Scripta Nova |
Vicente
Casals Costa
Universidad de Barcelona
vcasals@ub.edu
Recibido: 17 de enero de 2008. Aceptado: 25 de septiembre de 2008. Versión definitiva: 5 de marzo de 2009.
Barcelona, Lisboa y Forestier: del parque urbano a la ciudad-parque (Resumen)
En 1915 llegó a Barcelona el ingeniero forestal, diseñador de parques y urbanista francés Jean Claude-Nicolas Forestier, llamado para proceder al ajardinamiento de la montaña de Montjuïc, marco de una proyectada Exposición Internacional de Industrias Eléctricas, así como elaborar otros varios proyectos para la ciudad, el más importante de los cuales era el parque de Pedralbes. Doce años después, Forestier fue llamado a Lisboa, con el encargo de elaborar un Plan general de mejoras de la ciudad y, de forma más concreta, de buscar una solución a la prolongación de la Avenida da Liberdade y el rediseño del parque que la coronaba, el parque Eduardo VII.
Entre uno y otro momento, el modelo de ciudad de Forestier había madurado y puede considerarse su esbozo de propuesta para Lisboa como la expresión más acabada de su idea de ciudad-parque, idea que influirá en los planteamientos de arquitectos como Le Corbusier.
Palabras clave: Barcelona, ciudad-parque, Forestier, Le Corbusier, Lisboa, sistema de parques.Barcelona, Lisbon and Forestier: urban park to the city-park (Abstract)
In 1915 he arrived in Barcelona on a forestry engineer and french landscaper Jean Claude Nicolas Forestier, called to proceed with the landscaping of the Montjuïc mountain, under a proposed International Exhibition of Power Industry and to develop several other projects for the city, the most important of which was the Pedralbes park. Twelve years later, Forestier was called to Lisbon with the task of preparing a master plan of the city and, more specifically, a solution to the extension of Avenida da Liberdade and the redesign of the park that crowned, Park Edward VII.
Between one and another time, the city model Forestier had matured and can be considered the outline proposal for Lisbon as the ultimate expression of his idea of city-park, an idea that will influence the approach of architects like Le Corbusier.
Keywords: Barcelona, city-park, Forestier, Le Corbusier, Lisbon, park system.La llegada en 1915 de ingeniero y urbanista Jean Claude Nicolas Forestier para colaborar en las labores de ordenación paisajista de la montaña de Montjuïc, en Barcelona, donde estaba proyectado celebrar una Exposición Internacional de Industrias Eléctricas, adquirió mayor trascendencia al hacer extensiva su labor a una serie de propuestas urbanísticas a escala de ciudad, que incluían aspectos diversos como la modernización del Servicio de Parques y Jardines municipal, la formulación de la primera propuesta operativa del sistema de parques, o proyectos de desarrollo urbano para todo un sector de la ciudad en torno del proyectado parque del Palacio Real de Pedralbes. Aunque algunos de ellos no llegaron a concretarse y otros lo hicieron de la mano de algunos de sus discípulos catalanes, las ideas del ingeniero francés marcaron la historia urbana de la ciudad y su nombre quedó vinculado a uno de sus grandes parques, Montjuïc.
En 1927, un par de años antes de la inauguración del certamen barcelonés, que finalmente se celebró en 1929, Forestier fue llamado por la Cámara Municipal de Lisboa con el encargo de elaborar un Plan general de mejoras de la ciudad y, de forma más concreta, buscar una solución a la prolongación de la Avenida da Liberdade y el rediseño del parque que la coronaba, el parque Eduardo VII.
La propuesta de Forestier para Lisboa constituye su último gran proyecto, recogiendo los principales elementos de su ya madura obra como urbanista, tanto en su vertiente práctica (en Barcelona, Buenos Aires, La Habana, entre otras ciudades), así como su notable teorización sobre el papel del sistema de parques en las grandes ciudades, que desarrolló en diferentes textos a partir de 1906, continuada más tarde por algunos de sus discípulos en fechas posteriores, . En él, elaboraba una solución para la prolongación de la Avenida da Liberdade y la creación de un gran parque urbano. Pero la propuesta tenía además un verdadero alcance metropolitano, al convertir la Avenida da Liberdade en el eje articulador de un sistema viario que ponía en relación los principales núcleos urbanos del entorno lisboeta y conectaba las principales infraestructuras de transporte y de ocio.
En este artículo vamos a estudiar estos dos momentos que caracterizan lo que puede considerarse la madurez de Forestier. En el caso de Barcelona, nos centraremos en su proyecto para el parque de Pedralbes, no llevado a la práctica, y en el de Lisboa en su propuesta de extensión de la ciudad, tampoco realizada,. A pesar de ello, estas propuestas de Forestier revisten importancia, primero, por ser un reflejo de su juicio creativo como urbanista y, en segundo lugar, porque permiten seguir el hilo de sus ideas e intervenciones, en las que son puntos de referencia obligada su labor en Barcelona y su propuesta para Lisboa .
En 1913 un peculiar personaje, Joan Pich y Pon, concejal del Ayuntamiento de Barcelona, e industrial con intereses en el ramo de la electricidad, propuso la celebración en la ciudad de una exposición de aparatos eléctricos, propuesta que el Consistorio barcelonés aceptó[1]. Al parecer, la idea fue bien recibida por la sociedad barcelonesa, lo que puso en un aprieto a los concejales de la Lliga Regionalista, el partido nacionalista catalán de corte conservador, puesto que Pich y Pon estaba vinculado a su principal contrincante político, el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux. Finalmente, los concejales de la Lliga encontraron una solución al dilema, consistente en proponer que la exposición tuviera dos comisarios, uno de cada partido: por una parte, Joan Pich y Pon, y, por otra, Francesc Cambó, concejal nacionalista, uno de los fundadores y hombre fuerte de la Lliga, también con intereses en el sector eléctrico.
Con la entrada de Cambó, la idea de la Exposición Internacional de Industrias Eléctricas sufrió un profundo cambio. Hombre de grandes proyectos, Cambó vio en la Exposición la oportunidad de impulsar profundas transformaciones urbanísticas en la ciudad que le permitieran recuperarse de “veinticinco años de abandono a que ayuntamientos ineptos la habían condenado”[2]. Para él, las exposiciones universales habían dejado de tener interés, y lo que realmente le importaba era impulsar las grandes transformaciones urbanísticas necesarias para convertir a Barcelona en una gran capital, en sintonía con las aspiraciones nacionalistas de la Lliga.
Cambó pensaba que la tarea más urgente consistía en la creación de “una corona de grandes espacios libres circundando Barcelona” y, de forma más concreta, y urgente, impulsar la creación de dos grandes parques, uno en la montaña de Montjuïc y el otro en la zona de Sant Pere Màrtir, en Pedralbes, en el límite del término municipal barcelonés[3].
Montjuïc, además, tenía que constituir el marco en el que se desarrollaría la Exposición, según lo acordado por el Ayuntamiento después de una cierta polémica sobre su idoneidad y en la que se barajaron otras posibles localizaciones. Acabó imponiéndose el punto de vista de Cambó, que rápidamente puso en marcha un conjunto de medidas destinadas a impulsar la transformación de la montaña de Montjuïc, entonces un espacio marginal, en el marco de la Exposición Internacional. En esta tarea, recuerda Cambó, contó con un equipo de colaboradores técnicos altamente cualificado: los arquitectos Josep Amargós y Josep Puig i Cadafalch, el ingeniero militar, en situación de supernumerario, Marià Rubió i Bellvé, el ingeniero de montes Carles de Camps y, sobre todo, según señala, el paisajista e ingeniero de Eaux et Forêts Jean Claude Nicolas Forestier.
El político nacionalista llamó a Forestier debido al interés que le despertaron los trabajos realizados por el paisajista francés en Sevilla, interesándose por su autor. Seguramente, además, consideró que la obra de francés contribuiría de forma importante a que Barcelona alcanzara en su estética urbana el carácter de capitalidad en el que estaban interesados los hombres de la Lliga. Forestier tuvo un buen entendimiento con Cambó desde el principio, así como con otros miembros del equipo técnico de la Exposición, en especial con el ingeniero Marià Rubió, que más tarde desempeñaría las funciones de director técnico de la Exposición.
En agosto de 1915, Forestier expuso a Cambó una serie de sugerencias, resultado de su primera estancia en Barcelona, que marcaron la orientación de los trabajos desarrollados posteriormente. En primer lugar, señaló la conveniencia de que el parque principal estuviera cerca del mar y que, en tal sentido, Montjuïc presentaba ventajas indudables. Sin embargo, indicaba también que un parque reviste interés no solo por su situación sino que además hay que tener en cuenta su entorno y, en especial, la existencia accesos fáciles para la población. Y añade que Montjuïc presentaba claras dificultades y que los accesos nunca serán ni cortos ni fáciles. El carácter de los barrios vecinos rerpresentaba otro problema, en parte relacionado con el anterior, ante lo cual, sin embargo, señala que su experiencia con los barrios de los alrededores del Champ de Mars, en París, “est une preuve de la rapidité avec laquelle l’aménagement d’un quartier peut en transformer et en assainiur moralement les abords”[4]. En cambio, el otro parque por el que había mostrado interés Cambó, que debía localizarse en Pedralbes, zona alejada del litoral, tenía la ventaja, dice, de la facilidad de su acceso y presentaba condiciones para la instalación de un gran parque público de carácter “elegante”.
Forestier hizo otras consideraciones de diverso tipo, entre ellas la conveniencia de que los arquitectos no limitaran sus propuestas a la Exposición en sentido estricto sino que trabajasen con la perspectiva de la ordenación definitiva de los terrenos una vez concluido el certamen. También sobre la importancia de los jardines privados, indicando la conveniencia de la reurbanización del entorno de la Exposición con propiedades que los tuvieran en abundancia.
Las realizaciones de Forestier en Barcelona son bastante conocidas y han sido estudiadas con cierto detalle, en lo que sin duda ha tenido importancia la labor de quien fue su principal discípulo y colaborador en Cataluña, el arquitecto Nicolau Maria Rubió i Tudurí, hijo de Marià Rubió, el ya mencionado director técnico de la Exposición. Esto incluye el parque de Montjuïc y otras varias actuaciones en la ciudad, pero en cambio se ha prestado poca atención a algunos de sus proyectos no realizados, concretamente al proyecto de parque de Pedralbes.
Situado ya en el límite del municipio de Barcelona, este parque, según Cambó, debía sobrepasar las mil hectáreas, de las cuales unas 400 eran de suelo relativamente llano. A esta superficie es a la que afectaba la propuesta elaborada por Forestier y de la que seguidamente vamos a ocuparnos.
Barcelona era una ciudad sin residencia real desde que en 1875 el viejo Palacio Real, situado en el Pla de Palau, fue pasto de las llamas, lo que había dado lugar a algunas situaciones incomodas. Por esto, Cambó vio la oportunidad de dotar a la Barcelona capitalina a la que aspiraba, de una residencia real que estuviera acorde con su función, tanto por el edificio del palacio como por el lugar y el marco donde éste se ubicara. El lugar adecuado creyó encontrarlo en la parte baja de la montaña de Sant Pere Màrtir, a caballo entre los municipios de Barcelona y Esplugues. El lugar ya había sido objeto de estudio para su urbanización con anterioridad, y en el mismo anteproyecto de Pla d’Enllaços, elaborado en 1905 por Leon Jaussely, se había considerado asimismo la creación de un gran parque más o menos por la misma zona.
Cuando Forestier llegó en 1915 a Barcelona comenzó a trabajar en el proyecto de parque de Pedralbes, en paralelo con otros varios proyectos para la ciudad. Por su extensión, el proyecto de Pedralbes era probablemente el mayor proyecto al que se había enfrentado hasta el momento, puesto que tanto las intervenciones en Sevilla, como las anteriores en el Protectorado francés de Marruecos o en París eran, tomadas individualmente, mucho menores. Pedralbes era entonces, además, una zona muy alejada del centro de la ciudad, donde el nuevo proyecto tenía que partir prácticamente de cero, sin apenas preexistencias urbanísticas. También era un lugar en el que había proyectos para convertir una parte en ciudad-jardín a través de la Sociedad Anónima de San Pedro Mártir, para la que Forestier también trabajó. Se trataba, por consiguiente, de urbanizar una gran extensión, combinando la formación de un gran parque “aristocrático”, según la expresión de Cambó, que sirviera de marco para residencia real, por una parte, y que enlazara con la proyectada ciudad-jardín de Sant Pere Màrtir, por otra. Seguramente no es exagerado afirmar que Forestier se enfrentaba, ahí, con un verdadero proyecto de nueva ciudad.
La zona afectada por el parque era muy extensa (aunque probablemente menor a las 1.000 has. indicadas por Cambó en sus Memorias), sobrepasando las 600 hectáreas, de las cuales el proyecto elaborado por Forestier afectaba a unas 300, las más llanas, situadas en la falda de la montaña. El parque, ascendía luego por la montaña de Sant Pere Màrtir, rebasándola y extendiéndose hacia la otra vertiente, pero sin que a esta zona se le diera ningún tratamiento urbanístico en la primera propuesta de Forestier, quizás por ser considerada como una zona de reserva de bosques.
Bajo un aparente tratamiento paisajista, la propuesta de Forestier responde a un estricto esquema geométrico, como puede apreciarse en las figuras 1 y 2a, que reproducen dos de los trabajos elaborados para el proyecto. Se trata de una geometría construida a base de diagonales y que tiene como centro una gran avenida que recibe precisamente el nombre de Diagonal; había sido trazada por el ingeniero Ildefonso Cerdà medio siglo antes para su proyecto de Ensanche de Barcelona, y constituye uno de los pocos elementos que rompen el ritmo repetitivo de su plano ortogonal.
Esta Diagonal cerdaniana desempeña un papel importante en la propuesta de Forestier. En el año 1916, el trazado de la Diagonal distaba varios kilómetros para llegar a Pedralbes; aún así, el ingeniero francés la convierte en el eje central de su propuesta. En realidad, el centro geométrico del plano lo constituye la confluencia de esta vía con la Carretera de Esplugues, punto situado sobre el límite entre los municipios de Barcelona y Esplugues. Pero además de marcar el centro del proyecto, la Diagonal lo divide en dos áreas funcionales claramente diferenciadas (figura 1 y 2a). En la parte superior, de tratamiento más paisajístico, se encuentran diversas áreas residenciales y el Palacio Real. En la parte inferior, en cambio, está ocupado en su mayor parte por instalaciones de diverso tipo, en plena consonancia con el interés que, en las ideas urbanísticas de Forestier, tenían lo que en alguna ocasión llama recreation centers, centros recreativos, áreas especializadas en actividades deportivas, mezcla de jardines, terrenos de juego, piscinas al aire libre, salas de reuniones, de conferencias, de fiestas y que, según señala él mismo, ha desarrollado a gran escala “dans la partie inférieure du projet de Pedralves”[5].
Figura 1. Proyecto de Forestier para el parque de Pedralbes, de 1916. Fuente: Rubió y Tudurí, 1917. |
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Figura 2. a) Otro plano del mismo
proyecto, en el que puede apreciarse su estructura y simetrías. b) Detalle
del proyecto. |
La Diagonal recibe un tratamiento del tipo park-way, a juzgar por lo que puede observarse en el proyecto; es decir, de avenida-parque según el modelo impulsado inicialmente por Olmsted y los paisajistas norteamericanos y del que Forestier era un decidido partidario, al constituir los ejes que articulaban su sistema de parques. Pero, además, la Diagonal presenta una peculiaridad: esta larga avenida, que divide Barcelona en dos, desde el litoral, al NE de la ciudad, hasta el limite con Esplugas, al SO, es una vía totalmente rectilínea; pero a partir de este punto, en su proyecto Forestier la hace inclinarse ostensiblemente más hacia el sur. Aunque pueden encontrarse varias explicaciones para ello –de tipo topográfico, por ejemplo– creemos que la explicación hay que hallarla en la proyección regional que Forestier concedía a tal avenida-parque. En realidad, la clave nos la da el propio Forestier, aunque por boca Nicolau Maria Rubió i Tudurí, su discípulo y colaborador en Barcelona. En efecto, hablando del parque de Pedralbes, Rubió señalaba que “además el Sr. Forestier prevé el establecimiento de una gran avenida que, extendiéndose hasta la desembocadura del Llobregat, uniría el Parque de Pedralbes, con las futuras urbanizaciones barcelonesas del llano de dicho río”[6]. La inclinación hacia el sur de la vía era, pues, consecuencia de esta voluntad de acercar la prolongación de la Diagonal a las principales poblaciones del Baix Llobregat, situadas al sur de Barcelona.
Figura 3. En la imagen superior,
perímetro aproximado del parque de Pedralbes, sobre una
imagen 3D que abarca parte de los municipios de Barcelona y Esplugues de
Llobregat. En la inferior, la misma imagen 3D, a la que se ha sobrepuesto el
proyecto de Forestier, que da una idea de las dimensiones del proyecto. Fuente: Elaboración propia a partir de imágenes de Google Earth. |
Con el proyecto urbanístico de Forestier y el arquitectónico para el Palacio Real, debido a Josep Goday, Cambó inició los trámites para la adquisición de los terrenos. Al parecer, obtuvo el acuerdo para la venta de todos los propietarios, con la excepción de Eusebi Güell, el más importante, que se negó en redondo[7]. Este escollo paralizó la iniciativa temporalmente, situación que después se convirtió en definitiva al abandonar Cambó la política local en 1918, para trasladarse a Madrid, donde se hizo cargo del Ministerio de Fomento.
Sin embargo, las inercias del proyecto continuaron actuando, aunque orientadas por otros personajes. En 1919, el hijo de Eusebi Güell –fallecido en 1918–, Joan Antoni Güell, lanzó la idea de construir un palacio real a partir de la iniciativa de un grupo de propietarios encabezados por él mismo y ofrecía una de sus propiedades, situada en las cercanías del parque proyectado por Forestier.
La propuesta salió adelante y en 1924 el Palacio Real de Pedralbes estaba concluido, aunque no fue inaugurado hasta 1926. El proyecto inicial se debe al arquitecto Eugenio Bona Puig, con la colaboración del joven Manuel Mujica Millán, tanto en lo referente a la reforma del edificio preexistente, transformado en palacio, como el diseño del parque que lo acompañaba (figuras 4a y 4b)). La obra fue concluida por Francesc de Paula Nebot, arquitecto que también fue el responsable de la continuación del trazado de la Diagonal desde la plaza de Francesc Macià hasta el Palacio Real, cuya existencia la hacía imprescindible, y una de cuyas consecuencias fue una gran revalorización de las propiedades de Güell. El nuevo tramo de la Diagonal era de mayor anchura que resto de la vía y estaba concebida como avenida-parque, como ya lo previera Forestier. El diseño definitivo del parque del Palacio Real de Pedralbes se llevó a cabo por Nicolau Maria Rubió i Tudurí en base a un nuevo proyecto de 1925 (figura 4c); Rubió también se hizo cargo del ajardinamiento del nuevo tramo de la Diagonal (figura 4d).
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Figura 4. a) Proyecto de jardín para el Palacio Real de Pedralbes, de Eugenio Bona, de 1922. b) Croquis de la capilla del palacio, de Manuel Mujica, aun estudiante de arquitectura y que colaboró con su profesor Eusebio Bona en el proyecto del Palacio Real. Con el tiempo, Mujica se convertiría en un destacado arquitecto, desarrollando la mayor parte de su labor profesional en Venezuela, donde falleció en 1963. c) Proyecto definitivo de Nicolau M. Rubió, de 1925. Aunque el diseño de Rubió presenta claras diferencias con el de Bona, también es patente la existencia de elementos comunes que dan pie a poder suponer que Rubió tomó como punto de partida de su proyecto el anterior de Bona. d) Perfiles de la Diagonal, en su prolongación hasta el Palacio Real de Pedralbes, debidos a Nicolau Mª Rubió. Fuente: a) y b) La Vanguardia, 26 de agosto de 1922, p. 7; c) Rubió, 1926, p. 13; Rubió, 1923, p. 14 |
Más allá de estos efectos más o menos inmediatos, la división funcional establecida en la zona por Forestier, a uno y otro lado de la Diagonal, continúa hasta el presente. En la parte superior, zona residencial con presencia destacada de zonas verdes; en la parte inferior, predominio de infraestructuras deportivas, muchas de ellas vinculadas a la universidad. En abril de 1919, la revista Barcelona Atracción hablaba de la urbanización de la montaña de Sant Pere Màrtir según el modelo de la ciudad-jardín, y señalaba que ya se estaban trazando las principales avenidas, entre ellas la de Pearson[8], parte de la cual ya aparecía dibujada en la esquina superior derecha del proyecto de Forestier. Hoy es una de las zonas de más alto nivel de la ciudad.
El papel social de la jardinería fue una de las aportaciones más importantes de Forestier a las políticas urbanas de principios de siglo. En el año 1906 había publicado Grandes villes et systèmes de parcs donde desarrollaba esta concepción a partir de la experiencia de diversos países, sobre todo de los Estados Unidos (figura 5). Al mismo tiempo, en este trabajo también trataba de la experiencia norteamericana de los sistemas de parques, de la que hizo una adaptación para Europa, en especial para el caso de París[9].
Figura 5. A la izquierda, portada de Grandes
viles et système de parcs, de JCN Forestier, donde se difundió en Europa
el sistema de parques estadounidense. A la derecha, el folleto de F.L.
Olmsted, en el que se contiene el texto de su conferencia de 1870 titulada
“Public parks and the enlargement of towns”, antecedente de la obra de
Forestier. |
Con frecuencia, esta atención estuvo acompañada de polémicas y conflictos. Es el caso de las propuestas de urbanización de la zona de expansión del centro urbano en el área de la Avenida da Liberdade – Parque Eduardo VII, durante el primer tercio del siglo XX, en el que intervino Jean Claude Nicolas Forestier, el urbanista, diseñador de jardines e ingeniero forestal del que venimos hablando.
Forestier llegó a Lisboa en febrero de 1927 llamado por la Câmara Municipal con la finalidad de trabajar en la elaboración de un Plan general de mejoras de la ciudad[17]. La necesidad de un plan urbanístico era algo sentido desde hacia años, y ya en 1864 la Câmara Municipal decidió impulsar su estudio, sin que se llegara a resultados prácticos. De nuevo en 1901, la Câmara acordó impulsar nuevos estudios, de cuya dirección fue encargado el ingeniero de caminos Ressano Garcia, cuyas propuestas fueron aprobadas en 1904 y giraron en torno a la creación de las Avenidas Novas como eje de expansión de la ciudad; pero nuevamente dificultades de orden financiero impidieron su plena realización. En 1910, con el advenimiento de la República, Portugal entró en un periodo de convulsiones sociales que, junto con la crisis que acompañó a la primera guerra mundial, hizo que el tema de dotar a Lisboa de un plan general de urbanización se pospusiera durante años. Solamente con el advenimiento del Estado Novo y la implantación del autoritarismo político en al país se volvió a plantear seriamente la cuestión.
El hecho de que se llamara a un urbanista francés seguramente no fue casual. Desde la segunda mitad del siglo XIX Lisboa se había inspirado en múltiples aspectos en la tradición parisiense, influencia que había llevado a Eça de Queiróz a afirmar que Portugal era un “paíz traduzido do francês em calão”[18]. Diversos técnicos franceses habían participado activamente en las intervenciones urbanas de la ciudad y el mismo Ressano Garcia, el gran urbanista de la Lisboa moderna, se había formado como ingeniero de caminos en París, la capital de la Europa burguesa, y punto de referencia urbanístico y cultural de la ciudad del Tajo.
La tradición haussmaniana de Forestier[19] fue otro elemento de importancia para su elección, dado que lo que algunos autores han calificado de estilo ecléctico del francés, su preferencia por las grandes perspectivas y su tendencia a la monumentalidad era del gusto de las muy diversas oligarquías nacionalistas de la época para las que trabajó. Forestier fue el jardinero urbanista de la aristocracia andaluza en 1911-12, del nacionalismo conservador catalán, representado por Francesc Cambó, en la Barcelona de 1915, y de la oligarquía habanera en 1925, por citar algunos casos.
En el momento de la llegada de Forestier, el desarrollo urbano de Lisboa se centraba en el eje formado por la Avenida da Liberdade –los “Campos Elíseos” de Lisboa– coronada en su extremo superior por el Parque Eduardo VII, y las Avenidas Novas trazadas por Ressano Garcia. La modificación de la Avenida da Liberdade y del Parque Eduardo VII fueron el principal objeto del trabajo de Forestier, en la medida en que, en su propuesta, representaban el núcleo fundamental a partir del cual debía desarrollarse la urbe.
Figura 6. Planta Geral da Cidade
(1903), de Federico Ressano Garcia. Puede apreciarse la dirección tomada por
el crecimiento urbano, siguiendo las Avenidas Novas planificadas por Ressano
Garcia.
Fuente: Lisboa de Federico Ressano Garcia, 1989. |
En efecto, la apertura de la Avenida en 1879 fue la pieza clave para el desbloqueo de la Lisboa pombalina, hasta entonces estructurada en base a la relación y tensión entre la Praça do Comercio – símbolo de la Lisboa mercantil – y el Paseo Público (Rossio) – “o lugar do povo” –, reflejo de un modelo socio-urbanístico que caracterizó el desarrollo de la ciudad hasta finales del ochocientos[20].
El desarrollo de la ciudad hacia el norte pasaba inevitablemente por la destrucción de uno de los centros organizadores del modelo pombalino, el Paseo Público, y la consiguiente apertura de un eje que actuara como cordón umbilical del centro histórico con las poblaciones de la periferia, a las que iría integrando paulatinamente la ciudad central. Esta urbanización fue planeada y dirigida por la misma Câmara Municipal de Lisboa a partir de finales del siglo XIX, que realizó las expropiaciones de terrenos, la construcción de las infraestructuras, la parcelación y la venta de suelo; y luego los agentes privados involucrados en el proceso, a saber: propietarios del suelo, los compradores de las parcelas, los promotores de la construcción y los constructores [20bis].
Concebida a modo de gran boulevard parisino, la Avenida da Liberdade terminaba en unos terrenos en pendiente, topográficamente accidentados, que representaban una barrera física para su continuación. En vista de ello, la Câmara Municipal de Lisboa decidió su ajardinamiento, decisión en la que sin duda influyeron también motivos de orden higiénico. El proyecto adoptado era del ingeniero francés H. Lusseau (1888), trazado en estilo paisajista, y fue incorporado a las propuestas de desarrollo del plano de la ciudad elaboradas por Ressano Garcia y que preveían la creación de las Avenidas Novas como forma de sortear lateralmente el obstáculo topográfico representado por los terrenos del futuro parque (figura 6).
Desde entonces, se forjaron dos visiones sobre el parque entre los técnicos y la intelectualidad preocupados por el futuro de Lisboa. Por una parte, la de aquellos que lo veían como un obstáculo a remover para la prolongación de la Avenida da Liberdade y la consiguiente urbanización de sus terrenos. Por otra, la de aquellos que lo consideraban como el pulmón de la ciudad, el gran parque lisboeta cuyo recinto era preciso preservar.
La idea de la prolongación de la Avenida da Liberdade a través de los terrenos del parque ya había sido planteada a principios de la década de 1880 por el ingeniero Miguel Pais, para el cual
“mesmo como passeio para gente de pé, a actual Avenida é pouco extensa, para carruagens e cavaleiros é pequeníssima e necessita absolutamente ser prolongada: mas não é este o aspecto que se apresenta a sua principal vantagem, mas sim a de ligar directamente e por meio de rampas acessíveis ao grande movimento o centro da cidade […] com a mais importante cumiada de Lisboa”[21].
La propuesta de Pais (figura 7a), –que consistía en la prolongación de la avenida por los terrenos del parque, que sería urbanizado, coronado por una monumental rotonda, para lo cual el argumento de más peso era la fluidez del tráfico– chocó con la oposición, entre otros, de Ressano Garcia, que impuso su criterio de desarrollar el trazado viario a partir de una serie de calles adyacentes al parque. Al parecer, los argumentos del coste económico de la operación fueron los decisivos. Sin embargo, casi cincuenta años después Forestier convertirá esta idea en una de las piezas básicas de su proyecto.
El ingeniero forestal francés era de la opinión de que, trascurridos casi dos siglos después de la reforma de Pombal, la ciudad crecía en el más completo desorden, con la excepción, señalaba, de la Avenida da Liberdade, cortada, sin embargo, por sus dos extremos. A pesar de ello, creía que
“por um feliz acaso, que não deve deixar-se fugir, a Avenida termina em terrenos livres, como são os o Parque Eduardo VII, podendo por isso, continuar a subir até uma “terrasse”, quais natural, donde se desfruta um esplêndido panorama da cidade o do Tejo”[22].Se trataba de recuperar la idea de Miguel Pais, pero a la que Forestier conferirá un desarrollo mucho más amplio. Para ello, se apoyará en otra propuesta, formulada hacia 1920, de crear un gran parque en la zona superior del de Eduardo VII, “cuja primeira ideia partiu dos srs. Vicente de Freitas e dr. Mac Bride”[23] (figura 7b), y que éstos habían denominado “Parque de Lisboa”.
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Figura 7. a) Proyecto del ingeniero
Miguel Pais. b) Propuesta de Freitas – McBride. Fuente: Morais y Roseta, 2005, p. 23 y 27. |
En el proyecto de Forestier la prolongación de la Avenida da Liberdade se inspiraba directamente en los Campos Elíseos parisinos, con una anchura de unos 200 metros, bordeada de jardines y con viviendas de lujo, “em virtude de sua situação no mais belo bairro de Lisboa”. Superado el desnivel topográfico representado por el Parque de Eduardo VII, se abrirían grandes avenidas “que conduziriam ao Parque de Benfica, a Carnide, au Lumiar ou ao Hipódromo, ao Stand, aos vastos terrenos de sport, a futuro porto da Aviação, á futura grande ‘Gare’, etc.”[24].
El propio Forestier sintetizaría, en 1928, el contenido del proyecto lisboeta en los términos siguientes:
“Se trata de un proyecto para la continuación de la Avenida da Liberdade y la creación de un centro residencial precedido de un gran parque con ciudades-jardín y terrenos de juego. La ciudad se extiende por la parte baja de este plan, rodea la estación central proyectada, hasta el límite del gran parque. La parte inferior donde se encuentra dibujada la prevista prolongación de la gran Avenida da Liberdade, se encuentra sobre un terreno en fuerte pendiente, que da acceso a una terraza superior, donde comienza la avenida propiamente dicha del parque, mediante una calzada para coches con dos curvas en forma de lazo, desde cuya explanada se domina la Avenida da Liberdade y el panorama de la ciudad, con el Tajo al fondo. Todas las grandes avenidas están adornadas con platabandas de jardines. La explanada tiene entre 225 y 250 metros de ancho. La primera sección de la prolongación de la Avenida, 150 m. de anchura y más de 25 m. de servidumbre de jardines, es decir, 200 m. entre casa y casa. Después de la explanada, la anchura de la Avenida es de 120 m., y, más allá del cruce de la estación, se reduce a 112 m”[25].
El parque pensado por Forestier tenía una gran extensión, cuyo perímetro trascurría por las Avenidas Novas, la Avenida da Republica y Campo Grande, girando luego hasta el límite de Cornide y Benfica para descender después a través de Monsanto hasta Alcantara, cuyo valle incluía (figuras 8, 9a y 10). Concebido con finalidades claramente utilitarias, el parque incluiría zonas ajardinadas, zonas de deporte y viviendas:
“Parque amplo, com as suas matas, os seus jardins em terraço, os seus campos de sport e, também (insistamos nesse novo pormenor) a sua mistura com grupos de casas de habitação, conservando-se as aglomerações já existentes, alargadas e mais ordenadas; meio para obter o aspecto de uma maior extensão de Parque, sem os encargos do custeio, nem tão pouco o grande dispendio da compra do terrenos”[26].
Se trataba en suma de articular a partir de la Avenida da Liberdade de un sistema viario que enlazara los principales núcleos urbanos del entorno de Lisboa y conectara a su vez con las principales infraestructuras de transporte y de ocio. Por otra parte, la tipología constructiva que proponía estaba claramente inspirada en la ciudad-jardín, como pone explícitamente de manifiesto el propio título del proyecto: Ville de Lisbonne. Étude de la continuation de la L’Avenue de la Liberté et de l’aménagement d’un Grand Parc avec cites-jardin et terrains de jeux.
Figura 8. Proyecto de Forestier para la ciudad de Lisboa. |
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Figura9. a) Detalle del tratamiento
dado al parque de Eduardo VII. b) Perspectiva de un tramo de la aveniada
proyectada por Forestier junto al río Tajo. |
Además, Forestier proyectó una larga Avenida junto al Tajo, que, partiendo de la pombalina Praça do Comercio, conducía hacia los alrededores de la ciudad en dirección a Estoril y Cascais. La avenida constaba de dos calzadas, entre las que se situaban un conjunto de jardines “donde en verano se podrá venir a respirar el aire fesco del río”[27] (figura 9b).
El escollo de la financiación de un proyecto tan caro como el propuesto, Forestier pensaba salvarlo a partir de la venta de las zonas urbanizadas con viviendas de lujo, según el modelo experimentado en el Campo de Marte de París y la Avenue Terveuren de Bruselas. Asimismo sugería la posibilidad de encontrar una sociedad solvente desde el punto de vista financiero, del tipo de las que habían impulsado la construcción de la red de ferrocarriles, que se interesara en el proyecto.
Figura10. En la imagen superior, vista actual, en 3D, de la ciudad de Lisboa. En la inferior, la misma imagen 3D, a la que se ha sobrepuesto el proyecto de Forestier. |
Como en casos anteriores, la falta de solvencia económica de la Câmara Municipal de Lisboa impidió el posterior desarrollo del proyecto que, en realidad nunca pasó de ser un esbozo del mismo o, como el propio Forestier señalaba, una “indicação gráfica” de las ideas que proponía. Desde la prensa, que se ocupó del tema con asiduidad, no dejó de señalarse la falta de oportunidad de un gasto de tal envergadura, y que en la ciudad había obras más urgentes, aunque menos brillantes y de menor valor paisajista pero no por ello menos oportunas[28].
La cuestión de la “beleza citadina”, de la estética, fue otro motivo de oposición al proyecto. En realidad, en relación al Parque Eduardo VII se enfrentaban dos posturas que Paulino Montez resumió en la disyuntiva de ser “um retiro caprichoso, com abrigos, estufas e barquinhos, ou um acrópole de massas arquitecturais a coroar a Lisboa monumental”; un lugar que recordara el pintoresquismo campesino o un recinto ajardinado arquitectónicamente construido[29]. El proyecto de Lusseau, – al que la Câmara Municipal había incorporado algunas actuaciones puntuales (un lago, un umbráculo…) –, con su trazado de corte paisajista respondía a la primera concepción, mientras que el trazado a lo Beaux Arts de Forestier, con su visión unitaria de la Avenida da Liberdade y el Parque Eduardo VII como un todo monumental, era un buen reflejo de la segunda. Y aunque destacados artistas e intelectuales se manifestaron públicamente favorables a esta última propuesta[30] y era bien vista por sectores higienistas, tal “projecto de europeização”[31] no prosperó.
A pesar de que la estancia de Forestier en Lisboa no dejó otra cosa que una serie de sugerencias sobre un posible desarrollo urbano de la ciudad y un esbozo de proyecto, algunas de sus ideas mantuvieron una cierta influencia con posterioridad. En 1932, el arquitecto municipal Cristino da Silva retomó parte de la propuesta de Forestier (esencialmente la prolongación de la Avenida a través del Parque, la urbanización del mismo y la creación de una terraza monumental en su parte superior) siendo aprobada por la CML en 1933, aunque tampoco fue llevada a la práctica. Años después, en 1938, el urbanista E. de Gröer inició los trabajos del primer Plan Director de la ciudad, concluido en 1948. En él se contempla la creación del Parque Forestal de Monsanto, de dimensiones parecidas al propuesto por Forestier, aunque situado más al oeste, y coincidiendo una zona parcialmente. En la década de 1940 el arquitecto Keit do Amaral ajardinó el Parque Eduardo VII tal como está en la actualidad, y donde la prolongación de la Avenida da Liberdade queda como un paseo peatonal.
La estancia de Forestier no fue más que un breve episodio de la historia del urbanismo portugués, relegado a breves referencias en los tratados y estudios sobre el mismo. Aún así, algunas de sus propuestas, originales o reformuladas, parecen haber sido incorporadas en algún grado en los desarrollos urbanísticos que le siguieron, convirtiéndose, de este modo, en patrimonio intelectual y material de la ciudad.
Pero hay más. Desde la elaboración del proyecto para el parque de Pedralbes en Barcelona habían transcurrido once años, durante los cuales Forestier había cimentado su prestigio como urbanista, con sus actuaciones en Buenos Aires y, sobre todo, en La Habana, su realización más importante, y adonde había llegado en febrero de 1926, es decir un año antes de su visita a Lisboa. Por esto, en más de un sentido el proyecto lisboeta puede considerarse su última gran propuesta y en la que, creemos, la idea de ciudad-parque se expresa de forma bien palmaria. Pedralbes como punto de partida; Lisboa como lugar de llegada.
Forestier teje su propuesta urbanística a partir de su propia experiencia –y Forestier es sobre todo un práctico– pero también de la de sus amigos y colaboradores. El peso de la experiencia barcelonesa y de Rubió es grande, como ya hemos visto, y es la segunda plasmación concreta de sus teorías urbanísticas. Pero la primera es bastante anterior, de 1910, y de una ciudad americana, mucho antes de que Forestier desembarcara en el nuevo continente. Su autor, Miguel Ángel de Quevedo fue un ingeniero de caminos formado en Francia que a principios del siglo XX tuvo responsabilidades políticas en el Ayuntamiento mexicano, interviniendo activamente en el terreno urbanístico[32]. Amigo de Forestier, intentó aplicar sus teorías a la ciudad, lo que le llevó a elaborar una propuesta global para ciudad de México, expuesta primero como conferencia en 1910 y publicada después el año siguiente[33]. El texto de Quevedo debió ser muy del agrado de Forestier, que no dudó en prestárselo a Nicolau Mª Rubió para que éste lo utilizara como fundamento bibliográfico para la elaboración de su referida memoria de 1917. Forestier visitará México poco antes de su muerte y probablemente acordó algún tipo de colaboración con el ayuntamiento mexicano, que su fallecimiento impidió concretar.
El “viaje americano” de Forestier había, pues, sido precedido de la aclimatación mexicana de su obra que, a su vez, constituyó una de las fuentes para su adaptación barcelonesa. Cuando en 1923 el gobierno español del general Primo de Rivera prescindió de Forestier, éste pronto dio el salto a Argentina, después a La Habana y, finalmente, a Lisboa. En cierto modo, el ciclo se había cerrado.
A partir de 1915, periodo en el que Forestier va consolidando su idea de ciudad, Charles Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, comienza a esbozar también la suya, que, años después, se convertiría en el modelo urbano hegemónico a escala mundial. Durante este tiempo, se sabe que Forestier y Le Corbusier se relacionaron, aunque esta relación presenta caracteres ambiguos y ha dado pie a interpretaciones tendencialmente distintas[34]. La buena relación personal, no implicaba desde luego coincidencias en cuanto a los planteamientos teóricos respecto a la ciudad.
Sin embargo, leyendo con una cierta atención a uno y otro autor –sus textos, pero también sus realizaciones—no es difícil encontrar puntos en común, algunos de ellos muy fundamentales. Le Dantec recuerda que probablemente a Forestier no le gustarían mucho las críticas a la ciudad-jardín realizadas por Le Corbusier[35]. Pero la crítica a la ciudad-jardín de éste puede verse desde distintos puntos de vista. Jane Jacobs, por ejemplo, insistirá en las continuidades entre la ciudad-jardín y la ciudad funcionalista de Le Corbusier, y no precisamente como una valoración positiva sino en el contexto de una crítica durísima[36].
Algunos de los primeros textos teóricos de Le Corbusier ponen en evidencia la relación entre la nueva ciudad funcional y el parque, hasta llegar a lo que se ha calificado de “ciudad en el parque”[37]. Influido también en esta cuestión por Tony Garnier comentará ante el plano de un barrio residencial de La Ciudad Industrial: “Se puede cruzar la ciudad en cualquier dirección, independientemente de las calles que el peatón necesita seguir. Y el suelo de la ciudad es como un gran parque”[38]. Y en la nota que acompaña su plano-propuesta de “ciudad contemporánea” indica que “sólo las líneas gruesas expresan las superficies construidas. Todo lo demás son calles o superficies plantadas. En verdad, el centro es un parque inmenso que proporciona múltiples aspectos arquitectónicos: el espectáculo es infinitamente variado”[39]. Años después, estas ideas se plasmarán en torno de uno de los más influyentes textos de Le Corbusier, La ville radieuse y su propuesta de ville verte: una extensa ciudad de tres millones de habitantes, construida a base de rascacielos levantados sobre pilotes en el marco de un inmenso parque[40].
Figura 11. Para Le Corbusier la ciudad contemporánea debe construirse en un parque. La “ville verte” es una conjunción de edificación en altura situada sobre un parque con abundantes instalaciones deportivas y espacios recreativos. |
No deja de llamar la atención que los autores que se han ocupado de la relación entre Forestier y Le Corbusier a los que antes nos hemos referido, solamente traten el asunto de la exposición de Artes Decorativas y hayan pasado por alto otra referencia bastante más sustanciosa, presente en uno de los textos más conocidos del arquitecto. En efecto, en su obra La Ciudad del Futuro, publicada inicialmente en 1924 y después repetidamente reeditada, se refiere con cierto detalle a Forestier. Dice Le Corbusier:
“He tenido la buena suerte de encontrar hoy mismo al señor Forestier, ingeniero de Aguas y Bosques, arquitecto-paisajista del Bois de Boulogne y de las plantaciones parisienses. Este hombre experimentado se ocupa de los árboles y las flores y aprecia por qué viven; sabe cosas que se refieren al condicionamiento mismo del ser físico. No conocía mis investigaciones sobre urbanismo; sus palabras fueron otras tantas confirmaciones procedentes del fenómeno natural a mis conclusiones resultantes de un sistema teórico.”[41]
Continúa Le Corbusier relatando la conversación mantenida y señala que Forestier le expuso los problemas que se generaban en el centro parisino como consecuencia de la afluencia al mismo de los habitantes de los barrios periféricos tipo ciudad-jardín. Un centro congestionado y contaminado; “a ese centro, no se le toca”, señalaba el ingeniero, cuyo deterioro ha hecho que la situación sea angustiosa. Y concluye Le Corbusier:
“Hallé en este veredicto una parte esencial de los elementos en que me basé para plantear el problema, y sobre los que, ya en 1922, había establecido los diseños de la ‘ciudad contemporánea’”.[42]
Este texto sin duda sitúa a otro nivel muy distinto las relaciones entre los dos personajes. Por lo menos en cuanto al diagnóstico sobre la ciudad y el papel de los espacios verdes, la coincidencia es muy amplia. Coincidencia desde la teoría, en uno, y desde la labor práctica, en el otro, pero coincidencia al fin. Situados en esta perspectiva, el desarrollo de las propuestas urbanas de Le Corbusier son claramente deudoras de todos los planteamientos, y realizaciones, sobre el sistema de parques y su papel socioambiental, en cuya difusión Forestier había desempeñado un papel fundamental. Una línea de pensamiento y acción que va de la “ciudad-parque” a la “ciudad en el parque”; de Forestier a Le Corbusier.
J. C. N. Forestier es sobre todo conocido como jardinero y paisajista, pero fue también un destacado urbanista. De hecho, participó en diversas iniciativas pioneras para la institucionalización de esta disciplina, como son su participación, junto con Jaussely, Poëte, Henard y otros, en la fundación de la Asociación Francesa de Arquitectos y Urbanistas, en 1911, que marcó un hito en la historia de la disciplina, o su labor como presidente de la Liga Urbana, fundada en 1928 debido a la iniciativa de Jean Giraudoux, el mismo autor que unos años después prologaría la Chartre d'Aténes (París, 1943) -traducida al español con el título de Principios del urbanismo-, de Le Corbusier.
Influido por los patrones estéticos de la École de Beaux Arts y por la City Beatiful, los principales elementos teóricos sobre la ciudad de Forestier están expuestos en un breve libro de 1906 titulado Grandes Villes et Systeme de Parcs. No explicita un modelo urbano concreto, aunque se refiere repetidamente a la “ciudad-jardín”. Sus trabajos entre 1915-1930 configuran un modelo práctico, al que se ha calificado de “ciudad-parque”, algunos de cuyos rasgos son los siguientes:
a) el parque como marco en el que se ubica una ciudad monumental, organizada según un complejo sistema de diagonales y simetrías, perspectivas y puntos focales, en lo que se trasluce la influencia de la tradición jardinera de Le Nôtre.
b) lo que articula esta ciudad es el sistema de parques, entrelazados mediante avenidas-parque, según el modelo establecido por Frederic Law Olmsted.
c) existencia de una división funcional interna en la ciudad.
e) alcance regional de la misma.
Este modelo urbano lo desarrolló sobre todo fuera de Francia, en especial en España y América. El primer proyecto a escala de ciudad formado por Forestier fue el parque de Pedralbes de Barcelona, en 1916, en el que ya podemos encontrar las características antes mencionadas, es decir, una estructura geométrica interiormente desarrollada bajo una orientación paisajística, la división funcional del espacio, el papel articulador de las avenida-parque y la ciudad regional.
El modelo urbano de Forestier se benefició de dos aportaciones concretas que desarrollaron sus ideas: los trabajos de Miguel Ángel de Quevedo, en México, a partir de 1900, plasmados en un texto teórico publicado en 1911; y los de Nicolás Mª Rubió y Tudurí, su estrecho colaborador barcelonés desde 1915, plasmados en diversos escritos desde 1917.
El proyecto de Lisboa (1927) es su último gran proyecto, después de los de Buenos Aires y La Habana, donde se recogen e integran estas propuestas. Una periodización de la labor urbanística de J. C. N. Forestier podría ser la siguiente: 1915-23, proyectos e intervenciones en Barcelona; 1923-25, proyectos para Buenos Aires; 1926-1930, proyectos e intervenciones en La Habana; 1927, proyecto para Lisboa.
Las ideas urbanísticas de Forestier influyeron de manera significativa en Le Corbusier y el urbanismo funcionalista, algunos de cuyos rasgos distintivos, están ya presentes en la obra del ingeniero francés: entre ellos, la división funcional de la ciudad, el recurso a las grandes masas de vegetación, el diseño de grandes avenidas convertidas en ejes de circulación y la ciudad concebida a escala regional, .
[1] El texto es una revisión de la comunicación presenta a la Conference Globalization: Long-Term Perspectives. Lisboa, 16 – 17 November 2007, organizada por la Associação Portuguesa de História Económica e Social, con el título de “Jardines, parques y planeamiento urbano: el caso de Barcelona y Lisboa”.
[2] Francisco Cambó. Memorias (1876-1936). Madrid: Alianza Editorial, 1987, p. 210.
[3] Cambó, 1987, p. 212.
[4] J. C. N. Forestier. Carta dirigida a Monsieur le Commissaire General [F. Cambó], 17 de agosto de 1915. Archives Michel Bourgeois, Chemise Barcelona.
[5] J. C. N. Forestier. Carta a Marià Rubió, sin fecha [probablemente finales de marzo de 1916]. Archives Michel Bourgeois, Chemise Barcelona.
[6] Nicolás Mª Rubió y Tudurí. Estudio de los problemas municipales de paseos y jardines y parques públicos. Baracelona, 1917, p. 61. De este texto existe una versión electrónica en el sitio Geocrítica, de la Universidad de Barcelona, <www.ub.es/geocrit/rubio.htm>.
[7] Lluís Permanyer. Biografía de la Diagonal. Barcelona: Edicions La Campana, 1996, p.68.
[8] Albert Blasco. Barcelona Atracción (1910-1936). Una revista de la Sociedad de Atracción de Forasteros. Barcelona: Universidad Pompeu Fabra, 2005, p. 231-232. Tesis Doctoral.
[9] J. C. N. Forestier. Grandes villes et systèmes de parcs. París, Hachette, 1906, 55 p.
[10] Jean-Francois Lejeune. La ville et le puisage. Influences et projets américains. En Bénédicte Leclerc (coord.). Jean Claude Nicolas Forestier, 1861-1930. Du jardin au paisaje urbain. Paris: Picard, 1990, p. 173-184. Señala Lejeune: “Il est donc possible que Forestier conçut la ville de demain comme ‘une ville-parc', dont les espaces publics seraient essentiellement définis par les arbres et jardins, et dans laquelle les bâtiments eux-mêmes deviendraient des éléments urbains de second ordre” (p. 183).
[11] Este texto titulado Espacios libres y reservas forestales de las ciudades: Su adaptación a jardines, parques y lugares de juego es la primera exposición que conocemos, después de Grandes villes et systèmes de parcs, de las teorías urbanísticas de Forestier, aplicadas, además al caso concreto de la ciudad de México. Su autor fue el ingeniero de caminos Miguel Ángel de Quevedo, del que hablaremos brevemente más adelante.
[12] Véase los textos del anexo, que hacen referencia a esta cuestión.
[13] Véase la nota 6.
[14] Vicente Casals Costa. Parcs i la política de parcs a la Barcelona d'entreguerres. En José Luis Oyón (ed.). Vida obrera en la Barcelona de entreguerras. Barcelona: Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 1998, p. 217-246.
[15] Nicolau M. Rubió i Tudurí i Santiago Rubió i Tudurí. El pla de distribució en zones del territori català (Regional Planning). Barcelona: Generalitat de Catalunya, 1932.
[16] Jorge Gaspar. A dinâmica funcional do centro de Lisboa. Lisboa: Livros Horizonte, 1985, p. 17.
[17] Actas da Comissão Executiva da Câmara Municipal de Lisboa, 23 de diciembre de 1926.
[18] Eça de Queiroz. O 'Francezismo'. En Ultimas Páginas, Porto, 1946. Citado por Maria da Conceição Oliveira Marques. Introdução ao estudo do desenvolvimento urbano de Lisboa, 1879-1938. Arquitectura, 119, Lisboa, 1971, p. 73.
[19] Haussmaniana esencialmente en el sentido de la concepción compositiva del trazado urbano en base a grandes ejes y avenidas, sistemas radiales, etc. u realización más importante en tal sentido fue la elaboración y parcial realización del Plan Director de La Habana, ciudad en la que realizó estancias de trabajo en los años 1925, 1926, 1928 y 1930. Véase al respecto Roberto Segre. Los epígonos del modelo Haussmaniano en América Latina. La Habana de Forestier, Quaderns d'Arquitectura i Urbanisme, 151, Barcelona, 1982, p. 19-26.
[20] Victor Matias Ferreira. Modos e Caminhos da Urbanização de Lisboa; a cidade e a aglomeração de Lisboa, 1890-1940, Leer Historia, 7, Lisboa, 1986, p. 102-103.
[20bis] Este proceso ha sido estudiado por José Alvaro Ferreira da Silva. Crescimento urbano, regulaçâo e oportunidades empresariais: a construçâo residencial em Lisboa, 1860-1930 . Disertaçao para a obtençâo do grau de Doutor em Historia. Florencia: Instituto Universitário Europeu, (Departamento de Historia e Civilizaçâo), 1997. 2 vols. Un reseña de esta obra, realizada por Horacio Capel, puede leerse en Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales núm. 84, 1998.< http://www.ub.es/geocrit/b3w-84.htm>
[21] Miguel Pais. Melhoramentos de Lisboa e seu porto, Lisboa, 1883, 2 vol. Citado por José Manuel Fernandes. Alguns apontamentos sobre urbanismo alfacinha (Da Baixa ao Campo Grande, do século dezoito ao século vinte), Arquitectura, 138, Lisboa, 1980, p. 44.
[22] O embelesamento de Lisboa. O prolongamento da Avenida da Liberdade, segundo a opinião do ilustre arquitecto Sr. Forestier, Diario de Lisboa, 29 de Julho de 1928. En esta entrevista, Forestier esboza las líneas generales de su proyecto y constituye la única fuente directa a la que se ha podido acceder que, además, reproduce el plano del proyecto. En la literatura urbanística portuguesa que se ha consultado, suele hacerse una escueta referencia al proyecto, aunque sin mencionar la referida entrevista y remitiéndose por lo general como fuente de información a las actas de la Câmara Municipal de Lisboa. Sin embargo, la más reciente obra de Morais y Roseta (2005), reproduce una parte de la referida entrevista.
[23] O embelesamento de Lisboa…
[24] O embelesamento de Lisboa...
[25] J. C. N. Forestier. Pour la conférence de Monsieur Danger, febrero de 1928. Archives Michel Bourgeois, Chemise Barcelona. Traducción del francés por VC.
[26] O embelesamento de Lisboa…
[27] J. C. N. Forestier. Pour la conférence de Monsieur Danger, febrero de 1928. Archives Michel Bourgeois, Chemise Barcelona.
[28] A Avenida da Liberdade deve ou não ser prolongada segundo o plano Forestier?, Diario de Lisboa, 7-8-1928.
[29] Paulio Montez. A estética de Lisboa, Lisboa, 1935, p. 52.
[30] Por ejemplo, en el Diario de Lisboa de 21-7-1928 y 4-9-1928, y en el Diario de Noticias de 18-8-1928, 1-9-1928 y 19-9-1928, se recogen diversos testimonios de personalidades del mundo cultural portugués favorables a la propuesta de Forestier.
[31] José-Augusto França. Lisboa: urbanismo e arquitectura. Lisboa: Instituto de Cultura e Lingüa portuguesa, 1989, p. 102.
[32] Más tarde, Quevedo será el organizador de la primera administración forestal mexicana, que él entendió como un desarrollo de su labor en el terreno de los espacios libres de la ciudad. Años después, durante el mandato del presidente Lázaro Cárdenas, fue llamado por este para organizar de nuevo la administración forestal e impulsar una ambiciosa política de creación de parques nacionales por todo el país. Véase Vicente Casals Costa. Urbanismo y naturaleza en el Valle de México, Arbor, CLV, núm. 609-610, Madrid, 1996, pág. 177-218.
[33] Miguel Ángel de Quevedo. Espacios libres y reservas forestales de las ciudades: Su adaptación a jardines, parques y lugares de juego. México: Gomar y Busson, 1911.
[34] Véase, por ejemplo, las valoraciones que hacen al efecto Jean-Pierre Le Dantec (Forestier, aujourd'hui) y Salvador Tarragó (Entre Le Nôtre y Le Corbusier) en sendos trabajos publicados en Bénédicte Leclec (dir.). Jean Claude Nicolas Forestier, 1861-1930. Du jardin au paysage urbain. Paris: Picard, 1994. Ambos autores se refieren a un episodio ocurrido en 1925 durante la exposición de Artes Decorativas de la que Forestier fue director. Le Corbusier encontró resistencias para exponer su obra, conflicto resuelto favorablemente para éste gracias a la intervención de Forestier. Años después, en 1848, Le Corbusier recordaría el conflicto en los siguientes términos: “J. C. N. Forestier, architecte en chef des jardins de l'expo, a été notre ami dans toute cette tribulation” (Citado por Tarragó, 1994, p. 260, nota 4.)
[35] Jean-Pierre Le Dantec. Forestier, aujourd'hui. En Bénédicte Leclec (dir.). Jean Claude Nicolas Forestier, 1861-1930. Du jardin au paysage urbain. Paris:Picard, 1994, p. 246.
[36] Jane Jacobs. Muerte y vida de las grandes ciudades. Barcelona: Península, 1973, p. 25-28. Señala Jacobs: “Lo curioso, e irónico, es que la Ciudad Radiante procede directamente del esquema primario de la Ciudad Jardín, al menos en lo superficial. Le Corbusier aceptó ese esquema e intentó aplicarlo a las grandes aglomeraciones de población. Describió incluso su Ciudad Radiante como la realización más asequible de la Ciudad Jardín” (p. 26).
[37] Véase al respecto Dario Álvarez. El jardín en la arquitectura del siglo XX. Naturaleza artificial en la cultura moderna. Barcelona: Editorial Reverté, 2007. En especial los capítulos 23 a 27.
[38] Le Corbusier. Hacia una arquitectura. Buenos Aires: Poseidon, 1964 [1922], p. 40.
[39] Le Corbusier. La Ciudad del Futuro, [1924]. Buenos Aires: Ediciones Infinito 1971, p. 108.
[40] Le Corbusier. La ville radieuse. Élements d'une doctrine d'urbanisme pour l'équipement de la civilisation machiniste. Paris: Éditions Vincent, Fréal &Cie. 1933, 348 p.
[41] Le Corbusier 1971 [1924], p. 121.
[42] Le Corbusier 1971 [1924], p. 122
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ANEXO 1
[De la carta de Nicolau Mª Rubió a Forestier (11 de marzo de 1916)]
“Mi Concurso. Esto no está claro. He pasado este tiempo leyendo, tomando notas, recogiendo diversas informaciones. Al presente, parece fijado el programa del concurso, y he comenzado a ordenarlo todo. Primero le envío un plan general –del que espero numerosas correcciones de su benevolencia -- y que, además, le va a permitir seguir el conjunto de las partes, que voy enviarle seguidamente, y de forma sucesiva.
Espero que no habrá olvidado el español, y que podrá leer algún pedazo de este informe, que tendría dificultades en traducir para enviárselo.”
Plan del informe
A) Importancia del Servicio de Paseos y Espacios Libres en los grandes municipios
B) El ejemplo de las ciudades extranjeras
C) De los paseos, parques y espacios libres
D) De la organización municipal del Servicio
E) Servicios auxiliares
[Carta de Forestier a Mariano Rubió (sin fecha, se refiere a la anterior de Nicolau Mª Rubió)]
“He leído el programa del informe para el concurso de su hijo. Me parece bien, pero creo que no insiste lo suficiente en C sobre la ordenación y el diseño de los jardines públicos. Esta es en la actualidad la discusión de moda, sobre todo en los Estados Unidos, donde muchos Landscape Architects preconizan los jardines “naturalísticos”.
Debería también extenderse mucho, creo, sobre los jardines de barrio “recreation center”. Estos espacios especiales representan una mezcla de jardines, terrenos de juego, piscinas de natación al aire libre, una sala de reuniones, de conferencias, de fiestas.
Yo tengo hecho algo parecido, aunque mucho mayor que en un jardín de barrio, en la parte inferior del proyecto de Pedralbes.
En los tres números de la Revista Espaces libres et jardins publics hay un cierto número de planes. Creo que su hijo tiene estos tres números, que yo le he entregado durante su estancia en París. Me quedan dos o tres ejemplares; si verdaderamente él no los tiene, yo se los enviaría, rogándole que me los devuelva cuando los haya consultado.
He encontrado un extracto de un estudio sobre las fortificaciones, que hice en 1909 para la Revue belge d'Art Public, así como una conferencia en español sobre los parques y espacios libres, realizada por mi amigo M. de Quevedo en México. Solamente tengo un ejemplar, que es el que él me envió; se lo envío a su hijo rogándole encarecidamente que lo conserve.
Igualmente le he remitido un manual de arboricultura, que es la traducción española del manual que había hecho aquí para nuestra escuela de perfeccionamiento de los jardineros. Solamente tengo este ejemplar, y cuando usted lo haya consultado y que haya tomado los datos que crea útiles, tenga la amabilidad de devolvérmelo, pues no tengo otro ejemplar.
Finalmente, en los “servicios auxiliares”, en el apartado E de su informe, puede ser conveniente hablar también de una escuela de perfeccionamiento de los obreros.
Nosotros tenemos esta escuela en París desde 1890. No se puede propiamente hablar de una escuela, sino de un curso, que fue instituido en el Bois de Vicennes cuando yo me encontraba allí. Y después de algunos años de funcionamiento, me di cuenta que los cursos y las sesiones sobre el terreno, a intervalos de alrededor de una semana durante 8 a 10 meses, no eran suficientes. Yo había propuesto modificaciones en el momento en que dejé este Servicio, hacia 1897, modificaciones que han sido, después de algunos cambios, adoptadas; y hoy, estos cursos y ejercicios de perfeccionamiento para los obreros duran dos años. Se admiten oyentes libres, pero a nuestros obreros se les anima a seguir estos cursos con el estímulo de ciertas ventajas: el tiempo durante el cual lo siguen se les paga como tiempo de trabajo y después de los exámenes, si obtienen el certificado, reciben suplementos de paga.
El número de peticiones de admisión en curso ha aumentado inmediatamente, y son los Servicios los que han tenido que designar los obreros que era preciso admitir para seguir los cursos, porque se debió limitar el número de oyentes.
Creo que vuestro hijo podría prever en su informe una institución de este género, y el lugar de los cursos podría ser en la escuela de Bellos Oficios, mientras que los ejercicios prácticos tendrían lugar en los viveros y en los jardines.
Uno o varios de los profesores podrían tomarse del personal técnico del Servicio de Plantaciones, de los parques y jardines públicos de la ciudad.”
[Traducido del francés por VC]
© Copyright Vicente Casals Costa , 2009.
© Copyright Scripta Nova, 2009.
Ficha bibliográfica: