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SOBRE LA ÉTICA Y LA GEOGRAFÍA
Para la
finalización del XII Coloquio Internacional de Geocrítica deseo hacer una
pequeña alusión al asunto de la ética en el ejercicio profesional de la
geografía. Debo reconocer que éste no es un tema que se trate cotidianamente en
nuestro ámbito profesional e investigativo, es un asunto que corresponde más a
los debates no formales y extra académicos; sin embargo, sí es uno de los temas
con los que de una u otra forma tenemos que lidiar cotidianamente. Aquí surge
una pregunta inicial: ¿por qué tratamos poco el tema de la ética en la
geografía? Este cuestionamiento ameritaría una investigación exhaustiva, pero
voy a intentar plantear apenas algunos asuntos al respecto sin pretender llegar
a una respuesta; probablemente, lo más importante en la ciencia y en la
academia sean las preguntas, ya que ellas alientan la investigación y la
reflexión; las respuestas siempre serán parciales y provisionales… Las
supuestas respuestas son válidas de forma contextual, tanto en términos
espaciales como temporales, ya que caducan. Y como el territorio está en
contante cambio, mutación, hibridación y re-definición, este asunto de lo
contextual es supremamente relevante. Tal vez se ha llegado aquí a un punto
interesante: lo ético en la geografía se refiere a lo contextual.
Antes de seguir, es adecuado revisar muy someramente qué es ese asunto de la ética. Según la Real Academia Española, la palabra ética proviene del latín “ethĭcus”, y este del vocablo griego, que algunos asocian con el ethos, cuyo significado es costumbre; en tanto adjetivo se define como algo “Perteneciente o relativo a la ética” así como “Recto, conforme a la moral”; además, se asume que es una palabra asociada a una “Persona que estudia o enseña moral”; también se refiere a la: “Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”; e igualmente se vincula al “Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”, como en el caso de la “Ética profesional”. A esta altura, el asunto de la ética en la geografía se complica profundamente.
Como puede advertirse en las anotaciones anteriores, otro concepto ha entrado a la escena de esta micro-reflexión: el vocablo “moral”. Este proviene de latín morālis; en tanto adjetivo se define por una parte como “Perteneciente o relativo a las acciones o caracteres de las personas, desde el punto de vista de la bondad o malicia”, por otra a que “Que no pertenece al campo de los sentidos, por ser de la apreciación del entendimiento o de la conciencia”, y como algo “Que no concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano”; también se asocia a la “Ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia”; asimismo, como el “Conjunto de facultades del espíritu, por contraposición a físico”; como los “Ánimos, arrestos”; como “Estado de ánimo, individual o colectivo”; y “En relación a las tropas, o en el deporte, espíritu, o confianza en la victoria”. Si el término ética introdujo muchos elementos, el de moral lo agudiza.
Se ha señalado que la ética y la moral están íntimamente ligadas, aunque son distintas. Algunos estudiosos del tema asumen que la ética no se refiere a ninguna norma particular, a ninguna conducta específica, aunque sí le interesa lo supuestamente bueno y cómo se debe actuar. Mientras que la moral sí se refiere a un conjunto de acciones o comportamientos respecto a algún marco de referencia concreto. Es por ello que algunos escritores, como Fernando Vallejo, a quien por cierto la Universidad Nacional de Colombia hace poco tiempo le otorgó un Doctorado Honoris Causa, ha señalado que uno de los grandes errores de la filosofía ha sido empantanarse en conceptos y juegos de palabras que no llevan a nada. En todo caso: ¿cómo definir lo supuestamente bueno o adecuado?, ¿cómo imponerle a alguna comunidad humana específica un modo particular de comportamiento?, ¿cómo decirle a un campesino o a un habitante de un barrio marginal de una ciudad grande en Colombia que una inundación no es producto de la rabia de Dios, que hay razones asociadas a la dinámica del territorio? ¿Será que si un geógrafo trata estos temas con la comunidad está violando su ética? ¡Qué enredo!
Es más, ¿será ético que un geógrafo hable sobre la ética geográfica, sin ser filósofo, quien es el estudioso que supuestamente trabaja sobre la moral? O visto desde otro ángulo: ¿es ético que la filosofía trate sobre la ética de un campo del conocimiento que en general desconoce? Personalmente puedo afirmar que he discutido con algunos filósofos amigos y conocidos, y para ellos el asunto del mapa, de los sistemas de información geográficos, de los riesgos naturales, de la planificación, de lo multiescalar, de la percepción remota y del ordenamiento territorial les suena a una lengua muerta o que desconocen. No pretendo desestimar los importantes aportes de la filosofía, de la cual incluso nos seguimos nutriendo, por ejemplo en torno a la posmodernidad, el posestructuralismo y el posmodernismo, pero sí deseo dejar claro que en el mundo de hoy, en la academia de hoy, hay un fuerte distanciamiento entre diferentes campos del saber. ¿Será ético desconocer por dónde va el mundo y el lugar a inicios del siglo XXI, al momento de intentar interpretar y generar alternativas de solución a problemas espaciales, territoriales y paisajísticos desde la geografía? Probablemente algo ético en el ejercicio de la geografía es tratar de aproximarse a la complejidad del territorio, del espacio del hombre, y no solo a tratar de hacer bien el mapa y el cruce o joint entre una base espacial georreferenciada y una base de datos alfanumérica.
En el contexto colombiano, me pregunto si son éticos los múltiples actos de diversos actores que han derivado en situaciones como las siguientes:
Pero los conflictos, tanto los cotidianos como los epistemológicos y conceptuales, pueden ser una oportunidad para proponer. En Colombia falta mucho por formular desde la geografía y, más aún, falta actuar desde la geografía. Por lo que hemos visto, la ética requiere un marco de referencia, un sistema de ideas que, por lo general, no es compartido por completo por otros. Entonces: ¿cómo aterrizar más específicamente el asunto de la ética en la geografía?
Ives Lacoste en 1977 escribió un gran texto que no requiere de mucha interpretación para comprenderlo: La geografía un arma para la guerra. En él comenta y argumenta que desde el siglo XIX existen dos grandes vertientes de la geografía: 1) la escolar y académica, a la que nos dedicamos, y 2) la de los estados mayores, muy ligada a la geopolítica y la geo-estrategia, asociada a los gobiernos y las élites transnacionales avarientas, asesinas y corruptas. Sí, lastimosamente desde un panorama histórico y diacrónico es indudable que parte de la geografía ha servido para la guerra, la explotación y la opresión.
En contraposición, como lo planteó de forma muy aguda Horacio Capel al momento de recibir el Nobel en Geografía, el Grand Prix Vutrin Laud, es posible asumir que la geografía también debe servir para la paz, para la reconciliación, para lograr diseñar alternativas, escenarios, mundos posibles en el que el centro de todo sea el humano, y no solo el afán de hacer negocio, de imponerse a los demás….
No he llegado a ninguna solución al problema de la ética en geografía, y no lo plantee como un objetivo, sino como una excusa para la reflexión. ¿Cavilar en geografía es ético?, considero que sí, es necesario hacerlo, ojalá de forma continua y abierta.
Para finalizar esta intervención, y sin pretender que se acabe la discusión respecto a la ética en la geografía colombiana o en la geografía de forma genérica -más bien ojalá se genere un gran alboroto y un ambiente de discusión y de producción escrita al respecto-, considero conveniente señalar que desde mi punto de vista la ética en la geografía colombiana, en el ejercicio profesional de la geografía, como mínimo requiere: tener una actitud siempre contextual, ya que los territorios son ineludiblemente diferentes y diversos; una actitud crítica, puesto que en nuestro país hay muchos problemas ligados directamente al territorio; una perspectiva abierta, ya que la pretensión de la geografía en el fondo es ontológica; y un afán por la mejora colectiva de las condiciones de vida de los seres humanos que habitan esta porción del planeta Tierra y de toda en conjunto. Incluso, tal vez, lo más ético sería luchar por la dignidad de todas las formas de vida sobre el globo.
¡La discusión queda abierta!
© Copyright Jeffer
Chaparro Mendivelso, 2012.
© Copyright Scripta Nova, 2012.
Ficha bibliográfica: