Menú principal |
Scripta Nova |
OTRAS REVOLUCIONES, OTRAS INDEPENDENCIAS
Otras revoluciones, otras independencias (Resumen)
Durante las décadas de 1960 y 1970, en Latinoamérica se vivieron otros procesos revolucionarios -diferenciados de las de mediados del siglo XIX- que se leyeron historiográficamente como triunfantes en algunos países, por ejemplo Cuba y como vencidos en otros. Entre estos últimos, el proyecto guevarista se expresó con un enfoque latinoamericanista superando las fronteras de los estados-nación. La adhesión de los jóvenes de diferente extracción política y la formación de grupos armados que respondieron a este ideal, se dio en un contexto revolucionario abarcador de levantamientos en Europa, África, y Asia.
Las revoluciones de resistencias latinoamericanas durante la Guerra Fría se rebelaron contra el imperialismo estadounidense y en cada caso nacional a procesos específicos como la asunción de gobiernos militares. En Argentina, el estado burocrático autoritario de 1966[1] anuló los mecanismos políticos democráticos con el propósito de restituir el orden social y económico anterior, modificado por la organización autónoma de la clase trabajadora lograda a partir de 1945. Dicho estado apoyó su accionar en las doctrinas de enemigo interno y de seguridad nacional para convertirse en máquinas de guerra[2].
A través de esta comunicación se busca analizar las estrategias territoriales de los grupos revolucionarios de fines de 1960 y principios de 1970 y las respuestas territoriales del estado burocrático autoritario. Intentamos reconstruir estos ejercicios de poder a través de entrevistas a informantes claves, fuentes de archivos oficiales y privados y discursos de la prensa nacional y local.
Palabras clave: independencias, revoluciones, territorios, Latinoamérica, 1960-70.Other revolutions, other independences (Abstract)
During the decades of 1969 and 1979 in Latin America other revolutionary processes – differentiated form those of the mid XIX - were lived that were historiographically read as victorious in some countries, for example Cuba and as defeated in others. Among the latest the guevarista project expressed itself going beyond the borders of states-nation and with a Latin American approach. The support of young people from different political origins/backgrounds to this project happened in a revolutionary context covering uprisings in Europe, Africa and Asia.
The revolutions of Latin American resistances during the confrontation of the so called “Cold War”, rebelled against the American imperialism and in each national case with specific processes, as the assumption of military governments. In Argentina, the burocratic authoritarian state of 1966 (O’Donnell 2009), cancelled the democratic political mechanisms with the purpose of re establishing the former social and economic order, modified by the autonomous organization of the working class achieved from 1945. Such state backed its doings in the doctrines of the internal enemy and of the national security to become war machines. (Deleuze y Guatteri 1997).
Through this communication we try to analyze the territorial strategies of the revolutionary groups of the decade of 1960 and the beginning of 1970’s and the territorial answers of the burocratic authoritarian states. We try to reconstruct the practices of the power, through interviewing clue informants, examining sources of official and private files, and the speeches in the national and local press.
Key words: Independences, revolutions, territories, Latin America, 1960.
El
proyecto guevarista en Latinoamérica, basado en la experiencia cubana proponía
rescatar la mecánica del movimiento revolucionario usado en la isla y aplicarla
en el continente. Los principios de la estrategia foquista se podían resumir en
tres ideas: el pueblo podía vencer al ejército; el foco debía crear las
condiciones para la revolución y la lucha armada en la subdesarrollada América y
correspondía realizarse fundamentalmente en el campo[3].
Los grupos de resistencia revolucionarios latinoamericanos tuvieron un accionar territorial amplio tanto en el ámbito rural como en el urbano. Sus desplazamientos singulares, se desarrollaron en ámbitos difíciles de vigilar y en los que se vieron involucradas las poblaciones locales. En la mayoría de los casos, eludieron y traspasaron los controles limítrofes de los estados-nación y se vincularon a países europeos tejiendo redes espaciales que les permitieron una importante movilidad trasnacional.
Si bien, los discursos y las políticas de los países latinoamericanos de los sesenta, fueron orientadas por un nacionalismo de base territorial que sostenía la defensa de la soberanía de los estados y que agudizaba la hipótesis de conflicto con los países vecinos, existió entre los gobiernos de la región, colaboración y acuerdo sobre la necesidad de reprimir estos movimientos que intentaban cuestionar su poder. Concomitantemente, la definición de zonas de seguridad fronteriza por parte de los estados no sólo se dirigió al control de la influencia de los países vecinos sino también a la búsqueda de limitación de las movilidades de los revolucionarios. Así, este entramado de relaciones ilegales y legales nos permite reconocer a las fronteras de los estados nacionales, en el período en cuestión, con un alto grado de fluidez[4].
En estos términos se pueden pensar otras revoluciones diferenciadas de las de mediados del siglo XIX, otras ideas de patria e independencia, que se gestaron durante las décadas de 1950 y 1960 en Latinoamérica. Dichas revoluciones de resistencias durante la Guerra Fría se rebelaron contra el imperialismo estadounidense y, en cada caso nacional a procesos específicos como la asunción de gobiernos militares o a la ausencia de prácticas democráticas de parte de las administraciones existentes. Reflexionando sobre las estrategias de los estados y de los grupos revolucionarios se puede explorar diversos modos de territorialización durante la lucha armada. ¿Cómo se enfrentaron a estos levantamientos los organismos oficiales de los estados burocráticos autoritarios?; ¿qué estrategias usaron los revolucionarios para traspasar las fronteras de los estados?, ¿lograron ocultarse de un estado que fue transformándose en una máquina de guerra? Para acercarnos a estas respuestas, analizamos el caso de jóvenes que comienzan la militancia en su época de estudiantes y participaron activamente de la resistencia revolucionaria a fines de 1960 y durante 1970.
Pedro Goyena al
268
Sara Palacio y Marcelo Verd se conocieron a fines de la década de 1950 militando en la Federación Universitaria de Córdoba. Marcelo vivía en un departamento con otros estudiantes en la calle Pedro Goyena al 268 en el que estudiaba odontología, Sara se preparaba para ser obstetra. En Córdoba, para esos años entusiastas universitarios se juntaban a discutir de política en un famoso club de boxeo. En el ring se disponían los oradores y debatían sobre teoría política. A veces en el departamento se reunían con el interprete argentino Atahualpa Yupanqui y entre asados, fútbol y guitarreadas soñaban con otro país. Era la época de la “laica o libre[5]” y estos jóvenes politizados salían a la calle a repartir cintas a favor de la responsabilidad estatal en la educación. En este contexto, algunos grupos hablaban de la lucha armada, sin embargo el partido Comunista no acordaba con ella y abogaba por la disputa política[6].
A medida que el compromiso político se fortalecía, comienzan a evidenciarse diferentes tipos de movilidades. Marcelo y Sara se casaron en la ciudad de San Juan al medio día del 22 de diciembre de 1961. Volvieron a Córdoba y se establecieron en un barrio “tomado” por parejas jóvenes, de casas pequeñas, humildes y pobres del banco hipotecario que no habían sido adjudicadas. En la casa de los Verd, las mujeres cocían de noche los uniformes para las acciones de protesta. Ellas no sabían muy bien para quiénes eran, ni quién traía las telas y no preguntaban. Marcelo para entonces trabajaba en la policía de Córdoba y conseguía información importante para las primeras acciones. Fue entonces, Córdoba el escenario de los debates políticos, algunas acciones de protesta y el lugar de los primeros contactos con gente que reclutaba jóvenes para ser adiestrados en Cuba
Sara se recibió de obstetra en agosto de 1961, Marcelo de odontólogo en 1964. Ese año, se organizó en el monte salteño la primera entrada de las escuadras guevaristas en la Argentina. Un puñado de hombres al mando de Ricardo Masetti[7], el Comandante Segundo del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), llegaba cerca de Orán con el objetivo de armar un foco revolucionario[8]. En 1965, los Verd vivieron unos meses en Tucumán.
Luego del golpe de 1966, que derrocó al presidente constitucional Arturo Illía y en el que asumió la llamada Revolución Argentina con Juan Carlos Onganía como presidente de facto; Luís Stamponi[9] quien apoyó las acciones en Salta se conectó con sectores estudiantiles y sociales que conocía en argentina desde años atrás, incorporando a varios jóvenes, entre ellos a Marcelo Verd ligado al EGP[10].
“A mediados de la década del sesenta, la revolución parecía ser un futuro a punto de volverse presente. Pero no se podía dejar su concreción en manos del destino, había que involucrarse, hacerla posible en cada lugar”[11]. Muchos jóvenes latinoamericanos, muchas parejas se embarcan a Cuba para “hacer la revolución”. Marcelo Verd y Sara Palacio, un matrimonio cuyano partirá tras el mismo sueño, pero no van solos llevan a sus dos hijas.
De las palabras a los hechos. Las estrategias
territoriales de los movimientos revolucionarios en el monte
Teniendo en cuenta la historia cubana y de otros países de América Latina, la guerra de guerrillas constituía una opción cuando la paz social había sido quebrada por fuerzas opresoras que se mantenían en el poder contra el derecho establecido por los pueblos. La resistencia popular crecía cuando estaba agotada la posibilidad de lucha cívica. La guerra de guerrillas -en palabras de Ernesto Guevara- transitaba las siguientes etapas: la etapa de asentamiento, la etapa de desarrollo, señalada por la ofensiva enemiga (en la que oponentes organizaban cercos operativos, bombardeos, rastrillajes) y, finalmente, la etapa ofensiva revolucionaria, política y militar a la vez. La primera etapa era la más difícil, la más expuesta a las contingencias en toda su naturaleza; el grupo inicial conocía un periodo de nomadismo absoluto. Después le seguía un periodo más largo de fortalecimiento de los combatientes caracterizado por la organización de correos regulares, de líneas de aprovisionamiento, de relevos, de depósito de armas, Se llegaba así a la fase final de asentamiento verdadero o constitución de una zona de operaciones”[12]. En palabras de Fidel Castro; “la base de la guerrilla es el territorio dentro del cual se mueve el guerrillero y que se mueve con él”[13].
Los grupos revolucionarios desarrollaron desplazamientos singulares por ámbitos difíciles de vigilar para los estados y en los que se vieron involucradas las poblaciones locales. Ciro Bustos, el comandante segundo del EGP, intentando cruzar desde Bolivia a Argentina en 1964 a las órdenes de Ricardo Massetti, describía así las características del área a atravesar: “Entrábamos en un país inmenso por un costado ignoto, sin que nadie nos llamara y sin que nos esperara nadie. Solo nos recibían el rumor fantástico del agua (…) y el crujir obsceno de la selva, mezcla de placer y gruñido de amenazas” (…) Estábamos a 15 Km. de la ciudad de Bermejo (…). Al otro lado, está el puesto de la gendarmería argentina con un más riguroso sistema aduanero (…) la zona de paso es un cuello de botella fácilmente controlable por ser el único camino, la única vía posible (…) El contrabando familiar es una actividad pública permanente; las cholas pasan varias veces al día acumulando cargamento[14].
La movilidad territorial de los grupos revolucionarios se basó en la clandestinidad, en el uso del secreto y de los pseudónimos, en la protección de los campesinos, en la “vigilancia constante, la desconfianza constante y la movilidad constante”[15]. Regis Debray[16] observó que los guerrilleros evitaban ir o establecerse en los pueblos o permanecer en la casa o en las tierras de una familia. Para comunicarse con los pobladores usaban intermediarios, lo hacían fuera del pueblo y del campamento guerrillero. Los informadores y colaboradores no se conocían entre sí. En la guerrilla misma el responsable era el único que conocía las redes de contacto. Para los guerrilleros las posibles infiltraciones podrían provenir de los contactos con la población civil, con los agentes de enlace y de comunicación y en algunos casos, de la desmoralización de los jóvenes combatientes al advertir las diferencias numéricas entre los guerrilleros y el ejército regular. Las ventajas de una guerrilla sobre los ejércitos de los Estados se basaban en su agilidad y flexibilidad[17]. Sigilo, rapidez, colocar al enemigo en posición defensiva incesante, agotarlo, impedirle realizar sus iniciativas, convertir sus búsquedas en difíciles eran parte de las estrategias de la guerra de guerrillas
En el espíritu del revolucionario hubo un convencimiento ideológico – tenacidad en palabras y ejemplos de Regis Debray- y por tanto una actitud casi asceta, que también contribuyó a la fluidez en los desplazamientos. Además, dentro de la estrategia de movilidad de la guerrilla, la rapidez de la marcha era tan importante como la constancia del movimiento. A ello debe sumarse que las marchas de las columnas se realizaban de noche cuando los ejércitos regulares no podían bombardear, cuando podían invisibilizarse y era difícil perseguirlos. En su manual sobre la guerrilla el Che expresaba: “el combatiente guerrillero es combatiente nocturno “el guerrillero debe tener las mismas propiedades de la noche. Como ella debe ser discreto y silencioso. Casi imperceptiblemente tomará posesión del espacio que rodea a su enemigo, y antes mismo de que éste se dé cuenta, habrá caído sobre él. Como la noche del Caribe, que cae de repente.
Sara y Marcelo participaron de la instrucción cubana durante su estadía en aquél país (1966-1968). Laura Alcoba reconstruye una clase teórica -de un cubano llamado Camilo- a un grupo de argentinos con estas palabras: “De un golpe, sin previo aviso tengan siempre presente estas palabras (…) Muerde y huye. Clava tus dientes en la carne del enemigo, y luego aléjate y búscate un refugio. Pero no pases inactivo mucho tiempo. Tan pronto recuperes tus fuerzas, sal de tu madriguera y ataca de nuevo y muerde una vez más súbitamente. Después de esta segunda mordida, volverás a esconderte de inmediato. Y así lo harán ustedes. Morder y replegarse, eso harán, tantas veces como sea necesario. Hasta que el enemigo capitule. Muerde y huye: estas dos palabras son nuestro primer mandamiento”[18].
Esperar, no decaer, atacar de forma imprevisible. Así, a través de tácticas como la movilidad, el efecto sorpresa y su capacidad de maniobra la guerra de guerrillas buscaba cansar a su oponente, desgastarlo, vencerlo. Los itinerarios de las columnas del Che Guevara en Bolivia en 1967 ejemplifican las formas de acción de la guerrilla sobre el territorio (Ver figura nº 1). En el mapa realizado por el militar que apresó a Guevara, el General Gary Prado Salmon es difícil localizar el inicio del recorrido pues está definido temporalmente por las fechas registradas por este militar; los trayectos se cruzan, se superponen, vuelven sobre sus recorridos. La dirección del movimiento no está establecida previamente, la misma se va delineando en la propia marcha; ella depende de las condiciones del clima y de los abastecimientos, de los correos y de los imprevistos. Las montañas se convirtieron en el ámbito de protección de la guerrilla, condición de la que carecían las llanuras o las ciudades. El llano -para Fidel Castro- desmoraliza y desmoviliza a los más débiles[19].
Figura 1. Ruta de la columna al mando del Che Guevara en Bolivia. Fuente: General Gary Prado Salmón. Cómo Capturé Al Che. Barcelona. Ediciones B, 1997. |
Como hemos expresado anteriormente, el lugar desde donde se desarrollaba la guerrilla guevarista fue el mundo rural. En Argentina, las resistencias revolucionarias reiteraron su accionar en el noroeste entre fines de 1950 y hasta 1970. El primer levantamiento revolucionario en el monte fue conocido como el de los Uturuncos y tuvo lugar a mediados de 1959 y febrero de 1960, en el Sur de la Provincia de Tucumán. Luego, en 1964, la ya citada incursión del EGP eligió la ciudad de Orán (Salta) como zona de operaciones. En 1968, las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) en el sudeste de Tucumán, en Taco Ralo, cerca del límite con Catamarca, protagonizaron un enfrentamiento con el ejército regular argentino. Por último, entre 1974 y 1976 el Ejército Guerrillero del Pueblo, con su brazo armado el Ejército Revolucionario del Pueblo (EGP-ERP), fue diezmado por el ejército argentino en el monte tucumano, en el llamado “Operativo Independencia”[20].
El territorio de las guerrillas se caracterizó por ser considerado un “territorio libre” entendiendo como tal, los ámbitos no ocupados por los ejércitos regulares. Según Hobsbawm, las guerrillas se apropiaron del mismo territorio que tradicionalmente ocupaban los bandidos. En palabras del Che Guevara: “Las condiciones de la sierra permitían una vida libre en un territorio más o menos amplio. Este territorio no era ocupado habitualmente por el ejército (…) pero no teníamos organizado un sistema político lo suficientemente amplio (…)”[21].
Si bien para las revoluciones sesentistas, la sierra o la montaña fueron las zonas estratégicas de movimiento, fortalecimiento y defensa de la revolución, para arribar a éstas, los revolucionarios necesitaron redes de apoyo urbanas nacionales y también redes de apoyo trasnacionales.
Camuflajes y redes trasnacionales: ”un París de playas muy blancas como talco”
Los grupos revolucionarios tuvieron como objetivo la politización gradual de los lugareños con un ideal que se proyectaba a escala nacional y en algún caso continental[22]. El internacionalismo de la revolución se mantuvo como principio rector y herencia del Che Guevara. Bolivia liberada sería una base operativa para continentalizar la lucha armada. La apuesta a una dimensión continental de la revolución, opina Rodríguez Ostria, disminuyó luego de la muerte de Inti Peredo en 1969. A partir de allí las guerrillas se nacionalizaron y personalizaron[23] .
Así entonces las juventudes latinoamericanas que buscaron unirse al proyecto guevarista, para llegar a las zonas de combate y construir las redes urbanas, traspasaron los controles estatales de rutas, aeropuertos, aduanas; con sus camuflajes, pasaportes falsos, asumiendo varias identidades y dando largos rodeos por diferentes países.
Algunas trayectorias describen estas movilidades. Corre la primera mitad de los sesenta, Tamara Bunke enviada por Guevara se prepara para entrar en Bolivia, con un pasaporte nuevo argentino y bajo el nombre de María Iriarte López “se traslada a Holanda, solo una escala intermedia de cuatro días de turismo y compras. Teñida de rubio, con lentes y un gran moño en la cabeza, pasea sin contratiempos. Luce irreconocible como una profesora de gimnasia sudamericana que hace turismo[24]. El propósito del recorrido es comprobar su capacidad de viajar bajo una identidad falsa y acumular experiencia para su “manto”, o personalidad secreta con la que viajará a Bolivia. Posteriormente Ernesto Guevara “Sin barba, con anteojos, zapatos especiales que le agregan tres o cuatro centímetros adicionales, y un chaleco que le forma una giba, se hace llamar Ramón Benítez.(….) viene desde Tanzania. Acepta desplazarse a la gélida capital de la ex Checoslovaquia [febrero y marzo1966]. Ingresa subrepticiamente a Praga, un clandestino en otra clandestinidad”[25].
Marcelo y Sara contaron a sus familiares y amigos que se iban a Francia con una beca de estudio. El viaje de la familia a Cuba en Septiembre 1966, siguió el itinerario de muchos jóvenes que apoyaban el proyecto continental del Che. Primero París, después Praga, y finalmente Cuba haciendo escala en Irlanda y Canadá. En el recuerdo de las hermanas Verd: París tenía “unas inmensas playas de arenas blancas como talco”, jugaban con su padre, vivían en el Barrio Latino y las cuidaba la abuelita Elena que les hablaba en castellano. También recuerdan una ciudad oscura con muy pocas luces. En Francia probablemente cambiaron los pasaportes por otros con nombres distintos y siguieron destino a Cuba. “¿Cuáles nombres? Aún no lo sabemos.
Mucho después las hermanas Verd comprendieron dónde habían estado. Estas historias (becas, una vida de estudiantes en el barrio Latino, una abuelita que solo hablaba castellano y nada de francés) en parte ciertas y en partes no, fueron “los mantos” con los que se protegía a las personas y a la organización, fueron los camuflajes con los que se invisibilizaban para desplazarse. Un “manto” en este sentido, fue mucho más que ocultarse. Se trató de un procedimiento configurador que les permitió simular ser “otros”, sin dejar –a la vez- de ser quienes eran.
Acompañando la trayectoria de esta familia como la de muchos jóvenes de 1960, se visualiza la construcción de territorios o regiones-red[26] en las prácticas locales de los revolucionarios, que necesitaron del apoyo de los pobladores, pero también en la conformación de las redes internacionales. Estudios recientes destacan que las prácticas sociales construyen sus geografías en forma de red[27] se organizan a través de unos nodos y arcos de transmisión materiales e inmateriales. A través de la red circula información, personas, mensajes y valores[28]. La red, rompe con la contigüidad espacial establecida por la organización estatal-nacional.
De los
breves sueños post-guevaristas a la revolución en las ciudades
Según O’Donell, en Argentina la violencia aumentó en intensidad y en acciones sobretodo después del Cordobazo. Desde 1960 a 1969 la mayoría de los actos de violencia política en las ciudades del país involucraron la explosión de bombas de fácil fabricación. Luego de ese año aumentaron y comenzaron a realizarse secuestros y robos con el propósito de financiar operaciones guerrilleras, y diversas acciones de propaganda armada. Así desde el 1969 y hasta el 1972 las operaciones de violencia armada se complejizaron y requirieron una alta capacidad organizativa y respaldo logístico. Las fuentes periodísticas nacionales y provinciales muestran que, entre 1970 y 1972 la población diariamente se encontró con informaciones de estos eventos, tantos los provocados por la guerrilla como por los organismos de seguridad del estado autoritario que comenzaron a usar procedimientos ilegales. De esta forma se va resquebrajando el estado burocrático autoritario de la Revolución Argentina que ya no podía mantener el orden prometido[29].
Después de la muerte del Che, los Verd vuelven a la Argentina. En 1969 se vinculan al Ejército de Liberación Nacional (ELN) ahora en manos de Inti Peredo en Bolivia[30]. Participan en algunas acciones conocidas como por ejemplo: la explosión de los supermercados Minimax, en la que tenía acciones Rockefeller (26 de Junio de 1969) y la toma de la población de Garín en el partido de Escobar de la provincia de Buenos Aires[31] (30 de julio de1970).
La toma por parte de grupos revolucionarios de ciudades como Garín ejemplifican la estrategia territorial urbana de la guerrilla (Ver figura 2). Sus protagonistas la describen de la siguiente manera:“Ocupamos el pueblo que tiene unos 30.000 habitantes, durante 50 minutos; tomamos el destacamento policial, el banco, la oficina de teléfonos (que fueron cortados); se ocupó un aparato de radio-teléfono que había en una casa particular; se controló la estación ferroviaria que tiene comunicación independiente, aunque no se llegó a tomar porque no hubo necesidad; se controlaron los dos accesos principales, desviando el tránsito: no se permitía salir a nadie, lo que se permitía era entrar después de un control por parte nuestra (en un auto venía un agente de policía, lo hicimos bajar y lo retuvimos hasta que terminó la operación). Nos incautamos de tres millones y medio de pesos, armamentos, uniformes policiales y otra serie de elementos útiles[32].
De alguna manera los testimonios de los protagonistas de la toma y la figura nº 2 nos muestran cómo los grupos revolucionarios organizaron una guerrilla urbana con estrategias de inteligencia y control semejantes a las desarrolladas por las fuerzas policiales en las ciudades. Así estriaron el espacio, estudiando la dinámica social del territorio para aplicar una logística precisa. Establecieron puestos de control y se apropiaron de las comunicaciones, manteniendo la preocupación por el bienestar de la población.
Figura 2. La estrategia territorial en la toma de la población de Garín (Provincia de Buenos Aires). Fuente: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) ocupan la localidad de Garín <http://www.elhistoriador.com.ar/imagenes_rapido/1950-1974/index.html>. |
Entonces, nos preguntamos cómo las estrategias territoriales de los grupos revolucionarios descriptas redefinieron las territorialidades de los estados burocráticos autoritarios.
Del estado burocrático autoritario a la máquina de
guerra
Los estados burocráticos autoritarios latinoamericanos pensaron el espacio como un ámbito que debían pautar y controlar. Para alcanzar estos objetivos, en aquellas circunstancias que consideraban de caos e indisciplina social, extendieron un dispositivo tecnológico mediante operaciones militares (sistemáticas y ordenadas), que buscaban recuperar el control total del territorio. Este dispositivo tecnológico, en términos de Deleuze y Guattari, es una “máquina de guerra”, irreductible al aparato de Estado, exterior a su soberanía y previa a su derecho. Una máquina de otra especie y naturaleza; diferente en su origen al aparato de Estado; lo que les permitió actuar frente a lo público en secreto y cuando resultaba necesario aplicar una crueldad incomprensible.
Las ideologías que dieron sustento a este tipo de dominación territorial tuvieron diferente origen. Desde fines de 1950, por ejemplo en el ejército argentino tuvo un peso importante la doctrina territorial francesa. Posteriormente, se sumaron otras doctrinas como la de seguridad nacional, la del enemigo interno y la de las fronteras ideológicas.
La doctrina francesa de contrainsurgencia nació en Indochina y se aplicó también en Argel. Fue concebida por el ejército francés para sus guerras coloniales e importada por sus discípulos latinoamericanos. En la Escuela Superior de Guerra se estableció la delegación militar francesa enseñando nuevas formas de combate que quedaron plasmada en numerosos artículos de autores franceses en las revistas militares que trataban la lucha contra la subversión. Enseñaron a los mandos superiores la doctrina anticomunista a través de la llamada “Operación Hierro” y con la “Operación Hierro Fundido”, se difundió a los mandos inferiores el mismo tipo de enseñanza. Como sostiene Marie-Monique Robin (2005), los militares latinoamericanos y especialmente los argentinos tomaron de los franceses la división del territorio en zonas, subzonas y áreas de seguridad[33].
Durante la llamada Revolución Argentina (1966-1973) el concepto de seguridad nacional estuvo ligado al de desarrollo. Para llevarla a la práctica, el régimen militar instauró dos organismos encargados de trabajar temas internos y/o externos vinculados con todas las cuestiones relacionadas a la seguridad y al desarrollo: el Consejo Nacional de Seguridad (CONASE) y el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE).
Los militares “desarrollistas” buscaron reemplazar el modelo agro-exportador por un modelo de desarrollo industrial que permitiera resolver, desde su perspectiva, los problemas fundamentales de la población como el desempleo y la pobreza. En este sentido el general Guglialmelli, secretario de la CONADE afirmaba que: “un país que no tenga las industrias básicas es un país castrado, por que las industrias básicas significan lo que los elementos viriles al vacuno[34]”.
En esta misma línea, Peter Snow, sostiene que, una vez que el subdesarrollo fue definido como un enemigo nacional, la responsabilidad de los militares por el proceso de desarrollo no solo se volvió legítima, sino un deber. Desde la ideología castrense sólo sería posible llevar adelante el desarrollo si se ligaba a la seguridad nacional, claramente expresado en la Ley 16.970 de Defensa Nacional del año 1967: “la seguridad nacional es la situación en la cual los intereses vitales de la nación se hallan a cubierto de interferencias y perturbaciones sustanciales”[35].
El concepto de seguridad fue mucho más amplio que el de defensa nacional, ya no se trataba sólo de la defensa de la soberanía territorial entendida como “fronteras rígidamente amojonadas” sino que el deber del ejército se ampliaba a “toda situación de interferencias y perturbaciones internas o externas, violentas o no violentas, abiertas o subrepticias”[36] que pusieran en riesgo el desarrollo de la nación. Así, toda la población era potencialmente sospechosa de llevar adelante acciones de perturbación articulándose la idea de seguridad nacional con la de “enemigo interno”. Como consecuencia de la aplicación de estas teorías se amplió la infraestructura y los métodos de la inteligencia militar, abarcando aspectos como la guerra psicológica, donde el campo de batalla fueron las mentes y el espíritu de los hombres. A la preocupación por el resguardo de las fronteras territoriales se agrega ahora el interés por la vigilancia de las fronteras imaginadas, es decir el cuidado del pensamiento e ideologías de los ciudadanos. En este sentido, el estado burocrático autoritario de la Revolución Argentina, pretendió preservar los valores morales de la civilización occidental y cristiana; defendiendo las “fronteras ideológicas” de ideales foráneos[37].
Los ejércitos regulares de los estados burocráticos autoritarios construyeron entonces tramas de control y supervisión del territorio con un reticulado de mallas amplias, que fueron muchas veces burladas por los grupos revolucionarios con su movilidad constante. Al mismo tiempo dichos estados, con apoyo de intereses extranjeros, encontraron otras formas de penetración territorial extendiendo un aparato de control de retículas de mallas mucho más finas. En primer lugar y según Debray una de estas formas de control sobre las sociedades andinas y en la cuenca amazónica fue la construcción de carreteras lo que permitió la multiplicación de los efectivos estatales en el área. Otra de las estrategias fue la organización de programas de “asistencia técnica y social” a través de las cuales toda Latinoamérica fue “fotografiada” política, social y económicamente en estas áreas consideradas “peligrosas”, por ejemplo: el Plan Camelot[38]” en Chile. Así llegaron numerosos “cuerpos de paz” intentando integrase en las zonas rurales latinoamericanas donde no había trabajo político. A ellos se sumaron científicos, misioneros católicos, evangelistas adventistas que pululaban en las regiones que los centros de poder consideraban remotas y despobladas[39].
Los estados burocráticos autoritarios llevaron a cabo con ayuda extranjera relevamientos diferentes cada vez más completos y complejos cuadriculando, reticulando cada vez con mallas más finas y con mayor detalle el territorio de pretendida dominación estatal y de pretendida apropiación revolucionaria.
A estas acciones en Argentina se sumó la regionalización que el CONADE denominó Regiones Programa[40]. Esta división regional rompió con la división política en pos de la seguridad y el desarrollo. La expresión territorial de estas concepciones se materializó en una regionalización estatal en áreas, delimitadas y subordinadas a un centro de comando. Las regiones fueron partes de un todo con una clara función de ejercicio del poder económico, simbólico o institucional[41]. Dicha regionalización estuvo vinculada a los intereses desarrollistas del gobierno (Ver figura nº 3).
Figura 3. Regionalización de la CONADE. Fuente: Benedetti (2009) reproducido de Bertoncello y García 1995. |
Los estados burocráticos autoritarios latinoamericanos al mismo tiempo que impusieron regionalizaciones para lograr el desarrollo (aliado conceptualmente a la seguridad nacional), tejieron redes trasnacionales para contrarrestar la expansión de la “subversión” y el consecuente “subdesarrollo” de los países.
Redes de
apoyo trasnacionales de los estados burocráticos autoritarios contra los grupos
revolucionarios en el ámbito rural y urbano.
Así como los revolucionarios en la década de 1960 construyeron redes trasnacionales de apoyo a la revolución, también los militares latinoamericanos organizaron sus redes a través de encuentros, reuniones congresos en los cuales la temática sería la lucha contra la subversión. Además de la doctrina francesa puesta en práctica en la Escuela de las Américas, especializada en técnicas de contrainsurgencia, tendrá peso en la formación de las fuerzas armadas latinoamericanas el Colegio Interamericano de Defensa (1963) Muchos miembros de las fuerzas de seguridad del continente viajaron a Estados Unidos a realizar seminarios y visitas a institutos militares y a conocer también el “estilo de vida norteamericano”. Sin embargo, como afirma el autor Lucas Georgieff [42], las fuerzas armadas argentinas tenían su propio recorrido histórico en estos temas. Además ellas cierta autonomía y alternar la colaboración para la realización de acciones represivas con Estados Unidos, con países europeos o con otros países de la región según la situación
Así por ejemplo, en 1967, el gobierno boliviano solicitó asistencia militar al ejército argentino para evitar la fuga de rebeldes en la zona de combate en la que se buscaba al Che. Argentina respondió al pedido, argumentando su deseo de coordinar acciones con el Gobierno de los Estados Unidos[43]. En el mismo año, Bolivia solicitó armas a la Argentina por la presencia de “rebeldes” a 20 kilómetros de la frontera binacional[44]. Esta operación fue supervisada por los embajadores norteamericanos.
Retomando el ejemplo del matrimonio Verd-Palacio observamos como las redes trasnacionales de los estados se pasaron información de las actividades, los desplazamientos y de los itinerarios políticos de esta pareja. Según Gustavo Rodríguez Ostria (2006) y Torres Molina (2009), el contacto cubano que confeccionó los pasaportes de esta familia fue quien vendió los datos a la CIA. A partir de 1969 las familias Verd-Palacio eran vigiladas por organismos del estado tanto en Mendoza como en San Juan. “Los nombres de las personas que recibieron instrucción militar en Cuba fueron facilitados a la inteligencia argentina por la inteligencia norteamericana. Habían sido entregados en Marzo de 1969 por un funcionario de la Embajada cubana en París que pidió a los norteamericanos asilo político. Con esos datos la inteligencia militar argentina confeccionó un organigrama: Génesis de la guerrilla urbana, que en líneas generales, en cuanto a los nombres que menciona, es verídico”[45].
La comunidad ideológica y las redes de colaboración entre militares de los distintos países latinoamericanos con Estados Unidos, contribuyeron a las prácticas ilegales contra la población civil.
Un estado
clandestino. Los ciudadanos en sospecha.
La organización de grupos paramilitares en los distintos estados latinoamericanos, tuvo un efecto corrosivo terrible, porque como afirma O´Donell, no hay negación más profunda de lo público que un Estado que se clandestiniza.
Desde 1970 se observan cambios importantes en la legislación represiva en el estado argentino con el objetivo de dar un marco pseudo legal a las acciones estatales. Por ejemplo, se decidió que los delitos asociados al accionar “subversivo” se juzgarían en una única instancia sin posibilidad de apelación y con juicio oral. Al mismo tiempo se creó la Cámara Federal dedicada especialmente a juzgar expeditivamente los llamados delitos de subversión. También durante el estado de sitio el poder ejecutivo argentino podría utilizar las fuerzas armadas para prevenir y combatir la subversión. Por su parte la Policía Federal en 1971 organizó un aparato represivo clandestino con agentes de la brigada especial de explosivos formados en Texas.”[46].
La inteligencia del estado construyó organigramas y mapas de seguimiento que contuvieron fotos de las personas buscadas, como ejemplifican los archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) (ver figura nº 4 Policía de Rosario). Este organismo de estado constituyó un registro del espionaje político-ideológico sobre la población argentina a lo largo de medio siglo[47].
Figura 4 Carta de Situación antisubversiva de la Ciudad de Rosario. Fuente: Archivo DIPBA. Comisión Provincial de la Memoria. La Plata. |
Las fuerzas de seguridad del estado en 1971 también comienzan a delinear nuevos métodos ilegales para detener a los revolucionarios en los centros urbanos como por ejemplo la estrategia que posteriormente será llamada de zonas liberada[48]. Los secuestros de militantes y otras personas consideradas sospechosas que tienen lugar en esos años muestran el desarrollo de este accionar.
Julio negro
de 1971
En 1971, los Verd se instalaron en San Juan y alquilaban una casa en la calle Arenales al 967 oeste, en Villa del Carril. La vida de la familia transcurría en una aparente tranquilidad. Marcelo trabajaba en un centro odontológico y las nenas iban a la escuela y acompañaban a su padre al lugar de la casa que tenía cierta magia: el sótano, donde había una hamaca tejida por el propio Marcelo.
Sin embargo, durante Julio de 1971 las acciones represivas del estado se ponen de manifiesto en acciones contra el matrimonio Verd- Palacio; Roberto Quieto y la pareja de Juan Pablo Maestre y Mirta Misetich.
El 2 de julio de 1971 los Verd fueron secuestrados en San Juan a plena luz del día y delante de sus dos hijas. El 7 de julio hubo un intento de secuestro contra Roberto Quieto –perteneciente a la FAR- que fue malogrado cuando pidió ayuda a un patrullero que pasaba por la zona y quedo detenido “legalmente”[49].
“Los Maestre que ya habían pasado a la clandestinidad, cometieron el descuido de visitar a su familia. Estaban vigilados, los estaban esperando. Durante la acción murió Juan Pablo Maestre y a Mirta la capturaron ilesa. Se los llevaron en dos autos. En respuesta a las denuncias de los vecinos y familiares llegaron demorados dos patrulleros de la seccional de policía más cercana. Los policías mandaron a borrar las pistas y omitieron iniciar actuaciones por el secuestro. Podemos suponer que la estrategia de zona liberada comenzaba a ser puesta en práctica”50].
Ni la amplia difusión que tuvieron estos casos en la prensa del país, ni las pruebas que un grupo de conocidos abogados aportaron a estas causas, ni los contactos familiares con políticos o con la iglesia, lograron estimular el accionar de la justicia en la búsqueda de esclarecer estos secuestros[51].
A modo de conclusión
A partir de la década de 1960, en el ámbito latinoamericano surgen grupos revolucionarios que desafían a los estados. Otras independencias eran anheladas. Esta vez se luchaba contra del imperialismo norteamericano, contra gobiernos dictatoriales de la región y contra la colaboración estadounidense en el accionar de dichos gobiernos.
En el enfrentamiento entre estados y movimientos revolucionarios se utilizaron, al principio, estrategias territoriales disímiles que, desde la mirada de Deleuze-Guattari, se aproximaron a las ideas de estriar y alisar el espacio. Es importante tener en cuenta que estos dos conceptos no describen posiciones dicotómicas, sino acciones que coexisten con cierto predominio de unas sobre otras.
Los estados burocráticos autoritarios se caracterizaron por poner en práctica estrategias que estriaron los territorios de combate con la guerrilla. En este sentido, la estructura militar del estado comandó, aglutinó y controló todas las acciones territoriales. Acciones en el papel se complementaron con acciones en el terreno. Es decir que las divisiones del país en áreas de seguridad se complementaron con el establecimiento de infraestructuras de comunicación en los límites. Aún más, como organizaciones políticas complejas distribuyeron a los hombres en un espacio pautado asignando a cada uno su función. En este contexto, además de la vigilancia tradicional de las fronteras, se buscó controlar la movilidad de los grupos revolucionarios.
La guerrilla, por su parte, alcanzó una notable especialización en acciones territoriales que alisaban el espacio. Al contrario de un ejército regular, no fijaron cuarteles o instalaciones estables. Los trayectos espaciales fueron estableciendo los puntos del desplazamiento. El movimiento y la permanencia fueron determinados por velocidades, intensidades, devenires; siguiendo un objetivo en un espacio abierto y de difícil comunicación. Los trazados de estos itinerarios se borraban, eran irregulares y cambiaban según las necesidades. Esta estructura “liviana” fluyó por y a pesar del menor número de cuadros, de sus recursos y de los pertrechos limitados.
Para organizar y sostener en el tiempo sus estrategias, tanto los estados burocráticos autoritarios como los grupos revolucionarios debieron organizar redes nacionales e internacionales. Surgió así un complejo entramado de relaciones y desplazamientos legales e ilegales, que en el análisis actual nos permite reconocer a las fronteras de los estados nacionales (en el período en cuestión) con un alto grado de fluidez.
Así, los discursos oficiales enfatizaron la imagen de la frontera como ámbito de separación y de la ilegalidad y el monte o las montañas, como lugares de difícil control. En ambos territorios se hacía necesario reafirmar la soberanía del estado.
Sin embargo, en las prácticas, el estado burocrático autoritario no fue suficientemente eficiente como para controlar la guerrilla. Por sobre los límites establecidos se desarrolló rizomáticamente la revolución. El nomadismo absoluto de los primeros focos de las guerrillas desafió las estrategias del estado.
De a poco, el ámbito de las operaciones revolucionarias dejó de estar limitado al monte. Se hizo necesario para el estado desarticular las redes urbanas que sostenían a la guerrilla rural. Así el propio estado construyó mallas de control cada vez más finas, es decir se requirió reticular más el territorio, a fin de controlar la movilidad de los ciudadanos y su manera de pensar. El estado burocrático buscó no solo controlar las fronteras los confines del estado, sino también las ideológicas. Hacia inicios de la década de 1970 el estado burocrático autoritario recurrió a nuevas estrategias territoriales. Ya no sólo combatió “legalmente”, sino también recurrió a lo clandestino e ilegal. Los ejércitos regulares adoptaron –en parte- la estrategia guerrillera al buscar volverse invisibles. Por su parte los revolucionarios también asumieron estrategias híbridas. El foco nómada del monte se desplazó a los espacios urbanos que exigió una organización similar a la de los ejércitos regulares. Se coparon ciudades, se atacaron cuarteles y comisarías. El ideal guevarista de proteger a los ciudadanos quedó así en riesgo.
La descripción de todas estas estrategias (que estrían y alisan) dan cuenta de dos espacios de distinta naturaleza que no pueden funcionar separadamente, porque más allá del predominio de uno u otro; éstos se inter-relacionan e interactúan todo el tiempo.
Todos estos acontecimientos siguen hablando de anhelos de independencia. Pero tienen dimensión de acontecimientos (más que de simple hechos) porque se encarnan y se realizan en individuos. En este estado de cosas, la reconstrucción del pasado de la familia Verd-Palacio, también implica un ejercicio histórico en forma de red, la difícil tarea de recrear las trayectorias nómadas. Ello implica desandar los caminos de los grupos por el territorio, de sus afectos desperdigados a causa de su intensa movilidad y el exilio, presintiendo y comprobando sus contactos gracias a las memorias y rememoraciones de los que aún están. Las fotos, algunos nombres y los pequeños detalles.
Notas
[1] Ver el concepto desarrollado en detalle en O’Donnell 2009, p. 57-61.
[3] Guevara Ernesto 2003.
[4] Hevilla-Zusman 2008.
[5] El presidente Arturo Frondizi en septiembre de 1958 autorizó -a través del artículo 28 del decreto de 6403 de 1955-a las universidades privadas, en su mayoría católicas, a otorgar títulos profesionales. La protesta estudiantil en ciudades como Córdoba, Mendoza, Rosario y Buenos Aires ganó las calles a favor de mantener la enseñanza laica y de discutir el financiamiento a las universidades privadas. Los jóvenes universitarios exigían la derogación del artículo citado sosteniendo que el estado nacional era quien debía tener toda la responsabilidad de la educación.
[6] Este trabajo es resultado de una investigación para contribuir al estudio de grupos post-guevaristas en Latinoamérica. llevada adelante por el historiador boliviano Gustavo Rodríguez Ostria Sin su generosidad no hubiera podido reconstruir los itinerarios relatados. Aún queda camino por recorrer en estas búsquedas, además del compromiso asumido de acompañar a las hermanas Verd en la reconstrucción de su historia familiar. La recuperación parcial lograda hasta ahora se las debo a la confianza y a la memoria de todas las personas a las que entreviste desde 2010 al presente en Córdoba, Mendoza, San Juan y Buenos Aires: Mariana, Ramon T, Ramón A. Teresa, Matilde, Martín, Frida, Graciela , Patricia, Víctor Hugo, Carlos F, Nerio, Angélica, Susana, Eva, Ruben,Carlos T., Manuel, Rodolfo, Emilio,Marta y Jorge.
[7] Periodista argentino, director de la primera agencia de noticias cubana llamada: Prensa Latina. Desde 1961 alineado al proyecto internacionalista del Che luego de reportajes a Guevara y a Fidel. Será el Comandante Segundo director de la primera escuadra guevarista que entró en la Argentina, el Ejército Guerrillero del Pueblo, en 1964. La empresa revolucionaria del EGP se malogrará en poco tiempo y Ricardo Masetti desaparecerá en Orán.
[8] Ver para el tema: Rot, Gabriel. 2010,.
[9] Luís Stamponi Corinaldesi (alías Miseria) Nació el 15 de febrero de 1935 en Punta Alta (Bahía Blanca) Argentina .Técnico metalurgista, perteneció políticamente a Palabra Obrera. Fue detenido en 1964 por tráfico de armas. Se integró al ELN en Cuba, donde se entreno para guerrilla rural y urbana. En 1969, llegó a Bolivia .Organizó el Partido Revolucionario de los Trabajadores- Bolivia (PRT-B) en 1975. Tras ser detenido en Oruro el 13 de octubre de 1976, fue entregado a la seguridad argentina. Desapareció de la prisión de la ESMA. Rodríguez Ostria (2006: 634); Rodríguez Ostria (2011: 214-231)
[10] Rodríguez Ostria 2011, nº 7, p. 214-233.
[11] Contratapa del libro “ Los pasajeros del Ana C.” de Laura Alcoba (2012)
[12] Debray 1967, p.126
[13] Debray 1967, p.136
[14] Bustos 2007, p. 136-141
[15] Debray 2007, p.130
[16] Regis Debray es un filósofo y escritor francés, discípulo de Althusser. Participó en los procesos revolucionarios de los sesenta y entrevistó a los actores principales de los mismos viajando hasta los lugares en que se desarrollaron los hechos.
[17] Según Regis Debray la guerrilla debía diferenciarse claramente de las prácticas de autodefensa y no podía llevar mujeres, niños o población civil en general de un lugar a otro.
[18] Alcoba 2012, p.90-92.
[19] Debray 1967, p.130-134
[20] “El norte argentino, particularmente Tucumán fue el territorio en el cual desde los movimientos revolucionarios como el PRT-ERP hasta el ejército argentino buscaron construir consenso y legitimar su accionar. Tanto unos como otros utilizaron imágenes, tópicos y figuras del lenguaje bélico y nacionalista para presentar al monte tucumano como un ‘teatro’ apto para escenificar una ‘guerra’ por la ‘independencia’, que unía el pasado ‘heroico’ de la ‘patria’ con el presente y donde los soldados de uno y otro lado fueron construidos como representantes de una lucha que daba todo el pueblo argentino” Ver Garaño, 2011
[21] Guevara 1973, p. 43.
[22] Entre el 13 y 15 de agosto de 1966 se realizó en Cuba la Conferencia Tricontinental de la Habana a la que asisten delegados de países americanos y africanos. Esta es la base para que los delegados latinoamericanos en 1967constituyeran la Organización Latinoamericana de Solidaridad con los objetivos de propiciar la lucha armada revolucionaria en América, estimular la solidaridad entre los pueblos y promover estrategias conjuntas de los movimientos revolucionarios en América.
[23] Rodríguez Ostria , 2006:172. Sobre los grupos armados en Argentina y su desarrollo ver Cano 2011, p. 1-18.
[24] José Gómez Abad p.85-86 citado em Rodriguez Ostria 2010, p.140
[25] Rodríguez Ostria 2010, p. 140
[26] Haesbaert 2004.
[27] Haesbaert 2004, Urry 2000.
[28] Santos 1996, p. 209.
[29] O´Donell 2009, p. 400-402
[30] En esta teoría trabaja hace años Gustavo Rodríguez Ostria: la búsqueda de información sobre la familia Verd-Palacio, intenta colaborar con ella.
[31] “Después de varias acciones como la participación en la toma de Garín, a fines de 1969 vino Marcelo y se instaló en principio en Santa Rosa tanto para el ejercicio de su profesión como para escudriñar en terreno apto, según él, para la posibilidad de iniciar un foco insurreccional. Discutimos y finalmente decidimos que él hiciera la experiencia y yo buscara incorporaciones. No habían pasado un par de meses, cuando se me presentó y me dijo: Negro, allí en Santa Rosa no se puede hacer nada. Me voy a San Juan, pero tenemos que seguir juntos” De Marinis 2008, p.131-132. También ver: Chama; Mauricio y González Canosa, Mora 2007,-p-1-18.
[32] FAR: con el fusil del Che. América Latina en Armas, Ediciones M.A., Buenos Aires, Enero de 1971 Fuente: www.elhistoriador.com.ar. [En línea: http://www.elortiba.org/garin.html].
[33] Ver también Ranaletti, 2005.
[34] Guglialmeni, Juan. 120 días en el gobierno. Buenos Aires, 1971.p42-43.Citado en Snow 1972, p.70
[35] Snow 1972, p 70-71
[36] Conceptos que se enseñaban en la Escuela Nacional de Guerra. Snow 1972, p.74
[37] La Doctrina de la Seguridad Nacional y el Desarrollo fue correlativa a las definiciones del Departamento de Estado norteamericano respecto de la amenaza de Cuba a la seguridad continental.
[38] El Proyecto Camelot, fue un plan norteamericano originado en el Departamento del Ejército de los Estados Unidos, patrocinado de modo indirecto por la Armada norteamericana y por una institución colateral del Ministerio de Defensa: el ARPA: Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada, destinado a elaborar un plan contra la insurgencia en Chile, Fue llevado a con la Universidad Americana de Washington. “El Proyecto Camelot generó gran controversia porque puso en evidencia que la ayuda financiera a estas investigaciones científicas, por parte de los organismos gubernamentales americanos, tenía un fin político estratégico: estudiar los factores sociopolíticos que pudieran llevar a un caos interno en aquellos países donde los Estados Unidos tenían intereses”. Gazzotti 2003, nº. 18 p. 141-161
[39] Debray 1967 p.132
[40] Ver Ley: http://constitucionweb.blogspot.com.ar/2012/05/ley-19964-y-decreto-reglamentario.html
[41] Benedetti 2009.
[42] Georgieff, Lucas. La construcción del enemigo interno en la gestación del terrorismo de estado (1955-1976) El topo blindado. s/f, p.1-45 [En línea : http://eltopoblindado.com/].
[43] Documento enviado el 31 de marzo de 1967 por el Departamento de Estado Norteamericano a todas las sedes diplomáticas estadounidenses en América. In Cereguino y Vasile 2009, p. 50
[44] Telegrama enviado por la Embajada estadounidense en Buenos Aires al departamento de estado. Confidencial 20 de marzo de 1967. In Cereguino y Vasile 2009, p. 47.
[45] Rodriguez Ostria 2006; Torres Molina 2011, p. 50. Ver organigrama en: Yofre 2009, p. 29.
[46] Georgieff Lucas La construcción del enemigo interno en la gestación del terrorismo de estado (1955-1976). El topo blindado [Consultado en línea febrero de 2012: http://eltopoblindado.com/].
[47] La DIPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires) fue creada en agosto de 1956 y cerrado en 1998. Por la ley 12.642 del año 2000 el archivo fue desclasificado y está gestionado por la Comisión Provincial de la Memoria. En 2003 se abrió al público. Consultar en la Web: http://www.comisionporlamemoria.org/archivo/.
[48] Se entiende por zona liberada a un ámbito donde el estado deja de proteger a los ciudadanos con sus fuerzas de seguridad.
[49] Casos semejantes es el secuestro del abogado Jorge Vargas Álvarez y su esposa (hija del secretario del juzgado federal Dr. Benjamín Sánchez Sarmiento) en San Juan 27 de octubre en 1971. Si bien el secuestro resultó frustrado Jorge Álvarez quedó detenido legalmente y a disposición de la Justicia Federal y del poder ejecutivo nacional (Fuentes: Diario de Cuyo y Diario Tribuna, junio Julio de 1971)
[50] Lipcovich, 2006. Consultado en línea: http://www.pagina12.com.ar/especiales/19aniversario/18.htm Pagina 12. También ver Caso Maestre. Archivo de la ESMA.
Bibliografía
ALCOBA, Laura. Los pasajeros del Anna C. Buenos Aires: Edhasa, 2012. 286 p.
BUSTOS, Ciro. El Che quiere verte. La historia jamás contada del Che. Uruguay: Z Ediciones, 2007. 496 p.
BENEDETTI, A. Los usos de la categoría región en el pensamiento geográfico argentino. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 15 de marzo de 2009, vol. XIII, núm. 286. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-286.htm>.
CALVO, Roberto. La doctrina militar de la Seguridad Nacional. Autoritarismo político y neoliberalismo económico en el cono sur. Caracas-San Cristóbal: Universidad Católica Andrés Bello, 1979.
CANO, Diego. ¿Estrategia foquista?. La estructura política en la estrategia de Ernesto Che Guevara. Notas Preliminares. Revista Izquierdas, 11 de diciembre de 2011, p.1-18. <www.izquierdas.cl>. [enero de 2012].
CHAMA; Mauricio y GONZALEZ CANOSA, Mora "Los de Garin". Aspectos nacionales y locales de la presentación publica de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). Centro de Estudios de Historia Política (CEHP). Universidad Nacional del General San Martín, 2007, 18 p.
CEREGUINO, Mario José y VASILE, Viscenzo. Che Guevara: top secret. Buenos Aires: Del Nuevo Extremo, 2009, 224 p.
DEBRAY, Regis. ¿Revolución en la Revolución? In Lucha Armada, Año I, nº 1, p.122-144. <http://www.ejercitarlamemoria.com.ar/lucha/lan1.pdf>.
DE MARINIS, Hugo. Entre viñas, guitarreadas y revoluciones. Conversaciones con Ramón Abalos. Mendoza: Editorial Cuyum, 2008, p.131-132.
DELEUZE Gilles y GUATTARI, Félix. Mil Mesetas, capitalismo y esquizofrenia. 3° Edic., 1997.
FOUCAULT, Michel. Espacios diferentes. In Estética, ética y hermenéutica. Barcelona: Paidós, 1999, p.434-435.
GARAÑO, Santiago .El monte tucumano como “teatro de operaciones”: las puestas en escena del poder durante el Operativo Independencia (Tucumán, 1975-1977). Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Cuestiones del tiempo presente, 29 septiembre de 2011. <http://nuevomundo.revues.org/62119>. [01 abril 2012].
GAZZOTTI, Luciana. La responsabilidad profesional en el ejercicio de la profesión antropológica: El caso de la comunidad antropológica norteamericana. Cuaderno de Antropología Social, 2003, nº 18, p. 141-161. <http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850275X2003000200010&lng=es&nrm=iso>. [16 de abril de 2012].
GEORGIEFF, Lucas. La construcción del enemigo interno en la gestación del terrorismo de estado (1955-1976). El topo blindado, s/f, p. 1-45. < http://eltopoblindado.com/>.
GUEVARA, Ernesto. La guerra de Guerrillas. Editorial 21. 158 p.
GUEVARA, Ernesto. Obras completas. Pasajes de la Guerra revolucionaria. Ediciones Argentinas, 1973. 449 p.
HAESBAERT DA COSTA, Rogério, O Mito da desterritorialização: do “fim dos territórios” à multirretirritorialidade. Brasil: Bertrand, 2004.
HEVILLA, Cristina y ZUSMAN, Perla. Diez años de estudios de fronteras en los coloquios internacionales de Geocrítica. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 1 de agosto de 2008, vol. XII, núm. 270 (150). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-150.htm>.
HOBSBAWM, Eric. Revolucionarios. Barcelona: Crítica, 1973. 397 p.
LIPCOVICH Pedro. Mirta Misetich. EL valor y la piedad. Suplemento Aniversario, Pagina 12, 2006. <http://www.pagina12.com.ar/especiales/19aniversario/18.htm>.
O´DONNELL, Guillermo. El estado burocrático autoritario 1966-1973. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2009. 442 p.
PRADO SALMON, Gary. Cómo Capturé Al Che. Barcelona: Ediciones B, 1997.
RANALETTI, Mario. La guerra de Argelia y la Argentina. Influencia e inmigración francesa desde 1945. Anuario de estudios Americanos, 2005, nº 62, 2, p. 285-308.
ROBIN, Marie-Monique. Escuadrones de la muerte- La escuela francesa. Buenos Aires: Sudamericana, 2005.
RODRIGUEZ OSTRIA, Gustavo. Sin tiempo para las Palabras. Teoponte, la otra guerrilla guevarista en Bolivia. Cochabamba: Grupo Editorial Kipus, 2006.
RODRÍGUEZ OSTRIA, Gustavo. Luís Faustino Stamponi: una vida en la lucha armada, 1962-1976, Lucha Armada, 2011, nº7, 214-233.
RODRIGUEZ OSTRIA, Gustavo. Tamara, Laura, Tania. Un misterio en la guerrilla del Che. Buenos Aires: Del Nuevo Extremo, 2011. 440 p.
ROT, Gabriel. Los orígenes perdidos de la Guerrilla Argentina .Buenos Aires: Waldhuter Editories, 2010. 400 p.
SANTOS, M. A natureza do espaço. São Paulo: Hucitec, 1996.
SNOW, Peter. Desarrollo económico y seguridad nacional en el régimen militar argentino. Estudios internacionales, N º 20, diciembre de 1972, p. 65-72.
TORRES MOLINA, Ramón. Las Guerrillas en Argentina. Análisis Político y Militar. La Plata: de la Campana, 2011. 127 p.
VILLEGAS, Osiris. Políticas y estrategias para el desarrollo y la seguridad nacional, Buenos Aires: Pleamar, 1969. 127 p.
YOFRE, Juan B. Volver a matar. Los archivos ocultos de la “Cámara del Terror” (1971-1973). Buenos Aires: Sudamericana, 2009.
Archivos consultados
Hemeroteca de la Biblioteca Franklin. San Juan. Diario de Cuyo y Diario Tribuna año 1971.
Archivo ESMA. Buenos Aires.
Comisión Provincial de la Memoria. Centro de Documentación y Archivo (EX DIPBA). La Plata
© Copyright María Cristina Hevilla, 2012.
© Copyright Scripta Nova, 2012.
Ficha bibliográfica: