguilar de la Frontera, algunos de ellos incluso desde mediados de los años ochenta. Según nuestro informante, son dos los factores que favorecen la instalación en el municipio (así como en Montilla) de los marroquíes que se dedican a esta actividad: en primer lugar, el poder simultanear dicha ocupación con el trabajo en la recogida de la aceituna durante los meses de invierno; en segundo lugar, la localización geográfica de Aguilar de la Frontera en el corazón de Andalucía y su buena conexión con municipios de otras provincias (Málaga, Sevilla, Granada y Jaén).
Este tipo de itinerario nos lleva incluso hasta la Comunidad de Madrid. Es el caso de E., encuestado en las tres fases de encuesta e igualmente entrevistado en mayo de 2008. Nacido en la provincia de Safi, llegó a España en 1991, después de pasar aproximadamente un año en el sur de Italia, donde entró en contacto por vez primera con la actividad comercial ambulante. Después, poco antes de la regularización de 1991, se desplaza a Madrid: “He estado vendiendo en la feria, y en abril, a finales de abril, empezamos a venir aquí, a Andalucía. Abril, mayo empezamos a hacer la feria y esto. Hacemos Rota en Cádiz, hacemos todo esto en mayo. Lora del Río, Dos Hermanas en Sevilla, como se llama la romería grande del Rocío… Todo mayo lo hacemos en Andalucía, y luego, al final de junio, empezamos el norte. En julio, agosto, semanas al norte […].Por Pamplona, por pueblos de (no se entiende el nombre), pueblos de Bilbao, pueblos de Vitoria, la feria de Vitoria, Logroño… hacemos todo esto. Y luego en septiembre venimos a hacer la feria, como se llama, de Castilla la Mancha, de Ciudad Real… Tomelloso y eso. Todos estos en septiembre. La mayoría de las ferias son en septiembre, y luego en octubre paramos. Y cuando venimos a Andalucía, encontramos amigos aquí en Andalucía, vendiendo también en la feria… No, nos conocemos nada más que en la feria y cuando venimos, venimos a su casa a duchar, a comer… cuando nos conocimos, nos conocimos en la feria en Ayamonte, siempre estamos en la feria juntos. Cuando terminamos la feria, siempre me quedo en su casa 3 o 4 días hasta que empieza la feria. En Montilla, me gusta vivir allí y por esto me traje a mi mujer”.
Figura 11. Itinerarios
migratorios en Aguilar de la Frontera. |
No ha quedado muy claro el papel que los propios comerciantes de Aguilar de la Frontera pudieron desempeñar en el curso de estos itinerarios. Hemos recabado indicios de que hubo contactos iniciales en los años ochenta con vecinos no sólo de Aguilar, sino también del municipio vecino de Montilla. También podemos dar cuenta de ello con la ilustración del último caso: se trata de una mujer joven, nacida en Alcazarquivir, que contrajo matrimonio con un hombre de Aguilar de la Frontera al que conoció justamente trabajando en una feria en un municipio próximo a Valencia que no nos supo precisar. Lo que sí parece claromás que por las rutas de la agricultura estacional, muchas de estas trayectorias se orientaron por el contacto y la transmisión de información entre marroquíes que se dedicaban al comercio ambulante por ferias y mercadillos. Es de destacar la variedad de provincias desde las que se produce el enlace con el municipio cordobés.
En determinados casos el radio de acción de estos vendedores se extiende incluso a terceros países. Un ejemplo bastante ilustrativo es el de Rachid. Emigró a España a finales de los ochenta cuando sólo se necesitaba un pasaporte en regla. Después de un periodo de vacilación regresa a su ciudad natal, Kenitra, para posteriormente reemigrar al sur de Italia, donde vivía uno de sus hermanos. Dispuso de un permiso de residencia y trabajo. Tras una estancia en este país, vuelve de nuevo a España, concretamente a Aguilar de la Frontera. A partir de este momento inicia unos desplazamientos continuos entre los dos países ligados a su actividad como comerciante, con estancias intercaladas en Marruecos. Le preguntamos a Rachid si esta forma de proceder no le resultaba excesivamente costosa, y esta fue su respuesta: “No, porque, por ejemplo, cuando vivía en Italia, venía de Italia a Marruecos. Hay veces de Marruecos vengo aquí, no salgo a Italia. Me vengo aquí a trabajar y me paso 4 meses, 3 meses, trabajo aquí y vuelvo otra vez a Kenitra. Cuando vuelvo a Kenitra, lo pienso, si me gusta vengo aquí o si Italia, me voy a Italia. Si voy a Italia, está la casa de mi hermano y aquí hay muchos paisanos también”. Al cabo de 11 años y coincidiendo con la finalización del permiso italiano, decide asentarse en España. Señala que el principal motivo fue la cercanía con Marruecos y poder realizar más frecuentemente visitas a su ciudad natal. Hay que decir que este hombre, pese a presentar un historial maduro, ha preferido no reagrupar a la familia. Pero, además de la proximidad geográfica, ¿acaso la estabilidad no era un motivo suficiente para tomar la decisión de fijar el domicilio en España?
Varios de estos inmigrantes ya habían trabajado como comerciantes antes de emigrar al extranjero. En otros casos este ejercicio empezó después por emulación de otros inmigrados. Lo que empieza siendo un ejercicio improvisado a la espera de encontrar otras alternativas, acaba convirtiéndose, poco a poco, en la ocupación principal. La trayectoria de uno de nuestros informantes es muy ilustrativa. Hombre originario de Yusufía, su primer destino en el extranjero fue Italia. Su primer trabajo fue como temporero agrícola. A las pocas semanas tuvo su primera experiencia como comerciante ambulante en una playa, siguiendo la orientación de un paisano: “Allí encontré como tres habitaciones grandes en la playa, al lado del mar. Yo vi que él pone cartones y eso, y empieza a vender allí. Me levanto a las nueve y me voy a la parada a esperarle, viene él y luego nos vamos a esperar los dos hasta las once, las diez y media, once y media a un marroquí con una furgoneta, la abre y compras lo que quieras... Yo compraba nada más que mecheros y toallas para el mar. La primera vez compré 10, la segunda 20, 26 y después lo pones...”. Cuando acabó el verano, el entrevistado cambió de municipio. En su nueva residencia entró de nuevo en contacto con otro marroquí, esta vez de su misma ciudad: “Empiezo poco a poco hasta que he hecho pañuelos, calcetines y eso al lado de ese mercado. Luego me fui a buscar mercancías, a vender mercancías y de ahí empecé a vender. Luego también estuve trabajando en jardinería, porque toda mi vida he tenido un huerto, tengo también experiencia. Uno nos alquila su casa y vivimos en ella [...]. De este modo empiezo a trabajar con él. Por la mañana vendo en el mercado de los pueblos o en el mercadillo que te he dicho. Por la tarde voy a trabajar en el jardín. Sigo con él desde enero hasta septiembre, y de ahí ya vendiendo por la mañana y por la tarde…”. Cuando re-emigró a España no tardó en buscar la manera de seguir como vendedor ambulante. Incluso descartó trabajar como soldador, actividad a la que se dedicaba en Marruecos antes de emigrar.
La mayoría de los encuestados en Aguilar de la Frontera trabajaban cuando se les contactó por primera vez. Los sectores de ocupación aparecen bastante repartidos: agricultura, construcción, industria... Para valorar este dato tenemos que tener en cuenta un posible efecto de calendario: los tres pasos de la encuesta se realizaron en las estaciones de otoño e invierno, básicamente. Es decir, fuera de la temporada de ferias y romerías. Es muy posible que si uno de los pasos se hubiese realizado entre mayo y septiembre, hubieran aparecido algunos matices en los resultados. De hecho, el 60% de los encuestados en Aguilar de la Frontera afirmaron que en el último año habían trabajado en al menos otro municipio distinto. En lo que se refiere a la naturaleza de los empleos, tenemos que señalar de nuevo que, como en Lucena, sólo una minoría señaló que las horas extras eran pagadas a un precio más alto. En lo sucesivo, los cambios se detectan en el tercer paso, particularmente por el aumento de los que se encuentran sin trabajo, que se empleaban antes en las fábricas de muebles.
En definitiva, vistos estos resultados, es pertinente preguntarse por las razones de esta pequeña “concentración” de marroquíes que comparten dedicación al comercio ambulante durante buena parte del año. Otro de nuestros entrevistados que ha ejercido esta actividad desde llegada a España, insiste también en la localización geográfica de Aguilar de la Frontera: “Eligieron vivir en Aguilar porque esta gente no tiene el permiso de conducir y aquí en Aguilar se puede viajar en autobús a Puente Genil, por ejemplo, a Montilla, a Lucena, a Cabra, con el autobús. Eligieron el pueblo que tiene autobús para siempre moverse”. En efecto, la localización de Aguilar de la Frontera en torno a los principales ejes de conexión regionales es un aliciente que los propios agentes de desarrollo local resaltan como factor para la promoción de Aguilar de la Frontera. Como se dijo anteriormente, el estar situado en el “corazón” de Andalucía constituía una ventaja para estos comerciantes a la hora de desplazarse por un amplio abanico de municipios repartidos por las provincias de Córdoba, Sevilla, Málaga, Granada y Jaén. A esta “renta de situación” tenemos que añadir otra ventaja comparativa: poder combinar la actividad comercial con la agrícola durante los meses de invierno, aprovechando la ya mencionada falta de mano de obra en este último sector.
La pregunta que nos planteábamos cuando finalizó la primera fase de encuesta era cuál sería la evolución del panel en cada municipio en los dos pasos siguientes. Partíamos de la premisa de que, con toda probabilidad, se irían registrando pérdidas entre los efectivos encuestados. La frecuente movilidad geográfica de la población marroquí era una realidad de la que no podíamos hacer abstracción: posibles reemigraciones a otros lugares, cambios de residencia intra-municipales, desplazamientos laborales ligados al calendario... podrían hacer mermar la muestra original.
El primer dato a poner de relieve es el alto grado de continuidad de los encuestados en los dos municipios cordobeses: tres de cada cuatro seguían residiendo en cada uno de ellos en la tercera fase del estudio. Estos resultados hicieron que nos preguntáramos si la muestra la integraron, eminentemente, marroquíes que presentaban un grado importante de firmeza en su instalación, en detrimento de otros que se hallaban en una situación más inestable y posiblemente por ello más móviles. A ello no es ajeno que la mayor parte de los encuestados estaban casados y habían reagrupado a sus familias cuando se les contactó la primera vez, lo que significa muy a menudo un freno para la movilidad. Sin descartar que el sesgo se haya podido producir – indudablemente es más fácil ubicar a los más arraigados-, tanto en los dos municipios cordobeses como en los otros que han formado el panel de casos estudiados podemos advertir la coexistencia de componentes de personas bastante asentadas junto con otras cuya presencia es menos estable y en algunos casos meramente ocasional durante las distintas campañas agrícolas. Tampoco podemos olvidar que ambos municipios comparten un rasgo común: que la mayor parte llegaron después de haber transitado por otras provincias españolas, en las que, por lo general, trabajaron como temporeros agrícolas. Para estas personas estos dos municipios representaron una novedad, como se ha apuntado antes: el lugar donde encontraron un cierto margen de estabilidad laboral. En lo que a Lucena se refiere, el empleo en la industria del mueble permitió a bastantes jóvenes cambiar de sector; en Aguilar de la Frontera, combinar la actividad agrícola durante los meses de otoño e invierno, con el comercio ambulante en primavera y verano, y por tanto, mantenerse ocupados todo el año de manera casi ininterrumpida.
Conclusiones
Las migraciones son un proceso dinámico cuyo estudio requiere incorporar la variable temporal para tratar de captar los mecanismos intermedios que operan en ellas y examinar cómo éstos se articulan en el espacio. Esta fue una de nuestras hipótesis de partida. La reconstrucción de los itinerarios migratorios en su integridad nos ha permitido detectar las lógicas que subyacen en la llegada e instalación de los inmigrados marroquíes en una provincia andaluza, Córdoba, que no opera, en principio como importante lugar importante de atracción. Si bien la repercusión de la inmigración extranjera en Córdoba es bastante moderada, es de destacar no obstante su difusión a largo de la década pasada por gran parte de su territorio. Los dos casos estudiados, Lucena y Aguilar de la Frontera, nos han revelado algunos matices divergentes, pese a la proximidad geográfica entre los dos municipios. Los inmigrados en los dos comparten el paso por zonas clásicamente receptoras de inmigración marroquí (y en las cuales, por lo común, trabajaron en condiciones de irregularidad): la más representativa de ellas es la provincia de Almería, a la que podríamos añadir Murcia. Las trayectorias de estos inmigrados se han regido, muy a menudo, por los circuitos del trabajo temporal en la agricultura, tanto a través del litoral mediterráneo, como transitando por algunos enclaves interiores (provincias de Cuenca, Ciudad Real o Jaén). Pero en el caso específico de Aguilar de la Frontera, tenemos que hacer mención a los itinerarios resultantes de las relaciones establecidas entre comerciantes ambulantes. Fue así como bastantes de los encuestados en esta localidad cordobesa llegaron a ella. De ahí el interés de los estudios a escala local.
Por último, es de destacar la disposición a la movilidad que se desprende de los testimonios de la mayor parte de nuestros informantes, generalmente motivada, como hemos visto, por la búsqueda de empleo y de mejores oportunidades de promoción. Los cambios de residencia son más usuales entre los más jóvenes, que siguen solteros o no han reagrupado a sus familias y que se encuentran en los primeros años de estancia en España. Ahora bien, el objetivo último es encontrar la estabilidad en un lugar en el que instalarse de manera indefinida. En este empeño insistieron sobre todo aquellos inmigrados que se han visto obligados a desplazarse continuamente desde que llegaron a España. Fijarse en un determinado municipio de manera estable es un primer requisito para proceder a la reagrupación familiar o fortalecer el contacto con la población autóctona y, en general, acceder a otras condiciones que favorecen el arraigo en los espacios de inmigración.
Notas
[2] Convocatoria 2006, Proyecto SEJ-1390.
[3] La muestra ha sido diseñada por el Instituto de Estadística de Andalucía tomando como marco referencial el Registro de Población de Andalucía (RPA) con fecha 1/07/2006, el cual recoge los datos individualizados de las personas inscritas en los padrones de los ayuntamientos de los municipios andaluces. Las condiciones que hemos definido como punto de partida han sido las siguientes: un máximo de 700 personas encuestadas, un error menor de un 10% en las capitales de provincia, un mínimo de 20 unidades muestrales por municipio y, para el resto, un reparto proporcional. La muestra final la compusieron finalmente cerca de 600 personas.
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Edición electrónica del texto realizada por Jenniffer Thiers.
Ficha bibliográfica: