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PROCESOS TERRITORIALES Y TRANSFORMACIONES RECIENTES DEL SISTEMA URBANO VALENCIANO
Julia Salom Carrasco
Departamento de Geografía – Universidad de Valencia
Julia.Salom@uv.es
Procesos territoriales y transformaciones recientes del sistema urbano valenciano (Resumen)
Desde principios de los años 1990 hasta hoy el territorio
valenciano ha experimentado importantes cambios que han afectado a los
distintos elementos que conforman su sistema urbano: El aumento de la movilidad
residencia-trabajo, nuevas tendencias de crecimiento demográfico, un importante
crecimiento urbanístico y el desarrollo de políticas públicas que han mejorado
la accesibilidad general del territorio y la dotación funcional de los centros
urbanos. El objetivo de este artículo es presentar las transformaciones que ha
experimentado el sistema de ciudades valenciano desde principios de los años
1990, cuando se elaboró el último estudio en profundidad sobre este tema dentro
del nonato Plan de Desarrollo Urbanístico, hasta hoy. Este análisis se ha
realizado por encargo de
Territorial Processes and Recent Changes in the Valencian Urban System (Abstract)
From the early 90's the Valencian territory has
undergone dramatic changes, affecting the different elements which conform its
urban system: The increase of commuting,
new tendencies in demography growing, a significant urban growth and a
development of public policies which have improved the territory's general
accesibility and the functional size of urban centres. The goal of this paper
is to show the development undergone by the Valencian cities system from the early
90's, when the last in-depth study about this subject saw the light out of the
unborn Plan of Urban Development. This analysis has been made under request of
the regional government of
Desde principios de los años 1990 se han producido en
España importantes transformaciones territoriales que han afectado
especialmente al ámbito urbano, siendo el área mediterránea una de las más
afectadas. Su trascendencia ha llevado a hablar de un cambio de ciclo en las
dinámicas urbanas, particularmente visible en las principales áreas
metropolitanas[1].
En el período de transición del siglo XX al XXI, marcado por la reanimación económica, las ciudades y metrópolis españolas han experimentado considerables alteraciones en sus dinámicas espaciales con respecto a etapas anteriores: Por un lado, las ciudades centrales de las áreas metropolitanas han experimentado una revitalización que ha invertido su decadencia demográfica y recuperado su protagonismo económico; por otro, se ha acentuado la dispersión urbana sobre el territorio, extendiéndose nuevos modelos de organización física de las áreas residenciales que han llevado a hablar de “ciudad difusa”. Las tendencias de descentralización han afectado también a la actividad económica, que se ha desplazado hacia espacios periféricos en un proceso en ocasiones fomentado por políticas locales y regionales de apoyo a la relocalización de actividades. En el caso mediterráneo, la urbanización turística ha dado lugar también a una forma particular de urbanización difusa, concretada en una conurbación litoral constituida por una serie de espacios urbanizados fragmentarios, carentes de una verdadera articulación urbana. Estos procesos han tenido lugar en un marco normativo caracterizado por la fragmentación del mapa institucional, la insuficiencia de los instrumentos de planificación y coordinación supramunicipales, y la tendencia hacia la desregulación del urbanismo y a una mayor intervención de los agentes privados; un marco normativo que ha sido incapaz, en consecuencia, de controlar y encauzar los procesos espontáneos y moderar su impacto sobre la sostenibilidad[2].
Estos profundos cambios han afectado sin duda a la reorganización de la red urbana española y a su capacidad para vertebrar y movilizar el territorio. En este sentido, se ha llegado a decir que el modelo tradicional de jerarquía urbana ha reducido su valor interpretativo, porque se han modificado los supuestos en los que se basaban las relaciones de dominio y dependencia de los centros urbanos, dando paso a sistemas de relaciones entre ciudades más horizontales y más flexibles, derivados de la formación de un espacio de redes en donde cobran mucha más importancia las relaciones horizontales y la externalidad de la red. En este sentido, Precedo[3], siguiendo a Dematteis, afirma que en el ámbito de los territorios locales se ha pasado de la organización jerárquica a la organización en redes difusas, existiendo en este momento dos tipos de redes locales: las redes de ciudades individuales, unidas por flujos pero espacialmente separadas, con un funcionamiento abierto y desvinculadas del territorio circundante, y las redes regionales de ciudades (Redes Urbanas Territoriales), cuya característica diferenciadora es la integración territorial de todos los elementos que componen el sistema regional en una red urbana integrada y difusa, nexo de unión entre las redes espaciales actuales y las redes regionales clásicas, pero en las que la posición y la especialización de cada ciudad está más en relación con su potencial de inserción que con sus relaciones de tamaño y función.
Teniendo en cuenta este marco, el objetivo de esta
comunicación es analizar cómo estos cambios han afectado al sistema de ciudades
de
A finales de los años 1990, el territorio valenciano, como consecuencia de un proceso histórico que había llevado a la superposición en el mismo espacio de diferentes modelos de crecimiento urbano y de sucesivas oleadas de expansión económica, se caracterizaba por elevadas tasas de urbanización, la abundancia de ciudades pequeñas y medianas, y un cierto equilibrio territorial en la localización de los centros. Aunque la presencia simultánea de grandes aglomeraciones (particularmente del Área Metropolitana de Valencia) y de ciudades medianas constituía un rango positivo cara al desarrollo regional, el sistema urbano valenciano presentaba no obstante algunos problemas[4]:
En la década de 1990, la Conselleria de Obras Públicas y Urbanismo elaboró, en el marco del “Plan de Desarrollo Urbanístico” (PDU)[5], un estudio del sistema territorial regional, principalmente del sistema de centros urbanos y rurales, publicado bajo el título de "Estrategias de Vertebración Territorial". En él se presentaba una delimitación del territorio basada en criterios funcionales y se proponían unos "centros de articulación territorial" y unos "ámbitos territoriales para la prestación de servicios" con seis niveles (ámbito regional, ámbito subregional, ámbito provincial, demarcación territorial, distrito territorial, y área funcional del territorio), que deberían constituir la base de la política territorial regional.
El cambio político en el gobierno regional que tuvo
lugar en 1995 hizo que el Plan de Desarrollo Urbanístico nunca llegara a
aplicarse, y la política territorial quedó prácticamente paralizada[6] hasta la aprobación en el año 2004 de la “Ley de Ordenación del Territorio y
Protección del Paisaje”. Dicha Ley establecía, junto con otros instrumentos (Planes de Acción Territorial Integrados
y Sectoriales, Sistema de Información Territorial, e Instituto de Estudios
Territoriales y del Paisaje), algunos de los cuales ya habían sido planteados
en la anterior Ley de Ordenación del Territorio de 1989, la elaboración de una Estrategia Territorial
de
Es en el marco de la elaboración de estos documentos previos en donde se incluye el estudio de actualización de las características del sistema urbano valenciano cuyas conclusiones se presentan aquí[9]. Teniendo en cuenta el periodo trascurrido desde la elaboración del “Plan de Desarrollo Urbanístico” y la intensidad de los procesos que han afectado al territorio valenciano durante este tiempo, este análisis presenta el interés no sólo de conocer las transformaciones que ha experimentado el sistema urbano de la región desde principios de los años 1990, sino también de plantear las implicaciones que tienen en la metodología de análisis aplicable al estudio de los sistemas urbanos. En este artículo presentamos principalmente los resultados referidos a la delimitación y jerarquización de las ciudades valencianas, dejando para otro lugar una exposición detallada de la articulación y zonificación actual del territorio. No obstante, se incluyen también algunas reflexiones sobre las repercusiones de los cambios jerárquicos en términos de la vertebración territorial regional.
En las páginas siguientes presentamos en primer lugar
una revisión de los procesos territoriales que han afectado a
Los procesos de cambio y su impacto en
el sistema urbano
A partir del último decenio del siglo XX, momento en que se realiza el estudio en profundidad sobre el sistema urbano valenciano que nos sirve de referencia, el territorio valenciano ha experimentado importantes procesos de transformación, algunos de ellos resultado de la intensificación de tendencias iniciadas anteriormente, y otros de carácter novedoso. A efectos de nuestro análisis, diferenciaremos entre los procesos que afectan a la delimitación del objeto de estudio -la ciudad o núcleo urbano-, los que afectan a la categorización en escalones funcionales de los núcleos delimitados, y los que afectan a su proyección territorial.
Procesos que afectan a la delimitación de
centros urbanos
El primer paso para el estudio de un sistema de ciudades es la definición y delimitación del objeto de análisis, es decir, de la ciudad. Existen distintos criterios[10] que es posible aplicar a la hora de delimitar las áreas urbanas; la mayor parte de ellos comparten el presupuesto de superar los límites administrativos municipales. El PDU partía de una definición de nodo urbano basada en el término municipal como unidad territorial de base salvo en el caso de lo que denominaba “Área Urbana Integrada” (AUI), definida básicamente a partir de variables de naturaleza urbanística (continuo urbanizado y sistemas estructurantes), aunque también, de forma secundaria, de la especialización productiva y las pautas de centralidad[11]. Desde la fecha de referencia de este análisis, han actuado en la región dos intensos procesos territoriales que tienen importantes consecuencias para una delimitación de los núcleos urbanos basada en este planteamiento:
Un intenso
proceso de crecimiento urbanístico
Distintos estudios realizados indican que, desde la
fecha de referencia, la Comunidad Valenciana ha experimentado un fuerte
crecimiento del suelo urbanizado, favorecido por la coyuntura económica, la dinámica
turística y la normativa urbanística[12].
Uno de los rasgos característicos de esta etapa de crecimiento reciente es el
gran peso que tienen los modelos morfológicos de baja densidad frente al
anterior predominio de los modelos de ciudad compacta. Una parte mayoritaria de
este crecimiento se ha producido en las periferias urbanas y en los espacios
interurbanos, generando la extensión física de las ciudades y dando lugar a la
formación de continuos urbanos más extensos y laxos. De acuerdo con los datos del
proyecto Corine Landcover, entre 1987
y 2000 el incremento del suelo sellado, urbanizado o artificial en
Los datos procedentes de la fotointerpretación de las imágenes de satélite elaborados y publicados en el marco del proyecto Corine indican que en este periodo el crecimiento urbanístico ha sido especialmente fuerte en las áreas próximas a las principales áreas urbano-metropolitanas[14], a lo largo de los principales ejes de comunicación y en los espacios litorales[15]; pero también apuntan al carácter discontinuo de algunos de estos crecimientos, ubicados en zonas relativamente alejadas de las áreas urbanas, no sólo a lo largo del litoral, sino también en áreas interiores. Estas pautas, como apuntan los datos provisionales de la cartografía de usos del suelo de Corine 2006, se han mantenido en los años posteriores, y, tal y como muestran los planes urbanísticos municipales en tramitación desde 2005, va a condicionar el crecimiento futuro. Aunque estos planes no llegaran a desarrollarse debido a la crisis inmobiliaria, el modelo urbanístico que propugnan, de carácter desordenado e inconexo, y con frecuencia subordinado a las propuestas de empresas concretas, tendrá a buen seguro importantes consecuencias territoriales[16].
Un importante
aumento de la movilidad residencia-trabajo que conduce a un nuevo concepto de
ciudad
Pero quizás el proceso más relevante a efectos de la definición de las áreas urbanas integradas es el aumento de la movilidad de la población, que ha supuesto un importante cambio de escala en la delimitación de la ciudad. El aumento de la movilidad está estrechamente relacionado con otras transformaciones territoriales valencianas, algunas de ellas iniciadas ya en etapas anteriores, pero que se profundizan e intensifican en el último decenio del siglo XX: redistribución geográfica de la población que ha conducido a una pauta de crecimiento más descentralizada (recuperación demográfica de parte del interior agrícola no industrializado, intensificación y difusión territorial de los procesos de suburbanización), desconcentración geográfica de los empleos en los entornos metropolitanos, y aumento de la accesibilidad de las áreas interiores, derivado principalmente de las actuaciones incluidas en el Primer (1988-1995) y, en menor medida, Segundo Plan de Carreteras (1995-2002)[17].
A partir de los datos censales[18] es posible constatar la importancia que alcanza la movilidad cotidiana en la
Comunidad Valenciana. En 2001, aunque aún lejos de las cifras de otras
comunidades autónomas como Cataluña y el País Vasco, el porcentaje de personas
que se desplazan a otro municipio por razones de trabajo es ya del 38% de la
población ocupada, por encima de la media estatal y de la mayor parte de las
otras comunidades[19].
Esta tasa tan elevada está relacionada con el alto grado de urbanización de la
región. En
Las nuevas formas de movilidad territorial de las familias, generalizadas en los años desde los años 1980 y 1990, amplían el marco territorial de la vida urbana al ámbito de los desplazamientos pendulares diarios, afectando al concepto mismo de "área urbana", y generando conceptos más complejos como el de “ciudad real” (ámbito de relaciones cotidianas de la población) o “ciudad difusa”. Esto no excluye, desde luego, la existencia de una intensa movilidad vinculada a puntos de concentración de oferta de empleos turísticos en el litoral e industriales en las zonas interiores de manufactura tradicional. De acuerdo con los datos de 2001, entre los municipios que constituían los principales destinos de los flujos intermunicipales nos encontramos, por este orden, con las áreas urbanas de Valencia, Castellón, Alicante, y Gandia; pero también con núcleos industriales como Onda, Alcoy, Paterna, Elda, Petrer, Vila-real, y Elche, y centros de actividad turística como Benidorm, Dénia y Torrevieja.
El aumento de la movilidad diaria conduce a la consolidación de un modelo de ciudad más difusa, con una estructura menos polarizada y más reticular, que nos lleva a considerar una nueva definición de partida para la ciudad, basada más en datos de movilidad que en la continuidad del espacio edificado. Esto nos hace preguntarnos por la validez de modelos urbanos basados en criterios morfológicos, y la utilidad de conceptos alternativos como las áreas de cohesión, mercados locales de trabajo o áreas urbanas definidas a través de otros métodos mixtos de delimitación[20].
Procesos que afectan a la jerarquización de
los centros
Existen dos tipos de procesos que afectan a la jerarquía urbana: Por un lado, los que afectan al crecimiento demográfico y económico de las ciudades, uno de los elementos determinantes de su potencial organizador en el territorio; por otro, los que afectan al equipamiento funcional de los centros, y entre ellos el impacto de las políticas públicas de dotación de equipamientos básicos.
Crecimiento
demográfico diferencial de los núcleos:
A partir de los años 1980, pero con especial
intensidad en los siguientes decenios,
El primero de estos fenómenos supone que en las áreas
urbanas el crecimiento más alto se desplaza primero de la ciudad a su corona
suburbana más inmediata y luego a una segunda corona más exterior, a la vez que
empieza incluso a perder población la ciudad central. Supone también la
difusión de la urbanización, al integrarse en las principales áreas urbanas
muchos pequeños municipios que se ven afectados por la intensificación de los
procesos de suburbanización. Este proceso ha afectado no sólo a las capitales
provinciales, sino también a algunos núcleos intermedios como Alcoy, Benidorm,
Dénia o Xàtiva. En el caso del Área Metropolitana de Valencia, el fenómeno va
alcanzando a zonas cada vez más alejadas de la ciudad central. La difusión del
crecimiento, favorecido y guiado por los ejes viarios -carreteras a Madrid
(Hoya de Buñol y Requena-Utiel), a Ademuz (eje Lliria-Chelva) y a Teruel-
alcanza ya a
En segundo lugar, en el último decenio del siglo XX aparece un fenómeno, denominado como contraurbanización, que se define como la tendencia a que, a diferencia de lo que ocurría en etapas anteriores, sean los núcleos poblacionales más pequeños (entre 5.000 y 30.000 habitantes) los que registren las mayores tasas de crecimiento y de migración neta, mientras que las áreas urbanas mayores han reducido sus tasas ostensiblemente. En este sentido, resulta llamativa la reducción de pérdida demográfica de las áreas rurales del interior de Castellón y de Valencia, al mismo tiempo que algunas cabeceras comarcales y los municipios mejor situados respecto a los principales ejes de comunicación, tienden incluso a aumentar su población.
Finalmente, la pujanza de nuevas áreas económicamente
emergentes – la costa turística, especialmente el litoral alicantino, y el área
azulejera castellonense- ha hecho que las tasas más altas de crecimiento
demográfico en la región en los años 1990 se sitúen en una franja continua que
abarca todo el litoral alicantino desde Dénia a Pilar de
Figura 1. Cambios
en la jerarquía demográfica de las áreas urbanas entre 1991 y 2006. |
En conjunto, la pauta espacial de crecimiento
demográfico de carácter más difuso que parece estar adoptando
Efecto de las
políticas de provisión de servicios públicos
La proyección territorial de las ciudades se realiza
en buena medida a través de su dotación de servicios públicos de carácter
supramunicipal, servicios que ofertan a la población de su área de influencia.
En este sentido, las políticas regionales de provisión de servicios públicos
(en especial sanidad, educación y servicios sociales), unidas a cambios
legislativos importantes (Ley General
de Sanidad 14/1986, de 25 de Abril; Ley Orgánica General del Sistema
Educativo, de 3 de octubre de 1990) introdujeron desde fines de los años 1980
cambios radicales en la provisión y planificación de los servicios públicos que
se han traducido en una dotación territorialmente más homogénea. La creación de
nuevas universidades y hospitales, así como el desarrollo del mapa escolar y
mapa sanitario exigidos por
Proceso
semejante ocurre en el sistema sanitario. Aquí, los cambios se inician con el
Decreto 137/84 sobre Estructuras Básicas de Salud, en donde, en línea con las
directrices marcadas al respecto por
Pese, también en este caso, al retraso en el desarrollo del nuevo sistema, la política de creación de nuevos centros de salud ha tendido a favorecer a los núcleos pequeños (10.000 habitantes de media, aunque casi la mitad de los nuevos centros de salud se ubican en municipios de menos de 5.000 habitantes), localizados preferentemente en los espacios hasta el momento “vacíos” del norte de Castellón, Área Metropolitana de Valencia, y eje litoral Valencia-Alicante, así como en la comarca del Bajo Segura[23]. Se trata, por tanto, de una función que ha perdido su carácter urbano y que aparece incluso en municipios de carácter casi rural. Paralelamente, se crean nuevos hospitales (Vinarós, Alzira…) y centros de especialidades en núcleos urbanos de cierto tamaño, lo que contribuyen a equilibrar y completar la dotación de las ciudades del primer y segundo nivel de la jerarquía urbana.
Procesos que afectan a la delimitación de
áreas funcionales
Finalmente, existen dos procesos territoriales que tienen un fuerte impacto en la ampliación de las áreas de influencia de los centros urbanos: Los cambios de accesibilidad derivados de las mejoras de las infraestructuras y su consecuente reducción de las distancias-tiempo, y el aumento de la movilidad obligada, a la que ya hicimos referencia en páginas anteriores.
Mejoras en la
accesibilidad
Desde principios de los años 1990 las áreas
interiores de
Este proceso tiene efectos evidentes en la ampliación efectiva del área de influencia potencial de los núcleos y en la reducción de la distancia-tiempo al lugar de provisión de los servicios supramunicipales, lo que se traduce en una mayor calidad de vida para la población afectada; pero también puede suponer un perjuicio para algunos centros intermedios al facilitar los desplazamientos a un centro de superior categoría funcional y, por tanto, más atractivo.
Ampliación de
la movilidad y formación de mercados locales de trabajo supramunicipales
La mejora de la accesibilidad de las áreas interiores, combinada con la suburbanización metropolitana y la tendencia a la recuperación demográfica de los municipios interiores, así como una desconcentración de los empleos que ha sido de menor entidad que la descentralización residencial, explica la intensificación de la movilidad diaria de la población a la que ya hemos hecho referencia. A escala subregional, este fenómeno se plasma en la formación de Mercados Locales de Trabajo (MLT) supramunicipales de carácter comarcal e incluso supracomarcal.
La delimitación de estos mercados para la Comunidad
Valenciana a partir de los Censos de 1991 y 2001[25] ha puesto de manifiesto la existencia de un proceso de articulación territorial
regional bajo la forma de sistemas de mercado locales supramunicipales. Entre
las dos fechas censales se ha reducido significativamente el número de
municipios con mercados de trabajo relativamente autónomos y se han consolidado
especialmente los MLT supramunicipales de carácter urbano y metropolitano. El
proceso de ampliación territorial de los mercados locales de trabajo entre 1991
y
El sistema
urbano valenciano actual y sus cambios recientes
Aspectos metodológicos
Para facilitar la comparación entre la situación actual y la de principios de los años 1990, se ha seguido la metodología fijada por el PDU con algunas adaptaciones exigidas por la diferencia de las fuentes y/o por la evolución de los procesos. La metodología consta de tres pasos:
Delimitación de las áreas urbanas
Siguiendo al
PDU, la metodología utilizada se basa
principalmente en criterios urbanísticos; se consideran áreas urbanas integradas
(AUI) las caracterizadas por la continuidad del espacio urbanizado residencial,
comercial e industrial, considerando continuos aquéllos que distan menos de
La información de base utilizada es la cartografía de usos del suelo elaborada a partir del proyecto Corine, correspondiente a las fechas de 1990 y 2000. Aunque esta fuente carece del detalle de la utilizada en el PDU[27], los resultados han sido coherentes y consistentes tras ser contrastados con la cartografía de usos del suelo y de planeamiento elaborada por la Conselleria. El proceso de delimitación ha sido, no obstante, complejo, ya que el nuevo modelo de ciudad se caracteriza precisamente por la ausencia de un límite urbano claro, constatándose la existencia de distintos niveles de “intensidad” urbana. Posteriormente se realizó una actualización de la delimitación basada en la información provisional de Corine 2006.
Jerarquización de los centros
Para medir la categoría funcional de los centros se han considerado 46 equipamientos urbanos de carácter supramunicipal, principalmente de carácter público, agrupados en nueve tipos (educativos, sanitarios, sociales, culturales, deportivos, ambientales, económicos, de espacios libres y turísticos[28]. Entre las funciones analizadas, se incluyen tanto algunas ampliamente dispersas territorialmente, como las turísticas, que están presentes en 385 de los 414 núcleos de poblamiento considerados, hasta las más especializadas, como las educativas, económicas y culturales, que se localizan en un número reducido de localidades. En el grupo de las funciones educativas se han excluido los centros de enseñanza secundaria, que ya no presentan carácter supramunicipal debido a la importante dinámica de creación de los últimos años y la consiguiente dispersión de su localización.
Para el cálculo de la jerarquía funcional se ha tenido en cuenta tanto el número de establecimientos en cada AUI como el número de funciones totales y el número de tipos de funciones. Estos indicadores están estrechamente relacionados con la población del núcleo urbano, sea directamente con los datos absolutos, como es el caso del número de establecimientos, sea a través de un ajuste logarítmico, como es el caso del tamaño funcional. No obstante, el número de funciones en relación con la población del núcleo, junto con la asociación de determinadas funciones a niveles funcionales concretos, han sido los indicadores que de forma más directa nos han permitido determinar una jerarquía de cinco niveles de centros urbanos.
Delimitación del área de influencia
potencial y real
Una vez definidos los niveles funcionales existentes en la jerarquía urbana valenciana, y asignado cada núcleo urbano a una categoría determinada, es preciso evaluar la medida en que estos centros sirven y articulan el territorio. La capacidad de proyectarse en el territorio de cada núcleo urbano depende no sólo de su dotación funcional, sino también de su ubicación en relación a otros centros competidores y de si el sistema de transportes y comunicaciones permite acceder desde el territorio circundante a los equipamientos y servicios ubicados en el centro. En función de estas dos variables nos podemos encontrar dentro de la región áreas bien servidas por uno o incluso varios centros competidores que proporcionan distintos tipos de servicios supramunicipales a la población, y áreas excesivamente alejadas de los centros que proporcionan estos servicios.
Para analizar este aspecto, se ha estimado el área de influencia potencial de los centros de cada nivel funcional, suponiendo que cada municipio se abastece de los servicios y equipamientos propios de ese nivel funcional en el centro urbano más próximo. Para ello se ha utilizado como información básica la distancia-tiempo por carretera estimada para el año 2000 suponiendo terminadas todas las mejoras del I y II Plan de Carreteras[29].
Estas áreas potencialmente mejor o peor servidas en relación con cada nivel funcional se han comparado con las áreas funcionales reales de distintos tipos de servicios y equipamientos, para ver cómo ese potencial territorial se concreta efectivamente en la articulación territorial de la región. Las áreas de influencia reales nos definen la capacidad real de atracción de las ciudades valencianas, que puede estar determinada por factores específicos como las características cualitativas de la oferta de cada tipo de servicios y/o equipamiento en cada ciudad, la existencia de una aglomeración funcional que potencie los desplazamientos multipropósito, la percepción subjetiva por parte de la población del atractivo y/o de las dificultades de acceso al núcleo[30], o la mera adecuación de las áreas de servicio determinadas por la administración.
Se analizaron tres tipos de áreas de influencia urbanas, estrechamente relacionadas con el carácter y la frecuencia del desplazamiento, así como con el nivel funcional urbano con el que se asocian: Áreas derivadas de la movilidad por motivos de trabajo, de frecuencia diaria; áreas derivadas de la movilidad por consumo y provisión de servicios de tipo administrativo, normalmente de carácter semanal, mensual o esporádico; y áreas relacionadas con los servicios avanzados y con la provisión de información e ideas para la competitividad y la innovación[31]. Las distorsiones entre área potencial y real permiten estimar cuáles son los centros funcionales que por distintos motivos no logran articular eficazmente el territorio que le circunda y que, por tanto, deben ser reforzados mediante políticas específicas.
Resultados: La delimitación de
las Áreas Urbanas Integradas
A principios
de los años 1990 el PDU detectó la existencia de siete Áreas Urbanas Integradas
intermunicipales (Alicante, L’Alcúdia-Canals, Elda-Petrer, Elche-Crevillent,
Castellón de
Por otra
parte, todas las áreas ya existentes a principios de los años 1990 amplían en este
periodo su extensión territorial con la incorporación de nuevos municipios
(cuadro 1); destaca en particular el crecimiento del área de Valencia (que pasa
de
Los nuevos continuos urbanizados se concentran en torno a la segunda y tercera corona metropolitana de Valencia, apuntando a la formación de una región urbana cada vez más extensa que puede llegar a fusionarse, con el tiempo, con Castellón por el norte y con Gandia y Xàtiva por el sur. En la mitad meridional de la región predominan las áreas urbanas de las ciudades medianas (Ontinyent, Alcoy, Elda-Petrer, Elche, además de Alicante), a los que hay que añadir como fenómeno emergente aunque de menor entidad territorial –ya que se encuentran constituidas normalmente por sólo dos municipios- la formación de pequeñas conurbaciones en la Vega Baja del Segura y la Marina[33].
Pero en estos quince años no sólo se ha producido un aumento importante en el número y extensión de las AUI intermunicipales de carácter residencial, sino que además las áreas integradas de carácter no residencial (turísticas, comerciales e industriales[34] han adquirido una gran importancia territorial; no en vano una parte importante del crecimiento del suelo artificial se ha producido en este tipo de actividades (ver figura 3). En 2006 existen ya 12 áreas de este tipo, 8 de ellas de carácter industrial y comercial (Algorfa-Almoradí, Jacarilla-Bigastro Castalla-Onil, Vilafamés, Xeraco-Xeresa, Villanueva de Castellón, Llombai-Benifaió, y Sagunto[35] y cuatro de carácter turístico/litoral (Benidorm, Dénia, San Miguel de Salinas y Vinaròs-Peníscola).
Salvo en el caso del A.U.I. industrial y comercial de Castalla-Onil, los nuevos desarrollos industriales y comerciales que dan lugar a conurbaciones se localizan en la periferia de espacios industriales ya existentes (área de Castellón, áreas de Valencia y Sagunto, Ribera Alta, Gandia), y muchas de ellas conforman una segunda corona en torno a las áreas de conurbación residencial, como vemos en el caso de Castellón, Nules, Valencia, Llombai, Alzira, Gandia y Callosa de Segura.
Por su
parte, las A.U.I litorales de segunda residencia tienen por término medio una
mayor extensión territorial, y adquieren un especial desarrollo en el frente
litoral de
En resumen, el proceso de expansión del espacio urbanizado con predominio de la urbanización difusa (tejido urbano disperso y espacios industriales y comerciales aislados) da lugar al nacimiento de nuevas A.U.I. de carácter residencial, a la ampliación de las existentes mediante la incorporación de nuevos municipios, y a la creación de nuevos espacios conurbados de carácter industrial y comercial o turístico-litoral. En algunos casos, crecimientos puntuales del tejido urbano continuo o industrial han dado lugar a cambios en la caracterización de las áreas, que pasan de tener un carácter industrial-comercial a convertirse en espacios plenamente urbanos, o han generado la coalescencia de espacios urbanos ya muy densos mediante la ocupación industrial o comercial del espacio vacío intermedio. Aunque las A.U.I. de carácter no residencial son en su mayoría de pequeño tamaño, su localización periférica respecto al espacio ya urbanizado y su tendencia a colmatar los espacios intersticiales entre áreas aumentan la relevancia territorial del proceso.
Figura 2. Áreas Urbanas Integradas de carácter residencial en 2006. |
Figura 3. Áreas Urbanas Integradas de carácter industrial y comercial
y de segunda residencia en 2006. |
Por tanto, en el momento actual, junto con la gran aglomeración urbana de Valencia (56 municipios, 1.600.000 habitantes en 2007), nos encontramos con varias áreas de gran importancia territorial y demográfica: Alicante (cinco municipios y 438.000 habitantes), Castellón y Elche (ambas con 280.000 habitantes, la primera formada por cinco municipios y la segunda por tres), Gandia (15 municipios y 105.000 habitantes), Elda-Petrer (3 municipios, 101.000 habitantes), Alcoy (4 municipios y 81.000 habitantes) y Sagunto (9 municipios y 79.000 habitantes). Aunque con menor población, destacan por el número de municipios conurbados las áreas de Xàtiva (10 municipios, 51.000 habitantes) y Ontinyent (5 municipios, 47.000 habitantes). A estos espacios se unen las 18 áreas conurbadas de otros usos, que suman 73 municipios.
Nombre del área |
Número de municipios |
Superficie |
Población |
||
1991 |
2000 |
2006 |
Km2 |
Habs. 2007 |
|
Albatera |
2 |
73,6 |
12663 |
||
Alcoy |
4 |
4 |
213,5 |
80975 |
|
Alicante |
4 |
5 |
5 |
355,0 |
438430 |
Almoradí |
2 |
43,6 |
21590 |
||
Altea |
2 |
54,3 |
42561 |
||
Callosa de Segura |
4 |
4 |
50,2 |
30009 |
|
Elche |
2 |
3 |
3 |
488,5 |
279815 |
Elda-Petrer |
2 |
3 |
3 |
302,9 |
101698 |
Novelda |
3 |
3 |
226,4 |
52268 |
|
Polop-La Nucia |
2 |
44,0 |
19388 |
||
Formentera-Rojales |
3 |
3 |
36,3 |
24768 |
|
Castellón |
3 |
5 |
5 |
257,6 |
280679 |
Nules |
2 |
2 |
54,7 |
16398 |
|
Segorbe |
2 |
3 |
243,2 |
13232 |
|
Palma-Ador |
2 |
27,7 |
3313 |
||
Albalat-Polinyà |
3 |
3 |
27,1 |
6737 |
|
Alberic |
2 |
2 |
34,9 |
11501 |
|
Alborache-Macastre |
2 |
64,3 |
2337 |
||
Alcàntera-Beneixida |
3 |
3 |
13,9 |
4162 |
|
Alzira |
2 |
2 |
169,3 |
64733 |
|
Almussafes-Benifaió |
2 |
2 |
31,1 |
20171 |
|
Faura-Benifairó de les Valls |
2 |
5,8 |
5194 |
||
Simat-Benifairó de la Valldigna |
2 |
3 |
74,5 |
6537 |
|
Carlet |
2 |
2 |
57,8 |
17330 |
|
Cheste-Chiva |
2 |
2 |
250,4 |
20762 |
|
Gandia |
3 |
13 |
15 |
101,0 |
105144 |
Xàtiva |
3 |
10 |
10 |
124,9 |
51246 |
Llombai |
3 |
3 |
111,6 |
6642 |
|
l'Ènova-Manuel |
2 |
2 |
13,6 |
3581 |
|
Montserrat-Montroy |
2 |
2 |
77,2 |
7952 |
|
Náquera-Serra |
2 |
2 |
95,9 |
7652 |
|
Ontinyent |
5 |
5 |
187,2 |
46974 |
|
Sagunto |
9 |
9 |
230,1 |
76325 |
|
Sueca |
3 |
3 |
103,7 |
30927 |
|
Valencia |
43 |
52 |
54 |
1192,5 |
1601110 |
Villanueva de Castellón |
2 |
2 |
22,5 |
8634 |
Esto supone
que una parte considerable del territorio valenciano, que acoge además un elevado
porcentaje de su población, se encuentra inmersa en los nuevos procesos
territoriales tendentes a la formación de amplias regiones urbanas. Este
proceso se está dando con especial intensidad en la segunda y tercera corona
metropolitana de Valencia (llegando hasta Sagunto por el norte y Xàtiva y
Gandia por el sur), en las áreas interiores próximas al Área Urbana de
Castellón –Vilafamés, Segorbe, en un futuro muy próximo Cabanes y l´Alcora-, en
Nombre del área |
Uso del suelo característico |
Número de municipios |
Superficie |
Población |
|
2000 |
2006 |
Km2 |
Habs. 2007 |
||
Algorfa-Almoradí |
Industrial y comercial |
2 |
* |
43,6 |
21590 |
Benidorm |
Segunda residencia |
9 |
9 |
276,7 |
189519 |
Bigastro-Jacarilla |
Industrial y comercial |
2 |
2 |
16,4 |
8545 |
Dénia |
Segunda residencia |
2 |
2 |
72,2 |
45782 |
Castalla-Onil |
Industrial y comercial |
2 |
164,0 |
17295 |
|
Orihuela |
Industrial y comercial |
8 |
9 |
504,7 |
135541 |
Torrevieja |
Segunda residencia |
5 |
5 |
305,9 |
121969 |
Castellón |
Industrial y comercial |
12 |
12 |
635,4 |
355408 |
Navajas-Geldo |
Industrial y comercial |
2 |
** |
||
Segorbe |
Industrial y comercial |
4 |
243,9 |
13913 |
|
Nules |
Segunda residencia |
3 |
3 |
69,1 |
21949 |
Vilafamés |
Industrial y comercial |
2 |
95,1 |
2800 |
|
Vinaròs-Benicarló |
Segunda residencia |
3 |
3 |
222,3 |
59109 |
Alzira |
Industrial y comercial |
3 |
3 |
210,7 |
92005 |
Almussafes-Benifaió |
Industrial y comercial |
5 |
*** |
||
Llombai-Benifaió |
Industrial y comercial |
5 |
155,7 |
31451 |
|
Gandia |
Industrial y comercial |
14 |
16 |
160,3 |
132518 |
Xeraco-Xeresa |
Industrial y comercial |
2 |
37,2 |
8012 |
|
Sagunto |
Industrial y comercial |
12 |
239,4 |
82950 |
|
Valencia |
Industrial y comercial |
56 |
59 |
1410,9 |
1662788 |
Villanueva de Castellón |
Industrial y comercial |
3 |
24,4 |
9047 |
|
*Pasa a ser considerada A.U.I residencial en 2006. ** Se fusiona con el A.U.I industrial y comercial de Segorbe en 2006. *** Se fusiona con el A.U.I. industrial y comercial de Llombai-Catadau. |
Resultados: Jerarquía de centros y articulación territorial
El actual sistema urbano valenciano está formado por cinco niveles funcionales de centros con capacidad de articulación territorial (ver figuras 4 y 5). Los niveles 1 (regional), 2 (subregional) y 3 (supracomarcal) detentan en particular funciones de carácter económico y equipamientos sociales, culturales y educativos de alto nivel, mientras que los niveles 4 (comarcal) y 5 (subcomarcal) son los que articulan el territorio en relación con las actividades comerciales, los servicios administrativos, los equipamientos educativos básicos, y los equipamientos sanitarios y sociales.
Figura 4. Jerarquía funcional de los centros urbanos con capacidad de articulaciónterritorial. |
Las
principales diferencias entre la situación actual y la que dibujaba, a
principios de los años 1990, el Plan de Desarrollo Urbanístico de
Figura 5. Jerarquía funcional de las AUI en 2008 y cambios en el nivel funcional de los centros entre 1994 y 2008. |
Las mejoras en la dotación de los centros y el consiguiente aumento del número de ciudades con capacidad de articulación territorial han tenido importantes repercusiones en la vertebración regional, incrementando la accesibilidad media a los centros funcionales de todos los escalones jerárquicos (ver cuadro 3). La mejora ha sido especialmente importante en el nivel 5, debido al aumento del número de centros subcomarcales.
Nivel funcional |
Distancia media municipal a la cabecera funcional en minutos |
||
1994 |
2008 |
Variación (%) |
|
Nivel 2 |
52,83 |
42,41 |
-19,7 |
Nivel 3 |
46,23 |
28,95 |
-37,4 |
Nivel 4 |
32,76 |
20,92 |
-36,1 |
Nivel 5 |
28,89 |
14,89 |
-48,5 |
Nivel 6 |
21,85 |
-- |
-- |
Fuente: Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Publiques, 1995a, pp. 33 y 38; y elaboración propia. |
Aunque la desigual distribución geográfica de los centros con capacidad de articulación territorial y la estructura del sistema de comunicaciones hace que todavía persistan desequilibrios entre las áreas funcionales, especialmente en algunos niveles jerárquicos (ver figura 5), la mejora de la calidad de vida de la población puede considerarse importante y generalizada. Si partimos de la diferenciación que establece el PDU entre áreas débiles, fuertes y de transición, en función del la distancia al centro de equipamientos más próximo[36] es posible constatar una significativa reducción tanto de la población como de la superficie incluida en las áreas débiles e intermedias y un aumento de la incluida en las áreas fuertes en todos los niveles funcionales (ver cuadros 4 y 5). La mejora es especialmente notable en el nivel 3 en cuanto a población (la población residente en áreas fuertes pasa de constituir el 87% al 98% del total regional), y en el nivel 5 en cuanto a superficie (el porcentaje del territorio bien articulado pasa del 51% al 82%).
Nivel Funcional |
1994 |
2008 |
|||||
Áreas Fuertes |
Áreas de Transición |
Áreas Débiles |
Áreas Fuertes |
Áreas de Transición |
Áreas Débiles |
||
Nivel 2 |
Habitantes |
3808453 |
79990 |
35398 |
5006685 |
17298 |
4668 |
% |
97,06 |
2,04 |
0,90 |
99,56 |
0,34 |
0,09 |
|
Nivel 3 |
Habitantes |
3419302 |
384181 |
120358 |
4927637 |
71930 |
29084 |
% |
87,14 |
9,79 |
3,07 |
97,99 |
1,43 |
0,58 |
|
Nivel 4 |
Habitantes |
3632469 |
209904 |
81468 |
4911855 |
89845 |
26951 |
% |
92,57 |
5,35 |
2,08 |
97,68 |
1,79 |
0,54 |
|
Nivel 5 |
Habitantes |
3697489 |
80300 |
146052 |
4992162 |
18024 |
18465 |
% |
94,23 |
2,05 |
3,72 |
99,27 |
0,36 |
0,37 |
|
Nivel 6* |
Habitantes |
3585845 |
243267 |
94719 |
4936412 |
55750 |
36489 |
% |
91,39 |
6,20 |
2,41 |
98,17 |
1,11 |
0,73 |
|
Fuente: Elaboración propia a partir
de PDU, p. 262 y 263. |
Nivel Funcional |
Superficie |
1994 |
2008 |
||||
Áreas Fuertes |
Áreas de Transición |
Áreas Débiles |
Áreas Fuertes |
Áreas de Transición |
Áreas Débiles |
||
Nivel 2 |
Km2 |
16278 |
3173 |
3819 |
20195 |
2366 |
704 |
% |
69,95 |
13,64 |
16,41 |
86,80 |
10,17 |
3,03 |
|
Nivel 3 |
Km2 |
11504 |
4773 |
6993 |
16179 |
2961 |
4125 |
% |
49,44 |
20,51 |
30,05 |
69,54 |
12,73 |
17,73 |
|
Nivel 4 |
Km2 |
12061 |
3945 |
7264 |
16895 |
2739 |
3631 |
% |
51,83 |
16,95 |
31,22 |
72,62 |
11,77 |
15,61 |
|
Nivel 5 |
Km2 |
11857 |
2339 |
9074 |
19206 |
1398 |
2661 |
% |
50,95 |
10,05 |
38,99 |
82,55 |
6,01 |
11,44 |
|
Nivel 6* |
Km2 |
11662 |
4646 |
6962 |
16542 |
2664 |
4059 |
% |
50,12 |
19,97 |
29,92 |
71,10 |
11,45 |
17,45 |
|
Fuente:
Elaboración propia a partir de PDU, p. 262 y 263. |
Como indican estas cifras, y en particular las tasas de variación que se muestran en el cuadro 6, el aumento de la proximidad al centro de servicios no se debe a una hipotética tendencia a la concentración demográfica, sino que, al menos en los niveles comarcal y subcomarcal, el aumento de la superficie bien estructurada supera al incremento de la población, lo que quiere decir que las mejoras han afectado a espacios relativamente poco poblados.
Nivel Funcional |
Variación Población 2008/1994 (%) |
Variación Superficie 2008/1994 (%) |
||||
Fuertes |
Transición |
Débiles |
Fuertes |
Transición |
Débiles |
|
Nivel 2 |
31,46 |
-78,37 |
-86,81 |
24,06 |
-25,43 |
-81,56 |
Nivel 3 |
44,11 |
-81,28 |
-75,84 |
40,64 |
-37,95 |
-41,02 |
Nivel 4 |
35,22 |
-57,20 |
-66,92 |
40,08 |
-30,57 |
-50,02 |
Nivel 5 |
35,01 |
-77,55 |
-87,36 |
61,98 |
-40,24 |
-70,67 |
Nivel 6* |
37,66 |
-77,08 |
-61,48 |
41,84 |
-42,66 |
-41,70 |
No obstante,
la desigual distribución geográfica de los núcleos, especialmente importante en
algunas áreas y en determinados niveles jerárquicos, no deja de producir
algunos problemas. Por un lado, siguen existiendo algunas áreas mal dotadas;
aunque las actuaciones en las carreteras ha reducido las elevadas
distancias-tiempo a los centros funcionales que existían en 1994, todavía son
excesivas en las comarcas de El Rincón de Ademuz, Els Ports de Morella, y en algunos
municipios de la comarca de Los Serranos (Alpuente,
Por otra parte, no todos los centros funcionales de cada nivel jerárquico tienen las mismas características en cuanto a dotación funcional, atractivo y posición en relación con el transporte público, lo que hace que su capacidad de articular el territorio de forma efectiva no sea la misma. Así, 12 de los 49 centros propuestos para articular la región a nivel 5, siete de los 26 centros de nivel 4 y tres de los 12 centros de nivel 3 (es decir, aproximadamente una cuarta parte de los centros funcionales de estos niveles básicos para la articulación territorial) presentan menos del 80% de las funciones que se consideran asociadas a su nivel funcional. En consecuencia, la comparación de las áreas de influencia teóricas (considerando exclusivamente la proximidad como criterio de adscripción) con las áreas de influencia reales de distintos tipos de servicios[37] revela la incapacidad de estos centros para articular su área de influencia potencial respecto a algunos equipamientos. Esto ocurre en el caso de algunos centros de nivel 2, Castellón y Elche concretamente, en relación con algunas funciones superiores, así como en muchos de los centros de nivel 5 cuya capacidad de atracción es menor de lo esperado por su nivel dotacional. Algunas de las distorsiones entre equipamiento funcional y capacidad efectiva de organizar su área de influencia son especialmente importantes puesto que afectan a zonas con problemas de articulación territorial; es el caso de Cheste, Vinaròs, Morella, Segorbe, L’Alcora, y Onda.
Conclusiones:
Balance, retos y nuevos problemas
La comparación de la situación actual del sistema urbano valenciano con la que dibujaba el diagnóstico realizado por el PDU en el primer quinquenio de los años 1990 nos permite aquilatar el impacto que ha tenido el crecimiento urbanístico de los últimos años en la dimensión del fenómeno urbano en la región. La expansión del espacio construido, el predominio de los modelos de baja densidad y el aumento de la movilidad han producido una ampliación física y funcional de los espacios urbanos que ha dado lugar al crecimiento de las AUI supramunicipales existentes, a la aparición de nuevas AUI supramunicipales, y al surgimiento de nuevos espacios conurbados de carácter no estrictamente residencial que adquieren hoy gran relevancia territorial. Además del grave impacto ambiental y del consumo de recursos que suponen, estos procesos agravan la insuficiencia del planeamiento municipal y aumentan la urgencia de abordar otras escalas de planificación, ya que, de acuerdo con nuestros resultados, el 82% de la población y el 28% del territorio valenciano están actualmente integrados en algún tipo de áreas de carácter supramunicipal.
A mediados
de los años 1990,
La comparación con la situación actual nos permite destacar aspectos positivos y negativos en la evolución seguida.
Como elemento positivo, hay que subrayar que las pautas de crecimiento demográfico, las políticas públicas de equipamientos y la mejora de las infraestructuras han favorecido el ascenso en la jerarquía de un nutrido número de centros subcomarcales y comarcales, muchos de ellos ubicados en las áreas litorales con predominio de la actividad turística, pero también de otros situados en áreas interiores que históricamente han tenido problemas de articulación territorial. El crecimiento demográfico y las mejoras de accesibilidad han favorecido también las áreas ubicadas en las segundas y terceras coronas metropolitanas de Valencia y Castellón, aunque no siempre el crecimiento demográfico ha tenido efectos en el nivel funcional de los centros urbanos. De importancia decisiva ha sido también el ascenso de las ciudades de Castellón y Elche al nivel 2, una tendencia que puede contribuir a una mejor articulación territorial a escala subregional.
En consecuencia, se ha producido una mejora generalizada en las condiciones de accesibilidad a los centros funcionales, lo que se ha traducido en un aumento de la calidad de vida de sus habitantes. Actualmente menos de un 1% de la población se encuentra ubicada en áreas excesivamente alejadas de un centro de nivel subregional o subcomarcal, y poco más de un 2% de un centro de nivel supracomarcal o comarcal. Tras casi quince años de una práctica ausencia de política territorial, los procesos espontáneos y las políticas sectoriales de tipo social y económico han tenido un impacto territorial evidente que se ha traducido en una mejora generalizada de la calidad de vida. Los problemas referidos a la distribución espacial se han visto en parte suavizados por las tendencias espontáneas de suburbanización y contraurbanización y por la puesta en marcha de políticas públicas de mejora de equipamientos e infraestructuras.
Sin embargo,
y pese a la importante mejoría, todavía persisten algunas áreas deficientemente
equipadas, sobre todo en el interior de las provincias de Castellón y Valencia;
se trata de las comarcas de Els Ports de Morella y El Rincón de Ademuz, y de
los municipios interiores de la provincia de Valencia e interior de
El balance es más desigual cuando se analiza la evolución seguida por los niveles funcionales superiores. Por un lado, el impulso que se recomendaba dar al AUI de Alicante para que se constituyera en un nivel funcional diferenciado, de carácter subregional e inmediatamente inferior al AUI de Valencia, no se ha producido. Por el contrario, las ciudades que constituían el tercer escalón, Castellón y Elche, se han puesto prácticamente al nivel de Alicante, al menos en cuanto a dotación funcional y potencial de articulación territorial.
En cuanto a las ciudades de nivel 3, un escalón urbano fundamental para la articulación supracomarcal, la evolución ha sido dispar. La mayor parte de las ciudades de este grupo han experimentado una importante mejora en su dotación funcional; Gandia, Alcoy, Elda-Petrer o Sagunto, ofrecen hoy una mayor gama de servicios y equipamientos supramunicipales (servicios sociales especializados, equipamientos de ocio, formación educativa superior y servicios tecnológicos a las empresas), lo que les permite ejercer un papel articulador importante en su entorno territorial. A este grupo se ha unido, aunque todavía con un nivel dotacional inferior, la ciudad de Ontinyent, cubriendo en parte el vacío de las áreas interiores.
Sigue echándose en falta, por el contrario, la presencia de centros con estas características en el norte de la región y en el interior de la provincia de Valencia. La dotación funcional y la capacidad de articulación de Vinaròs-Benicarló y Requena, que son los mejores candidatos para jugar este papel en las áreas deficitarias, son aún reducidas, y necesitan ser potenciadas mediante políticas de mejora de los equipamientos de orden supracomarcal que les conviertan en motores del desarrollo de las áreas circundantes.
La evolución
más sorprendente y negativa es la de Benidorm, que en 1994 se consideraba
incluida en el nivel 3 (supracomarcal), y que, de acuerdo con los resultados de
nuestro análisis, aparece hoy con una dotación funcional de nivel 4 (comarcal).
Resulta evidente que su crecimiento demográfico y urbanístico no se ha visto
compensado con una correspondiente dinámica de creación de servicios y
equipamientos, sobre todo de carácter público (las funciones culturales,
económicas, educativas y de ocio de nivel superior son las que identifican a
las ciudades de este nivel), por lo que esta ciudad no ha consolidado su papel
de potencial polo articulador del territorio de
Para terminar, el análisis realizado nos permite extraer algunas conclusiones de orden metodológico. La aplicación de la metodología utilizada en el PDU a la situación actual se ha tenido que enfrentar a algunas dificultades derivadas de los cambios territoriales producidos en el periodo transcurrido desde que éste se elaboró hasta hoy. En primer lugar, la expansión del modelo difuso de ciudad, junto con la intensificación y diversificación de los procesos de urbanización, hace difícil utilizar la definición urbanística o morfológica de ciudad como unidad básica del análisis. Por un lado, la diferenciación entre Áreas Urbanas Integradas de carácter residencial y Áreas Urbanas Integradas industriales y de segunda residencia se ha hecho mucho más difusa y exige introducir nuevas variables que permitan establecer de forma menos simplista los límites de la ciudad. Por otra parte, en el marco de las nuevas y extensas conurbaciones resulta arriesgado considerar la ciudad como un polo único que articula el territorio circundante, por lo que consideramos necesario desarrollar metodologías que tengan en cuenta la existencia de flujos cruzados en el interior de las Áreas Urbanas Integradas y concentraciones de servicios y equipamientos no siempre ubicadas en la ciudad central.
En segundo lugar, el nuevo papel que juegan las ciudades en el desarrollo regional hace recomendable considerar en los análisis del sistema urbano otro tipo de funciones que pueden no generar desplazamientos físicos de la población o al menos no de su mayor parte, pero que adquieren gran relevancia en los centros funcionales de los niveles regional y subregional. Nos referimos a las funciones relacionadas con los servicios avanzados a la producción y con la provisión de información e ideas para la competitividad y la innovación. Aunque este tipo de relaciones no necesariamente implica movilidad, ya que en cierta medida la relación puede establecerse a través de medios de comunicación tecnológicos, tanto la experiencia acumulada como los estudios realizados demuestran que la comunicación cara a cara y, por tanto, la proximidad, tiene un papel muy importante en la creación de confianza y en la adecuación del servicio a las necesidades de la demanda. Se trata sin embargo de aspectos sobre los que resulta difícil conseguir información completa y actualizada, pero que mejorarían en gran medida los análisis de sistemas urbanos, haciéndolos más útiles y adecuados para el diseño de las nuevas políticas territoriales que la situación actual exige.
Notas
[2] Valenzuela y Salom, 2008.
[3] Precedo, 2003, p.30.
[4] Salom et al., 1999, p. 27-33.
[5]
[6] Dejando aparte el
relevante aunque sectorial “Plan de
Acción Territorial sobre
prevención del Riesgo de Inundación en
[7] Plan de Acción Territorial
del Entorno Metropolitano de Alicante-Elche, Plan de Acción Territorial del
Entorno de Castellón, Plan de Acción Territorial de
[8] Con posterioridad a la redacción de
estas páginas, el Consell de
[9] Salom, J. (2007-2008): “Evolución
reciente del sistema urbano de
[10] Se suele diferenciar entre criterios de tipo morfológico o urbanístico, criterios basados en indicadores indirectos de carácter económico, demográfico o social, y criterios de carácter funcional.
[11] El criterio básico utilizado en el PDU para la
delimitación de las unidades urbanas es la continuidad del espacio edificado, a
partir de cartografía de usos del suelo con información que se puede considerar
actualizada con carácter general a fecha de diciembre de 1991. En términos
generales, se consideraron como continuos urbanizados núcleos urbanos de
municipios limítrofes con una separación entre periferias (residenciales,
industriales y de servicios) inferior a
[12] Burriel, 2008; Gaja, 2008.
[13] Observatorio de
[14] Destacan el entorno de Castelló-Vilareal hacia Onda y Alcora, el eje desde Sagunto a Segorbe, y las áreas próximas al Área Metropolitana de Valencia, Alicante y Benidorm.
[15] Especialmente en los ejes
radiales desde la ciudad de Valencia hacia el interior (destacando en
particular el eje a Lliria), en el entorno del área Urbana de Gandia, el
traspaís de
[16] Burriel, 2009b, p. 52
[17] Salom y Casado, 2007, p. 14 y fig. 5 en p. 17
[18] Los Censos de Población y Vivienda de 1991 y 2001 recogen la información de la población que reside en un municipio y trabaja o estudia en otro, lo que ha permitido elaborar distintos estudios sobre la movilidad diaria obligada que implican un cambio importante en la perspectiva de análisis de los espacios urbanos (Salom y Casado, 2007; Albertos et al., 2007).
[19] Albertos et al., 2007, en base a datos del INE: Censo de Población y Viviendas de 2001, http://www.ine.es.
[20] Feria, 2008.
[21] Burriel, Salom y Delios, 1998.
[22] Salom y Albertos, 2000.
[23] Salom, 2004.
[24] Ver Salom y Casado, 2004, fig. 5, p. 17.
[25] Salom et al., 1997; Salom y Casado, 2007.
[26] Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Públiques, 1995a, p.6 y anexo B2, p. 233.
[27] La información proporcionada por Corine procede de la fotointerpretación de la imagen del satélite, que tiene una definición máxima de 5 Has, y que no distingue entre usos comerciales e industriales; mientras que la información de base utilizada en el PDU se basa tanto en información estadística procedente de distintas fuentes como de fotointerpretación a escala 1:10.000 para suelos rústicos y a escala 1:1.000 para suelos urbanizados (Generalitat Valenciana. Conselleria d’Obres Públiques, 1995a, p.6 y anexo B2, p. 233).
[28] Los equipamientos analizados han sido los siguientes:
Centros de profesores (CEFIREs), Centros adscritos a
[29] Conselleria d’Urbanisme i Territori, 1995.
[30] Que está condicionada, de forma decisiva, por la existencia y características de los servicios públicos de transporte que permitan acceder al centro a una parte importante de la población que no dispone de vehículo privado.
[31] Más concretamente, la
información utilizada fue la siguiente: Mercados Locales de Trabajo basados en
la movilidad diaria residencia-trabajo al 75% y 90% de autonomía mínima en 2001
(Salom y Casado, 2004), Áreas comerciales del Plan Territorial del Comercio de
[32] Entre ellas Castelló de
[33] Aunque el fenómeno urbano
en
[34] Se han caracterizado como AUI turísticas o de segunda residencia las conurbaciones de suelo urbano disperso localizadas en áreas litorales, y como AUI industriales-comerciales las conurbaciones de suelo industrial y/o comercial.
[35] Salvo en los dos últimos casos, se trata de pequeñas aglomeraciones formadas por 2-3 municipios.
[36] Los umbrales de distancia-tiempo que permiten diferenciar entre áreas fuertes, de transición y débiles según el PDU son de 70 y 90 minutos para el nivel funcional 2, de 45 y 60 minutos para el nivel 3, de 35 y 50 minutos para el nivel 4, de 30 y 40 minutos para el nivel 5, y de 20 y 30 minutos para el nivel 6. Es decir, que en un área bien estructurada la distancia al centro de equipamientos más próximo de nivel 2 debe ser menor de 70 minutos, al centro de nivel 2 menor de 45, y así sucesivamente.
[37] La información utilizada para analizar este punto se enumera en la nota 30.
Bibliografía
ALBERTOS
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movilidad diaria obligada en
BURRIEL, E. La “Década Prodigiosa” del urbanismo español (1997-2006). Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 2008, vol. XII, n. 270 (64). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-64.htm>. [1 de julio de 2010].
BURRIEL, E. Los límites del planeamiento urbanístico municipal. El ejemplo valenciano. Documents d’Anàlisi Geografica, 2009a, n. 54, p. 33-54.
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Ficha bibliográfica: