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DIÁLOGO Y PARTICIPACIÓN PARA PROFUNDIZAR LA DEMOCRACIA Y DAR NUEVAS PERSPECTIVAS A LA ORDENACIÓN URBANA Y DEL TERRITORIO
Discurso inaugural del XI Coloquio Internacional de Geocrítica
Desde 1999 los Coloquios Internacionales de Geocrítica han reunido a investigadores del campo de la geografía y las ciencias sociales, de un lado y otro del Atlántico. Más de 1.300 comunicaciones presentadas y publicadas en las Actas y en otros medios, y más de un millar de comunicaciones editadas en los números extraordinarios de Scripta Nova dan fe de la atención y el interés que han despertado estos Coloquios.
Los temas abordados permiten tener un panorama de cuestiones de gran actualidad, como son los siguientes: Iberoamérica ante los retos del siglo XXI (1999); la innovación, el desarrollo y el medio local (2000); la migración y el cambio social (2001); el trabajo y el mercado de trabajo (2002); la vivienda urbana y la construcción del espacio social en la ciudad (2003); el impacto social y espacial de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (2004); los agentes urbanos y las políticas sobre la ciudad (2005); o la geografía histórica y la historia del territorio (2006).
En 2007 decidimos dar un paso más. Tomamos conciencia de que no debemos limitarnos solamente a hacer diagnósticos de los problemas existentes, sino que debíamos atrevernos a proponer soluciones. Por eso el Coloquio de 2007 se dedicó a los problemas del mundo actual, con el subtítulo “Respuestas y alternativas desde la geografía y las ciencias sociales”. El décimo Coloquio, en 2008 abordó un balance de una década (1998-2008) de cambios en el mundo, en la geografía y en las ciencias sociales.
Este coloquio de Buenos Aires representa el inicio de una nueva etapa de los Coloquios de Geocrítica. Los diez primeros se celebraron anualmente y a partir del décimo decidimos que debían continuar, pero que era conveniente pasar a Coloquios bienales.
Nos vemos obligados a reducir el número de comunicaciones porque nuestra voluntad es que podamos dialogar interdisciplinariamente, que todos escuchemos y podamos debatir las comunicaciones que se presentan. Los problemas se relacionan de forma inextricable entre sí, y deben abordarse desde diferentes perspectivas. La mayor parte de los presentes estamos disciplinados e integrados en una disciplina, pero somos conscientes de la necesidad de conocer otros puntos de vista. Se trata de una posición fundamental, y queremos dar ejemplo en ese sentido.
Creemos que es importante establecer foros interamericanos y americano-europeos de discusión. Este es uno más. Tiene como característica la confianza mutua. Hemos demostrado que podemos ser colegas y, sin embargo, amigos. Hemos realizado estas reuniones con recursos reducidos, procurando organizar coloquios modestos, como corresponde en la situación del mundo actual.
También compartimos la insatisfacción sobre el estado del mundo hoy, siendo, de todas formas, conscientes de los avances que se han realizado, y coincidimos en la voluntad de cambio, en el espíritu crítico, sin dogmatismos, dispuestos a modificar nuestras opiniones si el debate nos muestra que estamos equivocados. Tenemos muchos problemas en común a un lado y otro del Atlántico, y debemos discutirlos, diagnosticarlos y buscar soluciones conjuntamente.
El tema de este año es esencial para dar nuevas perspectivas a la ordenación territorial y urbana y para afirmar y profundizar la democracia: “La planificación territorial y el urbanismo desde el diálogo y la participación”. En la convocatoria del Coloquio se señalaban los objetivos, a partir de la constatación de que “la planificación territorial y el urbanismo están conociendo profundas transformaciones, pero tal vez deberán asentarse en unas bases nuevas, que acepten como punto de partida el diálogo y la participación”.
Muchas de las comunicaciones presentadas se refieren a ello, aunque se seleccionado asimismo otras que constituyen referencias para debates vinculados a estas cuestiones, tales como las escalas locales y estatales, la construcción de infraestructuras, la redistribución de recursos y otros temas que permiten contextualizar los debates.
Desde hace años estamos persuadidos de la necesidad de la participación y el diálogo para la mejora de la ciudad y, de manera general, para la planificación. Un tema al que hemos venido prestando atención en Geocrítica. Prueba de ello es la sección “Ciudadanía y participación” <http://www.ub.es/geocrit/ciupar.htm>, que, en una primera fase, permite enlazar con todas los trabajos que hemos publicado y que, en una fase posterior, tiene voluntad de establecer vínculos con otros muchos materiales que sean de interés para un debate en profundidad.
El tema de la participación ha pasado a ser esencial en el mundo de hoy. Así se ha reconocido en muchos encuentros internacionales de la forma más amplia; una prueba de ello es la atención prioritaria que le concedido el prioritaria en el V Foro Urbano Mundial, que se ha celebrado en Rio de Janeiro del 22 al 26 de marzo pasado.
Los debates sobre el derecho a la ciudad realizados en ese foro han insistido en que los ciudadanos deben convertirse en agentes activos de la transformación de la ciudad, para mejorarla. Lo cual implica, sin duda, la existencia de un sistema democrático y la participación de los ciudadanos en la gestión y construcción de la ciudad, es decir, en las decisiones sobre las opciones urbanísticas.
Las ciudades tienen graves problemas. A veces dominan posiciones pesimistas e incluso apocalípticas sobre la ciudad, que frecuentemente producen desesperanza. Pero solo si se valora lo que de positivo tiene la ciudad se puede pensar en el futuro de las ciudades, lo que hoy significa pensar en el futuro de la Humanidad.
Tenemos la convicción de que los problemas de la ciudad pueden resolverse. El caso de las transformaciones experimentadas por numerosas ciudades, entre ellas Barcelona, lo pone de manifiesto. Sin duda esas transformaciones se han realizado en situaciones de estabilidad política, de existencia de un sistema democrático y de fuerte inversión pública, con la colaboración de grupos políticos y profesionales preparados; y con un tejido social y empresarial dinámico. Pero eso se da en muchas ciudades; y en todas hemos de luchar por conseguirlo.
Desde luego, los problemas son diferentes según el tamaño de la ciudad, según la escala a la que nos enfrentemos. No es lo mismo una pequeña o media ciudad que una metrópolis de cuatro millones o una de 20 millones. Pero tenemos que partir de una posición optimista sobre la posibilidad de resolver los problemas, para tener la fuerza que se necesita para hacerlo. Una solución que debe abordar, especialmente, las dimensiones políticas y administrativas, y los problemas de ciudadanía en democracia, y que exige del planeamiento bajo la dirección pública. Que tenga en cuenta ante todo el bienestar de los ciudadanos, y una aspiración a la igualdad de todos los grupos sociales en el acceso a dicho bienestar. Lo que significa políticas públicas de construcción de equipamientos y de viviendas, y la colaboración del sector privado y del llamado tercer sector. Que asegure la la construcción de la ciudad, sin que eso se convierta en una fuente inmensa de beneficios para el capital privado; y que garantice la transmisión al sector público de las plusvalías generadas.
Y, finalmente; que se construya de forma adecuada, en relación con los objetivos políticos y sociales que se definan, y que deben ser consensuados y compartidos de la forma más amplia posible, con el diálogo y la participación.
Este aspecto del diálogo es verdaderamente esencial, y he tenido ocasión de referirme a él en otras ocasiones. “Cambiar las formas de construir la ciudad significa que, frente al papel de los técnicos que pretenden controlar el saber y que diseñan los planes para que los ciudadanos introduzcan detalles, es preciso que el plan se realice después de escuchar las demandas ciudadanas, y en diálogo con ellas”. Hace falta una mayor atención a las voces de los vecinos.
Quiero insistir en que el diálogo debe convertirse en una forma habitual de gestión de la ciudad, y que a través de él se va creando competencia cívica; que la democracia exige, ante todo, de mecanismos formales como los que ya existen, pero que es algo más que eso, y que debe profundizarse; que la presión popular tiene una importancia decisiva. Es cierto que la participación es difícil, y que puede ser manipulada en defensa de intereses particulares, pero también pueden ponerse en marcha mecanismos para que sea verdaderamente democrática, transparente y eficaz en la defensa de los intereses generales y para la planificación y ordenación del territorio por los poderes públicos, algo que es necesario defender como imprescindible. Tal como dije en otra ocasión, la tarea que tenemos ante nosotros es: ”profundizar en la democracia, incorporar al movimiento ciudadano a la construcción de la ciudad, poner a los técnicos y a los políticos en su lugar, al servicio de los ciudadanos, de sus aspiraciones y de sus necesidades”.
Para eso necesitamos la participación, algo fácil de decir pero difícil de conseguir. Pretendemos dedicar atención a ello en este Coloquio.
© Copyright Horacio Capel, 2010
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Ficha bibliográfica: